Hogueras y dioxinas
Las hogueras de San Juan de este pasado jueves en Donosti acabaron pasadas por agua merced a una bonita tormenta veraniega. Aún y así, se encendieron 18 fogatas legales y supongo que unas cuantas ilegales. Estos mismos días, ando documentándome sobre la toxicidad de las dioxinas para poder dar una charla al respecto. Hace ya seis años que os hice una revisión histórica y una puesta al día sobre ellas pero necesito mas datos para una charla de hora y pico. Entre la documentación que ahora estoy manejando está la del derrumbe y posterior incendio del vertedero de Zaldíbar el 6 de febrero de 2020. Junto con mi amiga Ainara Sangróniz, que es de Elgeta (no muy lejos de Zaldíbar), hicimos un seguimiento muy detallado de los niveles de dioxinas generados por un accidente en el que fallecieron dos trabajadores, uno de los cuales ha quedado enterrado para siempre en el sellado que ha clausurado el vertedero.
Al hilo de la abundante documentación publicada sobre Zaldíbar y de las distintas polémicas que se suscitaron en los medios a propósito de los recomendaciones emitidas por el Gobierno Vasco así como de los datos publicados por el mismo, hay un asunto muy interesante que tiene que ver con las hogueras de San Juan y que voy a usar de hilo conductor en esta entrada para aclarar algunos extremos sobre la toxicidad de las dioxinas.
En las proximidades de la localidad guipuzcoana de Usúrbil hay un captador de muestras de aire que posteriormente se analizan para comprobar la calidad del mismo. Entre noviembre de 2017 y junio de 2019 en esa estación se recogieron 45 muestras. Entre ellas, la muestra recogida entre las 00.00 horas del día 23 de junio de 2018 y las 23.59 horas del día siguiente exhibía unos niveles de dioxinas treinta y dos veces mas altos que la media que se había venido recogiendo en esa estación hasta entonces. El Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia, que cuelga del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) emitió en su día un extenso informe al respecto.
El término dioxinas (que suele englobar también a sus primos los furanos) hace referencia a una muy numerosa familia de 210 compuestos químicos diferentes (75 son dioxinas y 135 furanos). Algunos (unos 17) son verdaderamente tóxicos aún en dosis muy pequeñas y así, por ejemplo, una de las dioxinas, la 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-p-dioxina, conocida por el acrónimo 2378-TCDD, suele citarse como la sustancia más tóxica del mundo mundial, aunque sobre eso podríamos hablar más en detalle aunque no es el sitio ni el momento. Las concentraciones de dioxinas en el aire (que es el medio que aquí nos interesa) se dan habitualmente en femtogramos por metro cúbico de aire (1000 litros de aire). Un femtogramo es una cantidad casi ridícula (0.000000000000001 gramos) pero esa aparente ridiculez sirve también para valorar que estamos tratando con sustancias harto peligrosas. Y para ilustrar a que niveles estamos los químicos detectando y midiendo los peligros a los que nos enfrentamos.
Pues bien, el 19 de febrero de 2020, cuando el vertedero de Zaldíbar estaba aún a medio apagar, el Diario Vasco publicó un artículo a página completa cuyo titular decía "Una hoguera en Usúrbil con 10 veces más de dioxinas" en el que se explicaba que el estudio de Biodonostia antes citado mostraba que la noche de San Juan de 2018 se había medido un pico de casi 6800 femtogramos por metro cúbico de dioxinas en el aire de la localidad guipuzcoana, cuando en el vertedero de Zaldíbar se habían medido tres días antes de la noticia una cifra en torno a 700. Algo ciertamente sorprendente a la vista de las imágenes que se estaban publicando sobre las labores de extinción del vertedero y las medidas que se habían ido tomando (cierre de escuelas, recomendación de no salir a la calle.... hasta suspensión de un partido de fútbol del Eibar). La noticia tenía también implicaciones políticas dadas las malas relaciones entre el periódico y la izquierda abertzale, tradicional gobernante en Usúrbil.
En realidad, se trató de un error garrafal que aún recordará el periodista que escribió la página. Y que el Diario Vasco tuvo que corregir a la carrera al día siguiente, aunque lo hizo con una críptica frase que demostraba que seguían sin entender del todo el fallo: "....los 6797 femtogramos por metro cúbico de aire es un dato puntual y no refleja la concentración de dioxinas real, que es la que debe ser comparada con las mediciones anunciadas en Zaldíbar. El valor correcto en Usurbil fue 304 femtogramos por metro cúbico". Esta corrección, que seguro que tampoco habrán entendido muchos de mis perspicaces lectores, no explicaba para nada el fallo cometido por la redacción del Diario Vasco, aunque sea fácil hacerlo.
Los 6797 femtogramos por metro cúbico, una cifra que ciertamente aparecía en el informe de Biodonostia sobre las hogueras de Usúrbil, era la concentración del conjunto de dioxinas y furanos presentes en la muestra de aire de esa localidad, pero no nos da una idea de cuánto tóxica es esa concentración. En ella puede haber todo tipo de dioxinas y furanos. La 2378-TCDD es ciertamente tóxica, pero otros miembros de la familia pueden no tener toxicidad alguna o tenerla cientos o miles de veces más pequeña que la más peligrosa. Por eso, y en lo tocante a la toxicidad de una muestra concreta se suele hablar de la toxicidad equivalente (TEQ) que sería la cantidad de 2378-TCDD pura que tuviera la misma toxicidad que la muestra que estamos considerando. Una vez hecho ese cálculo los 6797 femtogramos por metro cúbico se convierten en 304 femtogramos de 2378-TCDD por metro cúbico. Y los 700 femtogramos del vertedero ardiendo el día 16 de febrero con el que el Diario Vasco estaba comparando ya tenían hecha esa corrección en cuanto a toxicidad. Así que la toxicidad de las dioxinas de las hogueras de Usúrbil en la noche de San Juan fue la mitad de la de las dioxinas que el vertedero estaba generado en la fase crítica del derrumbe y posterior incendio. Una cifra excepcional la de Usúrbil, pero desde luego no diez veces más que la del vertedero.
El episodio de Usúrbil remitió para el día siguiente y Biodonostia argumentaba en su informe que el valor significativamente mas alto aalí encontrado frente a los de otras localidades que también celebraron esa noche hogueras de San Juan, parece que se debió a que, en la primera, sopló una componente de viento que enviaba directamente el aire de la hoguera al medidor, cosa que no pasó en las otras localidades. En el caso del vertedero de Zaldíbar, el incendio estuvo activo desde el 6 al 19 de febrero, aunque desde el 15 había labores de extinción en activo. Una vez iniciadas esas labores de extinción, las concentraciones fueron progresivamente bajando y para el día 26 los niveles de toxicidad de las dioxinas estaban ya en niveles prácticamente normales.
Está por tanto claro que incendios, hogueras y otros procesos de combustión como la incineración son una fuente importante de emisión de dioxinas y furanos. De hecho, cuando la Agencia de Protección del Medio Ambiente americana (EPA) llevó a cabo, en 1987, el primer inventario de fuentes de dioxinas en los Estados Unidos, la incineración de residuos urbanos representaba más del 80 % de las fuentes de dioxinas conocidas. Como resultado, la EPA implementó nuevos requisitos de emisiones. Estas regulaciones lograron reducir drásticamente las emisiones de dioxinas de esos incineradores. La incineración de residuos sólidos municipales, residuos médicos, lodos de aguas residuales y residuos peligrosos juntos ahora producen menos del 3% de todas las emisiones de dioxinas.Algo similar ha pasado en Francia, donde las emisiones totales de dioxinas por incineradoras han pasado del equivalente a 450 gramos de 2378-TCDD en 1997 a prácticamente cero en unos doce años.
Sin embargo, desde la evaluación inicial de la EPA en 1987, las emisiones de dioxinas derivadas de la combustión incontrolada de residuos domésticos (hogueras, barriles en los jardines, barbacoas, etc.) han seguido permaneciendo prácticamente constantes y ya en el informe de 2006 aparecieron como la primera fuente emisora de dioxinas en USA.