Sábana Santa
En el reciente lapso de tiempo sin trabajo que llaman Semana Santa, andaba yo llevando la contraria al personal preparando materiales para el trabajo en equipo de mis estudiantes en una de mis asignaturas. Ya lo decía D. Gregorio (Marañón): "Yo soy un trapero del tiempo. Hay muchos retalitos de minutos que la gente no aprovecha y yo sumándolos saco dos horas más al día". Y en un texto de Química General muy conocido (el Chang) me encontré un problema relacionado con el fechado de la Sábana Santa, realizado en 1988 por laboratorios de las Universidades de Oxford, Arizona, Columbia, el ETH de Zürich y el British Museum, trabajo publicado hace ya años en la conocida revista Nature [Nature 337, 611-615 (1989)]. Tres muestras independientes de la Sábana por antonomasia fueron estudiadas por este consorcio científico, llegando a la conclusión de que el tejido databa de la Edad Media, concretamente entre 1260 y 1390, pero no antes.
Con independencia de sus implicaciones religiosas, el asunto me resultó didácticamente atractivo. Además de la intrínseca curiosidad que podía inducir en los estudiantes, era una forma sencilla de introducirles en conceptos fundamentales de Cinética Química, la rama de la Química que estudia la velocidad a la que transcurren los procesos químicos. No voy a entrar en detalles excesivamente técnicos para explicar cómo funciona el método de fechado merced al carbono-14. Baste decir que la atmósfera que rodea a esta Tierra que nos acoge es constantemente bombardeada por rayos cósmicos de gran energía. Una de las consecuencias de dicho bombardeo es que el nitrógeno, que se encuentra en el aire en un 80%, puede transformarse en el isótopo 14 del carbono (el carbono habitual que constituye toda la materia orgánica del Universo es el carbono-12, un gemelo más "delgadito" del anterior). El caso es que las pequeñas cantidades de carbono-14 derivadas del bombardeo cósmico se incorporan en forma de CO2 a las plantas, debido al proceso de fotosíntesis que éstas realizan. Cuando los animales (de dos y cuatro patas) nos comemos esas plantas, acabamos incorporando trazas de carbono-14 a nuestros organismos.
El carbono-14 se desintegra radioactivamente (ahora, con lo del Japón, todo el mundo sabe mucho de esto) pero, a su vez, las plantas y los seres vivos vuelven a incorporarlo al ciclo por su continuo metabolismo, con lo que la proporción de carbono-14 a carbono-12 se mantiene prácticamente constante en nuestro mundo material. Esa proporción es, aproximadamente, de un átomo de carbono-14 por cada 1000000000000 átomos de carbono-12. Pero cuando una planta o un animal se muere, el carbono-14 ya no se renueva en ellos, aunque sigue desintegrándose, con lo que esa proporción va disminuyendo continuadamente a lo largo del tiempo.
En el año 1955, W.F. Libby sugirió que este hecho podría usarse para fechar la antiguedad de restos arqueológicos, siempre que se pudiera medir con fiabilidad la relación carbono-14/ carbono-12, ya que la disminución en el número de átomos de carbono-14 sigue una ley de velocidad que los químico-físicos llamamos de primer orden. Ese hallazgo proporcionó a Libby el Premio Nobel de Química de 1960. Desde entonces, el fechado con carbono-14 se considera una herramienta fiable en el análisis de muestras que nos son lejanas en el tiempo, como la Sábana Santa u otros restos arqueológicos. Cuanto más viejos sean éstos más difícil es el fechado, porque la cantidad de carbono-14 se va haciendo tan pequeña que la relación con respecto al carbono-12 se hace cada vez más difícil de medir. Así que, como todo en Ciencia, la cosa no es blanco o negro, más bien gris, y los resultados pueden estar sometidos a diversas fuentes de error, dando lugar a todo tipo de interpretaciones, sobre todo si por medio se cruzan intereses (religiosos, en este caso). Y ya se sabe que a la fe, al contrario que a la Ciencia, no le hacen falta resultados experimentales.
En estas andaba yo, tratando de plantear el problema para que los estudiantes se tuvieran que estrujar el magín al resolverlo cuando, con ocasión de la Semana Santa, el tema del Sudario de Turín ha saltado una vez más a la palestra de forma virulenta y me ha puesto, delante de mis narices y como en recientes ocasiones, una entrada que no quedaba más remedio que escribir.
Resulta que en Intereconomía TV y en los periódicos del Grupo Vocento, como el Diario Vasco o el Correo, han salido sendos tertulianos o articulistas poniendo en duda la veracidad de los fechados llevados a cabo al Sudario de Turín en 1988, arriba mencionados. Y en ambos casos, la argumentación parece fundamentarse en declaraciones del propio Premio Nobel Libby, que cuestionaba la veracidad de tales fechados sobre la base de la acción de ciertas fuentes radiactivas que podrían haber recargado el carbono, lo que invalidaría la aplicación del método del carbono-14.
Podeis leer más en esta entrada de uno de los blogs que sigo habitualmente, o en los links que la propia entrada hace al artículo aparecido en los diarios del Grupo Correo y al vídeo de Intereconomía TV pero, para el que no quiera muchos más detalles, el asunto clave está en que Libby murió en 1980, ocho años antes de que los laboratorios mencionados anunciaran sus resultados. Así que los implicados en las noticias de uno y otro medio tendrían que aclarar el entuerto y, que yo sepa y ya han transcurrido varios días, no lo han hecho.
Con estos mimbres tengo para más de un Seminario de discusión con mis estudiantes sobre el método científico y sus manipulaciones. ¡Y hay que ver lo que me ha dado de sí esta Semana Santa!.
Con independencia de sus implicaciones religiosas, el asunto me resultó didácticamente atractivo. Además de la intrínseca curiosidad que podía inducir en los estudiantes, era una forma sencilla de introducirles en conceptos fundamentales de Cinética Química, la rama de la Química que estudia la velocidad a la que transcurren los procesos químicos. No voy a entrar en detalles excesivamente técnicos para explicar cómo funciona el método de fechado merced al carbono-14. Baste decir que la atmósfera que rodea a esta Tierra que nos acoge es constantemente bombardeada por rayos cósmicos de gran energía. Una de las consecuencias de dicho bombardeo es que el nitrógeno, que se encuentra en el aire en un 80%, puede transformarse en el isótopo 14 del carbono (el carbono habitual que constituye toda la materia orgánica del Universo es el carbono-12, un gemelo más "delgadito" del anterior). El caso es que las pequeñas cantidades de carbono-14 derivadas del bombardeo cósmico se incorporan en forma de CO2 a las plantas, debido al proceso de fotosíntesis que éstas realizan. Cuando los animales (de dos y cuatro patas) nos comemos esas plantas, acabamos incorporando trazas de carbono-14 a nuestros organismos.
El carbono-14 se desintegra radioactivamente (ahora, con lo del Japón, todo el mundo sabe mucho de esto) pero, a su vez, las plantas y los seres vivos vuelven a incorporarlo al ciclo por su continuo metabolismo, con lo que la proporción de carbono-14 a carbono-12 se mantiene prácticamente constante en nuestro mundo material. Esa proporción es, aproximadamente, de un átomo de carbono-14 por cada 1000000000000 átomos de carbono-12. Pero cuando una planta o un animal se muere, el carbono-14 ya no se renueva en ellos, aunque sigue desintegrándose, con lo que esa proporción va disminuyendo continuadamente a lo largo del tiempo.
En el año 1955, W.F. Libby sugirió que este hecho podría usarse para fechar la antiguedad de restos arqueológicos, siempre que se pudiera medir con fiabilidad la relación carbono-14/ carbono-12, ya que la disminución en el número de átomos de carbono-14 sigue una ley de velocidad que los químico-físicos llamamos de primer orden. Ese hallazgo proporcionó a Libby el Premio Nobel de Química de 1960. Desde entonces, el fechado con carbono-14 se considera una herramienta fiable en el análisis de muestras que nos son lejanas en el tiempo, como la Sábana Santa u otros restos arqueológicos. Cuanto más viejos sean éstos más difícil es el fechado, porque la cantidad de carbono-14 se va haciendo tan pequeña que la relación con respecto al carbono-12 se hace cada vez más difícil de medir. Así que, como todo en Ciencia, la cosa no es blanco o negro, más bien gris, y los resultados pueden estar sometidos a diversas fuentes de error, dando lugar a todo tipo de interpretaciones, sobre todo si por medio se cruzan intereses (religiosos, en este caso). Y ya se sabe que a la fe, al contrario que a la Ciencia, no le hacen falta resultados experimentales.
En estas andaba yo, tratando de plantear el problema para que los estudiantes se tuvieran que estrujar el magín al resolverlo cuando, con ocasión de la Semana Santa, el tema del Sudario de Turín ha saltado una vez más a la palestra de forma virulenta y me ha puesto, delante de mis narices y como en recientes ocasiones, una entrada que no quedaba más remedio que escribir.
Resulta que en Intereconomía TV y en los periódicos del Grupo Vocento, como el Diario Vasco o el Correo, han salido sendos tertulianos o articulistas poniendo en duda la veracidad de los fechados llevados a cabo al Sudario de Turín en 1988, arriba mencionados. Y en ambos casos, la argumentación parece fundamentarse en declaraciones del propio Premio Nobel Libby, que cuestionaba la veracidad de tales fechados sobre la base de la acción de ciertas fuentes radiactivas que podrían haber recargado el carbono, lo que invalidaría la aplicación del método del carbono-14.
Podeis leer más en esta entrada de uno de los blogs que sigo habitualmente, o en los links que la propia entrada hace al artículo aparecido en los diarios del Grupo Correo y al vídeo de Intereconomía TV pero, para el que no quiera muchos más detalles, el asunto clave está en que Libby murió en 1980, ocho años antes de que los laboratorios mencionados anunciaran sus resultados. Así que los implicados en las noticias de uno y otro medio tendrían que aclarar el entuerto y, que yo sepa y ya han transcurrido varios días, no lo han hecho.
Con estos mimbres tengo para más de un Seminario de discusión con mis estudiantes sobre el método científico y sus manipulaciones. ¡Y hay que ver lo que me ha dado de sí esta Semana Santa!.