Cócteles de dioxina para un Presidente
Ahora que Ucrania está "de moda", he caído en la cuenta de que no he contado en el Blog la curiosa historia del envenenamiento por dioxinas de uno de sus recientes Presidentes, Viktor Yushchenko. Episodio que ilustra lo complicado que es, a veces, extrapolar a los humanos los comportamientos tóxicos observados en experimentos con animales y/o las conclusiones extraídas de los estudios epidemiológicos de amplias capas de la población. Y es que cada organismo es de su padre y de su madre y, a veces, el que se tiene que morir no se muere mientras otros se mueren sin querer (figura retórica que no debe aplicarse al ciudadano objeto de este post).
Aunque el término dioxina se maneja con mucha soltura y alegría en los medios y en internet, lo cierto es que dioxinas hay bastantes. Se trata de una familia de compuestos, cuyas propiedades (incluida la toxicidad) cambian mucho dependiendo de su estructura. Pero no os voy a meter en vericuetos de terminología química. Dejémoslo en que la dioxina por excelencia es una que, simplificadamente, los químicos denominamos con el acrónimo TCDD aunque, si nos ponemos estirados, podemos llamarla 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-p-dioxina. Es la dioxina tenida por más peligrosa entre sus congéneres y tristemente conocida por los problemas que causó, al generarse como subproducto, en la fabricación del no menos tristemente célebre Agente Naranja, empleado por los americanos para deforestar amplias zonas de Vietnam durante la guerra del mismo nombre.
En un ranking global de productos químicos peligrosos la TCDD ocupa el cuarto lugar, que se convierte en primero si consideramos sustancias de origen sintético. Solo le ganan en virulencia, y por goleada, tres toxinas "naturales": la botulínica, la del tétanos y la de la difteria. Para elaborar ese ranking, se usa un parámetro clásico en toxicología (y un poco bruto, la verdad). Se trata de la denominada Dosis Letal para el 50% de la población o LD50, lo que quiere decir que es la dosis mínima que administrada a una cierta población de ratones de laboratorio, se carga al 50% de esa población en breve plazo. Pues bien, en el caso de la TCDD esa dosis se ha estimado en unos 0.03 mg/kg de peso del individuo envenenado.
Unas cuantas veces más que esa dosis parece que le metieron al candidato Yushchenko durante la campaña electoral que le llevó a la Presidencia de Ucrania en el año 2004. Cuentan las crónicas que el envenenamiento se produjo durante entrevistas con altos funcionarios del Servicio Secreto que estaban más o menos controlados por los rusos. No sabemos exactamente la cantidad que le suministraron, pero estimaciones posteriores de los médicos que le trataron evaluaron que, al iniciar el tratamiento, la concentración de TCDD en el cuerpo de Yushchenko era unas 50.000 veces más alta que la concentración habitual en el body de un ciudadano medio. Ello hace pensar (haciendo los debidos cálculos) que se le pudieron administrar dosis en torno a 20 veces la Dosis Letal antes mencionada. Pero un candidato a Presidente ucraniano debe ser hueso duro de roer, porque este no se murió. Durante la campaña electoral empezaron, eso si, a hacerse evidentes los síntomas de la intoxicación en un lugar difícil de ocultar, el rostro, como se puede ver en la foto de arriba que compara el Yushchenko antes y despues de los cócteles de TCDD.
Y un aspecto curioso del proceso de desintoxicación, llevado a cabo por médicos austríacos, es que se utilizó como agente desintoxicador el Olestra, un sustituto de las grasas habituales o triglicéridos, en el que en lugar de la glicerina habitual en esos triglicéridos a los que da su nombre, esta se sustituye por sacarosa (el azúcar convencional). Como consecuencia de ese cambio estructural, se considera que Olestra no aporta calorías ni colesterol. Se trata de una sustancia envuelta en una típica polémica quimiofóbica (en la que hoy no entraré) desde su introducción en el mercado en 1996, cuando la FDA americana aprobó su empleo en la preparación de diversos productos alimenticios como patatas chip y otros snacks. Hoy está prohibida en Europa pero en USA se sigue empleando, aunque está en franca retirada, lo que ha supuesto un sonoro fracaso para su productor Procter and Gamble. El caso es que, ya a finales del siglo pasado, se descubrió que las dioxinas se unían de forma mucho más eficaz al Olestra que a las grasas convencionales, con lo que se puede utilizar un tratamiento a base de Olestra para evacuar dioxinas de un cuerpo envenenado. Años más tarde se vió que lo mismo pasaba con otras sustancias igualmente peligrosas, los PCBs.
Aunque no sabemos los efectos pasados y futuros de la intoxicación, el ya ex-Presidente sigue vivo, aunque políticamente desaparecido tras el fracaso de su partido en las elecciones de octubre de 2012.
PD. No os perdáis el excelente comentario del amigo Pedro Merino.
Aunque el término dioxina se maneja con mucha soltura y alegría en los medios y en internet, lo cierto es que dioxinas hay bastantes. Se trata de una familia de compuestos, cuyas propiedades (incluida la toxicidad) cambian mucho dependiendo de su estructura. Pero no os voy a meter en vericuetos de terminología química. Dejémoslo en que la dioxina por excelencia es una que, simplificadamente, los químicos denominamos con el acrónimo TCDD aunque, si nos ponemos estirados, podemos llamarla 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-p-dioxina. Es la dioxina tenida por más peligrosa entre sus congéneres y tristemente conocida por los problemas que causó, al generarse como subproducto, en la fabricación del no menos tristemente célebre Agente Naranja, empleado por los americanos para deforestar amplias zonas de Vietnam durante la guerra del mismo nombre.
En un ranking global de productos químicos peligrosos la TCDD ocupa el cuarto lugar, que se convierte en primero si consideramos sustancias de origen sintético. Solo le ganan en virulencia, y por goleada, tres toxinas "naturales": la botulínica, la del tétanos y la de la difteria. Para elaborar ese ranking, se usa un parámetro clásico en toxicología (y un poco bruto, la verdad). Se trata de la denominada Dosis Letal para el 50% de la población o LD50, lo que quiere decir que es la dosis mínima que administrada a una cierta población de ratones de laboratorio, se carga al 50% de esa población en breve plazo. Pues bien, en el caso de la TCDD esa dosis se ha estimado en unos 0.03 mg/kg de peso del individuo envenenado.
Unas cuantas veces más que esa dosis parece que le metieron al candidato Yushchenko durante la campaña electoral que le llevó a la Presidencia de Ucrania en el año 2004. Cuentan las crónicas que el envenenamiento se produjo durante entrevistas con altos funcionarios del Servicio Secreto que estaban más o menos controlados por los rusos. No sabemos exactamente la cantidad que le suministraron, pero estimaciones posteriores de los médicos que le trataron evaluaron que, al iniciar el tratamiento, la concentración de TCDD en el cuerpo de Yushchenko era unas 50.000 veces más alta que la concentración habitual en el body de un ciudadano medio. Ello hace pensar (haciendo los debidos cálculos) que se le pudieron administrar dosis en torno a 20 veces la Dosis Letal antes mencionada. Pero un candidato a Presidente ucraniano debe ser hueso duro de roer, porque este no se murió. Durante la campaña electoral empezaron, eso si, a hacerse evidentes los síntomas de la intoxicación en un lugar difícil de ocultar, el rostro, como se puede ver en la foto de arriba que compara el Yushchenko antes y despues de los cócteles de TCDD.
Y un aspecto curioso del proceso de desintoxicación, llevado a cabo por médicos austríacos, es que se utilizó como agente desintoxicador el Olestra, un sustituto de las grasas habituales o triglicéridos, en el que en lugar de la glicerina habitual en esos triglicéridos a los que da su nombre, esta se sustituye por sacarosa (el azúcar convencional). Como consecuencia de ese cambio estructural, se considera que Olestra no aporta calorías ni colesterol. Se trata de una sustancia envuelta en una típica polémica quimiofóbica (en la que hoy no entraré) desde su introducción en el mercado en 1996, cuando la FDA americana aprobó su empleo en la preparación de diversos productos alimenticios como patatas chip y otros snacks. Hoy está prohibida en Europa pero en USA se sigue empleando, aunque está en franca retirada, lo que ha supuesto un sonoro fracaso para su productor Procter and Gamble. El caso es que, ya a finales del siglo pasado, se descubrió que las dioxinas se unían de forma mucho más eficaz al Olestra que a las grasas convencionales, con lo que se puede utilizar un tratamiento a base de Olestra para evacuar dioxinas de un cuerpo envenenado. Años más tarde se vió que lo mismo pasaba con otras sustancias igualmente peligrosas, los PCBs.
Aunque no sabemos los efectos pasados y futuros de la intoxicación, el ya ex-Presidente sigue vivo, aunque políticamente desaparecido tras el fracaso de su partido en las elecciones de octubre de 2012.
PD. No os perdáis el excelente comentario del amigo Pedro Merino.