El pH de Natasha
La comadrona que vive conmigo es también Diplomada en Decoración y no sé si porque se está haciendo mayor o porque está de su trabajo cara al público en el Ambulata hasta los mismísimos, el caso es que, últimamente, está volviendo a sus viejas querencias en el ámbito de las cosas que tienen que ver con su faceta más "decorativa". Y a ese tenor sigue algunos programas de TV que tienen que ver con el tema, desde un par de gemelos que te tiran una casa y te la rehacen en breves día, hasta otro en el que se enseñan las mansiones de gente guapa y de muchos posibles, una temática que resulta muy poco edificante en los tiempos que corren.
Y en este último programa aparecía el otro día una tal Natasha Romanov, de la que no había oído hablar en mi vida, pero que debe ser muy conocida en el papel rosa y cuya gracia fundamental es haber pescado a un magnate ruso del petróleo y vivir en Marbella en un palacio con campo de golf y helipuerto incluídos. Mientras mi Santa seguía el programa, ilustrándose del número de armarios para zapatos, el número de habitaciones y similares, en un momento del recorrido se llegó a la cocina, en la que además de platos exclusivos diseñados por Armani, la rusa en cuestión nos enseñó un equipo del que obtenía el agua para beber. Nos cantó las excelencias del instrumento para conservar su palmito, entre las que se encontraba el que el agua que proporcionaba tenía pH negativo. Y se quedó tan satisfecha y pasó a un vestidor en el que nos contó que tiene tantos vestidos que los lleva clasificados en el iPhone para poder ordenar a su fámula que le prepare el que se va a poner el día siguiente o en el cóctel de la tarde.
Evidentemente el agua que bebe Natasha no tiene pH negativo, a no ser que toda ella sea una inmensa solución tampón que aminore los efectos, pero la anécdota me ha servido para recordar una vieja polémica con un colega al que tuve que recordarle que lo que estaba explicando sobre la escala de pH entre 0 y 14 era inexacto porque, estrictamente, sí que pueden existir pH negativos. De hecho, el ácido clorhídrico que nos venden a los laboratorios es una disolución del mismo al 37% en peso en agua, lo que es igual a una molaridad en torno a 12 y, por tanto, usando la conocida definición de pH, resulta un valor en torno a -1,1. Otra cosa es que ese valor sea real o no y que se pueda medir o no. Tendríamos así que hablar (aunque no es el caso) de actividades en lugar de concentraciones, así como de las dificultades de los pHmetros convencionales para medir bien en esas disoluciones concentradas.
Pero si hay algo próximo al pH negativo es esa disolución de clorhídrico y no el agua de Natasha. Es por eso que, en muchos libros de texto, debieran sustituir la escala tipo A (bastante habitual) por la escala tipo B que se ve en la figura que ilustra este post (podeis picar en ella para verla mejor), en la que queda claro que el intervalo 0-14 es extensible por ambos extremos.
Y en este último programa aparecía el otro día una tal Natasha Romanov, de la que no había oído hablar en mi vida, pero que debe ser muy conocida en el papel rosa y cuya gracia fundamental es haber pescado a un magnate ruso del petróleo y vivir en Marbella en un palacio con campo de golf y helipuerto incluídos. Mientras mi Santa seguía el programa, ilustrándose del número de armarios para zapatos, el número de habitaciones y similares, en un momento del recorrido se llegó a la cocina, en la que además de platos exclusivos diseñados por Armani, la rusa en cuestión nos enseñó un equipo del que obtenía el agua para beber. Nos cantó las excelencias del instrumento para conservar su palmito, entre las que se encontraba el que el agua que proporcionaba tenía pH negativo. Y se quedó tan satisfecha y pasó a un vestidor en el que nos contó que tiene tantos vestidos que los lleva clasificados en el iPhone para poder ordenar a su fámula que le prepare el que se va a poner el día siguiente o en el cóctel de la tarde.
Evidentemente el agua que bebe Natasha no tiene pH negativo, a no ser que toda ella sea una inmensa solución tampón que aminore los efectos, pero la anécdota me ha servido para recordar una vieja polémica con un colega al que tuve que recordarle que lo que estaba explicando sobre la escala de pH entre 0 y 14 era inexacto porque, estrictamente, sí que pueden existir pH negativos. De hecho, el ácido clorhídrico que nos venden a los laboratorios es una disolución del mismo al 37% en peso en agua, lo que es igual a una molaridad en torno a 12 y, por tanto, usando la conocida definición de pH, resulta un valor en torno a -1,1. Otra cosa es que ese valor sea real o no y que se pueda medir o no. Tendríamos así que hablar (aunque no es el caso) de actividades en lugar de concentraciones, así como de las dificultades de los pHmetros convencionales para medir bien en esas disoluciones concentradas.
Pero si hay algo próximo al pH negativo es esa disolución de clorhídrico y no el agua de Natasha. Es por eso que, en muchos libros de texto, debieran sustituir la escala tipo A (bastante habitual) por la escala tipo B que se ve en la figura que ilustra este post (podeis picar en ella para verla mejor), en la que queda claro que el intervalo 0-14 es extensible por ambos extremos.