Lo que vende la tienda de mi Uni
La empresa que me paga (ya por poco tiempo), la Universidad del País Vasco, UPV/EHU, tiene como toda Uni moderna que se precie su tienda real y virtual de objetos personalizados con el logotipo de la Institución (merchandising, lo llaman los finos del marketing). De vez en cuando nos manda un correo electrónico con las novedades que han entrado en la tienda y, esta semana, me han llamado la atención unas botellas de plástico, de diseño atractivo, plegables sobre si mismas en forma de acordeón y que, como reclamo publicitario, se venden como botellas fabricadas en “polipropileno, sin tóxicos (sin BPA)”. Dice una amiga mía que cuando empiezo a manejar jerga para químicos como la que antecede deja a veces de leerme porque tiene la sensación de que la entrada va a ser “un poco técnica”. Vamos a ver si en este caso llega hasta el final.
El polipropileno es un tipo de plástico. Para la gente normal el término plástico parece englobar un material concreto, como el vidrio. Pero dentro de ese término se esconden muy diferentes tipos de materiales. Para lo que hoy nos interesa, plástico es el polipropileno (o PP) arriba mencionado que se emplea en miles de cosas, desde maletas de viaje a sillas de jardín, desde elementos de pesca (redes, cables de amarres) a parachoques y carcasas de automóviles. Plástico es también el polietilentereftalato (PET) constitutivo de la mayoría de las botellas que hoy empleamos o el policarbonato (PC) con el que se fabrican los CDs y se fabricaban los biberones irrompibles que, hace años, hicieron furor como alternativa a los convencionales de vidrio. Pero ambos son muy distintos del polipropileno de las botellas de la tienda universitaria.
El último mencionado arriba, el policarbonato, necesita para su fabricación una materia prima que se conoce como bisfenol-A, una sustancia química que diversos estudios parecen indicar que puede ser un disruptor (o interruptor, para ser fieles al Diccionario) endocrino, es decir, una sustancia que afecta a algunos procesos hormonales durante el desarrollo de los seres vivos y que puede, consiguientemente, provocar efectos indeseados. En los últimos años, varios gobiernos e instituciones han prohibido el uso del policarbonato en los biberones, como una medida precautoria contra el riesgo de que las pequeñas cantidades de bisfenol A que pudieran quedar en el plástico (el resto se ha transformado en el propio plástico y no tiene riesgos) migraran al contenido del biberón. Lo mismo pasa con el bisfenol A que se emplea en la fabricación de los recubrimientos que tapizan el interior de la mayoría de las latas de bebidas y conservas. Podría argumentar mucho sobre estas prohibiciones pero no es el momento.
El caso es que fuera de las botellas, biberones u otros objetos que se fabriquen o hayan fabricado con ese plástico tan concreto como el policarbonato o los recubrimientos que tapizan las latas, es difícil entender cómo puede haber bisfenol A en cualquier otra botella u objeto fabricado con otros plásticos diferentes. Es decir, es difícil entender por qué va a tener bisfenol A la botella acordeón de la tienda de mi Uni si es de polipropileno. Es como, pongamos por caso, vender chuletas de buey gallego libres de carne de oso polar.
Pero la cosa no queda ahí. Tras ver el anuncio busqué en Google el nombre del fabricante de esas botellas. Se trata de una firma suiza con representación en la provincia de Barcelona (mal empezamos). Y navegando en la web de esta última me encuentro con una frase aún más explícita en lo tocante al bisfenol A: “botella de PP que, a diferencia del plástico PET, no contiene el componente tóxico bisfenol-A”. Con lo que ya metemos en el asunto al otro plástico, el PET, usado casi al 100% en las diferentes marcas de agua embotellada o de bebidas carbónicas como las colas.
Pues va a ser que no. Por las mismas razones que la carne de buey gallego no puede contener ni trazas de carne de oso polar, el PET no puede contener bisfenol A. Ni se usa para su fabricación ni se produce durante el proceso de transformarlo en botellas u otros objetos. Y como suelo acompañar rotundas afirmaciones con datos fiables que las avalen, voy a hacer referencia a un artículo publicado en enero de este año en una prestigiosa revista [Food Chemistry 202 (2016) 88-93], en el que se analizan con las mejores herramientas hoy en día disponibles un total de 122 botellas de vidrio, PET e incluso una de policarbonato a la búsqueda, en todas ellas, de metales pesados y bisfenol A. Os voy a resumir los resultados solo en lo tocante al bisfenol A.
El bisfenol A se detectó únicamente en la solitaria botella de policarbonato investigada. En el resto (de vidrio y PET) ni rastro de bisfenol A. Un resultado lógico con lo que os he comentado previamente, aunque es cierto que el bisfenol A podría provenir del agua, antes de ser embotellada, por algún problema en el manantial de origen, o en la propia planta de embotellado. Pero ni por esas.
Y, lo que también es importante, el bisfenol A detectado en la botella de policarbonato que daba positivo, estaba en una concentración de 1,7 microgramos /litro. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) revaluó en 2015 la dosis segura de bisfenol A. En sus conclusiones se establece como dieta segura la de 4 microgramos por kilo de peso y día, lo que quiere decir que una persona de 70 kilos de peso se tendría que beber cada día, a lo largo de todos los días de su vida, casi 170 litros del agua contenida en esa botella de policarbonato para llegar al límite establecido por la EFSA. Potomanía asegurada.
En erresumidas cuentas, como dicen los de Bergara, que no me voy a comprar la botella acordeón por mucho que lleve el logo de la UPV/EHU. Y haría bien una Institución universitaria como la mía no dejándose engañar por reclamos publicitarios absolutamente falaces.
El polipropileno es un tipo de plástico. Para la gente normal el término plástico parece englobar un material concreto, como el vidrio. Pero dentro de ese término se esconden muy diferentes tipos de materiales. Para lo que hoy nos interesa, plástico es el polipropileno (o PP) arriba mencionado que se emplea en miles de cosas, desde maletas de viaje a sillas de jardín, desde elementos de pesca (redes, cables de amarres) a parachoques y carcasas de automóviles. Plástico es también el polietilentereftalato (PET) constitutivo de la mayoría de las botellas que hoy empleamos o el policarbonato (PC) con el que se fabrican los CDs y se fabricaban los biberones irrompibles que, hace años, hicieron furor como alternativa a los convencionales de vidrio. Pero ambos son muy distintos del polipropileno de las botellas de la tienda universitaria.
El último mencionado arriba, el policarbonato, necesita para su fabricación una materia prima que se conoce como bisfenol-A, una sustancia química que diversos estudios parecen indicar que puede ser un disruptor (o interruptor, para ser fieles al Diccionario) endocrino, es decir, una sustancia que afecta a algunos procesos hormonales durante el desarrollo de los seres vivos y que puede, consiguientemente, provocar efectos indeseados. En los últimos años, varios gobiernos e instituciones han prohibido el uso del policarbonato en los biberones, como una medida precautoria contra el riesgo de que las pequeñas cantidades de bisfenol A que pudieran quedar en el plástico (el resto se ha transformado en el propio plástico y no tiene riesgos) migraran al contenido del biberón. Lo mismo pasa con el bisfenol A que se emplea en la fabricación de los recubrimientos que tapizan el interior de la mayoría de las latas de bebidas y conservas. Podría argumentar mucho sobre estas prohibiciones pero no es el momento.
El caso es que fuera de las botellas, biberones u otros objetos que se fabriquen o hayan fabricado con ese plástico tan concreto como el policarbonato o los recubrimientos que tapizan las latas, es difícil entender cómo puede haber bisfenol A en cualquier otra botella u objeto fabricado con otros plásticos diferentes. Es decir, es difícil entender por qué va a tener bisfenol A la botella acordeón de la tienda de mi Uni si es de polipropileno. Es como, pongamos por caso, vender chuletas de buey gallego libres de carne de oso polar.
Pero la cosa no queda ahí. Tras ver el anuncio busqué en Google el nombre del fabricante de esas botellas. Se trata de una firma suiza con representación en la provincia de Barcelona (mal empezamos). Y navegando en la web de esta última me encuentro con una frase aún más explícita en lo tocante al bisfenol A: “botella de PP que, a diferencia del plástico PET, no contiene el componente tóxico bisfenol-A”. Con lo que ya metemos en el asunto al otro plástico, el PET, usado casi al 100% en las diferentes marcas de agua embotellada o de bebidas carbónicas como las colas.
Pues va a ser que no. Por las mismas razones que la carne de buey gallego no puede contener ni trazas de carne de oso polar, el PET no puede contener bisfenol A. Ni se usa para su fabricación ni se produce durante el proceso de transformarlo en botellas u otros objetos. Y como suelo acompañar rotundas afirmaciones con datos fiables que las avalen, voy a hacer referencia a un artículo publicado en enero de este año en una prestigiosa revista [Food Chemistry 202 (2016) 88-93], en el que se analizan con las mejores herramientas hoy en día disponibles un total de 122 botellas de vidrio, PET e incluso una de policarbonato a la búsqueda, en todas ellas, de metales pesados y bisfenol A. Os voy a resumir los resultados solo en lo tocante al bisfenol A.
El bisfenol A se detectó únicamente en la solitaria botella de policarbonato investigada. En el resto (de vidrio y PET) ni rastro de bisfenol A. Un resultado lógico con lo que os he comentado previamente, aunque es cierto que el bisfenol A podría provenir del agua, antes de ser embotellada, por algún problema en el manantial de origen, o en la propia planta de embotellado. Pero ni por esas.
Y, lo que también es importante, el bisfenol A detectado en la botella de policarbonato que daba positivo, estaba en una concentración de 1,7 microgramos /litro. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) revaluó en 2015 la dosis segura de bisfenol A. En sus conclusiones se establece como dieta segura la de 4 microgramos por kilo de peso y día, lo que quiere decir que una persona de 70 kilos de peso se tendría que beber cada día, a lo largo de todos los días de su vida, casi 170 litros del agua contenida en esa botella de policarbonato para llegar al límite establecido por la EFSA. Potomanía asegurada.
En erresumidas cuentas, como dicen los de Bergara, que no me voy a comprar la botella acordeón por mucho que lleve el logo de la UPV/EHU. Y haría bien una Institución universitaria como la mía no dejándose engañar por reclamos publicitarios absolutamente falaces.
4 comentarios:
¡Sí que me has sorprendido en esta publicación, Búho!
Engaño flagrante de parte de la empresa hacia la Universidad, y de ésta hacia sus funcionarios, sean profesores o empleados administrativos, y entonces una piensa...¿qué queda para el público común, sin conocimientos de química?
Esto nos invita a ser desconfiados...porque a diario nos ofrecen cremas que borran cicatrices, píldoras que curan la artritis, etc, etc...y ¡nada de nada!
¡Suerte con el intento! Es algo que yo no he conseguido que me "crean" mis alumnos (no debiera tratarse de un artículo de fe, sino de una comprobación científica).
Al leerlo me ha venido a la mente lo de "avellanadas tostadas. puede tener trazas de cacahuete": ¿puede ocurrir que en una empresa en que se fabriquen artículos de PC y de otros plásticos el Bisfenol A llegue a contaminar a estos últimos?
Y muchas gracias por tus post; los archivo en "material accesorio e interesante" para utilizar en clase cuando creo que se lo merecen, o para compartir con amigos y familiares conspiranoicos. Eres uno de mis grandes ídolos
!Qué grande eres! !Y qué bien que incidas en la publicidad engañosa que nos meten por todos los lados!
Me voy a poner colorado chicas!. En cuanto a lo que dice Idoia, el propio artículo que menciono, en su revisión bibliográfica muestra algun trabajo en el que se han detectado restos de bisfenol A en botellas de PET y aducen problemas como los que yo indico en el post (contaminación del agua en origen, maquinaria, tapones que no suelen ser de PET, aunque tampoco de PC,...).
Pero en este paper eso no ha ocurrido y estamos hablando de muchas botellas, selecciomnadas en mercados internacionales y analizadas con técnicas que detectan partes por trillón.
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