domingo, 2 de diciembre de 2012

Lo que se nos puede venir encima

La foto que veis en la portada corresponde a una espléndida iniciativa que los últimos años se ha llevado a cabo en mi Facultad. Dentro de un programa de la UPV/EHU, se ofrecen nuestros laboratorios para que estudiantes de Centros de Secundaria, que carezcan de espacios adecuados para ello, puedan "jugar a químicos" con una serie de experiencias que les hemos preparado, experiencias relacionadas con temas habituales en los programas de Bachillerato. Los estudiantes vienen acompañados por sus profesores de Química y son tutelados por ellos y por profesores de la Facultad, que controlan el desarrollo de las experiencias y, por supuesto, velan por su seguridad, aunque el riesgo de las mismas es de perfil muy bajo.

A la largo de mi carrera académica he podido comprobar que cosas que pasan en Centros similares a mi Facultad, situados en países occidentales más avanzados, acaban llegando a nuestro entorno. Quizás el ejemplo más reciente e impactante (Bolonia aparte, of course) ha tenido que ver con la drástica reducción de estudiantes de Ciencias en general y de Química en particular. Era un hecho constatado desde hace años, por nuestros representantes en la red Erasmus a la que pertenecemos, que los estudiantes de Química estaban en franco retroceso, en una época en la que a nosotros nos seguían saliendo por las orejas. Hasta que, en unos pocos años, nuestra matrícula se vino abajo. Y la suave recuperación, a la que estamos ahora asistiendo, la hemos podido también anticipar en nuestro espejo europeo o americano.

Viene todo esto a cuento porque para empezar el mes de diciembre, el divertido Chemistry Blog, un Blog cooperativo de gentes de la Química universitaria americana y europea, publicaba ayer algo en lo que haríamos bien en tomar nota porque es más que probable que lo acabemos sufriendo. Mark Lorch, un bioquímico de la Universidad de Hull en Inglaterra, relataba en una entrada sus tribulaciones con el COSHH, un organismo inglés de control sobre las sustancias peligrosas.

Resulta que la Universidad de Hull tiene un programa parecido al que relataba en el primer párrafo, en el que facilitan a las Escuelas e Institutos locales el uso de sus laboratorios. Pero en ese maremagnum de documentos administrativos que debemos rellenar, ya casi hasta para ir al baño, Mark debe cumplimentar uno del COSHH en el que se pretende controlar el empleo de sustancias peligrosas para los estudiantes. Todo normal, dirán mis lectores. Pero a Mark le llevan los demonios cuando, al principio del cuestionario, aparece una imperativa llamada en la que se dice textualmente: "El uso de productos químicos, en cualquier proceso, está prohibido a las personas jóvenes".

La respuesta más visceral hubiera sido "¡anda y que os den!". Pero Mark es un inglés fino y educado, al que sólo la Quimifobia pone peleón, por lo que ha preferido llamar al organismo correspondiente y hacerles ver que, si eso es así, es difícil que los estudiantes puedan hacer práctica alguna. El funcionario de turno le hace ver que se trata de una norma para controlar que los invitados al laboratorio estén seguros. Mark le contesta que OK, pero que quiere que le expliquen entonces lo que quieren decir cuando hablan de productos químicos.

El funcionario le responde con sorna: "Hombre, Ud. es el químico!!". Mark contraataca: "¿Quiere eso decir que no les debo dejar lavarse las manos?. Los jabones contienen productos químicos y, sin ir más lejos, el agua también lo es". El funcionario empieza a perder la paciencia: "No me diga estupideces, de lo que hablamos es de sustancias químicas que pueden resultar dañinas". Mark le pone entonces el ejemplo de la sal común, cloruro de sodio, una sustancia química nociva para la salud, a lo que el funcionario ya cabreado del todo le responde con un "Se está Ud. poniendo ridículo!".

Pues ésta puede ser una conversación a la que, en un futuro no muy lejano, nos veamos abocados a mantener con algún diligente funcionario que, si se descuidan, será encima ecologuay.

Avisados quedan, colegas...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estamos ante un problema que viene de lejos: el manejo de sustancias químicas por el alumno y almacenaje de las mismas, y quién asume la responsabilidad del riesgo que ello implica. He dedicado toda mi vida docente a la enseñanza de la Química (y Física, claro) en un instituto y puedo decir que nunca he tenido problemas graves en ese sentido. Pero, también, que el almacenaje de productos (algunos tan atractivos y peligrosos como el mercurio, que por otra parte, nunca se utiliza, pero figuraba entre las sustancias que se enviaban al crear los centros) en los Institutos deja mucho que desear. Y que durante el desarrollo de las prácticas de laboratorio, o estás solo o, en los últimos tiempos, te ayudaba un profesor de refuerzo. El alumnado, sobre todo si se le explican las condiciones de seguridad y uso, suele comportarse bien, pero siempre puede haber algún inconsciente o graciosillo. Nosotros les hacíamos firmar un enterado a dichas normas y nos funcionó bien.

Anónimo dijo...

Hola me gustaria tener su opinión sobre los microondas. Le mando una dirección: http://www.mujeresholisticas.com/art55.1.html
Con todos mis respetos a su labor. Saludos. Dora

Yanko Iruin dijo...

El artículo que me mandas es una especie de refrito de muchas leyendas urbanas que han circulado y circulan por internet.
Mis reservas ante el microondas se cifran en que no puedo controlar bien los tiempos de cocción y que tengo que tener cuidado al calentar agua hasta la zona de ebullición porque puede darse el efecto de sobrecalentamiento y producirse salpicaduras posteriores al introducir algo en el agua.
Tampoco deben usarse plásticos como el polietileno y otros si se van a calentar bastante. Pueden fundir al alcanzársela su temperatura de fusión o de transición vítrea. En el polietileno de algunos filmes alimentarios eso puede pasar a 130º y en el poliestireno de las bandejas de carne, embutidos y otros prácticamente a 100º. Nada peligroso pero poco divertido para lo que pretendamos comer.
Si ese anónimo que firma Dora me conoce personalmente (algo que sospecho) podríamos hablar cualquier día de varios temas....

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