domingo, 13 de febrero de 2011

Contador y el riesgo cero

Mientras desayunaba en esta mañana de domingo, la revista de prensa de un magazine de una importante radio daba cuenta de varias noticias en los periódicos del día relativas al caso Contador. Parece ahora que hay una marea de opiniones, desde los más diversos estamentos, sacando la cara por el ciclista y criticando la sanción que se le ha impuesto. Desde su humilde condición de bloguero poco seguido, el Búho también se suma a esas opiniones, aunque probablemente no coincidamos unos y otros en las razones por las que rechazamos la sanción. Y yo voy a explicar aquí las mías.

El Búho pequeñito era muy aficionado a la bicicleta. Desde mi más tierna infancia he tenido bici y, en los orígenes, me llevé alguna bronca paterna importante por irme con ella más allá de los confines naturales de mi barrio, explorando las peligrosas carreteras de los alrededores. A esa afición ciclista contribuyó el ambiente de mi pueblo, con una activa Junta de Organizaciones Ciclistas que organizaba todo tipo de eventos, en los que empezaron a despuntar ciclistas tan conocidos como Domingo Perurena y otros muchos vestidos con la camisola del equipo Kas. El otro promotor de mi afición fue un tío materno, con el que llegué a estar en el Tourmalet el año en el que Fede Bahamontes ganó el Tour (o el siguiente, no lo tengo claro). Aquello era tener afición!. Llegar desde Hernani hasta el Tourmalet, cuyas últimas rampas eran más gravilla que carretera y en las que el vetusto Renault 4-4 en el que viajábamos respiraba peor que los ciclistas que íbamos a ver.

De aquella época tengo un primer recuerdo relativo al ciclismo y el doping. Cuando la Vuelta a España pasaba por las irredentas colinas que tengo cerca, un día vi a otra figura de la época, Jesús Loroño, terminando de subir la famosa Cuesta de la Guitarra, una desaparecida tachuelita entre Rentería y Oyarzun. Y me acuerdo como si fuera hoy de su boca llena de espuma, cual perro rabioso de los tebeos. Desconozco el causante de tal emulsión, pero es casi seguro que estamos hablando de algún precursor de lo que hoy llamamos doping.

En mi reciente intervención en Tarragona, en la charla inaugural del Año de la Química en la Universidad Rovira i Virgili, mantuve la tesis de que una parte de la ansiedad quimifóbica actual se asienta en las herramientas analíticas de las que disponemos los químicos, herramientas que nos han permitido detectar sustancias en concentraciones del orden de las partes por trillón o, incluso, de las partes por cuatrillón. De hecho, la concentración de clembuterol detectada en Contador es del orden de 50 partes por trillón, una concentración fácilmente accesible por técnicas bastante convencionales. Pero eso no quita para que esas concentraciones sean minúsculas. 50 partes por trillón es algo similar a detectar 50 gramos de una sustancia en un millón de toneladas del medio que la contenga. Y, como digo, podemos ir bastante más abajo. De hecho, en el asunto de moléculas fluoradas implicadas en la síntesis del teflón, se han detectado ácidos perfluorados en agua de mar en cantidades de partes por cuatrillón (gramos en mil millones de toneladas).

Es prácticamente incuestionable que esas técnicas van a seguir evolucionando en los próximos años. ¿Hasta cuándo?. No lo sabemos. Pero todo tiene la pinta de que vayamos a seguir un proceso de corte asintótico, muy parecido al que explico yo a mis estudiantes cuando introduzco el cero absoluto de temperaturas. Decía Nernst en su enunciado del 3º Principio de la Termodinámica que "es imposible alcanzar el cero absoluto de temperaturas en un número finito de pasos". Pues yo creo que aquí se puede enunciar algo similar. A medida que vayamos mejorando, en etapas finitas, las prestaciones de nuestras técnicas analíticas, nos iremos acercando a la utopía de poder asegurar que una sustancia no se encuentra en absoluto en lo que estamos analizando, utopía que solo alcanzaríamos con una mejora infinita de dichas técnicas. Lo que quiere decir, en términos más sencillos, que si ahora parece que no detectamos una sustancia, puede que la detectemos con la siguiente generación de técnicas analíticas. Así que cada vez detectaremos más moléculas y en cantidades más pequeñas.

En el fondo, el argumento perverso que descansa en procesos como el de Contador es la persecución de esa utopía, lo que Rachel Carson y los ecologista de primera hornada llamaban "tolerancia cero" frente a los compuestos químicos peligrosos. Y el Búho mantiene que esa tranquilidad del cero va a ser cada vez más difícil de alcanzar. Lo paradójico es que ello debiera inducirnos más a la tranquilidad que al nerviosismo. Porque esas técnicas se han desarrollado y se desarrollarán para contribuir a nuestra seguridad y calidad de vida.

12 comentarios:

luis dijo...

Cuando he leído "Contador" he pensado que la noticia iba a versar sobre plastificantes, en concreto el famoso ftalato de dietilhexilo que también apareció por aquellos días ligado al clembuterol y a Contador. No he seguido el caso Contador (por lo que es posible que lo de los plastificantes se diluyera), pero cuando se hizo pública la sanción me cuestioné si lo que se estaba sancionando era "la sombra de la duda" que generó el plastificante más que el clembuterol.

Peter Kant Rhopus dijo...

Parece que en el caso Contador (y otros), además de la detección de cantidades minúsculas de sustancias prohibidas (dopantes o relacionadas con transfusiones), hay otros factores, que aparecen en la siguiente entrada del blog de Kike Llaneras: http://politikon.es/entredatos/2011/02/03/equilibrio-de-probabilidades-%C2%BFesta-coja-la-defensa-del-caso-contador/ (especial atención a los comentarios, algunos muy jugosos)
la conclusión parece ser que, en este tipo de procesos, la defensa lo va a tener cada vez más difícil, ya que se exige demostrar la inocencia a partir de juicios de intenciones y de probabilidades (!)

Unknown dijo...

Me parece un asunto muy complicado. La sustancia ha aparecido, en poca cantidad, pero ha aparecido. En esa cantidad y no apareciendo en otros análisis parece que por sí misma no ha podido ayudar al rendimiento.
Si en las normas no se especifica cantidad mínima o la cantidad mínima es inferior, la sanción con los papeles en la mano es clara. Injusta, probablemente, pero clara. Habrá que aplicar la norma y pensar si no es necesario modificarla. Hay que tener las cosas claras antes de arruinar la carrera de alguién que lleva muchos años trabajando una cosa.
Por otro, para terminar de enmarañar el asunto, tenemos a los que dicen que puede indicar que ha habido una autotransfusión.
Yo creo en su inocencia. También porque en este deporte en el que casi todo "huele mal" ya, él se ha mostrado siempre como el último reducto de la honestidad.
Todo esto me da mucha pena. Aunque quede libre, va a estar siempre bajo sospecha.
Ya nada será igual.

Un saludo, buho.

Aurora Ruiz Galán dijo...

Según yo, y otras autoridades, una tonelada es un millón de gramos. Por tanto, un millón de toneladas es un millón de millones de gramos, es decir: un billón de gramos, no un trillón. Un billón es la unidad seguida de doce ceros, y un trillón es la unidad seguida de 18 ceros, si se me permite.

Yanko Iruin dijo...

Hola Aurora,

Tienes razón en lo que entendemos los españolitos de a pie por un billón (un millón de millones). Pero en la definición de partes por billon y trillón se usa el concepto americano, en el que un billón son mil millones y un trillón mil billones (o un millón de millones).

Unknown dijo...

Buho, como en tantas otrras cosas, las leyes van por detrás de la tecnología. Hace unos años a parlamentarios europeos les detectaron todo tipo de sustancias dopantes y cancerígenas, simplemente para demostrarles que no estamos exentos de ataques medioambientales y que nuestros aparatos pueden detectar. Dudo que los parlamentarios se hubieran dopado. ¿porqué se arruina una carrera con leyes obsoletas? Y los científicos, callados. me duele profundamente la indiferencia ética de los científicos y tecnólogos.

Aurora Ruiz Galán (bis) dijo...

Contraataco. Concuerdo contigo (no sólo en esto, sino en trillones de cosas más que vas desgranado en tus escritos) en que la unidad ppb es "parts per billion", pero discrepo en que sea correcto traducirla como "partes por billón". ¿Mejor lo dejamos en "pepebés", nanopartes o nanofracciones?

Yanko Iruin dijo...

Bueno. Pero ahí tengo poco que hacer. Habrá que hablar con las instancias reguladoras oportunas.

Orges dijo...

En primer lugar, Aurora, sintiéndolo mucho, hay que reconocer que la batalla de las ppb está perdida. En química los billones son anglosajones.

En cuanto a Contador, bajo mi punto de vista, existen algunos hechos que defienden su inocencia: 1) que los niveles detectados son tan bajos que no tendrían el efecto otorgado a este fármaco, 2)que no presentó cantidad detectable alguna los días anteriores y posteriores y 3) que desde que el famoso laboratorio puso en marcha la mencionada técnica de análisis, han salido ya unos cuantos casos positivos similares, de niveles extraordinariamente bajos, que tienen toda la pinta de ser contaminaciones alimentarias.

De hecho, cuando yo estudiaba, se consideraba que el clenbuterol no dejaba residuos en carne, porque las técnicas de análisis existentes no permitían detectarlo, y los riesgos se centraban en el consumo de vísceras de los animales tratados, sobre todo hígado, que es donde el fármaco se concentra (más todavía en el ojo, pero estos se consumen más bien poco). Es un ejemplo claro de lo que comenta el Búho sobre el avance de las técncias de análisis.

Ahora bien, puestos a elaborar teorías, existen otras fuentes posibles para el compuesto de marras en la sangre del ciclista. Una versión habla de tratamiento con clenbuterol en competiciones a mitad de primavera (Dauphine), para bajar peso sin perder masa muscular, momento en el que paralelamente se habría hecho una extracción de sangre, que se habría reinfundido posteriormente durante el Tour, el día del positivo (de ahí los phtalatos en orina y los bajos niveles de clenbuterol, fruto de la dilución al autotransfundirse). No sé, no sé. Si fuera así, habría dado positivo seguro durante la mencionada prueba primaveral (por ir de los primeros, a Contador le fusilan a análisis).

Yo como conclusión de todo esto me quedo con que es más que probable que parte de la carne que comemos contenga betaadrenergicos (de vez en cuando y más que anda la de vacuno) y que es necesario que en los controles antidoping se establezcan niveles mínimos para un positivo (tarea harto difícil, por cierto)

Hablamos algo de esto hace unas semanas en

http://www.lamargaritaseagita.com/blog/2010/11/18/1494/

Saludos

J.M. Pereña dijo...

Leo en los comentarios que las unidades de medida traen cola. Para complicar más las cosas, el DRAE propone llamar millardo a los mil millones que los anglosajones llaman billón. La nueva palabra (incluida a petición de algunas Academias sudamericanas) es un galicismo y su poco uso desde 1995 parece indicar que la nueva flota de las Asociación de Academias de la Lengua Española, bajo pabellón francés, puede terminar en un nuevo Trafalgar.

Zuli Gomez dijo...

Buen blog me hago seguidor, un saludo....

zuligomez.blogspot.com

Yanko Iruin dijo...

Gracias Zuli

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