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Yo pensaba que en el Estado de Kentucky, por aquello de su situación en el centro continental de los States y, sobre todo, por la difusión por todo el mundo de los restaurantes Kentucky Chicken, tenía que ser un territorio en el que la gente le diera más a la carne que al pescado. Y así será, seguramente. Pero despues de leer un artículo de un grupo de investigación de una de las Universidades del Estado, he llegado a la conclusión de que allí se venden latas de sardinas con profusión, de las más variadas procedencias del globo terráqueo y de diferentes variedades, que no he conseguido identificar claramente a partir de sus nombres in english.
El mencionado trabajo, publicado en la revista Marine Pollution Bulletin, da cuenta de los análisis llevados a cabo sobre 17 tipos diferentes de latas de sardinas que se venden en Kentucky, provenientes de sitios como Canadá, Marruecos, Noruega, Polonia o Tailandia, a la búsqueda de su contenido en cosas tan denostadas hoy en día como el arsénico, el cadmio, el mercurio o el plomo. La técnica instrumental empleada es la espectrometría de absorción atómica (AA), una potente técnica de los químicos analíticos para poner de manifiesto la presencia de minúsculas cantidades de elementos como los que aquí se investigaron.
Los resultados indican, sobre todo, la presencia de casi 2 ppm (partes por millón) de arsénico, entre 10 y 70 ppb (partes por billón, aunque billón americano) de cadmio, entre 6 y 270 ppb de plomo y menos de 90 ppb de mercurio. Los autores resaltan los altos valores de arsénico y atribuyen las altas tasas de cáncer y de enfermedades cardiovasculares existentes en Kentucky al consumo de estas sardinas y su contenido en arsénico. Lo cual no deja de parecerme una arriesgada conclusión, dada la cantidad de variables que pueden entrar en la génesis de esas enfermedades. A no ser que lo del Kentucky Chicken sea sólo para la exportación tipo Mc Donald's y los de ese Estado se alimenten casi en exclusiva de sardinillas en aceite.
El estudio tiene, sin embargo, su importancia. Ilustra la posibilidad de controlar de forma exhaustiva la composición de estos pescados de tipo pelágico, que viven alejados de las costas y que cada vez van siendo más presentes en la dieta, a la vista de la desaparición de todos aquellos que viven en zonas más próximas. Y, por otro lado, y a pesar de la movilidad de las corrientes marinas, estas especies podrían usarse como indicadores biológicos del grado de contaminación de los mares en una zona dada.
En cualquier caso, ejemplos como éste o el del follón que se ha montado con el ciclista Contador y el clenbuterol, supuestamente contenido en una carne comprada en Irún y que me imagino que llevaría un Euskolabel, me afianzan cada vez más en mi teoría de que la culpa de la Quimifobia la tenemos los químicos, por el pertinaz empeño en mejorar sin descanso nuestras técnicas de análisis. Ojos que no ven, quimifóbico que no siente.
P.D. Como algunas otras entradas de este Blog, la presente nace de una alerta del que mantiene mi venerado Dave Bradley. Recibo los contenidos de muchas revistas que me interesan pero nunca hubiera sabido, si no es por Dave, de la existencia del artículo en cuestión.
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Nunca he sabido mucho de ingeniería genética, pero el tema me va interesando de forma progresiva. Y tengo la suerte de poder ir aprendiendo poco a poco sobre el tema en mis periódicas comidas con mi amigo y colega Unai Ugalde, quien me resuelve algunas dudas que me suelen surgir, cuando leo noticias como la que voy a comentar. La razón de mi interés es que cada vez recibo más alertas sobre procesos de obtención de moléculas en los que se ven implicados bacterias, hongos y similares, abriendo así nuevas vías de síntesis que pueden ser completadas por la acción de diligentes químicos y biotecnólogos.
En muchos casos, para conseguir las moléculas que se pretenden, el bichito en cuestión ha tenido que ser modificado genéticamente. La Escherischia coli (E. coli, para los amigos) de la fotografía es uno de los ejemplos más preclaros en estas prácticas. Se trata de una gran familia de bacterias, muchos de cuyos miembros los llevamos puestos en nuestro intestino. La mayoría son inofensivas pero, a veces, se puede colar alguna que nos puede causar más de un problema. Gracias a esta familia, mediante experimentos efectuados con cepas de las mismas, hemos sido capaces de extraer una gran parte de nuestro conocimiento actual sobre la biología molecular.
Pero también ha sido utilizada para fines menos académicos. Y, por ejemplo, en el ámbito de los polímeros en el que me muevo, una de las primeras familias de polímeros biodegradables, los polihidroxialcanoatos, fueron producidos al principio gracias a la acción de esta bactería, generosamente alimentada con vegetales ricos en glucosa. Al verse agobiadas por tamaña cantidad de alimento, los bichos transforman esa glucosa en los mencionados polímeros, para poderlos asi utilizar en épocas de hambre. Sólo que los humanos nos los cepillamos antes y nos quedamos con esas reservas. Modificaciones genéticas posteriores consiguieron que las E. coli produjeran polímeros derivados, con diferentes estructuras químicas.
Otro ejemplo similar se encuentra en mi entrada del 7 de octubre de 2008, donde se explicaba cómo una empresa de ingeniería genética había conseguido modificaciones en ciertos microorganismos, para que en lugar de producir etanol o glicerina a partir del ázucar, como ocurre en la fermentación de mosto en vino, fueran capaces de producir propanodiol, una materia prima para poliésteres y poliuretanos que antes solo se obtenía del petróleo, generando así polímeros una parte de los cuales proviene de la biomasa renovable.
Parece que ahora hay otra buena nueva científica que implica a las E. coli. En una entrada tan lejana ya en el tiempo como la publicada el 8 de marzo de 2006, explicaba la historia del medicamento conocido como Taxol o paclitaxel. Es un ejemplo fascinante de la tozudez de los químicos en su intento de reproducir en el laboratorio una molécula, particularmente eficaz en la lucha contra el cáncer, que se aisló por primera vez a partir de la corteza del tejo del Pacífico, aunque en cantidades tan minúsculas que la propia especie hubiera estado en peligro absoluto de extinción si esa fuera la única fuente para obtenerla.
La molécula, de una complejidad desmesurada para una síntesis total, ha estado siendo producida por una compañía farmaceutica a partir de una ruta alternativa. Ruta que implica empezar con otra molécula relacionada, la 10-deacetilbacatina, que se puede extraer de la bayas de otro tejo aunque, en este caso, las bayas son producidas todas las primaveras y pueden ser recolectadas, como quien coge cerezas, sin que el tejo sufra.
Pero ahora va a haber una alternativa más. La revista Science ha publicado un artículo de investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y la Tufts University en Boston, en el que se demuestra que una E. coli, convenientemente manipulada, es capaz de proporcionarnos, en cantidades ya relevantes para una comercialización competitiva, isopentenil pirofosfate (IPP), una molécula importante para sintetizar un precursor del Taxol, el taxadieno. Además, otras modificaciones genéticas han conseguido E. colis que incluso llevan a cabo la transformación del IPP en taxadieno, completando el trabajo de las primeras y dando lugar a un proceso que resulta más sencillo y económico que la ruta hasta ahora seguida.
Y, además, parece que la estrategia puede resultar válida no sólo para el taxol, sino para otros terpenos utilizados en cosmética, en alimentos funcionales y en la industria química en general.
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En mis reiteradas diatribas sobre la homeopatía, he mencionado varias veces a Boiron, la multinacional de origen francés, líder en la preparación de esos timos a base de azúcar que son los preparados homeopáticos. Ayer, día 28, un colega de la Universidad de Zaragoza me alertaba de un comunicado de la misma en el que se anunciaba la creación de la Cátedra Boiron, para mejorar "el conocimiento que sobre la homeopatía tienen los profesionales sanitarios y la sociedad en general". La reacción no se ha hecho esperar y, hoy mismo, en la investidura como Doctor Honoris Causa de la Universidad del Pais Vasco del Profesor Francisco Ayala, el galardonado le hacía unas declaraciones (merece la pena leerse el link que os he puesto, es cortito) a Luis Alfonso Gámez, periodista científico en El Correo, con el compartí programa en los recientes Cursos de Verano de Donosti, que dejan bien claro lo que piensa al respecto un biólogo de talla mundial. He aprovechado la coyuntura para añadir a mis favoritos el Blog de Luis Alfonso (Magonia) porque mantiene desde hace tiempo una arisca batalla contra la irracionalidad imperante.Y no voy a extenderme mucho más, que bastante cabreo tengo con el hecho de que la Universidad que me crió a sus pechos como químico, se haya rendido a la pasta del gabacho. Menos mal que, para compensar, a la misma hora que se celebraba la ceremonia de Ayala en Leioa, yo estaba deleitándome en una ceremonia similar en la Universidad de La Rioja, que hoy investía como Doctor Honoris Causa a mi querido profesor de Química Orgánica en mis tiempos de estudiante zaragozano y buen amigo, José Barluenga. Su discurso de ingreso en el Claustro de la Universidad riojana, con su peculiar y convincente estilo pedagógico, ha dejado bien claro los esfuerzos que los químicos del mundo realizan para mejorar múltiples aspectos de nuestra vida cotidiana, incluida la salud. Y no como Boiron, que poco esfuerzo necesita para innovar cómo se menea el azúcar de sus preparados.
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Como todos los procesos en los que hay que elegir entre muchas opciones, la adjudicación de los Premios Nobel tiene, muchas veces, resultados que sorprenden a los que no conocemos sus entresijos. En lo que concierne a este año, no deja de ser sorprendente que, por un lado, se conceda el Premio Nobel de Medicina a un señor (Robert G. Edwards), nacido hace ya 85 años, por un descubrimiento con el que la gente lleva un cuarto de siglo solucionando sus problemas de infertilidad, mientras que, por otro lado, se de el Nobel de Física a dos investigadores de origen ruso, aunque trabajan en Manchester, uno de los cuales tiene sólo 36 añitos de nada. Y, además, por el descubrimiento de un material en el que se tienen depositadas muchas esperanzas pero que, hoy por hoy, la mayoría de sus potenciales posibilidades a escala práctica y accesible al personal están por demostrar. No parece, por tanto, que los criterios de los jurados sean comparables. Pero como decía un buen amigo mío, dejadme elaborar un baremo y, como resultado, selecciono a quien querais. En todo caso, el Nobel de Física me va a servir como excusa para una entrada.
En un día tan lejano como el 4 de mayo de 2006, colgaba yo otra entrada en la que os hacía ver las diferencias entre un tipo de carbón similar al que extraen los mineros (pero mucho más puro), al que se denomina grafito, y el diamante. Con grafito se hacen muchas cosas pero es conocido popularmente por constituir las minas de los lápices. Con el diamante también se hacen muchas cosas pero, también popularmente, se liga su nombre con la imagen de mujeres ricas o de alta alcurnia. Aclarábamos también en aquella entrada el origen geológico y las razones estructurales de tales diferencias. El grafito es la acumulación, o apilamiento en capas, de redes de dos dimensiones, constituidas por hexágonos integrados por átomos de carbono unidos por enlaces covalentes (como la que se ve en la figura) de arriba, en la que podeis picar para verla mejor. Las diferentes capas se mantienen unidas por simples fuerzas físicas que no implican enlaces químicos entre los átomos que las constituyen. En el diamante, por el contrario, hay uniones covalentes entre esas capas propagándose así el conjunto en todas las direcciones del espacio en forma de redes tridimensionales.
Cuando esas láminas bidimensionales de la figura de arriba se enrollan en forma de tubos tenemos los famosos nanotubos de carbono. Si se cierran en forma de esferas, tenemos los fulerenos. Por tanto, esas redes bidimensionales son la madre de los fulerenos, de los natubos y del grafito (y, por extensión, la madre de todos las minas de lápiz). Cuando consideramos esas capas aisladamente tenemos lo que, ya hace algún tiempo, recibió el nombre de grafeno. Y gracias a este grafeno André K. Geim (el más viejo de la pareja de rusos) y Konstantin Novoselov (el imberbe) se van a repartir los diez millones de coronas suecas del Nobel.
El que el grafito fuera una acumulación de redes bidimensionales de grafeno sin muchas fuerzas que las mantuvieran juntas, ya se conocía desde hace tiempo. Pero en lo que se había fallado es en aislarlas individualmente, por más que se intentara por procedimientos más o menos sofisticados. La tarea no era fácil, porque una capa de ese tipo tiene, tal y como se ve en la mencionada figura, el espesor correspondiente a un minúsculo átomo de carbono, lo que viene a ser aproximadamente tres veces inferior a un nanómetro. Y en esa ardua tarea andaba mucha gente, hasta que a estos dos ciudadanos les dio por jugar en sus ratos libres (particularmente los viernes a la tarde, según han confesado) con las humildes minas de los lápices.
El link que aquí os pongo os llevará a un número de marzo de 2008 de la revista Scientific American en el que, en una serie de diapositivas, se explica cómo pueden obtenerse láminas de grafeno de un cierto tamaño, mediante el pedestre procedimiento de machacar minas de lápiz y jugar con ellas, pegándolas y despegándolas con una simple cinta adhesiva tipo Cello o Scotch. Todo ello llevado a cabo, eso si, con mucho miramiento, no hay más que ver los gorros que llevan los investigadores.
Una vez que consiguieron minúsculas cantidades del mencionado material, los privilegiados que podían disponer de ellas se encontraron con que el grafeno era de una extraordinaria dureza, químicamente estable incluso por encima de la temperatura ambiente y capaz de conducir la electricidad a velocidades mucho más altas que cualquier otra sustancia conocida. En base a sus propiedades, como decía arriba, los ingenieros de los mejores laboratorios del mundo están explorando las posibilidades de fabricar con grafeno productos como nanocomposites ultratenaces, pantallas inteligentes, transistores ultrarrápidos o nuevas generaciones de ordenadores. Y los físicos teóricos andan encantados con el grafeno porque les permite chequear modelos y teorías para las que antes necesitaban los resultados de carísimos experimentos de astrofísica o desarrollados en laboratorios de partículas de alta energía.
El descubrimiento del grafeno no es sólo peculiar por haber empleado cosas tan humildes como una cinta adhesiva o los ratos libres del friday afternoon. André G. Geim es también un tipo muy especial. En el año 2000 le dieron el Premio Ig Nobel, divertido Nobel alternativo del que ya os hablé en una entrada el año pasado, por un experimento en el que usaba imanes para conseguir que las ranas levitasen. Al año siguiente, en una revista bien conocida como Physica B, el mismo Geim publicó un artículo titulado “Detection of earth rotation with a diamagnetically levitating gyroscope”. El segundo firmante del artículo era H.A.M.S. ter Tisha, un nombre que parece holandés (en aquella época Geim estaba en el país de los tulipanes) pero que, en realidad, encubría a su hámster de nombre Tisha.
P.D. para una gozosa buena nueva. Jorge Ruiz ha hecho caso de nuestras lamentaciones y ha vuelto a publicar lamargaritaseagita. Así que, ahí a la derecha, seguirá figurando entre mis Blogs favoritos.
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Sigo el hilo de la última entrada, que tenía que ver con los tribuletes, tras la que algunos comentarios me sitúan en el bando de los ingenuos en lo relativo a lo que se cuece en los medios. Nada más lejos de la realidad, pero que cada cual piense lo que quiera. En lo que a mi respecta, sigo comprando periódicos pero, sinceramente, cada vez los leo menos. Solo las estampas, que decía la abuelita de mi comadrona. Quizás sea ese desapego creciente el causante de mi sorpresa ante un soplo que me ha pasado una de las gargantas profundas de este Blog y sobre lo que yo no había leído u oído en ningún otro sitio hasta entonces.
La noticia se refiere a un sucedido que tuvo lugar durante el mismo puente en el que los Surfin Kaos martirizaban mis tímpanos. Ese lunes, el 11 de octubre de 2010, un representante de Los Verdes alemanes (quizás los Verdes más relevantes, porque incluso han tocado pelo en el Gobierno teutón) impartió una conferencia invitada en el marco de la tercera reunión anual del colectivo denominado ESWET, una asociación que agrupa a los empresarios europeos que suministran tecnología para el manejo integral de residuos. Ese evento tuvo lugar en Bruselas, bajo el patrocinio de la Presidencia belga de la Comunidad Europea. El ponente, que responde al nombre de Michael Weltzin, fue presentado como Asesor Científico del Grupo Parlamentario Alianza 90/Los Verdes en el Bundestag o Parlamento alemán. Su conferencia se titulaba "Saving resources and protecting the climate. Waste policy concepts of Alliance 90/The Greens in Germany" en la que, básicamente, trataba de explicar la filosofía medioambiental de Los Verdes alemanes de cara a 2020. El texto completo lo podeis bajar de la web de la ESWT picando aquí. Es un documento pdf con todas las transparencias que usó Weltzin en el evento. Está en inglés pero creo que casi todo el mundo puede entenderlo.
Para el que no quiera perder mucho tiempo leyendo el pdf, trataré de hacer un resumen, con todos los matices personales que ello introducirá. Tras definir conceptos clásicos de Residuos Sólidos Urbanos, el especialista aborda la historia de la regulación del tratamiento de los mismos, la situación actual en los diferentes países de la UE, los beneficios que el tratamiento de residuos pueden generar, tanto ambiental como económicamente, para, finalmente, plantear lo que hay que hacer de cara a futuro para seguir progresando en esta pelea contra la basura que nos invade. Tras unas transparencias sobre los plásticos y los bioplásticos que no comparto en absoluto (pero eso es otra historia), el asunto se pone al rojo vivo cuando empieza a valorar y comparar las diferentes alternativas para el tratamiento de residuos. Y ahí está la noticia.
Predice poco o ningún futuro para ciertas estrategias que, todavía en este siglo, han sido o siguen siendo propugnadas por muchos "verdes" que tenemos próximos, como los vertederos con recuperación de metano (mucho peor gas invernadero que el CO2) o el MBT o tratamiento mecánico biológico, que supone la separación mecánica de los residuos urbanos en dos partes bien diferenciadas: por un lado, lo biodegradable o putrescible (básicamente comida, restos de podas y similiares) que se somete posteriormente a un proceso biológico y, por otro lado, todo lo demas. De esta segunda fracción se intenta separar, posteriormente, todo lo reciclable (papel, cartón, plásticos, vidrio, etc.).
Frente a esas alternativas, Los Verdes consideran como una opción muy valorable la incineración (¡toma primicia!). Es verdad que la noticia no es del todo nueva, porque ya en 2005, un documento proveniente del Ministerio de Medio ambiente alemán, gestionado por los propios Verdes, se interrogaba sobre si la incineración era un riesgo potencial o no. Pero aquel no dejaba de ser un documento técnico, elaborado por los expertos de un Ministerio. Ahora, la implicación del Grupo en esta estrategia es mucho más nítida y me sorprende que no haya tenido el reflejo mediático que otras insignes chorradas sobre estos temas han tenido y suelen tener.
Bienvenido sea el cambio. Como no podía ser de otra manera, el Grupo justifica el mismo arrogándose el mérito de haber conseguido cerrar las plantas incineradoras operativas en los años ochenta, con insuficiente control sobre las emisiones de productos peligrosos (especialmente dioxinas), algo que habían denunciado ellos y algún colaborador de este Blog. No puedo dejar de citar al respecto que ya en 1997, la Diputación Foral de Gipuzkoa cerró una incineradora en Arrasate con tecnología obsoleta a ese respecto. Los Verdes alemanes e arrogan también el mérito de haber conseguido que esa campaña haya dado lugar, en los noventa, a la aparición de tecnologías de incineración más limpias que, dicho sea de paso, algunos siguen sin querer reconocer. Y donde yo vivo hay muchos ejemplos al respecto en todos los colectivos (incluídos los dentistas).
Así que avisados quedais si tampoco estábais enterados. El Blog del Búho casi siempre está a la última. O eso creo.....
P.D. Me duele tener que hacerlo pero voy a eliminar de aquí a unas semanas el link a lamargaritaseagita de mi colega Jorge Ruiz quien, en un quiebro dialéctico, le ha cambiado el nombre por lamargaritaseagota y ha dejado de publicar sus divertidas y bien documentadas entradas sobre Tecnología de Alimentos y sus implicaciones en la cocina actual. Espero que sea una desaparición pasajera, solo producto de la agitada vida que Orges lleva. Un día de éstos, en mi sabático, me escapo a verte, colega.
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