Pasteur y Picasso
Al hilo de mi entrada de finales de setiembre sobre la chiripa implicada en el descubrimiento de las membranas que, hoy en día, se emplean para desalinizar el agua de mar, ando estos días preparando, a ratos muertos, una charla que voy a dar en el intervalo de menos de una semana a dos públicos muy diferentes: uno va a estar compuesto por jóvenes bachilleres de probada excelencia académica, dentro del programa a ellos dedicado (Jakinmina), promovido por Jakiunde. El otro será un nutrido grupo de jubilados que, englobados en el colectivo Helduen Hitza (la Voz de los Mayores), despliegan una actividad que para si quisieran muchos bachilleres. Evidentemente tendré que adecuar las charlas a la audiencia, pero la temática va a ser básicamente la misma: el papel de la chiripa (o serendipia) en muchos descubrimientos ligados a la Química.
Y aunque tengo material más que suficiente en entradas previas del Blog, he andado rebuceando en el tema (algo que me priva) y, entre las "joyas" que he encontrado, se encuentra un libro ya un poco antiguo (1989) titulado "Serendipity: Accidental Discoveries in Science", escrito por un profesor de Química de la Universidad de Texas en Austin, al que tuve la oportunidad de conocer hace años, pero del que desconocía entonces esta faceta de escritor de divulgación. Roy Roberts, que así se llamaba el autor, falleció en 1996.
En el libro se describen muchos descubrimientos accidentales de cosas que son o han sido importantes. Muchas, como decía antes, han sido objeto de entradas en este Blog. Y una de ellas tiene que ver con el descubrimiento por parte de Pasteur (más conocido por descubrimientos ligados al área de la salud) de lo que los químicos llamamos quiralidad, algo que ya conté en esta entrada, que sería bueno leyeran los nuevos en esta plaza. Como decía allí, hubo mucha chiripa en el descubrimiento de esa propiedad por la que dos moléculas pueden ser idénticas pero no superponibles, como ocurre con nuestras manos, lo que hace que las propiedades y aplicaciones de esas moléculas gemelas puedan ser radicalmente diferentes. Tal es el caso de las formas quirales de la talidomida (con consecuencias trágicas), la vitamina C, la adrenalina, etc.
En el libro de Roy se menciona que a Pasteur le sentaba bastante mal que se mencionara que su descubrimiento había sido un accidente derivado de un cúmulo de circunstancias muy especiales. Y algún día en el que le tocaron demasiado las narices al respecto, se invistió de su mejor carácter francés (algo distante, como sabeis) y les soltó esta frase: "Dans les champs de l'observation, le hasard ne favorise que les esprits preparés". Lo cual no está muy lejos de lo que solía espetar Picasso cuando le hablaban, en plan místico, del papel de la inspiración en el arte: "La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando".
El libro contiene además un interesante prólogo (al menos para mi) del Premio Nobel de Química Sir Derek H.R. Barton, en el que resalta que la obra debiera servir para que se lo hagan mirar todos aquellos que piensan que los avances científicos pueden ser planeados en forma de propuestas y proyectos. Dice Barton, "cuando uno escribe una propuesta de proyecto de investigación para una agencia que puede financiarlo, esa propuesta está basada en lo que ya se sabe, no en lo desconocido. Y mucha de la ciencia interesante acabará descubriéndose en un mundo que no conocemos aún".
Y finaliza recomendando el libro, de forma particular, a los investigadores jóvenes, explicándoles que "cuando eres joven, quieres que todo nuevo conocimiento se ajuste a las teorías existentes. Afortunadamente, eso no ocurre siempre en el mundo real".
Pues yo también os recomiendo el libro, aunque no atesore Nobel alguno.
Y aunque tengo material más que suficiente en entradas previas del Blog, he andado rebuceando en el tema (algo que me priva) y, entre las "joyas" que he encontrado, se encuentra un libro ya un poco antiguo (1989) titulado "Serendipity: Accidental Discoveries in Science", escrito por un profesor de Química de la Universidad de Texas en Austin, al que tuve la oportunidad de conocer hace años, pero del que desconocía entonces esta faceta de escritor de divulgación. Roy Roberts, que así se llamaba el autor, falleció en 1996.
En el libro se describen muchos descubrimientos accidentales de cosas que son o han sido importantes. Muchas, como decía antes, han sido objeto de entradas en este Blog. Y una de ellas tiene que ver con el descubrimiento por parte de Pasteur (más conocido por descubrimientos ligados al área de la salud) de lo que los químicos llamamos quiralidad, algo que ya conté en esta entrada, que sería bueno leyeran los nuevos en esta plaza. Como decía allí, hubo mucha chiripa en el descubrimiento de esa propiedad por la que dos moléculas pueden ser idénticas pero no superponibles, como ocurre con nuestras manos, lo que hace que las propiedades y aplicaciones de esas moléculas gemelas puedan ser radicalmente diferentes. Tal es el caso de las formas quirales de la talidomida (con consecuencias trágicas), la vitamina C, la adrenalina, etc.
En el libro de Roy se menciona que a Pasteur le sentaba bastante mal que se mencionara que su descubrimiento había sido un accidente derivado de un cúmulo de circunstancias muy especiales. Y algún día en el que le tocaron demasiado las narices al respecto, se invistió de su mejor carácter francés (algo distante, como sabeis) y les soltó esta frase: "Dans les champs de l'observation, le hasard ne favorise que les esprits preparés". Lo cual no está muy lejos de lo que solía espetar Picasso cuando le hablaban, en plan místico, del papel de la inspiración en el arte: "La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando".
El libro contiene además un interesante prólogo (al menos para mi) del Premio Nobel de Química Sir Derek H.R. Barton, en el que resalta que la obra debiera servir para que se lo hagan mirar todos aquellos que piensan que los avances científicos pueden ser planeados en forma de propuestas y proyectos. Dice Barton, "cuando uno escribe una propuesta de proyecto de investigación para una agencia que puede financiarlo, esa propuesta está basada en lo que ya se sabe, no en lo desconocido. Y mucha de la ciencia interesante acabará descubriéndose en un mundo que no conocemos aún".
Y finaliza recomendando el libro, de forma particular, a los investigadores jóvenes, explicándoles que "cuando eres joven, quieres que todo nuevo conocimiento se ajuste a las teorías existentes. Afortunadamente, eso no ocurre siempre en el mundo real".
Pues yo también os recomiendo el libro, aunque no atesore Nobel alguno.
6 comentarios:
Un poco en la línea sobre lo que nos has ilustrado, Thomas Jefferson, tercer presidente de los Estados Unidos de América, decía:
"Yo creo bastante en la suerte, pero he constatado que cuanto más duro trabajo, más suerte tengo".
Proféticas palabras.
¿Es un libro apto para alguien como yo??
Sin duda alguna. Una chica lista como tú puede con todo....
Me suena haber visto ese libro por el despacho de Jesus... no le había echado el ojo...gracias por el consejo
Me gusta más "chiripa" que "serendipia", comenzando porque la primera está registrado en nuestro Diccionario con el sentido de casualidad favorable, mientras que la segunda no está admitida, al menos actualmente.
No sé si se podría considerar como una variedad de chiripa a la "improvisación", referida como acción impensada o poco meditada y obligada por las circunstancias. A veces estas improvisaciones salen bien y dan pie a nuevos avances. En mis campos favoritos, que son la cirugía y la cocina, hay bastante que agradecerle a la improvisación.
Hay cosas que "salen por chiripa"...es decir, resultan por un golpe de suerte...y a veces decimos que "salió por chiripazo"...."¡que chiripazo!"...
Esos resultados inesperados de algo, son la sal de la vida, pues Búho!!
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