sábado, 21 de junio de 2008

Polímeros para un roto y un descosido

En una entrada anterior, dedicada al mercurio, quedaba patente el encendido amor que mi comadrona y yo profesábamos a la mercromina. Uno vive con una profesional, que alardea de saber mucho de incisiones y otras heridas y que está claramente alineada en el sector que piensa que se curan mejor al aire que tapadas, siempre y cuando las protejamos con algo tan eficaz como un adecuado toque en rojo con una disolución de un compuesto mercurial. La histeria en torno al mercurio ha hecho ganar puntos y mercado a su más directo rival, la povidona yodada (la marca comercial más conocida es Betadine) y, tirando de este hilito, voy a dedicar la entrada a una serie de productos para este tipo de usos en los que los polímeros juegan un papel fundamental.

La povidona yodada arriba mencionada es una mezcla de agua, yodo y polivinil pirrolidona (o PVP, un polímero de cuyo nombre completo se deriva el acrónimo povidona). El yodo se compleja con la PVP y el conjunto es soluble en agua con una disponibilidad de yodo alrededor del 10% de la disolución. Cuando la disolución se aplica a una herida, roce o quemadura, el agua se evapora al cabo de un cierto tiempo, dejando sobre la piel un delgado filme de polivinil pirrolidona con el yodo junto a ella. Eso cumple una doble misión. El filme protege a la zona dañada del aire y de potenciales agresores externos infecciosos, mientras el yodo ejecuta su papel antiséptico. En algunos preparados de mi querida Mercromina (Mercromina Film), se utilizaba la misma estrategia y el mismo polímero, aunque no los veo actualmente en el mercado.

El problema con la PVP es que se trata de un polímero soluble en agua y, por tanto, el propio sudor, o el agua que empleamos en nuestra higiene personal, puede acabar diluyendo en poco tiempo esa protección, requiriendo una nueva aplicación. Para solventar ese problema, han ido apareciendo en farmacias y parafarmacias una serie de nuevos productos a los que el marketing ha bautizado como vendajes líquidos, en una prueba más de que la innovación no sólo es tener un nuevo producto sino buscar un nombre rompedor. En estos productos, y para obviar el problema de la solubilidad del agua, se hacen preparados disueltos en alcohol que usan como formadores del filme otros polímeros alternativos a la PVP como la nitrocelulosa o los copolímeros de metacrilato de metilo, isobutileno e isopropil maleato. Tambien se han empleado polímeros acrílicos o siliconas disueltos en iso-octano o hexametildisiloxano.

Hay una segunda categoría de "vendajes líquidos" que se emplean como sustitutivos de la sutura tradicional. Médicos y veterinarios emplean otros polímeros para reparar ciertos cortes e incisiones, tanto a nivel interno como externo, sin necesidad de grapas o corcusidos. Perico Diez es un amigo mío con el que,
en tiempos pretéritos, mi chica pasaba más horas que conmigo (y muchas de ellas nocturnas), cuando uno era médico residente de Obstetricia y Ginecología y la otra ejercía de comadrona en el mismo Servicio. Perico me ha hecho llegar el prospecto de un producto polimérico que él mismo emplea como cirujano y que es un viejo conocido de este Blog. Los poli (cianoacrilatos) son una familia de polímeros, cuyo miembro más conocido es el poli (etil cianoacrilato). Este polímero se genera cuando su monómero, el etil cianoacrilato contenido en los tubos SuperGlue, entra en contacto con la humedad ambiental, polimerizando tan rápidamente que te puede dejar pegados los dedos en un santiamén. Aprovechando esa rapidez adhesiva, la polimerización del etil cianoacrilato se ha usado desde los años 60 para restañar rápidamente pequeñas heridas, estando documentado su uso durante la guerra de Vietnam. Si me dejais un inciso un poco lúgubre os contaré que yo lo he visto aplicar a los labios de un fiambre, en los eficientes manejos de esos preparadores de cadáveres que existen en las funerarias.

Hoy en día, sin embargo, y tal y como indica el prospecto de mi amigo Perico, la composición de los cianoacrilatos usados en cirugía es diferente. Se emplean otros compuestos de la misma familia, como el n-butil cianoacrilato y el n-octil cianoacrilato, porque los grupos butilo y octilo, más largos que el etilo del SuperGlue, se degradan con mucha más dificultad, sin generar in situ algunas sustancias no permitidas por las legislaciones sanitarias. Estos productos se aprobaron a principios de los noventa en Canadá y Europa y, más tarde, en 1998, en Estados Unidos.

En el ámbito militar se han empleado tambien hidrogeles, que ya aparecieron en una anterior entrada, útiles en situaciones de emergencia en las que es necesario hacer algo frente a una hemorragia prolongada y sin asistencia. El ejército americano ha desarrollado dispositivos de doble cámara, que se pueden manejar con una sola mano, con los que se hace la mezcla adecuada para provocar un hidrogel de polialcohol vinílico que, aplicado a una herida, es capaz de absorber sangre y otros fluidos corporales hasta varias veces su propio peso.

En el fondo, como decía arriba, nuevos productos para una idea antigua. Desde los tiempos remotos están documentados, a los mismos efectos, los usos por nuestros antecesores de la miel o de algunas resinas extraídas de cereales como el sorgo o de árboles variados.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Así es, el cianoacrilato (Histoacryl) se usa con frecuencia en diversos procedimientos quirúrgicos, no sólo pequeñas heridas, sino hasta pegar las meninges y sellar perforaciones corneales.

Hablando de ojos, no son infrecuentes los accidentes oculares por cianoacrilato. Resulta que el tubo pequeño de loctite tiene tamaño y forma similar a los tubos de pomadas oftalmológicas, y ha ocurrido más de una vez que la abuela cegata coge el loctite pensando que es la pomada del ojo y se pega un buen chorrazo de pegamento. No hay tiempo de reaccionar, ya están pegados los párpados. Otra versión es la del lumbreras que ve que la punta del tubo de superglue está tapada y presiona fuertemente, eso sí, bajo control visual directo (o sea, apuntándose a los ojos) hasta que se desobstruye y le viene el chorrazo.

Aunque muy aparatosos y angustiosos, estos accidentes no suelen traer consecuencias graves para la visión. El policianoacrilato es bastante inerte, no irrita los tejidos, y como la córnea tiene una capa de lágrima no se adhiere a ella. Lo que si pega bien son las pestañas, que cuesta dios y su ayuda liberar, a veces requiriendo una poda.

Aunque es otra historia, hay otros pegamentos quirúrgicos, igual te inspira algún post futuro. Uno muy interersante es el pegamento de fibrina, Tissuecol, basado en el mecanismo de coagulación de la sangre. El Tissuecol trae dos componentes separados: fibrinógeno y trombina. Cuando se juntan el fibrinógeno se convierte en fibrina que adhiere las superficies biológicas. Muy mono.

Yanko Iruin dijo...

Flatólogo, eres un pozo sin fondo en cuanto a temas. Me guardo el asunto del adhesivo de fibrina. Ultimamente ando muy al loro de adhesivos que mimeticen lo que ocurre en la naturaleza.

Anónimo dijo...

Comiendo sí que soy un pozo sin fondo, macho.
Cuando voy por Euskadi cierran las sidrerías.

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