Liberación de microplásticos desde materiales en contacto con alimentos. El nuevo (2025) informe de la EFSA y el caso de las bolsitas de té
Encima de mi mesa se acumulan bastantes artículos científicos y de los medios de comunicación sobre la presencia de microplásticos y nanoplásticos (MNP) en el medio ambiente (particularmente en los océanos), en los humanos y los animales. Muchos de ellos tienen que ver con la ingestión de esos MNP a través de la comida y la bebida con la que nos alimentamos diariamente. El pasado 25 de octubre, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicó una revisión bibliográfica de artículos sobre la migración de microplásticos y nanoplásticos desde materiales en contacto con alimentos (MCA). No he visto que se haya mencionado mucho el asunto en los medios y en las redes. Y eso que, a mi parecer, las conclusiones son contundentes e indican que la mayoría de esos estudios eran deficientes y poco fiables, las metodologías empleadas dejaban bastante que desear y, sobre todo, los resultados se han exagerado. Pero como pensareis que tengo un cierto sesgo con el tema (razón no os falta), voy a daros más detalles después de leer el sesudo informe, amén de otro más, pero tratando de no aburrir.
De los 1711 documentos publicados entre 2015 y enero de 2025, los autores de la revisión seleccionaron, como más relevantes, 122 de ellos. La mayoría se centran en microplásticos, mientras que los datos sobre nanoplásticos tienen poco interés, al ser prácticamente inexistentes. Vayamos, para empezar, con lo que dice literalmente el Abstract o Resumen del informe EFSA, aunque los subrayados son míos.
A pesar del gran número de publicaciones que investigan la liberación de microplásticos y nanoplásticos (MNP) desde los materiales en contacto con alimentos (MCA), las pruebas disponibles sobre las características y cantidades de MNP liberadas por los MCA siguen siendo limitadas. Muchas publicaciones se ven afectadas por deficiencias metodológicas en las condiciones de ensayo, en la preparación de las muestras y por deficiencias en la fiabilidad de los datos analíticos, lo que da lugar a frecuentes errores de identificación y recuento de las partículas. Sobre la base de las conclusiones relativas a los mecanismos de liberación, las posibles contaminaciones, otras sustancias que pueden dar lugar a errores o el número de partículas y las masas generadas durante el uso de los MCA, se concluye que (i) hay pruebas de que se liberan microplásticos durante el uso de los MCA, (ii) esta liberación se debe al estrés mecánico, como la abrasión o la fricción, o a materiales con estructuras abiertas o fibrosas, (iii) a pesar de las incertidumbres, la liberación real es mucho menor que los resultados presentados en muchas publicaciones. En vista de todo ello, y por ahora,no hay bases suficientes para estimar la exposición a los microplásticos procedentes de materiales en contacto con los alimentos durante su uso. Esta revisión identifica deficiencias metodológicas y lagunas en los datos, y formula recomendaciones sobre las necesidades de investigación futuras en este ámbito.
Como dice el final del párrafo anterior, el informe concluye con (seis) recomendaciones para tratar de evitar esos fiascos. Quizás la recomendación más interesante de los autores es justamente la sexta: Los investigadores deberían estimar la exposición dietética a los microplásticos procedentes de los materiales en contacto con alimentos y contextualizarla con otras fuentes de exposición a productos tóxicos. Para ponerlo en mis propias palabras y como veremos en los siguientes párrafos, el informe considera que el riesgo derivado de la exposición a microplásticos y nanoplásticos, procedentes de materiales en contacto con alimentos, es mucho menor que el de otros riesgos cotidianos (incluidos los derivados de los propios alimentos envasados). O dicho en román paladino, aplíquense correctamente al problema, sigan investigando en la dirección correcta y no alarmen innecesariamente a la población con datos poco fiables.
Para aclarar algunas de las cuestiones claves que afectan a la calidad de los resultados considerados, he optado por contaros el caso de microplásticos y nanoplásticos que aparecen como consecuencia de la preparación de infusiones de té a partir de las clásicas bolsitas que se sumergen en agua hirviendo durante un corto espacio de tiempo. En el año 2019, un estudio de científicos canadienses de la McGill University fue ampliamente difundido en medios y redes sociales, bajo la impactante noticia de que prepararse una taza convencional de té (unos 200 mL) implicaba transferir a la infusión miles de millones de partículas de plástico. Posteriormente, en 2023 y 2024, dos artículos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) hablaban de millones o miles de millones de partículas por mililitro durante la preparación de la misma infusión, dependiendo el número del material plástico que constituyera las bolsitas (en su caso, poliamida, polipropileno o poli(ácido láctico)).
Un servidor ya empezó a arquear sus pobladas cejas con el artículo de los canadienses, pero lo dejé reposar como una rareza de las que a veces me encuentro. Pero resultó ya difícil mirar para otro lado con la aparición de los dos artículos de la UAB. Desde entonces, he dado muchas vueltas a los tres. He ido sacando conclusiones, he hecho (como a mi me gusta) unos cuantos números, pero la cosa no la tenía suficientemente madura como para decidirme a publicarla (me cuesta mucho publicar algo). Finalmente, no ha hecho falta seguir trabajando en ello porque, los últimos tres meses, Instituciones infinitamente más relevantes que este humilde Búho me lo han servido en bandeja y han confirmado mis propias conclusiones. Y así, a finales de agosto, el Instituto Federal Alemán de Evaluación de Riesgos (BfR) publicó una evaluación muy crítica con los resultados del artículo de la McGill University de setiembre de 2019.
De acuerdo con esa evaluación del BfR, iniciada en 2020 y contrastada con sus propios experimentos, la principal crítica del estudio canadiense arriba mencionado es la preparación de las muestras y la posterior evaluación de resultados. Las bolsitas de té se introducían en agua caliente a 95 ºC y el extracto así obtenido se evaporaba sobre un portamuestras utilizado en una técnica denominada microscopía electrónica de barrido (SEM) para contar el número de partículas presentes. Pero el BfR matizaba que, de acuerdo a sus propios resultados, otras sustancias no volátiles y poco solubles en agua, incluidos aditivos del propio plástico de las bolsitas, como agentes deslizantes, ácidos grasos, antioxidantes, pigmentos orgánicos u oligómeros, que previamente se disolvían en el extracto, precipitaban como sólidos durante el proceso de secado y podían identificarse incorrectamente y contarse como partículas de microplástico, cuando no lo eran. Sus propios análisis revelaban que los números de partículas de microplásticos reportados en el artículo de 2019 eran, probablemente, de dos a tres órdenes de magnitud más altos que los que ellos han obtenido.
El informe de la EFSA de este octubre de 2025 corrobora esas conclusiones y las hace extensibles a los dos estudios de la UAB de 2023 y 2024. En estos últimos, la EFSA detecta un problema metodológico adicional en la preparación de las muestras. En ambos estudios, se introdujeron 300 bolsitas de té vacías en 600 mL de agua a 95 °C con agitación constante a 750 rpm. El extracto se dejó enfriar manteniendo constante la agitación y posteriormente se ultracentrifugó (más agitación) para concentrar el contenido extraído en forma de un sólido que se usó para posteriores análisis. Supongo que es fácil de entender que un té no se prepara a 750 rpm ni posteriormente se ultracentrifuga. En ambos casos, se trata de agitaciones importantes que, sobre todo en el primer caso, pueden hacer que se desprendan partículas de las bolsitas como se desprenden fibras de nuestros jerséis, algo que no ocurre en la preparación convencional de un té. Por otro lado, al dejar enfriar el extracto posteriormente tenemos idéntico problema al que hemos visto al depositarlo y evaporarlo sobre el portamuestras de un microscopio. Sustancias no poliméricas, no volátiles y poco solubles pueden precipitar y acumularse en el sólido final y las acabamos contando como microplásticos.
Y luego está el asunto de la insistencia en muchos artículos de contar el número de partículas. Con independencia de que, en los que estamos aquí considerando (y en las notas de prensa posteriores), se hable de decenas o centenares de millones de partículas liberadas por cada bolsita de té, esas partículas son muy pequeñas, del orden de la micra o incluso inferior y, por tanto, pesan muy poco. Y, desde el punto de vista toxicológico, es mucho más habitual tener en cuenta el peso de las partículas y su concentración que su número. Considerando, por ejemplo, que la masa promedio de las partículas extraídas de las 300 bolsitas de diferentes materiales usados en los experimentos de la UAB fue de 5000 microgramos (µg), una sola bolsita de té produciría unos 16,6 µg de partículas (y no todas son microplásticos, como hemos visto). Teniendo en cuenta que esa cantidad se disuelve en una taza de unos 200 mL, la concentración de esa infusión en microplásticos y en otras sustancias, sería del orden de 83 µg/L. Para contextualizar el resultado, el límite global de migración para sustancias químicas provenientes de plásticos (Reglamento (CE) n.º 10/2011) es de 60 mg/L (más de 700 veces superior). Esta conclusión también se desprende de los resultados del ya citado Instituto alemán BdF, que evaluó el riesgo para la salud de las sustancias extraídas desde las bolsitas de té y concluyó que no representan riesgo alguno en las cantidades (muy pequeñas) encontradas.
Un post algo denso que merece una música un poco relajante. Bill Evans y su grupo tocando Waltz for Debby. Y, por adelantado, ¡feliz día de San Alberto Magno!.
De los 1711 documentos publicados entre 2015 y enero de 2025, los autores de la revisión seleccionaron, como más relevantes, 122 de ellos. La mayoría se centran en microplásticos, mientras que los datos sobre nanoplásticos tienen poco interés, al ser prácticamente inexistentes. Vayamos, para empezar, con lo que dice literalmente el Abstract o Resumen del informe EFSA, aunque los subrayados son míos.
A pesar del gran número de publicaciones que investigan la liberación de microplásticos y nanoplásticos (MNP) desde los materiales en contacto con alimentos (MCA), las pruebas disponibles sobre las características y cantidades de MNP liberadas por los MCA siguen siendo limitadas. Muchas publicaciones se ven afectadas por deficiencias metodológicas en las condiciones de ensayo, en la preparación de las muestras y por deficiencias en la fiabilidad de los datos analíticos, lo que da lugar a frecuentes errores de identificación y recuento de las partículas. Sobre la base de las conclusiones relativas a los mecanismos de liberación, las posibles contaminaciones, otras sustancias que pueden dar lugar a errores o el número de partículas y las masas generadas durante el uso de los MCA, se concluye que (i) hay pruebas de que se liberan microplásticos durante el uso de los MCA, (ii) esta liberación se debe al estrés mecánico, como la abrasión o la fricción, o a materiales con estructuras abiertas o fibrosas, (iii) a pesar de las incertidumbres, la liberación real es mucho menor que los resultados presentados en muchas publicaciones. En vista de todo ello, y por ahora,no hay bases suficientes para estimar la exposición a los microplásticos procedentes de materiales en contacto con los alimentos durante su uso. Esta revisión identifica deficiencias metodológicas y lagunas en los datos, y formula recomendaciones sobre las necesidades de investigación futuras en este ámbito.
Como dice el final del párrafo anterior, el informe concluye con (seis) recomendaciones para tratar de evitar esos fiascos. Quizás la recomendación más interesante de los autores es justamente la sexta: Los investigadores deberían estimar la exposición dietética a los microplásticos procedentes de los materiales en contacto con alimentos y contextualizarla con otras fuentes de exposición a productos tóxicos. Para ponerlo en mis propias palabras y como veremos en los siguientes párrafos, el informe considera que el riesgo derivado de la exposición a microplásticos y nanoplásticos, procedentes de materiales en contacto con alimentos, es mucho menor que el de otros riesgos cotidianos (incluidos los derivados de los propios alimentos envasados). O dicho en román paladino, aplíquense correctamente al problema, sigan investigando en la dirección correcta y no alarmen innecesariamente a la población con datos poco fiables.
Para aclarar algunas de las cuestiones claves que afectan a la calidad de los resultados considerados, he optado por contaros el caso de microplásticos y nanoplásticos que aparecen como consecuencia de la preparación de infusiones de té a partir de las clásicas bolsitas que se sumergen en agua hirviendo durante un corto espacio de tiempo. En el año 2019, un estudio de científicos canadienses de la McGill University fue ampliamente difundido en medios y redes sociales, bajo la impactante noticia de que prepararse una taza convencional de té (unos 200 mL) implicaba transferir a la infusión miles de millones de partículas de plástico. Posteriormente, en 2023 y 2024, dos artículos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) hablaban de millones o miles de millones de partículas por mililitro durante la preparación de la misma infusión, dependiendo el número del material plástico que constituyera las bolsitas (en su caso, poliamida, polipropileno o poli(ácido láctico)).
Un servidor ya empezó a arquear sus pobladas cejas con el artículo de los canadienses, pero lo dejé reposar como una rareza de las que a veces me encuentro. Pero resultó ya difícil mirar para otro lado con la aparición de los dos artículos de la UAB. Desde entonces, he dado muchas vueltas a los tres. He ido sacando conclusiones, he hecho (como a mi me gusta) unos cuantos números, pero la cosa no la tenía suficientemente madura como para decidirme a publicarla (me cuesta mucho publicar algo). Finalmente, no ha hecho falta seguir trabajando en ello porque, los últimos tres meses, Instituciones infinitamente más relevantes que este humilde Búho me lo han servido en bandeja y han confirmado mis propias conclusiones. Y así, a finales de agosto, el Instituto Federal Alemán de Evaluación de Riesgos (BfR) publicó una evaluación muy crítica con los resultados del artículo de la McGill University de setiembre de 2019.
De acuerdo con esa evaluación del BfR, iniciada en 2020 y contrastada con sus propios experimentos, la principal crítica del estudio canadiense arriba mencionado es la preparación de las muestras y la posterior evaluación de resultados. Las bolsitas de té se introducían en agua caliente a 95 ºC y el extracto así obtenido se evaporaba sobre un portamuestras utilizado en una técnica denominada microscopía electrónica de barrido (SEM) para contar el número de partículas presentes. Pero el BfR matizaba que, de acuerdo a sus propios resultados, otras sustancias no volátiles y poco solubles en agua, incluidos aditivos del propio plástico de las bolsitas, como agentes deslizantes, ácidos grasos, antioxidantes, pigmentos orgánicos u oligómeros, que previamente se disolvían en el extracto, precipitaban como sólidos durante el proceso de secado y podían identificarse incorrectamente y contarse como partículas de microplástico, cuando no lo eran. Sus propios análisis revelaban que los números de partículas de microplásticos reportados en el artículo de 2019 eran, probablemente, de dos a tres órdenes de magnitud más altos que los que ellos han obtenido.
El informe de la EFSA de este octubre de 2025 corrobora esas conclusiones y las hace extensibles a los dos estudios de la UAB de 2023 y 2024. En estos últimos, la EFSA detecta un problema metodológico adicional en la preparación de las muestras. En ambos estudios, se introdujeron 300 bolsitas de té vacías en 600 mL de agua a 95 °C con agitación constante a 750 rpm. El extracto se dejó enfriar manteniendo constante la agitación y posteriormente se ultracentrifugó (más agitación) para concentrar el contenido extraído en forma de un sólido que se usó para posteriores análisis. Supongo que es fácil de entender que un té no se prepara a 750 rpm ni posteriormente se ultracentrifuga. En ambos casos, se trata de agitaciones importantes que, sobre todo en el primer caso, pueden hacer que se desprendan partículas de las bolsitas como se desprenden fibras de nuestros jerséis, algo que no ocurre en la preparación convencional de un té. Por otro lado, al dejar enfriar el extracto posteriormente tenemos idéntico problema al que hemos visto al depositarlo y evaporarlo sobre el portamuestras de un microscopio. Sustancias no poliméricas, no volátiles y poco solubles pueden precipitar y acumularse en el sólido final y las acabamos contando como microplásticos.
Y luego está el asunto de la insistencia en muchos artículos de contar el número de partículas. Con independencia de que, en los que estamos aquí considerando (y en las notas de prensa posteriores), se hable de decenas o centenares de millones de partículas liberadas por cada bolsita de té, esas partículas son muy pequeñas, del orden de la micra o incluso inferior y, por tanto, pesan muy poco. Y, desde el punto de vista toxicológico, es mucho más habitual tener en cuenta el peso de las partículas y su concentración que su número. Considerando, por ejemplo, que la masa promedio de las partículas extraídas de las 300 bolsitas de diferentes materiales usados en los experimentos de la UAB fue de 5000 microgramos (µg), una sola bolsita de té produciría unos 16,6 µg de partículas (y no todas son microplásticos, como hemos visto). Teniendo en cuenta que esa cantidad se disuelve en una taza de unos 200 mL, la concentración de esa infusión en microplásticos y en otras sustancias, sería del orden de 83 µg/L. Para contextualizar el resultado, el límite global de migración para sustancias químicas provenientes de plásticos (Reglamento (CE) n.º 10/2011) es de 60 mg/L (más de 700 veces superior). Esta conclusión también se desprende de los resultados del ya citado Instituto alemán BdF, que evaluó el riesgo para la salud de las sustancias extraídas desde las bolsitas de té y concluyó que no representan riesgo alguno en las cantidades (muy pequeñas) encontradas.
Un post algo denso que merece una música un poco relajante. Bill Evans y su grupo tocando Waltz for Debby. Y, por adelantado, ¡feliz día de San Alberto Magno!.



14 comentarios:
Tengo una duda grande en relación con los riesgos nulos, y en no chupar las bolsitas, ji, ji. Parece que lo dejaría en riesgo incierto, con indicios de afectaciones por descubrir.
Me puedo comer una bola de plástico resistente de un milígramo, y expulsarla mañana sin problema. Pero en trocitos, podría llegar y afectar a ciertos orgánulos, células o tejidos, o algunas funciones. Las posibles interacciones son complejas y afectarían directa o indirectamente a todo el cuerpo. Por ejemplo, si el estrés oxidativo y la inflamación facilitasen permeabilidad intestinal, envejecimiento celular, y así hasta alteraciones significativas... y la aparición de pequeños ictus, infartos o enfermedades.
Por pequeña que sea la masa, según el número, se puede afectar muy diferente. Es similar con los medicamentos. No es solo la dosis, sino el tamaño de las partículas y el excipiente; todo afecta mucho a su poder para curar.
De forma análoga, utilicemos una playa y un paquete pequeño y cerrado compuesto por mil bolitas de plástico. Si se pierde entero en un rincón de playa, no es lo mismo que si se rompe y dispersa.
Los trocitos quizás no afectasen directamente a ciertas aves, pero sí a los peces, que son la comida de las aves, y ellas equilibran al resto de la playa.
Todo lo demás del informe creo que me parece acertado.
Gracias, es un placer leerlo así!
Salut,
Toni M.P.
De hecho, un té no se revuelve a no ser que sea para disolver el azúcar que le hayas podido agregar. Una cosa que sí he visto hacer a mucha gente es, después de tenerlo en el agua caliente unos tres minutos como mandan los cánones, apretar la bolsita contra la taza para extraer una concentración mayor de color y gusto. Y algunos aprietan a conciencia, mucho, jajaja. Un detalle a tener en cuenta en vez de marearlo con tanta vuelta que en la práctica el usuario de té no hace. Saludos amigo.
Muchas gracias ati, Toni, como siempre. El informe de la EFSA no evalúa problemas de los microplásticos para la salud. Pero si el del BfD que se cita en el texto. Pica en el enlace que aparece en la entrada y léete los dos últimos párrafos de ese informe.
Gracias anónimo. Pues si, cada uno se prepara el té como quiere. Pero en cuanto a lo de apretar la bolsita, los de la UAB también aprietan las bolsitas con unas pinzas que usan para sacarlas del vaso donde las agitan con agua caliente. Pero ni den cuanto tiempo están en el agua a 95º ni cuanto tiempo las aprietas y con qué fuerza, jejeje.
Gracias!
Ay, escribiendo rápido antes, usé demasiados derivados de afectar. Vaya estilo tengo! Ji, ji.
Un detalle que olvidé, es que deberíamos advertir más que estamos demasiado tranquilos, creando mucho plástico, y sesgo por interés, poder, tanto consumo, uau.
No aplicamos lo suficiente el principio de precaución ante la incertidumbre, frente a indicios de que es mucho más perjudicial de lo que se ha demostrado... e igualmente con ciertos usos de miles de productos, sean estos sintéticos o naturales, por ejemplo de plantas.
Esta disponibilidad y su uso, tan serenos, me parece que crean mucho más impacto que el triple de estudios de bolsas de té, incluso si fuesen muy alarmistas a propósito.
Mejor me voy a tomar un té! No estoy seguro de mi explicación, me lié mucho hablando de poder y sociedad.
Salut,
Toni M.P.
Gracias Toni. Daría para más de un té el hablar de lo que cuentas.
Muchas gracias Yanko por tratar los temas desde la ciencia, con datos de estudios realizados y con opiniones de EFSA. Así se combaten los bulos.
Gracias a ti por leer y comentar
Excelente artículo, como siempre. El tema de los plásticos siempre va a ser controvertido, pero hay que hacer una evaluación entre los beneficios que aportan y los perjuicios que crean (Muchos de ellos eliminables con correcto reciclaje). Parece claro que, en ocasiones, el rigor de una investigación se pierde un poco en aras de aumentar su impacto en el público y esto es perjudicial para la credibilidad de las investigaciones. En fin, "Cosas veredes Sancho..."
Gracias Rafael
Muy buena revisión (como siempre). En el artículo de 2023 de la UAB se dice textualmente "Is honest to highlight that, possibly, the use of 300 teabags for its simultaneous particle extraction might substantially influence the number of particles released -most likely due to the abrasion between them." O sea, se admite cierta incertidumbre debido a la metodología. Por muchos y muy precisos análisis que se hagan, si la toma de muestras es deficiente nunca se lograrán resultados fiables. Dicho esto, un comentario sobre la importancia toxicológica del tamaño y número de partículas. Aquí el tamaño sí importa. Teniendo en cuenta que las nanopartículas son capaces de atravesar la mucosa intestinal, llegar al torrente circulatorio y ser interiorizadas por las células, su número puede llegar a ser relevante toxicológicamente, aunque su masa total pueda ser poco importante en comparación con las micropartículas. Las micropartículas ingeridas, suelen ser eliminadas sin mayores consecuencias. De todas maneras, más preocupantes me parecen a mi las partículas que respiramos que las que ingerimos, pero esto es otra historia....
Saludos cordiales
Los comentarios de Ricard M. siempre son de interés, porque sabe mucho más de toxicología que yo. Muchas gracias.
Muchas gracias Yanko por tu última entrada sobre MNP y por todas las anteriores. Nos dan la tranquilidad de la aplicación de conceptos científicos a publicaciones que a veces son acumulación de méritos para promoción en la carrera científica. Tomaré chocolate con churros con los compañeros de laboratorio, jubilados y actuales, el próximo 18 (los santos tienen octava) a tu salud y a la del Búho que nos ilumina.
Ya me apuntaría con vosotros pero me cae un poco lejos. Feliz San Alberto y su octava (¿no era novena?)😂
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