domingo, 14 de octubre de 2012

A vueltas con los parabenos

No sé si porque el asunto de los periódicos va de mal en peor y el sensacionalismo vende, o por otras razones que se me ocultan, el caso es que en varios de ellos (y bien conocidos) proliferan artículos o entrevistas que claramente pueden adjetivarse como pseudocientíficos o abiertamente quimifóbicos sin argumentos contrastables. Ejemplos recientes he encontrado en la Contraportada de La Vanguardia, en el suplemento dominical del Grupo Vocento y, recientemente, en el Suplemento Moda de El País. En este último, esta misma semana, hemos podido leer un artículo de una tal Ana Serrano que podría estudiarse en las Facultades de Periodismo como ejemplo de lo que NO ES investigación periodística en torno a un tema. Lo que sitúa a la publicación que lo acoge al nivel de tabloides "basura" en estos temas como los The Daily Mail o The Sun ingleses.

El artículo se titula ¿Qué son los parabenos y qué me pueden hacer?, aunque los parabenos son sólo uno de los productos usados en cosmética a los que nuestra tribulete dispara, no dejando títere con cabeza con otros similares: aluminio, aceites minerales, ftalatos, lauril sulfato de sodio, dietanolamina....Cada uno de ellos es revisado en cuatro o cinco escuetas líneas para concluir, indefectiblemente, que causan cáncer, alteran el ADN u otros males sin cuento. Su única fuente parecen ser informadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a los que deja en el anonimato. Me voy a guardar el artículo en mis carpetas para futuras entradas, porque casi cada sustancia química mencionada en el artículo da para un nuevo post en mi Blog. Y, en lo que a éste se refiere, me voy a centrar en los parabenos, una familia de sustancias a las que ya dediqué una entrada hace dos años.

Decía allí que nombres como metilparaben, propilparaben o butilparaben, hacen referencia a sustancias que aparecen en las etiquetas de cremas de belleza, rollers, sticks y cremas desodorantes y, tambien, en alimentos y fármacos. Se trata de agentes que preservan esos productos contra la acción de determinados microorganismos ya que, en tanto que ricos en agua además de en otras sustancias como aceites, carbohidratos, minerales y proteínas, son un excelente caldo de cultivo para ellos. De forma y manera que, sin la presencia de estos preservantes o conservantes, nuestra batería de productos cosméticos empezaría, como mínimo, a presentar un aspecto mugriento y maloliente, para acabar siendo manifiestamente insalubre.

A principios de este siglo comenzaron a proliferar rumores que relacionaban cremas y sticks desodorantes con el cáncer de mama. Ya en 2002, un estudio del Fred Hutchinson Cancer Research Center desechó la idea, tras estudiar 813 mujeres con cáncer de mama y 793 sin él sin advertir ninguna significativa relación con el uso de desodorantes. Pero la cosa se desató cuando, en 2004, un artículo de un Grupo encabezado por Philippa Darbre, de la Universidad de Reading en Inglaterra, publicó en el Journal of Applied Toxicology un artículo en el que analizaban 20 muestras extraídas de tumores de mama, encontrando en todos ellos niveles de varios nanogramos de parabenos por gramo de muestra. El hecho de que aparecieran los parabenos tal cual, y no los productos en los que se suelen descomponer en el organismo humano (metabolitos), hizo que los autores formularan la hipótesis de que eran absorbidos directamente a través de la piel en la zona en la que se aplican los desodorantes. Además, el hecho de que los parabenos imiten el comportamiento de los estrógenos, cuyo papel está bien establecido en el crecimiento de los tumores, reforzaba las conclusiones del artículo.


A partir de ahí la polémica sigue abierta y son bastantes los artículos publicados relacionados con el tema. Incidentalmente diré que ese artículo es el único que la periodista de El Pais cita, sin haberse preocupado en indagar que, desde entonces, ha llovido mucho, incluso a favor de sus mal fundadas hipótesis. Por ejemplo, la American Cancer Society salió al paso de la polémica en septiembre de 2010, con una página que podeis ver aquí y que desmonta muchas de las ideas que circulaban en la red sobre desodorantes y antitranspirantes (y no solo en relación con los parabenos). Y, un poco antes, en 2008, investigadores de la Universidad de Niza publicaron un metaanálisis en el que revisaron un gran número de publicaciones sobre el tema, hasta quedarse con 59 artículos que consideraron fiables desde el punto de vista científíco y de los que, finalmente, pudieron concluir que no merecía la pena perder el tiempo en esa vía de investigación, propugnando que los esfuerzos sobre el cáncer de mama fueran por otros derroteros. Por otro lado, un artículo publicado en 2005 en el Critical Reviews in Toxicology (muy citado en el campo que nos ocupa) establecía que la actividad estrogénica de los parabenos detectados es órdenes de magnitud más pequeña que la de los estrógenos naturales existentes en el cuerpo humano.

Pero nuestra amiga Philippa no se ha dado por vencida en todo este tiempo. Cualquiera que tenga acceso a bases de datos, de tipo científico, puede comprobar que es la principal contribuyente a que el tema se mantenga abierto, publicando sistemáticamente diferentes artículos y revisiones sobre el tema. La chispa ha vuelto a saltar ocho años más tarde cuando, en febrero de este año, el mismo Grupo y en la misma revista, publicaron un artículo titulado "Medida de las concentraciones de parabenos en tejidos humanos situados en diferentes áreas de la mama entre la axila y el esternón". En el estudio se analizaban 160 muestras de tumores de cáncer de mama de 40 mujeres que habían sufrido una mastectomía. Todas las muestras tenían trazas de alguno de los cinco ésteres o parabenos más usados en cosmética y alimentación. A nuestra periodista de El País le hubiera venido muy bien este artículo para demostrar que estaba à la page sobre el tema, lo que demuestra que no debió buscar mucho.

El artículo sirvió para que en los tabloides resonaran otra vez los tambores. The Daily Mail decía, por ejemplo, que "los productos químicos usados en desodorantes, alimentos y cremas faciales están en TODOS los tumores de pacientes con cáncer de mama". Sin analizar, por ejemplo y como ha reconocido la Dra. Darbre, que no todas las mujeres investigadas usaban desodorantes, ni que se hubiera tenido en cuenta el tipo de desodorante usado (muchos no contienen parabenos), ni que no se constituyó (por razones obvias) un grupo de control de otras 40 mujeres que no tuvieran cáncer. Ni tampoco el hecho, como demuestra un artículo de 2011 en el Journal of Exposure Science and Environmental Epidemiology, que los parabenos y sus metabolitos están presentes en la orina de la mayoría de un grupo de sesenta hombres daneses, aparentemente sanos.

Así que nada ha cambiado desde 2004. O, al menos, esa es mi libre percepción personal, en un tema que, aunque parece estar muy vivo en la calle, no aparece casi en las revistas más importantes sobre el cáncer. De hecho, una gran parte de la literatura que he revisado, la más citada sobre el tema parabenos/cáncer de mama, se publica en la mencionada revista Journal of Applied Toxicology, que no destaca precisamente por su importancia. Para los entendidos diré que está en la frontera entre el segundo y el tercer cuartil de las revistas de Toxicología.

Y para terminar, un comentario que ya hice en mi entrada de 2010, dedicada a mis amigos y amigas que me han confesado haberse pasado a desodorantes que se anuncian "Sin parabenos" y "Con conservantes naturales". No os dejeis engañar por el marketing perverso de las empresas de cosmética. Hay alternativas a los parabenos,  como el empleo de hidroximetil glicinato sódico, un buen conservante de amplio espectro en cantidades similares a las de los parabenos, pero tienen trampa. Lo califican de "natural" porque se deriva de un aminoácido (la glicina), pero las empresas de cosmética compran ese conservante a compañías que lo obtienen por una vía puramente sintética. Y, además, no se han investigado suficientemente sus efectos secundarios. Lo mismo pasa con otros conservantes que "suenan" muy bien porque dice estar basados en el zumo de uva. Aquí también el marketing maquilla la verdad. Los conservantes de ese tipo no son a base del propio zumo sino de la pulpa de las uvas, un subproducto abundante y barato de las bodegas y que, trás una serie de operaciones físicas y químicas que transforman sus derivados fenólicos, se convierten en nuevos compuestos químicos dotados de grupos que los químicos llamamos amino cuaternarios. Y no voy a seguir el hilo de esos grupos que os podría llevar al huerto...

12 comentarios:

Dani Torregrosa dijo...

Gran artículo, Búho. Y necesario, como siempre.

Salud!

Yanko Iruin dijo...

Gracias Dani. No hay nada como una tarde de domingo lluviosa para darle al Blog a falta de golf.

Jeibros dijo...

Buen artículo, me ha quedado claro a pesar de ser un profano en esta disciplina. De hecho, yo no he oído hablar nunca de esta sustancia!

Yanko Iruin dijo...

Serás como yo que al usar pocos potingues, no te preocuparás. Yo con un poco de gel, pasta de dientes, crema de afeitar y desodorante me arreglo. Pero otros y otras....

gabriela dijo...

Hola Búho, yo de los parabenos había leído que no deben estar en cremas ni filtros solares para niños, porque pueden provocar trastornos hormonales...No sé si funcionan como disruptores endocrinos o cómo es la cosa.
En cuanto a los antitranspirantes, es verdad que corren pps por la red que son terroríficos porque dan por hecho que se absorben y van a dar a los ganglios, y que de ahí el cáncer será seguro...Yo creo que los tatuajes son mucho más peligrosos, y sin embargo se hacen en todo el mundo sin problemas.

Yanko Iruin dijo...

Sobre la actividad estrogénica hay un review muy interesante que demuestra su baja actvidad
Critical Reviews in Toxicology, 35:435–458, 2005.
Sobre los tatuajes tienes toda la razón. Y al mneos aquí se tatúa todo el mundo con una alegría...

Katime dijo...

Excelente artículo como todos los que escribes. Disfruto un montón leyéndote, creo que estás desarrollando una gran labor didáctica y además desmontando una enorme cantidad de bulos (comerciales) que circulan por la red y en algunos periódicos con periodistas poco informados.
Un fuerte abrazo

Claudi Mans dijo...

Se están dando en la actualidad dos fenómenos sociales:
muchas empresas dejan de usar productos aceptados por las agencias de seguridad (como el aspartame) porque parte del público no compra los productos que los coneienen. Es también el caso de los parabenos, y fue en su momento el caso del PVC para botellas de agua. Mercadona sigue esta olítica, y otras marcas, como Bimbo, sacan líneas de producción paralelas sin conservantes.
Por otra parte, se ha detectado que empieza a ser importante la proporción de consumidores no celíacos ni intolerantes a la lactosa que compran productos sin gluten o sin lactosa "por si acaso". Es el principio d eprecaución aplicado de forma aberrante.

dalet dijo...

Y qué me dices de los desodorantes que sustituyen el aluminio por piedra de alumbre "natural" cuyo elemento principales, oh wait...

Yanko Iruin dijo...

Hay una entrada al respecto:
http://elblogdebuhogris.blogspot.com.es/2008/08/sobacos-ecolgicos.html?m=1

Saloa dijo...

Ni parabenos ni cualquier otro tóxico que pueda ser perjudicial para la piel. No es fácil dar con el desodorante o producto de cosmética ecológica idóneo el cuidado de nuestro cuerpo. Algunos herbolarios o incluso supermercados tienen apartados específicos para este tipo de productos que verdaderamente son ecológicos, BIO y solo usan ingredientes naturales. Una vez que das con ellos y compruebas que funcionan y cubren tus necesidades es una gozada. Yo ya no compro las marcas tradicionales que anuncian en todos los sitios, prefiero pagar algo más y garantizar el cuidado de mi piel (y del planeta).

Yanko Iruin dijo...

Muchas gracias, Saloa por el comentario. Cada uno se gasta su dinero en lo que quiere. Fíjate que el post está escrito en 2012. Yo, desde entonces, he seguido la pista al asunto de los parabenos en la literatura científica y no he encontrado nada que me haga cambiar de opinión sobre lo que entonces escribí. Voy a ver si retomo el asunto un día de estos.

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