El mercurio que no cesa
El Prof. José Manuel Pereña es mi Jefe natural porque, no en vano, soy orgulloso miembro del Grupo Especializado de Polímeros de la Real Sociedad Española de Química desde su fundación, y el es el actual "líder de la banda". Es un seguidor de mi Blog que no me pasa una en el uso del castellano de Cervantes y de la terminología del mundo polimérico. Tras leer el post sobre las celebraciones de mis colegas (Cosecha del 74) y releer la vieja entrada sobre el mercurio a la que allí hacía mención, me mandó un interesantísimo comentario que más que considerarlo como tal merece toda una entrada. Así que, como el carro es mío, he decidido colgar el asunto tal y como él me lo mandó, excepto en alguna licencia literaria para conservar el tono.
El comentario del Prof. Pereña (y aquí empiezo a copiar su texto) hace referencia a la Fuente de Mercurio de Calder, una obra concebida para Exposición Universal de París de 1937 y cuya réplica está en la Fundación Miró, protegida con vidrio para evitar la toxicidad de los vapores. La historia tiene que ver mucho con una persona tan próxima al Pais Vasco y a Donosti como Sert. Y está bien explicada en este link al Museo Reina Sofía, de donde se han tomado estos comentarios de Carmen Fernández Aparicio, Conservadora Jefe de Escultura:
Tras cuatro años de ausencia, Alexander Calder regresó a París desde los Estados Unidos en abril de 1937, y muy probablemente visitó en seguida, a primeros de mayo, con su amigo Joan Miró, el Pabellón de España para dicha Exposición para el que éste pintaba el gran mural Payés catalán en rebeldía. La participación artística de Calder, el único extranjero en el Pabellón, vino dada por el deseo de los arquitectos, especialmente de Sert, de contar con una fuente de mercurio moderna, y no con la inicialmente prevista, que había sido ya instalada en la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929 y que, además, presentaba problemas de funcionamiento.
Dentro del Pabellón, la Fuente de mercurio tenía un claro significado en relación con el desarrollo de la guerra: Almadén fue uno de los objetivos del ejército rebelde contra la República y aunque no fue tomado hasta marzo de 1939 por el general Yagüe, durante el año 1937 fue objeto de importantes ofensivas. Además, el gobierno de la República estaba interesado en poner de manifiesto también los intereses económicos y capitalistas que rodearon el alzamiento militar.
Sobre un foso para el mercurio de unos 220 cm, Calder ideó una obra que ponía de relieve el fluir del metal y lo integraba formalmente en la propia escultura, como fuerza motora. Tres bandejas metálicas irregulares y con diferente orientación, recogían sucesivamente el líquido que brotaba del centro y volvía finalmente al estanque. Sobre esta estructura que iba montada sobre un doble arco ubicado de lado a lado del estanque circular, Calder colocó un móvil metálico, que vibraba por el movimiento que su parte inferior, con forma de paleta, recibía del mercurio al caer hacia el estanque. La obra integraba de forma magnífica el concepto de móvil de Calder y el líquido que servía de impulsor del movimiento de toda la fuente. Este móvil incluía un gran círculo rojo y en la parte superior el texto “ALMADEN” en alambre de cobre.
En 1937, el artista norteamericano se encontraba en una situación creativa perfecta para afrontar el encargo, y no fue casual que lograse una de sus obras maestras con esta gran Fuente. Desde 1931 había avanzado en su obra abstracta móvil y estable, y en años consecutivos fue profundizando en la construcción de escultura en metal pintado con colores puros; de ese tipo son los móviles con varilla y elementos geométricos pintados que realizó en 1934 como Red and Yellow Vane, de 175,3 cm de alto, o Untitled, de 287 cm, muy cercanos formalmente al móvil que corona la fuente del Pabellón. De 1936 son otras obras en las que continuó utilizando colores puros pero con formas más diversificadas y relacionadas con la naturaleza, que se hacen gráciles como Snake and the Cross, o en Ritou, que pertenece a la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Y de 1937 es el stabile de gran tamaño Devil Fish, de 172 cm de alto, pintado en negro, una obra que está en directa relación con las formas curvas y originales de la sucesión de platillos embreados que sirvieron para conducir el metal líquido en la Fuente de mercurio.
Varios aspectos son reseñables en la Fuente de mercurio: la utilización del metal como elemento motor, la combinación de una parte estable y otra móvil y la novedosa inclusión de una inscripción en la parte superior del móvil, realizada en alambre de cobre.
La integración plena y la coherencia formal de esta obra quedaron corroboradas por el comentario que, según Calder, le hizo el pintor Fernand Léger: "En un tiempo fuiste el Rey del alambre de hierro, pero ahora eres el Padre del mercurio".
Pero el asunto también tiene una coda en prosa granadina, a la que se puede acceder pinchando aquí.
Creo haber leído, pero no he encontrado referencia, que se paró el flujo del mercurio en la fuente a poco de inaugurarla, para evitar problemas de salud a los gabachos (mientras nuestros antepasados más cercanos se peleaban con saña).
El comentario del Prof. Pereña (y aquí empiezo a copiar su texto) hace referencia a la Fuente de Mercurio de Calder, una obra concebida para Exposición Universal de París de 1937 y cuya réplica está en la Fundación Miró, protegida con vidrio para evitar la toxicidad de los vapores. La historia tiene que ver mucho con una persona tan próxima al Pais Vasco y a Donosti como Sert. Y está bien explicada en este link al Museo Reina Sofía, de donde se han tomado estos comentarios de Carmen Fernández Aparicio, Conservadora Jefe de Escultura:
Tras cuatro años de ausencia, Alexander Calder regresó a París desde los Estados Unidos en abril de 1937, y muy probablemente visitó en seguida, a primeros de mayo, con su amigo Joan Miró, el Pabellón de España para dicha Exposición para el que éste pintaba el gran mural Payés catalán en rebeldía. La participación artística de Calder, el único extranjero en el Pabellón, vino dada por el deseo de los arquitectos, especialmente de Sert, de contar con una fuente de mercurio moderna, y no con la inicialmente prevista, que había sido ya instalada en la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929 y que, además, presentaba problemas de funcionamiento.
Dentro del Pabellón, la Fuente de mercurio tenía un claro significado en relación con el desarrollo de la guerra: Almadén fue uno de los objetivos del ejército rebelde contra la República y aunque no fue tomado hasta marzo de 1939 por el general Yagüe, durante el año 1937 fue objeto de importantes ofensivas. Además, el gobierno de la República estaba interesado en poner de manifiesto también los intereses económicos y capitalistas que rodearon el alzamiento militar.
Sobre un foso para el mercurio de unos 220 cm, Calder ideó una obra que ponía de relieve el fluir del metal y lo integraba formalmente en la propia escultura, como fuerza motora. Tres bandejas metálicas irregulares y con diferente orientación, recogían sucesivamente el líquido que brotaba del centro y volvía finalmente al estanque. Sobre esta estructura que iba montada sobre un doble arco ubicado de lado a lado del estanque circular, Calder colocó un móvil metálico, que vibraba por el movimiento que su parte inferior, con forma de paleta, recibía del mercurio al caer hacia el estanque. La obra integraba de forma magnífica el concepto de móvil de Calder y el líquido que servía de impulsor del movimiento de toda la fuente. Este móvil incluía un gran círculo rojo y en la parte superior el texto “ALMADEN” en alambre de cobre.
En 1937, el artista norteamericano se encontraba en una situación creativa perfecta para afrontar el encargo, y no fue casual que lograse una de sus obras maestras con esta gran Fuente. Desde 1931 había avanzado en su obra abstracta móvil y estable, y en años consecutivos fue profundizando en la construcción de escultura en metal pintado con colores puros; de ese tipo son los móviles con varilla y elementos geométricos pintados que realizó en 1934 como Red and Yellow Vane, de 175,3 cm de alto, o Untitled, de 287 cm, muy cercanos formalmente al móvil que corona la fuente del Pabellón. De 1936 son otras obras en las que continuó utilizando colores puros pero con formas más diversificadas y relacionadas con la naturaleza, que se hacen gráciles como Snake and the Cross, o en Ritou, que pertenece a la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Y de 1937 es el stabile de gran tamaño Devil Fish, de 172 cm de alto, pintado en negro, una obra que está en directa relación con las formas curvas y originales de la sucesión de platillos embreados que sirvieron para conducir el metal líquido en la Fuente de mercurio.
Varios aspectos son reseñables en la Fuente de mercurio: la utilización del metal como elemento motor, la combinación de una parte estable y otra móvil y la novedosa inclusión de una inscripción en la parte superior del móvil, realizada en alambre de cobre.
La integración plena y la coherencia formal de esta obra quedaron corroboradas por el comentario que, según Calder, le hizo el pintor Fernand Léger: "En un tiempo fuiste el Rey del alambre de hierro, pero ahora eres el Padre del mercurio".
Pero el asunto también tiene una coda en prosa granadina, a la que se puede acceder pinchando aquí.
Creo haber leído, pero no he encontrado referencia, que se paró el flujo del mercurio en la fuente a poco de inaugurarla, para evitar problemas de salud a los gabachos (mientras nuestros antepasados más cercanos se peleaban con saña).
2 comentarios:
Si va a Nueva York, no coma sushi....está cargado al mercurio, según cuentan las malas lenguas...
No pienso...........ir a NY
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