miércoles, 6 de diciembre de 2006

Mariscos, Reagan y el Pedrojota

Días de fiesta en el temprano diciembre. Primeros temporales serios después de un otoño un poco raro que los catastrofistas atribuyen al cambio climático. Una cierta bajada de pistón tras un mes y medio un poco loco en el plan profesional que se ha notado en el ritmo del blog. Tranquilidad para el fin de semana. O al menos eso creía yo. Este primer día festivo, al mediodía, me he visto con mis amigos Puy Lamo y Miguel Ibáñez, que también me leen de cuando en cuando. Y Miguel ya me ha puesto una tarea. ¡Tienes que escribir algo del ácido bórico, que se está diluyendo la actualidad mediática sobre ese compuesto químico y se te va a pasar el arroz para cuando quieras aprovecharlo en tu intento de llegar a las cien entradas!. Y no le falta razón al Miguelito. Lo cierto es que yo ya tenía algo de material al respecto recolectado en las últimas semanas pero he necesitado tiempo para digerirlo y ganas para escribirlo. Así que como hoy no hay golf porque jarrea, mi calefacción se pelea con el frío exterior y mi chica anda ocupada en otros menesteres, al final se ha configurado el escenario adecuado para poder cumplir con los objetivos diseñados por mi amigo Miguel.

Y no se me debe olvidar que el bórax es un aditivo alimentario permitido por la UE, con el número E285, que puede usarse como conservante de mariscos y de caviar, aunque en EEUU está prohibido (la FDA siempre se tienta la ropa un poco más que su homónima europea). El bórax se usa también para fabricar laminados ignífugos en combinación con fibra de vidrio y celulosa y durante años se ha vendido como componente de detergentes, jabones, en la ya mencionada industria del vídrio, etc. Los polvos de bórax eran muy populares en EEUU en los cincuenta, como atestigua la foto de la izquierda, en la que reconoceréis a un personaje no muy alejado de pedrojota y sus congéneres.

El ácido bórico fue preparado por primera vez en el siglo XVII por un ciudadano llamado Wilhelm Homberg, haciendo reaccionar bórax con determinados ácidos minerales. De forma natural, aunque en pequeñas cantidades, se ha detectado ácido bórico en el agua de mar, en ciertas regiones volcánicas, pero el ácido bórico que se vende comercialmente tiene siempre su origen en el propio bórax. Su fórmula estructural es BO3H3 y, en medio básico, puede dar lugar al anión tetraborato que es el mismo que proporciona el bórax en agua.

El ácido bórico tiene múltiples aplicaciones que comparte con su primo el tetraborato o bórax. Se ha usado como antiséptico en pequeñas quemaduras y heridas. Se ha empleado también como antiséptico ocular en disoluciones relativamente diluidas porque a más altas concentraciones está conceptuado como tóxico, aunque comparando esas concentraciones con las que usamos con otras sustancias tendríamos que decir que la sal común es mas tóxica que el acido bórico (por enésima vez volvemos al asunto de las dosis). Se ha usado como fungicida en infecciones como la candidiasis (una infección vaginal) o el llamado pie de atleta. Y han existido preparados veterinarios para limpiar las orejas de nuestros compañeros caninos. También se ha empleado como insecticida contra cucarachas, termitas y bichejos similares. Se emplea en cosas mas sofisticadas, como en los reactores nucleares, para rebajar la velocidad del proceso de fisión. En el ámbito de la joyería se usan mezclas de ácido bórico y alcohol para reducir las posibles oxidaciones superficiales que pueden ocurrir en algunos metales durante los procesos de templado y soldadura. Se suelen añadir pequeñas cantidades de ácido bórico en el ámbito de la pirotecnia para impedir que los nitratos, componentes pirotécnicos fundamentales, y el aluminio reaccionen para dar amidas.

Si uno entra en Google con el nombre ácido bórico para buscar información en castellano sobre nuestro compuesto lo primero que encuentra son fotos de Garzón y otros jueces estrella. O portadas de periódicos sobre el tema. O fotos del 11M. Pero con ocasión de la polémica se han generado muchos documentos sobre las posibles implicaciones del ácido bórico en el entorno terrorista. Entre ellos y porque me ha parecido bien documentado, he reparado en uno de un catedrático de Física de la Universidad de Alcalá que ha equilibrado en cierta manera mi intrínseca tendencia a no creerme nada de lo que dice El Mundo. Dice el Prof. Ruiz de Elvira que desde hace años se conoce el boracitol, un explosivo a base de bórax (ya digo que los usos de bórax y ácido bórico muchas veces se confunden) usado como detonante de armas nucleares. Por otro lado, sostiene ese mismo artículo que el ácido bórico podría ser utilizado para despistar a los perros buscadores de explosivos. Y finaliza con la hipótesis de que parece raro que terroristas del 11M y de ETA (años atrás) tuvieran en su poder grandes cantidades de bórax como insecticidas, habiendo los insecticidas que hay ahora en el mercado. No lo sé. Puede que sea cierto. Desde luego, yo nunca he creído que esta gente sean unos angelitos. Aunque me parece que seguir queriendo construir sobre esta base bórica la relación de ETA en el atentado del 11M es sólo cosa de la retorcida e interesada mente de pedrojota.

Otro pariente próximo del bórax y el ácido bórico son los perboratos. El más conocido es el perborato sódico. En 1907 una compañía alemana, Henkel, fabricó el primer detergente al añadir al jabón tradicional perborato sódico, silicato sódico y carbonato sódico. El nombre elegido fue PERSIL (PERborato + SILicato) un nombre que los más viejos de mis lectores recordarán de los años en los que los anuncios de TV todavía se veían en blanco y negro. La característica fundamental de esta sal es la presencia en su molécula de un grupo peróxido -O-O-, el mismo que existe en el agua oxigenada, H2O2 o, también, H-O-O-H. El enlace peróxido esun enlace relativamente fácil de romper y con gran capacidad oxidante. Cuando el perborato se pone en agua, en la que se disuelve, se origina agua oxigenada y borato. Ese agua oxigenada es una fuente de oxígeno activo al descomponerse por rotura de enlaces. Ese oxígeno activo es particularmente agresivo contra manchas de suciedad. Por esa razón, se sigue empleando como aditivo en muchos detergentes, en agentes de blanqueado y también en algunas pastas de dientes para el mismo objetivo. De hecho, poco ha cambiado en lo que a estrategias de blanqueado se refiere. Aunque parecen florecer en los supermercados nuevos detergentes con mágicos poderes blanqueantes, si miráis bien la etiqueta o tiene agua oxigenada o tiene perborato. Y la solución es más vieja que yo. En casa de mi abuela materna, en la que cuando yo era niño no entraba más jabón que El Chimbo, había siempre cerca de la fregadera un paquetito en el que recuerdo muy bien lo que ponía: Perborato de Sosa FORET. En lo único que de verdad han avanzado esos nuevos detergentes es en el marketing.

No me apetece mucho entrar en la bronca mediática sobre el ácido bórico generada por El Mundo a propósito del 11M. Yo soy una persona de primeras impresiones. De la química a primera vista entre personas. Cuando alguien me cae mal de entrada es difícil que cambie de opinión. Y al revés. Eso me ha pasado con decenas, o centenares, de mis antiguos estudiantes. He seleccionado muchas veces a mis doctorandos y a la gente que ha trabajado con nosotros por pura “química“ personal. Y ahí radica también la razón última por la que no he comprado el periódico El Mundo en mi vida. Entre enero y marzo de 1975, con un frío que pelaba, tuve la “suerte” de compartir el período de instrucción militar en el campamento de Araca, como soldados rasos y en la misma compañía, con esa insigne figura de la política nacional (por decir algo) que es Pedro J. Ramírez. Y cuando El Mundo se empezó a vender en el País Vasco como un periódico de izquierdas con una especial sensibilidad hacia lo vasco, yo me partía de risa. Sólo con acordarme de los comentarios de su Director estatal, en los lavabos al aire libre de Araca, en las frías madrugadas de aquel invierno, me bastaba para concluir que algo no cuadraba. El devenir posterior del personaje a lo largo de los años no ha hecho más que confirmar mis primeras opiniones, volviendo a confirmar que el Búho no tiene mal ojo para catalogar personas. Eso si, yo no tengo más influencia que la que me dan mis clases, o este blog, mientras que el Sr. Ramírez tiene la inmensa plataforma de El Mundo que es casi el misal de cabecera de muchos españoles. Pero eso tampoco me va a impedir morirme tranquilo y con una inalterada opinión sobre el pedrojota (expresión que oí por primera vez a mi admirado Miguel Angel Aguilar, físico y periodista, hace muchos años en un Curso de Verano en el Miramar). Así que casi todo queda ya claro sobre por dónde ando en lo relativo a las implicaciones políticas del ácido bórico. Pero esto es un blog sobre Química y no vamos a pervertirlo con derivaciones espúreas.

El ácido bórico es uno de los pocos compuestos de relevancia en cuanto a producción mundial derivados de uno de los elementos más sencillos de la Tabla Periódica: el boro. El boro es un átomo pequeño, cuyo número atómico es 5 y que no es de los más conocidos entre el gran público. Sin embargo, como ya vimos en la entrada
sobre el olor a m... de Donosti, es uno de los micronutrientes necesarios para el desarrollo de las plantas y, por ello, se encuentra en casi todos los alimentos de origen vegetal, aunque en cantidades muy pequeñas. De hecho, ha sido objeto de muchos estudios sobre su papel en el organismo humano. Hace ya casi veinte años que el Departamento americano de Agricultura demostró que una dosis adecuada (y pequeña) de boro en mujeres postmenopaúsicas disminuía la pérdida de calcio en un 40%, activando al mismo tiempo la producción de estrógenos y vitamina D.

Pero no se trata aquí de hablar del boro sino de sus compuestos y fundamentalmente del ácido bórico.
La fuente fundamental del ácido bórico y de sus sales o boratos es un mineral conocido como bórax. De hecho, las aplicaciones de unos y otros se confunden en la literatura de divulgación. Ya hablamos del bórax en una entrada
sobre el vidrio (la que escribí en mis minivacaciones de junio en Venezia). Allí explicaba la composición del vidrio borosilicatado o vidrio Pyrex y os contaba la historia, en tiempos del emperador Tiberio, de un pobre vidriero que parece que había descubierto que añadiendo bórax a los componentes habituales del vidrio, éste era mucho más resistente. La historia cuenta que el taimado Tiberio, tras enterarse de la fórmula, lo mando despeñar por los acantilados de Capri, un lugar que nadie debiera morirse sin ver. El bórax es, en realidad, el tetraborato de sodio, Na2B4O7, aunque en la naturaleza suele presentarse en forma de moléculas penta y decahidratadas, es decir, que no va sólo sino acompañado de cinco o diez moléculas de agua por cada molécula del tetraborato.

El bórax se acumula de forma natural a lo largo de los tiempos como sedimento de las aguas de los lagos. De hecho hay grandes yacimientos así producidos durante siglos en lugares que antes fueron grandes lagos, como el desierto de Atacama en Chile, en ciertas altiplanicies del Tibet, cerca de un lugar en California llamado Boron (que es como se denomina al boro en inglés) y, sobre todo, en grandes extensiones de Turquía, que produce el 60% del bórax vendido en el mundo.

Mis primeros recuerdos con el bórax están relacionados con un juego de Química que me pedí a los “Reyes Magos” de mi casa cuando no debía tener mas allá de nueve años. Aparte de quemar con alcohol alguna alfombra de mi casa y quemarme yo mismo con algún preparado tipo pólvora, uno de los experimentos que más me gustaba era la formación de las llamadas perlas de bórax, unas canicas transparentes que se preparaban por simple calentamiento en un mechero de alcohol de un poco de bórax que impregnaba un aro metálico. Todos mis amigos de la época (chavales de calle y no niños, indómitos y un poco brutos) guardaban las perlas que yo les preparaba como regalos mágicos. Más recientemente, ya como profesor universitario especializado en polímeros, he propuesto a veces alguna práctica en la que se genera un gel muy interesante, que los americanos llaman Slime, haciendo reaccionar polialcohol vinílico con bórax, cuya apariencia es la de una especie de moco coloreado.

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