jueves, 30 de enero de 2025

Toxicidad de las dioxinas a la baja

Este martes he estado en la Biblioteca de Iurreta (Durango) dando una charla sobre dioxinas y su presencia pasada y presente en las emanaciones de las incineradoras, así como en los días siguientes al derrumbamiento del vertedero de Zaldibar en febrero de 2019. Es una charla que ya había impartido hace dos años y que he tenido que actualizar. Y entre las cosas que he actualizado hay una interesante novedad que he visto reflejada en pocos medios de comunicación. Y qué, resumiendo, consiste en que la toxicidad de las dioxinas es ahora, según la OMS, entre el 40 o el 50% inferior a lo que solía ser. Una buena noticia. Quizás por eso no ha interesado a muchos medios.

Como probablemente sepáis, el término “DIOXINAS” se aplica genérica pero incorrectamente a una vasta familia de 419 sustancias químicas distintas (que se suelen llamar congéneres), divididas en tres familias (las verdaderas Dioxinas, los Furanos y los Bifenilos clorados). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), de este conjunto, solo 29 congéneres entrañan riesgos toxicológicos relevantes para los humanos. La sustancia más tóxica de ese grupo es la 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-p-dioxina cuya estructura veis en la figura que ilustra esta entrada. Como va a salir mucho en ella, la denominaremos por su acrónimo TCDD.

La TCDD ha estado relacionada con algunos de los episodios de contaminación que, a lo largo del siglo XX, han contribuido al mal nombre de la Química y han generado una parte importante de los quimiofóbicos que ahora existen. Por ejemplo, las consecuencias del uso del llamado “agente naranja” en la guerra de Vietnam, una mezcla de sustancias químicas empleadas por el ejército americano para deforestar amplias zonas de Vietnam, Laos y Camboya y complicar así la vida de los escurridizos vietcongs. O la explosión en Seveso (1976), al norte Italia, de una planta química que fabricaba triclorofenol y que sumió a la ciudad en la ruina y causó múltiples problemas a sus habitantes. En ambos casos, el causante de los graves problemas de salud fue nuestra TCDD que se encontraba en el agente naranja y en la nube tóxica de Seveso de forma fortuita, como un subproducto minoritario e inadvertido. En realidad, la industria química nunca ha producido dioxinas y furanos intencionadamente. Ese no es el caso de los PCBs que hasta los años 70 se produjeron sobre todo para su uso como aislantes para transformadores eléctricos de las redes de distribución de electricidad.

Existe un problema complejo a la hora de evaluar la toxicidad resultante de una fuente de de emisiones de dioxinas (una incineradora, el tráfico rodado en un determinado sitio o el incendio posterior al derrumbe de Zaldibar). O a la hora de determinar la carga de dioxinas que un ciudadano medio tiene en su organismo y que proviene, en un 90%, de su alimentación (sobre todo pescado azul, lácteos, huevos y carne). En ambos casos, cada fuente de emisiones o cada individuo es una caso peculiar y casi único porque, a la hora de realizar los análisis, nos enfrentamos a una mezcla compleja de esas sustancias. Dependiendo de donde provenga, su composición puede ser diferente en cada caso y, además, cada uno de sus componentes tiene diferente toxicidad.

Para tener en cuenta todo ello, la OMS estableció en 2005 los llamados Factores de Toxicidad Equivalente (o TEFs en su acrónimo en inglés). Que miden la toxicidad relativa de cada una de las 29 dioxinas, furanos o PCBs tenidos como tóxicos por la OMS, en relación con la que hemos tomado como más tóxica, la TCDD. Asignándole a ésta un valor 1 de toxicidad, los Factores de Toxicidad Equivalente nos dicen cuántas veces menos tóxicos son el resto. Hay otra dioxina de toxicidad similar a la TCDD pero el resto de ese grupo de congéneres son desde tres hasta cientos de miles de veces menos tóxicas.

Conocidas las diferentes toxicidades y la concentración de los compuestos en una mezcla concreta, se puede estimar su Equivalente Tóxico (TEQ) mediante un sencillo cálculo que consiste e ir multiplicando la cantidad de cada congénere (por metro cúbico en el caso de las emisiones) por su TEF y sumando esos productos. El número que obtenemos o TEQ es la cantidad por metro cúbico de TCDD que tendría la misma toxicidad que la muestra que estamos analizando.

Contado asi parece fácil pero no lo es. Sobre todo porque establecer los Factores de Toxicidad Equivalente (TEF) es muy complicado y, desde 2005, la OMS ha ido detectando una serie de fallos que le han llevado a emprender una nueva evaluación de los TEFs para actualizar los publicados en 2005. Los resultados de esa revisión, que comenzó con una reunión de expertos en Lisboa en 2022, se han publicado en enero de 2024.

La consecuencia más importante que se deriva de esa revisión es que si aplicamos, por ejemplo, esos nuevos factores a los estudios previos sobre Equivalentes tóxicos de alimentos que suelen acumular dioxinas y recalculamos con ellos los nuevos Equivalentes tóxicos, resultan ser entre un 40-50% inferiores a los que se calcularon con los TEF de 2005. Por ejemplo, en el artículo que acabo de mencionar, se toma una evaluación del Equivalente Tóxico de unas sardinas del Mediterráneo, contenida en un artículo de 2015 de investigadores catalanes y que resultaba ser 2,24 picogramos (en este caso por gramo de sardina) utilizando los Factores de Toxicidad Equivalente de 2005. Al aplicar los nuevos, el Equivalente Tóxico cae hasta 1,13 picogramos por gramo de sardina, un 50% más bajo.

Es evidente que estamos ante una buena noticia que va a tener como consecuencia el que, probablemente, las exposiciones semanales a dioxinas, furanos y PCBs a las que estamos sometidos los europeos y que suele evaluar la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) resulten en valores sustancialmente a la baja.

Y aunque parezca contradictorio, para celebrar una buena noticia pongo música fúnebre. El Libera Me de la Misa de Réquiem de Fauré. Con el barítono Roderick Williams y la Orquesta Sinfónica Nacional de Dinamarca y su coro, dirigidos por Ivor Bolton. Pero es que me gusta.

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