domingo, 5 de mayo de 2024

Plásticos y Gases de Efecto Invernadero

 

De vez en cuando, artículos científicos de los que se puedan sacar con rapidez conclusiones generalmente negativas o alarmistas, obtienen inmediata resonancia en la mayoría de los medios. Luego sus conclusiones pueden ser más o menos fiables o incluso refutadas por otros científicos, pero eso ya no importa. Para entonces, el número de Me gusta en redes sociales y en webs de los medios ya han crecido. Y eso es lo que importa. Eso no parece que esté pasando con el artículo que os voy a comentar. Y del que pocos medios españoles se han hecho eco. Buscando, buscando lo he encontrado en La Vanguardia, que hacía referencia al artículo en cuestión con el titular “La sustitución de plásticos por otros materiales eleva la emisión de gases que cambian el clima”. La noticia llevaba un antetítulo con solo dos palabras, “Estudio polémico”, puede que una disculpa de LV por publicar algo política y socialmente incorrecto en los tiempos que corren.

El artículo al que hago referencia fue publicado el 30 de enero de este año en la prestigiosa revista Environmental Science and Technology y estaba firmado por tres autores, dos de ellos de las británicas Universidades de Sheffield y Cambridge y el tercero de la Universidad de Estocolmo, que sustentaban la conclusión del titular de La Vanguardia mediante una metodología conocida como Análisis del Ciclo de Vida (LCA en su acrónimo inglés).

En el caso concreto que nos ocupa se ha utilizado la citada metodología para evaluar la generación de Gases de Efecto Invernadero en el ciclo de vida de los plásticos. Ciclo que va desde su producción como tales en las plantas petroquímicas, su transformación en objetos utilizables por el consumidor, el uso o aplicación que éste hace de los mismos, para acabar con la recogida y tratamiento de las basuras plásticas que inevitablemente se producen. Y algo similar se hacía con otros materiales considerados como posible alternativa al plástico en similares aplicaciones.

Para ello, los autores elegían 16 aplicaciones habituales de los plásticos en nuestro día a día y que pertenecen a cinco sectores clave: embalaje, construcción, automoción, textiles y productos de consumo duraderos, sectores que utilizan alrededor del 90 % del volumen mundial de plástico producido. Esas 16 aplicaciones incluyen el uso de plásticos en todo tipo de envases, en tuberías de conducción de líquidos (sobre todo agua) o en tejidos de vestir o alfombras, entre otras.

Los plásticos incluidos en la evaluación son, evidentemente, los más conocidos y utilizados (de ahí lo del 90% antes mencionado). Diferentes tipos de polietileno (LDPE, HDPE, PEX), polipropileno, polietilen tereftalato (PET, tanto en su versión de plástico para botellería como su uso en forma de fibras textiles), poliestireno expandido, PVC, poliuretano, etc. Frente a ellos se consideraban, como posibles alternativas, materiales que se usan o pueden usarse en esas mismas aplicaciones y que implican a cosas como el papel, vidrio, aluminio, acero, cobre, algodón, madera, etc.

Resumiendo rápido los resultados del artículo en cuestión, los autores encuentran que en 15 de las 16 aplicaciones mencionadas, un producto de plástico incurre en menos emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que sus alternativas. En estas aplicaciones, los productos de plástico liberan entre un 10 % y un 90 % menos de emisiones a lo largo del citado ciclo de vida del producto.

Frente a los indudables riesgos que supone el previsible aumento en la producción de plásticos a nivel global y, como consecuencia de ello, en la génesis de residuos, los autores proponen acciones que “deben estar dirigidas a reducir estos impactos, por ejemplo, mejorando la recolección de residuos, especialmente en los países en desarrollo, eliminando los productos químicos tóxicos de las formulaciones plásticas, reduciendo el uso de los llamados productos químicos “para siempre” (es decir, sustancias de perfluoroalquilo y polifluoroalquilo) y reforzando los programas de reciclaje y recuperación”.

Sin embargo, concluyen que “cualquier acción tomada o política empleada para reducir los impactos de los plásticos debe examinarse cuidadosamente para asegurarse de que las emisiones de GEI no se incrementen involuntariamente a través de un cambio a materiales alternativos más intensivos en emisiones”.

No es la primera vez que salen estudios de este tipo en la literatura, en los que el impacto ambiental de los plásticos sale ganador en sus comparativas con otros materiales. En febrero de 2018 la Agencia de Protección Ambiental danesa publicó un estudio titulado “Análisis del Ciclo de Vida de las bolsas de compra” en el que de forma similar al estudio anterior se evaluaba su impacto ambiental aunque en términos más amplios que la mera emisión de Gases de Efecto Invernadero.

La prensa resaltó en aquel caso, aunque tampoco de forma muy generalizada, el número de veces que había que usar, antes de desecharla, una bolsa de compra de diversos materiales plásticos, de papel o de algodón (orgánico o no) para que su impacto ambiental fuera similar al de una humilde bolsa de polietileno de las de toda la vida, usada una sola vez antes de echarla al contenedor amarillo. Y los resultados eran realmente sorprendentes. De acuerdo con la Tabla IV, página 17 del informe gubernamental danés habría que usar, antes de desecharlas, 35 veces una bolsa de compra de poliéster, 43 una de papel, 7.100 una de algodón convencional y 20.000 una de algodón orgánico para que el impacto fuera similar al de usar una de polietileno una sola vez..

Vaya por delante que no soy experto en Análisis del Ciclo de Vida de los materiales plásticos. Y cuando leo artículos que la utilizan, como los que acabo de mencionar, siempre me queda una duda razonable de la fiabilidad de sus datos dada la gran cantidad de variables que hay que tener en cuenta y los escenarios de utilización que hay que definir para cada aplicación. Pero, en este caso, ambos estudios provienen de Universidades e Instituciones de prestigio y creo que un servidor los tiene que apuntar en este diario que es mi Blog para que no se me olviden.

En el caso del estudio danés de 2018, uno puede encontrar argumentos críticos sobre sus resultados, aunque no en ámbitos de la relevancia de los anteriores. Así que vamos a ver qué pasa con el estudio que ha dado lugar a esta entrada. Ya han pasado tres meses desde su publicación y casi un mes desde que el periódico catalán se hizo eco del mismo y no veo mucho movimiento. Al menos no tanto como con otras noticias de medio pelo que se venden bien y habitualmente en titulares.

Para acabar, un poco de música con toque primaveral. El Dúo de las flores de la ópera Lakmé de Leo Delibes. Con la soprano Sabine Devieilhe y la mezzosoprano Marianne Crebassa, acompañadas por la orquesta Les Siecles y la dirección de François-Xavier Roth. Dura cuatro minutos pero si no lo conocéis, aguantad el primer minuto y os enganchará.

5 comentarios:

Santiago dijo...

Buenos días, gracias por su contestación en el post anterior.
Efectivamente, este post tendrá poco éxito, hemos pasado a defender lo que creemos como una religión, hemos dejado la católica para aferrarnos a otras creencias que nos hagan sentir bien, debe ser que el ser humano lo necesita más que un espíritu crítico, que se le va a hacer...
Por nuestro lado, seguimos intentando aportar luz, veremos si lo conseguimos.
Un saludo y a seguir...

Yanko Iruin dijo...

Gracias a ti Santiago. Se hará lo que se pueda.

Rafael dijo...

La autocritica siempre es conveniente, incluso para temas tan candentes como la ecología y la naturaleza. Evidentemente los plásticos pueden dañar mucho el medio ambiente pero, como todo, cuando se usan mal o no se reciclan adecuadamente. Evidentemente, con los tiempos que corren, el artículo no tendrá gran acogida pero contiene una información valiosa que puede mejorar la manera y la importancia de reciclar bien.
Gracias por mantenernos a la última en estos temas candentes.

Yanko Iruin dijo...

Gracias Rafa.

Yanko Iruin dijo...

Gracias Rafa.

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