jueves, 20 de abril de 2023

Bolas de billar y activismo climático

En la serie interminable de actos organizados por los activistas climáticos estos últimos tiempos, esta vez le ha tocado, por increíble que parezca, a una sala de billar. Tras acciones como la de pintar las puertas de un banco, impedir aterrizajes en aeropuertos o la circulación en autopistas, lanzar salsa de tomate a un Van Gogh o derramar leche en supermercados, este pasado lunes un activista de Just Stop Oil se subió, en el Crucible Theatre de Sheffield, el "templo" del snooker, a una mesa en la que se jugaba una partida del Mundial de esa modalidad de billar y la tiñó de naranja. Tras una primera reacción de asombro, el motivo de esta acción estuvo más que clara para este vuestro Búho.

Las bolas de billar hoy en día se fabrican con baquelita, un mítico polímero introducido a principios del siglo XX y que se obtiene a partir de fenol y formaldehído. El fenol se fabrica, a su vez, a partir de cumeno, una sustancia que se puede obtener de la destilación de la hulla y el petróleo (el malvado oil). El formaldehído se obtiene a partir de metanol que, a su vez, se produce a través del gas de síntesis, derivado también del carbón o del petróleo. Así que la motivación está clara. Pero las bolas de billar tienen una larga historia que voy a resumir aquí para haceros olvidar un poco a gente tan cansina.

Hacia la mitad del siglo XIX, el uso extendido del marfil en las empuñaduras de cubiertos de todo tipo, en los teclados de los pianos, en joyería y, sobre todo, en las bolas de billar, hizo empezar a temer por las poblaciones de elefantes, a los que se mataba por sus colmillos de ese material. El caso de las bolas de billar era particularmente importante, pues su consumo se estaba incrementando y posibles materiales sustitutivos, como la madera maciza de procedencia arbórea diversa, no tenían las propiedades adecuadas para el choque casi elástico requerido por profesionales cualificados en tal disciplina. Así que el más importante fabricante americano de bolas de billar, Phelan and Collander, instituyó, en la década de los sesenta de ese siglo XIX, un preciado premio de 10.000 dólares, destinado al inventor que pudiera proporcionar un material que sustituyera al marfil de sus bien amadas bolas (de billar).

Los años siguientes a la institución del premio vieron desarrollarse una historia bastante tormentosa sobre los intentos de obtener alternativas al marfil, cuyos detalles podéis ver en esta entrada. Implicaron a diferentes materiales a base de nitrato de celulosa, denominados con nombres como colodión, parkesina o celuloide. El nitrato de celulosa es un material muy inflamable y, ya desde el principio de su utilización, fue evidente que las bolas de billar, con él fabricadas, podía ponerse a arder si les caía encima la colilla de un cigarro o, incluso, con un golpe un poco fuerte del taco sobre ellas, podían provocar una pequeña explosión con un ruido parecido a un disparo. La cosa no era para tomársela a broma porque ya se sabe que, en aquella época, a todo el mundo los dedos se les volvían huéspedes a la hora de desenfundar las armas que llevaban al cinto. Finalmente, mezclando el nitrato de celulosa con alcanfor (lo que dio lugar al celuloide) se solventó en parte el problema, pero ya era tarde.

Porque, en 1907, Leo Hendrik Baekeland, un químico de origen belga que emigró a los EEUU en 1889, patentó la mencionada baquelita, que resultó ser un polímero económico, no inflamable y versátil. Esta patente se suele conceptuar como el comienzo de la industria moderna de los plásticos. Hoy en día, la baquelita se sigue usando en muchas aplicaciones como, por ejemplo, en pastillas de freno, en laminados decorativos tipo Formica o para aglomerar arena en los machos en los que se vierten las coladas en las fundiciones. De las primeras épocas de la baquelita han quedado objetos "vintage" bastante codiciados en la actualidad, como los primeros teléfonos, los enchufes e interruptores oscuros, los tiradores de puertas, botones, etc. El Búho ha tenido mucha relación con la baquelita pues, no en vano, desde los años 60, una empresa que ha sido relevante en la fabricación de este material ha estado situada en la carretera que une Hernani, donde viví mi adolescencia, con la frontera con Navarra.

Y desde hace ahora cien años, cuando la empresa SALUC, también belga, radicada en el pequeño pueblo de Callenelle, introdujo las bolas de billar de marca Aramith, las bolas de baquelita han consolidado a este material como el más adecuado para la práctica de esta actividad deportiva.

Supongo que los de Just Stop Oil no propugnarán volver al marfil como forma de dejar a los forofos del billar jugar tranquilos. Y espero que, tirando del hilo, no se les ocurra meterse con otros deportes en los que materiales derivados del petróleo se emplean como elementos clave. O acabaremos todos usando nuestro tiempo libre en mirar a las musarañas.

13 comentarios:

Nines dijo...

Te seguiré igual, gracias.
Al final la información habrá qué pagarla.Un saludo

Cristina dijo...

Gracias Búho por tus siempre excelentes exposiciones! Gracias, gracias!!!!

Peter Kant Ropus dijo...

Muchas gracias por tus artículos, Búho. Seguiré leyéndote y disfrutándolos a través de la nueva plataforma. Respecto al tema de la baquelita y las bolas de billar, no creo que estos fanáticos cansinos estén al tanto de que la alternativa es peor. Habrá que intentar hacer pedagogía (yo lo hago como puedo en mis charlas divulgativas y tú también) y explicar que todo lo que merece la pena en esta vida (incluso el hecho mismo de estar vivos) supone gastar energía y degradar el entorno. De la forma más controlada posible, eso sí.

Ramon Caba R. dijo...

Gracias Maestro Sensei. La pedagogía es clave para el aprendizaje, no obstante existe una condición básica: El querer aprender, informarse, estar vivo y activo, incuso cuando la materia o la descripción se aparte de tu especialidad inicial. Formar el criterio, a mi modesto modo de ver, es recopilar y descubrir nuevos horizontes "entálpicos" y variados (Como una flecha en una dirección). Felicidades apreciado Yanko, que aunque no he tenido el gusto de conocerte personalmente, has marcado mi interés desde tus inicios, y todo ello con una simple pero rigurosa lectura de todos, repito: todos tus valiosos artículos y opiniones. Gracias por la atención de este escrito y de mi persona, una abrazada, con otdo respeto y admiración atte. Ramón Caba R.

J.B. dijo...

Fenomenal artículo. Quiero felicitarte y darte las gracias por el Blog, un auténtico regalo. 👍

Julio dijo...

Nueva plataforma? perdón me perdí esa parte

Laure dijo...

Muchas gracias, Buho por tus interesantes artículos que nos ilustran de forma tan amena. Me encantan. Además, como profesor de secundaria, me son muchas veces útiles para trabajar con mis alumnos.
Mi pregunta es la siguiente: Tengo entendido que mango negro del fusil CETME que usa el ejercito está hecho también de bakelita, ¿es cierto?

Saludos desde Córdoba (España)

Yanko Iruin dijo...

Gracias Laure por leerme. En cuanto a los del CETME, lo único que se de él es lo que aprendí en la mili, hace más de cuarenta años. Pero rebuscando por ahí, he encontrado que efectivamente, entre las diversas versiones de CETMA que se han ido fabricando a lo largo de la historia, el llamado CETME L, que sustituyó al CETME C que creo que es el que usé yo, se sustituyeron piezas de madera por piezas de plástico. Y no parece que resultó tan fiable como el C. En esta entrada de un blog al que he llegado:

http://forodeculturadedefensa.blogspot.com/2013/10/el-cetme-un-mito-de-nuestras-fuerzas.html

se dice literalmente: "Obviamente, el Cetme L era muchísimo menos robusto que el Cetme C (“demasiada baquelita”, aseguraban algunos militares.....).

Así que parece que baquelita había. Pero no te fíes mucho de mi en esto.

Duende dijo...

Para mí que todos estos "activistas" están demasiado bien organizados como para que todo esto surja de un puñado de hippies ... por otro lado, no hay nada como saber de qué se habla. La realidad es más complicada de lo que parece, y en ese sentido los profesores con tanta experiencia sois un lujo. Aparte de todo esto, yo te conocí porque trabajé en el Departamento de Polímeros como secretario administrativo a finales de 2009, sustituyendo a la titular por mes y medio. Tuve mucho trabajo pero estuve muy a gusto con vosotros. Ahora sigo trabajando en la Universidad, pero en Leioa y como informático: me encargo de eGela, eGelaPI, OCW, etc. Qué vueltas da la vida, ¿verdad?

Yanko Iruin dijo...

Gracias Duende. Me acuerdo físicamente de tí.

Jabier dijo...

Será un placer seguirte en esta nueva plataforma. Gracias Yanko

Anónimo dijo...

Hola Yanko, me alegro mucho de que des continuación a tu blog. Es siempre un momento optimista viendo que todavía hay alguien con sentido crítico en el mundo. No me suelo prodigar en los comentarios, pero hoy te escribo porque se me acaba de derrumbar un mito. Yo pensaba y creía que el CSIC era una organización reputada que aglutinaba a parte de lo mejor de nuestra sociedad científica. Pero vete que ayer siguiendo en Instagram al CSIC y a una de sus filiales, idaea_csic, me encuentro con que dan publicidad a un estudio sobre el análisis de organofosforados en diferentes bebidas entre ellas agua de grifo y embotellada. El estudio encuentra 10 veces mayor concentración de organofosforados en el agua del grifo y automáticamente sin ningún dato que lo soporte sugieren que el origen está en las tuberías de PVC que conducen el agua potable. Yo no entiendo de fitosanitarios organofosforados, ni de detergentes que puedan contener fósforo, ni siquiera de antioxidantes organofosforados de poliolefinas, pero de lo que si entiendo y estoy seguro, es que los tubos de PVC no contienen ningún componente que contenga fósforo en ninguno de sus estados de oxidación ni como elemento. Tras mi reacción furibunda, los acólitos del CSIC han retirado la indicación del PVC en su cuenta de Instagram, pero permanece la afirmación gratuita en las conclusiones del paper.
Sinceramente, si no podemos esperar rigor científico del CSIC, qué nos queda?
Un abrazo

Yanko Iruin dijo...

Gracias, Anónimo. Me interesa mucho el tema y me gustaría entrar en contacto contigo de forma privada para ahondar en el asunto. Por si no tienes mi email ahí te va (aunque no creo que te sea necesario, jejejeje): jj.iruin@gmail.com

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