¿Polietileno en el café?
Desconozco si estáis al loro de la reciente publicación por parte del Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, Nicolás Olea, de un libro que, bajo el atractivo título "Libérate de tóxicos", se debe estar vendiendo como rosquillas. Yo ya me lo he leído dos veces y, por ahora, no voy a hablar de él porque quiero hacer una síntesis adecuada para contarlo aquí con todo detalle. Lo que quizás me lleve el resto de vida que me queda. Pero como todo autor de libro que se precie, una vez publicado hay que promocionarlo y uno de los hitos de esa promoción fue una entrevista en El País aparecida el pasado 19 de noviembre.
Como suele pasar siempre que el Prof. Olea sale en los medios tras publicar algo relacionado con el uso de los plásticos, también en esa entrevista utiliza expresiones que no se corresponden con la realidad. Quería haber escrito algo al respecto mucho antes pero he tenido que hacer, como veréis a continuación, una serie de averiguaciones en lo que constituía mi Negociado antes de la jubilación y así poder contaros una historia documentada.
En la entrevista, el Prof. Olea vuelve con el mantra de que los niños orinan plástico, algo de lo que ya hemos hablado en este Blog ["Todos niños españoles orinan plástico, que viene del consumo alimentario. Principalmente, bisfenol A. ¿Cuándo se va a prohibir? ¿En 10 años? Cuando lo publicamos nos dijeron que los niveles eran bajos. No admitimos que nos digan que es normal orinar plástico"]. Pero esta vez introduce un nuevo bulo para captar la atención de los lectores que, al menos yo, no se lo había oído ni leído antes: ["Cuando bebes café de la máquina estás bebiendo también polietileno del vaso"]. Casi todos los que me seguís sabéis que el polietileno es uno de los plásticos más fabricados desde que los humanos pusimos plástico en la faz de la Tierra. Y que se utiliza en muchas aplicaciones, que van desde las humildes bolsas de basura a determinadas partes de una cadera artificial.
Y también está, en forma de un delgado filme, en la cara interna de uno de esos vasos de café o té con los que la gente pulula ahora por las calles, donde cumple el papel de impedir que la bebida caliente humedezca el papel con el que se fabrica el cuerpo del vaso. Vasos como los que se ven en la portada de la entrada y que comercializa la compañía de café más grande del mundo, con establecimiento en una de las calles importantes de Donosti y en el que no había entrado hasta que decidí hacerme con uno de esos recipientes para componer esta entrada.
Después de que la Búha se bebiera el café calentito, al que previamente y de forma discreta habíamos medido la temperatura cuando nos lo entregaron, 78ºC, nos llevamos el vaso vacío a casa y lo puse durante una noche en un cubo con agua. A la mañana siguiente y con un poco de trabajo, conseguí separar adecuadamente un filme delgado de plástico del resto del vaso y con él me encaminé a los laboratorios de la Facultad de mis amores y se lo confié a dos compañeras que llevan media vida analizando todo tipo de cuestiones relacionadas con plásticos industriales. Y, de manera resumida, os voy a comunicar los resultados.
El plástico constitutivo del filme del vaso de Starbucks es polietileno (el mismo del que habla Olea), el llamado de baja densidad. Eso se puede precisar sin discusión después de los adecuados análisis realizados por mis amigas usando la Espectroscopia Infrarroja de Transformada de Fourier (FTIR). El resultado se corrobora con la determinación de la temperatura a la que se produce la fusión de ese plástico (108 ºC), mediante otra técnica denominada Calorimetría Diferencial de Barrido (DSC). Ese dato es fundamental para rebatir, en primera instancia, la afirmación de D. Nicolás. Ese polietileno no fundiría en contacto con el café caliente a una temperatura inferior a su punto de fusión, sino que seguiría en estado sólido y bien pegado al papel del vaso. Aunque, todo hay que decirlo, si fundiera tampoco pasaría nada porque el polietileno es un material de marcado carácter hidrófobo (que repele el agua, vamos) y, si fundiera, formaría una especie de chicle en el agua que lo haría palpable en boca. Ese mismo carácter hidrófobo, sumado a su condición de material polimérico cristalino, impide la solubilización del polietileno en agua, otra posible vía para pasar al café.
Hay otro posible origen en la aseveración del Prof. Olea. En el asunto de mear plástico, y no se sabe si interesadamente o porque es un aficionado en el mundo de los plásticos, identifica la materia prima empleada para fabricar algunos de ellos (el Bisfenol A) con los plásticos en cuestión (como, por ejemplo, el policarbonato). Por tanto, podríamos esperarnos que, en este caso y con una lógica similar, identificara también el polietileno con alguna sustancia que pudiera quedar ocluida en él como consecuencia de su síntesis o posterior procesado para formar el filme. Para investigar ese posible evento, mis amigas han sometido al filme a otra técnica habitual en nuestro campo, la Termogravimetría (TGA), muy utilizada en el estudio de procesos de degradación de plástico a altas temperaturas.
Tras pesar algo menos de un miligramo del filme de polietileno despegado del vaso, lo mantuvieron a una temperatura de 100 ºC durante una hora y en presencia de aire. Esa temperatura está bastante por encima de la que razonablemente tiene el café en el vaso cuando nos lo sirven y, por tanto, el experimento con nuestra termobalanza reproduce un caso bastante extremo de las condiciones en las que consumimos nuestro brebaje. Si el filme de polietileno desprendiera cualquier tipo de sustancia que pudiera pasar al agua, eso se reflejaría en la termogravimetría en una perdida de peso del filme, que nuestro instrumento detectaría hasta niveles de unos pocos microgramos. Nada de eso ha ocurrido en el experimento, lo que razonablemente demuestra que desde el filme plástico del interior de nuestro vaso de café no ha migrado sustancia alguna a la bebida a consumir.
Y en el hipotético caso de que cantidades extremadamente pequeñas de sustancias migraran desde el polietileno (que no el propio polietileno) al café, allí se unirían a los centenares de sustancias constitutivas de ese café, alguna de carácter cancerígeno como la acrilamida y muchas con carácter estrogénico. Un trabajo muy reciente [R. Kiyama, Nutrients 11, 1401 (2019)] revisa ese último carácter de los casi innumerables componentes del café. Si bien en algunos casos su presencia en el café tiene efectos beneficiosos, hay otros componentes que pueden actuar como disruptores endocrino, un tema en el que el Prof. Olea es un investigador de reconocido prestigio.
Pero, resumiendo lo fundamental, "Cuando bebes café de la máquina NO te estás bebiendo también el polietileno del vaso". Y punto.
Como suele pasar siempre que el Prof. Olea sale en los medios tras publicar algo relacionado con el uso de los plásticos, también en esa entrevista utiliza expresiones que no se corresponden con la realidad. Quería haber escrito algo al respecto mucho antes pero he tenido que hacer, como veréis a continuación, una serie de averiguaciones en lo que constituía mi Negociado antes de la jubilación y así poder contaros una historia documentada.
En la entrevista, el Prof. Olea vuelve con el mantra de que los niños orinan plástico, algo de lo que ya hemos hablado en este Blog ["Todos niños españoles orinan plástico, que viene del consumo alimentario. Principalmente, bisfenol A. ¿Cuándo se va a prohibir? ¿En 10 años? Cuando lo publicamos nos dijeron que los niveles eran bajos. No admitimos que nos digan que es normal orinar plástico"]. Pero esta vez introduce un nuevo bulo para captar la atención de los lectores que, al menos yo, no se lo había oído ni leído antes: ["Cuando bebes café de la máquina estás bebiendo también polietileno del vaso"]. Casi todos los que me seguís sabéis que el polietileno es uno de los plásticos más fabricados desde que los humanos pusimos plástico en la faz de la Tierra. Y que se utiliza en muchas aplicaciones, que van desde las humildes bolsas de basura a determinadas partes de una cadera artificial.
Y también está, en forma de un delgado filme, en la cara interna de uno de esos vasos de café o té con los que la gente pulula ahora por las calles, donde cumple el papel de impedir que la bebida caliente humedezca el papel con el que se fabrica el cuerpo del vaso. Vasos como los que se ven en la portada de la entrada y que comercializa la compañía de café más grande del mundo, con establecimiento en una de las calles importantes de Donosti y en el que no había entrado hasta que decidí hacerme con uno de esos recipientes para componer esta entrada.
Después de que la Búha se bebiera el café calentito, al que previamente y de forma discreta habíamos medido la temperatura cuando nos lo entregaron, 78ºC, nos llevamos el vaso vacío a casa y lo puse durante una noche en un cubo con agua. A la mañana siguiente y con un poco de trabajo, conseguí separar adecuadamente un filme delgado de plástico del resto del vaso y con él me encaminé a los laboratorios de la Facultad de mis amores y se lo confié a dos compañeras que llevan media vida analizando todo tipo de cuestiones relacionadas con plásticos industriales. Y, de manera resumida, os voy a comunicar los resultados.
El plástico constitutivo del filme del vaso de Starbucks es polietileno (el mismo del que habla Olea), el llamado de baja densidad. Eso se puede precisar sin discusión después de los adecuados análisis realizados por mis amigas usando la Espectroscopia Infrarroja de Transformada de Fourier (FTIR). El resultado se corrobora con la determinación de la temperatura a la que se produce la fusión de ese plástico (108 ºC), mediante otra técnica denominada Calorimetría Diferencial de Barrido (DSC). Ese dato es fundamental para rebatir, en primera instancia, la afirmación de D. Nicolás. Ese polietileno no fundiría en contacto con el café caliente a una temperatura inferior a su punto de fusión, sino que seguiría en estado sólido y bien pegado al papel del vaso. Aunque, todo hay que decirlo, si fundiera tampoco pasaría nada porque el polietileno es un material de marcado carácter hidrófobo (que repele el agua, vamos) y, si fundiera, formaría una especie de chicle en el agua que lo haría palpable en boca. Ese mismo carácter hidrófobo, sumado a su condición de material polimérico cristalino, impide la solubilización del polietileno en agua, otra posible vía para pasar al café.
Hay otro posible origen en la aseveración del Prof. Olea. En el asunto de mear plástico, y no se sabe si interesadamente o porque es un aficionado en el mundo de los plásticos, identifica la materia prima empleada para fabricar algunos de ellos (el Bisfenol A) con los plásticos en cuestión (como, por ejemplo, el policarbonato). Por tanto, podríamos esperarnos que, en este caso y con una lógica similar, identificara también el polietileno con alguna sustancia que pudiera quedar ocluida en él como consecuencia de su síntesis o posterior procesado para formar el filme. Para investigar ese posible evento, mis amigas han sometido al filme a otra técnica habitual en nuestro campo, la Termogravimetría (TGA), muy utilizada en el estudio de procesos de degradación de plástico a altas temperaturas.
Tras pesar algo menos de un miligramo del filme de polietileno despegado del vaso, lo mantuvieron a una temperatura de 100 ºC durante una hora y en presencia de aire. Esa temperatura está bastante por encima de la que razonablemente tiene el café en el vaso cuando nos lo sirven y, por tanto, el experimento con nuestra termobalanza reproduce un caso bastante extremo de las condiciones en las que consumimos nuestro brebaje. Si el filme de polietileno desprendiera cualquier tipo de sustancia que pudiera pasar al agua, eso se reflejaría en la termogravimetría en una perdida de peso del filme, que nuestro instrumento detectaría hasta niveles de unos pocos microgramos. Nada de eso ha ocurrido en el experimento, lo que razonablemente demuestra que desde el filme plástico del interior de nuestro vaso de café no ha migrado sustancia alguna a la bebida a consumir.
Y en el hipotético caso de que cantidades extremadamente pequeñas de sustancias migraran desde el polietileno (que no el propio polietileno) al café, allí se unirían a los centenares de sustancias constitutivas de ese café, alguna de carácter cancerígeno como la acrilamida y muchas con carácter estrogénico. Un trabajo muy reciente [R. Kiyama, Nutrients 11, 1401 (2019)] revisa ese último carácter de los casi innumerables componentes del café. Si bien en algunos casos su presencia en el café tiene efectos beneficiosos, hay otros componentes que pueden actuar como disruptores endocrino, un tema en el que el Prof. Olea es un investigador de reconocido prestigio.
Pero, resumiendo lo fundamental, "Cuando bebes café de la máquina NO te estás bebiendo también el polietileno del vaso". Y punto.
14 comentarios:
Qué difícil es rebatir estos asuntos cuando existe una diferencia tan brutal en la capacidad de difusión de frases como "Los niños orinan plásticos" o "Libérate de los tóxicos" en comparación con "la evidencia científica indica que no nos bebemos el plástico del vaso del café". Hay gente muy hábil para usar el lenguaje y los medios de comunicación de masas en su propio beneficio (económico, me refiero ahora) y cada vez vemos más ejemplos. Tu tarea es enormemente encomiable, especialmente por la valentía que supone enfrentarse a un reto tan grande y en condiciones tan desiguales. ¡Ánimo!.
En estos tiempos de plasti-fobia no es nada extraño el uso frecuente de una terminología equívoca o inexacta por parte de los comunicadores o comentaristas de turno. Es más sorprendente y más preocupante que tales errores sean cometidos por académicos, que aún no siendo especialistas del tema, se les supone conocedores del rigor científico.
Gracias a los dos, Jose Carlos y Sebastián por vuestros comentarios.
Enhorabuena Yanko, me ha encantado. Y a JM Mulet seguro que también le va a gustar ;-)
Muchas gracias por esta información con tanto rigor.
A ti, MCarmen por seguirme.
Gracias Iñaki. Contigo y JM tengo pocos problems. Amigos y nada quimiofóbicos.
Excelente trabajo sobre un asunto siempre de actualidad: El profesor Olea se permite alarmar en un aspecto que no domina y se calla, del cafetito de marras,el posible efecto prejudicial sustancias que para los "cafeadictos" suponen cantidades y riesgos nada desdeñables. Aspecto que debe dominar como especialista que es.
Al Búho agradecerle el rigor y profundidad. A mí eso de "hidrofobicidad"me suena raro por no decir que mal. Hidrófobo,¿no sería más adecuado?
Gracias Alexforo. Corregido lo que mencionas.
Gracias por esta información tan valiosa en este mundo de psicosis generalizada. Me dedico al mundo del café (esta es mi web) y esta información me viene muy bien para calmar a los plasti-fóbicos. Gracias !!!
Gracias por esta información tan valiosa en este mundo de psicosis generalizada. Me dedico al mundo del café (esta es mi web) y esta información me viene muy bien para calmar a los plasti-fóbicos. Gracias !!!
Enhorabuena por este trabajo, ha sido de gran ayuda para mí. Pues estoy realizando un proyecto de fin de grado sobre investigación de envases de uso alimentario, en concreto para el embotellado de agua mineral. Su artículo me ha servido para refutar numerosos "estudios" que colocan al PET y a otros polímeros como materiales perjudiciales para la salud.
Gracias por compartir tan valiosa información y desconocida para muchos.
Enhorabuena por este trabajo, ha sido de gran ayuda para mí. Pues estoy realizando un proyecto de fin de grado sobre investigación de envases de uso alimentario, en concreto para el embotellado de agua mineral. Su artículo me ha servido para refutar numerosos "estudios" que colocan al PET y a otros polímeros como materiales perjudiciales para la salud.
Gracias por compartir tan valiosa información y desconocida para muchos.
Genuial! Gracias por compartir esa información tan valiosa. Ha sido de gran ayuda para mí.
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