sábado, 20 de diciembre de 2008

Silent Spring

El título de esta entrada reproduce el de un libro publicado en 1962 por Rachel Carson y que supuso el inicio de la lucha contra el uso del DDT, uno de los pesticidas sintéticos más eficaces en la lucha contra la malaria y otras enfermedades provocadas por insectos. Sin embargo, y desgraciadamente, su uso extendido ha generado daños importantes en otras especies animales, lo que ha acabado con su prohibición en muchos lugares. Ese libro puede considerarse también como el catalizador inicial del movimiento ecologista. De ambas cosas ya hablamos más extensamente en una de las primeras entradas del Blog.

Se acaba de publicar recientemente un libro, "Pharma-ecology" de Patrick Jjemba, que quizás marque un antes y un despues en otro escalón más de la concienciación medioambiental. El libro contiene información relevante sobre los llamados microcontaminantes (micropollutants), derivados del uso de medicamentos y otros productos de higiene personal que, finalmente, acaban en las aguas residuales de nuestras ciudades y, en muchos casos, en el medio acuático de ríos y mares. El término Farma-ecología se refiere precisamente al conjunto de estudios centrados en la detección de estas sustancias, en su impacto sobre especies animales y en el diseño de estrategias para minimizar dicho impacto.

La problemática principal se origina a partir de los medicamentos que ingerimos para solventar nuestros problemas de salud. Al final, una parte de esos medicamentos son excretados por nuestro cuerpo en forma de heces y orina y acaban en el agua. Jjemba cita casos de estatinas, antiinflamatorios, analgésicos, antibióticos y un largo etcétera de medicamentos de los que existe constancia experimental de su presencia en aguas residuales, ríos, mares y, en algunos casos, hasta en el agua potable. Al mismo tiempo, existen ya estudios recientes que han cuantificado la acumulación de algunas de estas sustancias en organismos vivos como pájaros, peces, moluscos, etc. Existen, por otro lado, programas de investigación que tratan de establecer las posibles consecuencias de esta contaminación en la salud de las especies.

De nuevo, el punto de arranque para esta nueva preocupación es la creciente sensibilidad de las técnicas analíticas que usamos los químicos para detectar la presencia de todo tipo de moléculas. Sin su ayuda, el problema hubiera pasado desapercibido mucho tiempo, como ha ocurrido en el pasado con contaminantes como el mercurio, que ha estado en el medio ambiente desde tiempos de los romanos y que ha acabado por tener el don de la ubicuidad a lo largo y ancho de nuestro planeta. Sólo con las técnicas actuales de análisis hemos sido conscientes de ello. Sin embargo, con esas mismas herramientas en la mano es más que probable que, en lo que a los microcontaminantes se refiere, la Farma-ecología se vaya consolidando poco a poco y contribuya al establecimiento de una serie de medidas preventivas que rebajen el impacto de este tipo de productos, imprescindibles, por otro lado, para nuestra calidad de vida.

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