Sartenes con Teflón
De vez en cuando hay que cambiar las sartenes de diferentes tamaños que tenemos por casa. Salvo alguna experiencia suelta, nuestras sartenes han tenido siempre un recubrimiento antiadherente aplicado a la superficie de las mismas, lo que nos evita algunas situaciones engorrosas. Durante unos 70 años, esos recubrimientos han sido a base de politetrafluoroetileno (PTFE), conocido comercialmente como Teflón, un polímero de excepcional resistencia al ataque químico, la corrosión y el calor. Pero ese fluoropolímero, que probablemente conozcáis también en forma Goretex o de juntas más o menos maleables, es un pariente de una amplia familia de sustancias que los químicos llamamos perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés) y que suelen aparecer en los medios como "productos químicos para siempre” (forever chemicals). Son persistentes en el medio ambiente y se les atribuyen determinados problemas de salud, incluido el cáncer, atribuciones derivadas generalmente de estudios con animales. En los últimos años, los PFAS se enfrentan a un creciente escrutinio y a regulaciones por parte de agencias que cuidan de nuestra salud. Y de rebote, eso puede afectar a las sartenes.
Y así, en enero de este año, Minnesota se convirtió en el primer estado americano en prohibir la venta de productos que contienen PFAS, incluyendo en la prohibición a los utensilios de cocina a base de Teflón. En febrero de este mismo año, la Asamblea francesa aprobó una prohibición similar que entrará en vigor en 2026, aunque de esa legislación se excluyó los utensilios de cocina, debido sobre todo a la ruidosa campaña (Touchez pas ma poêle!), orquestada por el fabricante francés de dichos utensilios vendidos bajo la marca Tefal, que apeló a los peligros a los que se exponía el mercado laboral francés si, sobre todo, se incluían sus sartenes. Europa también está preparando una legislación que prohibiría el uso de PFAS, pero yo creo que eso va para largo, dadas las implicaciones que tendría en sectores como el de la defensa o la microelectrónica. Pero de eso hablaremos otro día porque da para mucho.
Cuando uno calienta alimentos en una sartén, las proteínas de los mismos forman con la superficie metálica fuertes enlaces covalentes o enlaces más débiles que los químicos denominamos de van der Waals. Y ello es debido a la alta superficie ofrecida por los metales a las proteínas de los huevos o de la carne, merced a una estructura más o menos rugosa, solo apreciable cuando se observa esa superficie a escala microscópica. Para hacer que esa superficie sea antiadherente, el metal se trata con un material no reactivo que llena los huecos y grietas microscópicas de la superficie y luego se solidifica para hacer que sea lisa. Para esos usos, el Teflón es maravillosamente eficaz ya que se trata de largas cadenas de átomos de carbono, cada uno de ellos unido a dos átomos de flúor. Los fuertes enlaces carbono-carbono y carbono-flúor forman una capa inerte que no reacciona con las moléculas de los alimentos. Además el Teflón repele el aceite y el agua, por lo que los líquidos simplemente se deslizan sobre él.
La controversia en torno a la seguridad de los utensilios de cocina de Teflon arrancó hace más de dos décadas y tuvo que ver con el uso en su fabricación de otra molécula perteneciente a la familia de las PFAS, el ácido perfluorooctanoico (PFOA), que, en aquellos momentos, servía como un ayudante en la polimerización del Teflon, lo que hacía que los recubrimientos posteriores con ese polímero pudieran contener cantidades residuales de PFOA. Pero lo que, a la larga, ha resultado más peligroso es que las empresas que fabricaban Teflon emitían PFOA a sus entornos próximos. La americana Agencia de Medio Ambiente (EPA) empezó hace años el seguimiento de la contaminación por esa sustancia, principalmente en núcleos de población próximos a las factorías que manejaban PFOA en revestimientos y otros usos, ya que en la mayoría de ellas la sustancia se venteaba al aire circundante o estaba contenida en aguas residuales.
Como consecuencia de esas acciones, la EPA y los principales fabricantes de PFOA firmaron acuerdos para eliminar la fabricación y uso de esa sustancia antes de 2015. En el caso del proceso de la formación de Teflón, la DuPont, la empresa que ha liderado la fabricación de ese material, ya no emplea, desde 2012, PFOA en el proceso de formación de Teflón. Hoy sabemos que otros importantes emisores de PFOA y otros fluorados de la familia han sido y siguen siendo los aeropuertos e instalaciones militares que las han usado en sus dispositivos de extinción de incendios. Dado su bajo peso molecular, algo que le diferencia claramente del Teflón, pronto se hizo evidente la ubicuidad de las PFAS en el medio ambiente y en la sangre de personas expuestas a las mismas por motivos laborales y, sobre todo y más preocupante por el número de personas afectadas, en las que consumían agua potable contaminada por PFAS.
Ante la posible prohibición generalizada de estas sustancias y por extensión del Teflón, ¿qué sartenes tendremos que usar?. Yo he curioseado recientemente (como ya he hecho en el pasado) en tiendas de mi pueblo que venden sartenes y las que llevan Teflón como revestimiento antiadherente siguen siendo las más habituales. Pero parece que la alternativa comercial que se va abriendo camino son las que contienen revestimientos "cerámicos", algo que pongo entre comillas porque esa denominación puede inducir a engaño a los consumidores que, ante ese término, piensan en jarrones y azulejos, fabricados con arena u otros óxidos metálicos.
Las formulaciones de estas sartenes varían según el fabricante, pero generalmente es una red basada en polidimetil siloxano (PDMS), una silicona. Para ello, los fabricantes dispersan nanopartículas de minerales como el dióxido de silicio, el carburo de silicio y el dióxido de titanio en un disolvente, donde forman un gel. Luego combinan el gel con PDMS y aditivos, aplican la mezcla a una superficie metálica y la endurecen con calor. El conjunto se une fuertemente a los metales, creando un revestimiento duro y repelente a los líquidos, con carácter antiadherente. Curioseando por ahí, he visto sartenes que anuncian un revestimiento cerámico, pero que incluyen Teflón junto a un óxido como el de titanio. Así que, como suele pasar cuando el marketing perverso entra en un mercado conflictivo, hay que leerse bien la etiqueta.
¿Son mejores las sartenes con recubrimientos más o menos cerámicos que las de Teflon puro y duro?. Aunque anda por ahí algún artículo de investigadores cordobeses que las compara y en el que parecen ganar las de Teflón, va a ser difícil trasplantar esos resultados de laboratorio a un usuario normal que usa diferentes tipos de fuentes de de calor (gas, vitro, inducción, etc.), emplea diferentes temperaturas según el regulador de potencia que tenga en su cocina e, incluso, tiene su propia forma de cocinar.
Si necesitáis una sartén nueva y antiadherente para casa, no os volváis locos y compraros, mientras se pueda, una con revestimiento de Teflón. En muchas marcas veréis el reclamo publicitario “sin PFOA”, lo cual es una obviedad porque hace más de una década que en la fabricación de Teflón no se usa PFOA. Y si usáis bien esas sartenes (no las rayéis con utensilios punzantes y, sobre todo, no las dejéis en el fuego sin control) os funcionarán bien y no desprenderán los forever chemicals porque, a pesar de lo que se dice a veces, el Teflón tampoco se degrada dando lugar a PFOA. Y si, finalmente, las prohiben (todo es posible en este mundo raro en el que vivimos) ya nos acostumbraremos a las que nos queden..
Hoy música del maestro Guridi al que, siendo yo muy pequeño, llegué a conocer personalmente. La Amorosa, de sus Diez Melodías Vascas (1940), con la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia y Andrés Salado Egea como director.
Y así, en enero de este año, Minnesota se convirtió en el primer estado americano en prohibir la venta de productos que contienen PFAS, incluyendo en la prohibición a los utensilios de cocina a base de Teflón. En febrero de este mismo año, la Asamblea francesa aprobó una prohibición similar que entrará en vigor en 2026, aunque de esa legislación se excluyó los utensilios de cocina, debido sobre todo a la ruidosa campaña (Touchez pas ma poêle!), orquestada por el fabricante francés de dichos utensilios vendidos bajo la marca Tefal, que apeló a los peligros a los que se exponía el mercado laboral francés si, sobre todo, se incluían sus sartenes. Europa también está preparando una legislación que prohibiría el uso de PFAS, pero yo creo que eso va para largo, dadas las implicaciones que tendría en sectores como el de la defensa o la microelectrónica. Pero de eso hablaremos otro día porque da para mucho.
Cuando uno calienta alimentos en una sartén, las proteínas de los mismos forman con la superficie metálica fuertes enlaces covalentes o enlaces más débiles que los químicos denominamos de van der Waals. Y ello es debido a la alta superficie ofrecida por los metales a las proteínas de los huevos o de la carne, merced a una estructura más o menos rugosa, solo apreciable cuando se observa esa superficie a escala microscópica. Para hacer que esa superficie sea antiadherente, el metal se trata con un material no reactivo que llena los huecos y grietas microscópicas de la superficie y luego se solidifica para hacer que sea lisa. Para esos usos, el Teflón es maravillosamente eficaz ya que se trata de largas cadenas de átomos de carbono, cada uno de ellos unido a dos átomos de flúor. Los fuertes enlaces carbono-carbono y carbono-flúor forman una capa inerte que no reacciona con las moléculas de los alimentos. Además el Teflón repele el aceite y el agua, por lo que los líquidos simplemente se deslizan sobre él.
La controversia en torno a la seguridad de los utensilios de cocina de Teflon arrancó hace más de dos décadas y tuvo que ver con el uso en su fabricación de otra molécula perteneciente a la familia de las PFAS, el ácido perfluorooctanoico (PFOA), que, en aquellos momentos, servía como un ayudante en la polimerización del Teflon, lo que hacía que los recubrimientos posteriores con ese polímero pudieran contener cantidades residuales de PFOA. Pero lo que, a la larga, ha resultado más peligroso es que las empresas que fabricaban Teflon emitían PFOA a sus entornos próximos. La americana Agencia de Medio Ambiente (EPA) empezó hace años el seguimiento de la contaminación por esa sustancia, principalmente en núcleos de población próximos a las factorías que manejaban PFOA en revestimientos y otros usos, ya que en la mayoría de ellas la sustancia se venteaba al aire circundante o estaba contenida en aguas residuales.
Como consecuencia de esas acciones, la EPA y los principales fabricantes de PFOA firmaron acuerdos para eliminar la fabricación y uso de esa sustancia antes de 2015. En el caso del proceso de la formación de Teflón, la DuPont, la empresa que ha liderado la fabricación de ese material, ya no emplea, desde 2012, PFOA en el proceso de formación de Teflón. Hoy sabemos que otros importantes emisores de PFOA y otros fluorados de la familia han sido y siguen siendo los aeropuertos e instalaciones militares que las han usado en sus dispositivos de extinción de incendios. Dado su bajo peso molecular, algo que le diferencia claramente del Teflón, pronto se hizo evidente la ubicuidad de las PFAS en el medio ambiente y en la sangre de personas expuestas a las mismas por motivos laborales y, sobre todo y más preocupante por el número de personas afectadas, en las que consumían agua potable contaminada por PFAS.
Ante la posible prohibición generalizada de estas sustancias y por extensión del Teflón, ¿qué sartenes tendremos que usar?. Yo he curioseado recientemente (como ya he hecho en el pasado) en tiendas de mi pueblo que venden sartenes y las que llevan Teflón como revestimiento antiadherente siguen siendo las más habituales. Pero parece que la alternativa comercial que se va abriendo camino son las que contienen revestimientos "cerámicos", algo que pongo entre comillas porque esa denominación puede inducir a engaño a los consumidores que, ante ese término, piensan en jarrones y azulejos, fabricados con arena u otros óxidos metálicos.
Las formulaciones de estas sartenes varían según el fabricante, pero generalmente es una red basada en polidimetil siloxano (PDMS), una silicona. Para ello, los fabricantes dispersan nanopartículas de minerales como el dióxido de silicio, el carburo de silicio y el dióxido de titanio en un disolvente, donde forman un gel. Luego combinan el gel con PDMS y aditivos, aplican la mezcla a una superficie metálica y la endurecen con calor. El conjunto se une fuertemente a los metales, creando un revestimiento duro y repelente a los líquidos, con carácter antiadherente. Curioseando por ahí, he visto sartenes que anuncian un revestimiento cerámico, pero que incluyen Teflón junto a un óxido como el de titanio. Así que, como suele pasar cuando el marketing perverso entra en un mercado conflictivo, hay que leerse bien la etiqueta.
¿Son mejores las sartenes con recubrimientos más o menos cerámicos que las de Teflon puro y duro?. Aunque anda por ahí algún artículo de investigadores cordobeses que las compara y en el que parecen ganar las de Teflón, va a ser difícil trasplantar esos resultados de laboratorio a un usuario normal que usa diferentes tipos de fuentes de de calor (gas, vitro, inducción, etc.), emplea diferentes temperaturas según el regulador de potencia que tenga en su cocina e, incluso, tiene su propia forma de cocinar.
Si necesitáis una sartén nueva y antiadherente para casa, no os volváis locos y compraros, mientras se pueda, una con revestimiento de Teflón. En muchas marcas veréis el reclamo publicitario “sin PFOA”, lo cual es una obviedad porque hace más de una década que en la fabricación de Teflón no se usa PFOA. Y si usáis bien esas sartenes (no las rayéis con utensilios punzantes y, sobre todo, no las dejéis en el fuego sin control) os funcionarán bien y no desprenderán los forever chemicals porque, a pesar de lo que se dice a veces, el Teflón tampoco se degrada dando lugar a PFOA. Y si, finalmente, las prohiben (todo es posible en este mundo raro en el que vivimos) ya nos acostumbraremos a las que nos queden..
Hoy música del maestro Guridi al que, siendo yo muy pequeño, llegué a conocer personalmente. La Amorosa, de sus Diez Melodías Vascas (1940), con la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia y Andrés Salado Egea como director.