miércoles, 22 de enero de 2020

Los perfumes se hacen sostenibles

Según Melody M. Bomgardner, una articulista habitual en el Chemical Engineering News (CEN) que sigo devotamente, cuando en 1921 el perfumista Ernest Beaux produjo una serie de esencias para Gabrielle "Coco" Chanel y ella eligió la que se convertiría en el famoso Chanel n. 5, se abrió la veda a la democratización del perfume. Beaux introdujo en la fórmula original una mezcla de aldehídos, unos compuestos aromáticos de síntesis, rompiendo así la tradición de emplear solo extractos provenientes de todo tipo de sustancias naturales, generalmente flores pero también semillas, extractos de animales, etc.

Ello condujo al interés de muchos químicos y empresas en aislar e identificar una gran parte de los aromas hasta entonces imperantes y, posteriormente, a tratar de sintetizarlos en el laboratorio. Pero no se quedaron ahí y sus investigaciones dieron lugar a nuevas moléculas aromáticas que no se habían encontrado en la Naturaleza. Algunas se obtuvieron por pura chiripa, otras como subproductos de intentos de sintetizar moléculas naturales y, en otros casos, la pura curiosidad de los químicos hizo que se buscaran (y encontraran) moléculas químicamente muy parecidas a algunas de los aromas tradicionales. Toda esta actividad, que dio lugar también a la consolidación de las grandes empresas que hoy controlan el mercado de los aromas de perfumería, generó una amplia paleta de los  mismos con la que los grandes perfumistas introducen matices o "notas" para cautivar al consumidor.

En el momento actual, el mercado de la perfumería mueve miles de millones de euros cada año, en gran parte por la incorporación al mercado de las jóvenes generaciones urbanas, que no salen a la calle sin su esencia preferida puesta. Y, si eso es así, es porque la inclusión de productos de síntesis en las fragancias ha abaratado las mismas, haciéndolas accesibles a capas sociales para las que antes un buen perfume era algo prohibitivo. Sin embargo, esas mismas generaciones jóvenes son las que reclaman hoy en día la vuelta al empleo de aromas naturales, haciendo que los grandes suministradores de fragancias (que son cuatro y el del tambor a día de hoy) tengan que devanarse los sesos para poder acercarse a esa petición mayoritaria.

Porque las complicaciones surgen de variados frentes. Por ejemplo, la actual versión del Chanel n.5 está sujeta a revisión. Resulta que, entre sus componentes, están algunos derivados de musgos naturales que proporcionan notas a madera. Pero la UE los ha conceptuado como alérgenos y parece que incluso los va a prohibir. En otros casos, aromas muy solicitados como el sándalo, la vainilla o el pachuli se producen en cantidades muy pequeñas para la actual demanda. Si elimináramos sus homólogos de síntesis que se están usando y tendiéramos a emplear solo los que surgen de la Naturaleza, necesitaríamos semejante cantidad de terreno para producirlos, en muchos casos en países pobres o en vías de desarrollo, que alteraríamos por completo el equilibrio ecológico de esas zonas. Por explicarlo más clarito. El sándalo proveniente de India del que, para obtener su fragancia, solo se utiliza la madera de la parte central del tallo (que se ve en la foto de la entrada), tiene el problema que ese tallo tarda decenios en crecer, por lo que su tala ha tenido que ser restringida por las autoridades porque se estaba llevando a cabo una extinción casi total de la especie.

Así que, según Bomgardner, se empieza a apreciar una tendencia en los fabricantes a sustituir en el marketing la palabra "natural" por la palabra "sostenible", con la esperanza de que los consumidores educados entiendan que la segunda palabra tiene mucho más contenido ecológico y les faciliten a ellos la labor. La estrategia tiene algunos "trucos" que ya he explicado en otra entrada. Por ejemplo, algunas empresas del ámbito biotecnológico han desarrollado microorganismos que producen aromas (por ejemplo, el más distintivo del citado sándalo) a partir de procesos fermentativos a base de productos derivados de la biomasa. Ciertamente se elimina el problema de la extinción de árboles y se adorna el proceso con el uso de microorganismos y biomasa de origen natural pero, al final, la molécula obtenida es la misma que se puede generar mediante síntesis química convencional.

Otras, como Chanel, han llegado a un acuerdo con el gobierno de Nueva Caledonia para plantar y explotar sándalo, comprometiéndose a mantener una población estable de árboles. Y, finalmente, otras como el gigante Givaudan han optado por el llamado Five-Carbon Path que, básicamente, trata de incrementar el número de compuestos renovables usados en la síntesis, incrementar la eficiencia de esos procesos, conseguir la máxima biodegradación de sus compuestos finales, incrementar la potencia aromática de cada uno de ellos y utilizar, en lo posible, materias primas provenientes del reciclado de otras.

Si uno pone en Google perfumes sostenibles, ya empiezan a menudear marcas que utilizan ese reclamo para vender sus productos. Veremos en qué queda la cosa...

Fuente: M.M. Bomgardner, Chemical Engineering News, 22 de abril 2019, pag. 31.

2 comentarios:

JM Pereña dijo...

¡Que bien huelen todos tus comentarios, Búho! Este y todos. Revisa la fecha de la cita, nos lleva a un futuro inaccesible por el baile de las cifras centrales del año. Gracias por lo mucho que nos enseñas de muchos temas.

Yanko Iruin dijo...

Gracias amigo. Ya lo he corregido.

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