Un caucho no polimérico
Esto de querer mantener el Blog a la última tiene servidumbres notables. De par de mañana (como dicen los navarros) recibía yo un email de mi colega Willy Roa que me comunicaba lo que él llamaba "la noticia del día". La conocida revista Nature ha publicado hoy [Nature 451, 977 (2008)] un artículo de un grupo francés liderado por Ludwik Leibler en el que se muestran datos experimentales sobre un nuevo material que ellos denominan como caucho termorreversible y autocicatrizable. Lo de termorreversible es una forma de decir que el material es termoplástico o plástico a secas, esto es, que se pone líquido a ciertas temperaturas y a otras es un sólido y que ese proceso es reversible. Lo de autocicatrizable es que si lo partimos en dos y ponemos las partes juntas durante un rato, el corte desaparece y el material se comporta como al principio.
No he tenido mucho tiempo para leer el artículo a fondo, pero si he captado el interés del asunto y quiero ponerlo en circulación antes de las 12 de la noche, esto es, en el mismo día que se ha sabido la noticia. Tampoco voy a explicar el artículo en términos técnicos no vaya a ser que algún colega me saque los colores. La referencia está arriba y si alguien no puede acceder a ella no tiene más que mandarme un emilio y a vuelta de correo le va el artículo en un .pdf. Por otro lado, el que quiera ver un vídeo sobre el tema puede ir a esta página de la BBC de hoy mismo.
Contándolo de forma más pedestre, a la manera del Blog del Búho, digamos que este material está un poco a caballo entre una plastilina de juegos infantiles y una goma de caucho como las empleadas en los guantes, los condones o en los aros con los que conseguimos mantener un cartel enrollado. En el caso de la plastilina, a poco que la hayamos calentado levemente, podemos partirla con un cuchillo en dos pedazos para, posteriormente, apretándolos juntos con un poco de salero, conseguir que no se note la fractura previa. Pero si la deformamos, estirándola con la fuerza de nuestras manos, y cesamos despues en el esfuerzo, la plastilina no recupera la forma original. En el caso de la goma de caucho, podemos estirarla varias veces con respecto a su tamaño original pero, al cesar en nuestro esfuerzo, la goma vuelve a su forma y tamaño original. Ahora bien, si se rompe o rasga, va a la basura (y mejor no hablo de las implicaciones en los condones. Me reservo una entrada al respecto en la que tomará parte la deliciosa historia de lo que los estudiantes de medicina de mi generación llamaban el coito condomatoso con perforación, un invento del afamado Prof. Botella Llusiá).
Pues bien, este material que ahora nos ocupa combina la capacidad de estirarse y contraerse del caucho convencional (y muchas de sus características técnicamente interesantes) con la capacidad de la plastilina de autoregenerarse. Y aunque los autores del invento hablan de él como un rubber (caucho) y se me va a permitir que clasifique este post en la Categoría Polímeros, lo cierto es que, en realidad, no estamos en presencia de un polímero, a la manera de los cauchos naturales o sintéticos. En este caso, se trata de moléculas mucho más pequeñas que las cadenas del caucho convencional, moléculas que se organizan en estructuras más grandes mediante unos nexos de unión que no son los enlaces químicos covalentes convencionales sino mediante lo que los químicos llamamos enlaces por puentes de hidrógeno. Gracias a ellos se crea una estructura supramolecular a base de esas moléculas pequeñas, un concepto introducido por Jean Marie Lehn (ver foto), Premio Nobel de Química y a quien no hay que rogar mucho para que se de una vuelta por el País Vasco (doy fe de ello).
Y encima, estas sustancias que dan lugar a esa estructura organizada han sido preparadas por los investigadores a partir de ácidos grasos que pueden obtenerse de aceites vegetales. Un chollo, vamos. Las posibilidades de estos materiales no se le escapan a nadie. Baste el ejemplo de ruedas de caucho (o, why not?, condones!) autoreparables. Y como aquí estamos a lo que estamos y no a vivir del cuento, la importante empresa química Arkema está detrás del proyecto poniendo la pasta.
Gracias Willy!. A ver si los de Elhuyar te dejan que me escribas algo algún día.
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