domingo, 21 de febrero de 2010

Antes muerto que teórico puro

Y que no se mosqueen dilectos amigos que tengo en campos de la Física Teórica o la Química Computacional. Pero cuanto más viejo me hago más desconfío del desparpajo con el que muchos teóricos plantean hipótesis basadas en puras especulaciones, así como de las conclusiones generalistas que gobiernan mucha de nuestra vida diaria, contrarias, en muchos casos, a la buena práctica de un experimentalista. No hace falta más que ver a dónde nos han llevado los modelos económicas de los analistos (yo llevo la igualdad de género hasta el límite de lo ridículo) ultraliberales o la facilidad con la que determinados artículos en revistas médicas sacan conclusiones sobre muestras estadísticas de unos pocos individuos. O, en otro nivel más pedestre, lo apetitosos que parecen estar los miles de platos que cientos de cocineros preparan diariamente en la tele, sin que ninguno de los teleespectadores pueda catarlos.

Pero hoy me voy a fijar en un pequeño episodio personal que puede servir a muchos de mis lectores para darse cuenta de la aleatoridad de muchos fenómenos naturales y, sin embargo, la facilidad con la que, incluso los profesionales, sacan conclusiones sobre ellos. Hace unos meses, cuando andaba con ciertos problemas físicos que me llevaron a un Ambulatorio, una amiga sanitaria me tomó la tensión en un aquí te pillo aquí te mato. Aunque yo he sido de tensión baja a lo largo de mi vida anterior, aquel día la baja estaba en el límite. Así que mi comadrona se preocupó y, de forma más o menos regular, me la ha estado controlando hasta que, hace unas semanas, decidió que me iban a colgar un dispositivo que mide la tensión arterial a lo largo de un día entero para obtener un mapa más fiable de la misma.

Cuando llegó el primer resultado, los valores medios a lo largo de 24 horas estaban en valores más o menos normales, con una menor normalidad en la tensión diastólica o baja. Pero el resultado más relevante era que, durante las primeras cinco horas, esa baja sobrepasaba, con cierta frecuencia, el límite permitido. La conclusión que se me transmitió es que el Búho tenía episodios matutinos de un cierto riesgo y que podría ser interesante el que, durante tres meses, me sometiera a un tratamiento a base de una pastillita suave en el desayuno para ver el resultado.

Y ahí es donde el experimentalista viejo que soy se rebeló, aún reconociendo la audacia propia de un ignorante profundo en cuestiones médicas. Estaba y estoy de acuerdo en que el resultado de 24 horas puede ser más o menos representativo puesto que, tras las 64 medidas que se me habían realizado en un día tomado al azar, era posible obtener valores medios y desviaciones estándar que, efectivamente, permitían concluir que mi alta es más bien normal (111,8 ± 11,8) y que mi baja (77,0 ± 11,5) está rondando los límites del riesgo. Lo que no es experimentalmente correcto es extraer conclusiones sobre el pico matutino porque, en lo relativo a esa conclusión, se maneja un único experimento y si algo trato de imbuir a mis estudiantes en el laboratorio es que hay que huir de la molicie y repetir varias veces una misma medida antes de sacar conclusiones fiables.

Así que, abusando de la amabilidad de las compañeras de Ambulatorio de mi comadrona, pedí volverme a colocar el aparatito. Me miraron cual bicho raro y masoquista porque la verdad es que la experiencia, si no desagradable, es molesta para llevar una vida habitual. Y el resultado confirmó mis sospechas. Valores medios similares al experimento anterior pero ni asomo del pico mencionado. Así que voy a ver si puedo convencer al galeno de turno de que, en lugar de pastillita matinal, me deje tres meses de ejercicio regular (que no hago), rebaja de sal (que me forro), limitación en el tabaco (que no me preocupa) y rebaja alcohólica (que es lo que más me va a costar). Y luego nuevas sesiones de aparatito.

Aunque, la verdad, antes de ir a verle, ya me pondría yo otras tres o cuatro veces más el medidor para quedarme más tranquilo. Porque, con sólo dos medidas......

6 comentarios:

gabriela dijo...

Búho, me está tincando que esas primeras cinco horas marcaron tu ansiedad por estar con el aparatito conectado...Hay personas que cuando van al médico, les sube la presión...Si bien es cierto que la hipertensión es una "enfermedad silenciosa", bastará con hacer algo de ejercicio y bajar la nicotina...ojalá dejarla, que sería ideal, porque es vasoconstrictora y ahí sube la presión...con esas dos cositas, para empezar, estaría regio. Buena suerte.

Anónimo dijo...

¡Hola, buho!

Es interesante tu historia, y coincido en que hay que hacer las cosas bien. En lo que no coincido es que la historia que cuentas tenga que ver con los teóricos puros. Creo que el problema es de los malos experimentadores, que no saben "teorizar" a la hora de plantear el experimento. De ahí que tu experiencia de experimentador te ayudara... Un teórico puro ni siquiera te habría hecho una sola medición.

Por lo demás conforme (me recuerda un poco a la historia de la desgraciada muerte por tuberculosis de la mujer de Richard Feynman).

Y tras esta pequeña pataleta de químico teórico, lo importante: ¡¡que te mejores!!

Willy
(ex-teórico)

Jesús dijo...

En este relato no veo que haya ningún teórico. Tampoco hay teoría alguna. Lo que sí atisbo es una "mala práctica de un experimentalista", empirista diría yo, si me presionas un poco.
"Tensión baja baja, tome usted pastilla", esto no es una teoría. La "buena práctica teórica" sería preguntarse las causas de por qué la tensión baja está baja y hacer un modelo basado en primeros
principios (ab initio, en la jerga teórica) que reprodujese el fenómeno experimental, bajo todas sus circunstancias. Esto sí es teoría. Que sea buena o mala, eso el experimento lo determinará. Pero, en todo caso, como "en teoría no hay diferencia entre teoría y experimento", no hay nada más práctico que una "buena" teoría.

Peter Kant Rhopus dijo...

De acuerdo, en parte, con las matizaciones de los teóricos y ex-teóricos (Kaixo , Willy). De todos modos, en estudios teóricos siempre hay que hacer simplificaciones para hacer el tema tratable, y aquí es donde vienen los problemas y las reticencias de los escépticos y desagradecidos experimentalistas. El tema de la tensión arterial no parece fácil de modelizar y lo mejor es, como ha hecho el Búho, tener un buen conjunto de medidas experimentales. Las teorías contienen errores, pero los datos experimentales también. Esto me ha hecho recordar una de mis series favoritas, "The Big Bang Theory". En ella, un chaval físico teórico hace un modelo para que un amigo pueda averiguar por qué las gallinas de su granja no ponen huevos. Al final, el teórico hace el modelo que, eso sí, "sólo es válido para un conjunto de gallinas esféricas en el vacío" :-)

Flatólogo dijo...

Me haces reflexionar sobre las malas costumbres dentro de nuestra práctica médica. Ciertamente monitorizar repetidamente la tensión arterial durante 24h hasta tener un número de tomas estadísticamente significativo sería la opción más ajustada al método científico. Pero ya me dirás si le planteas eso a los gerentes de la Osakidetza lo que te van a responder.
Lamentablemente la realidad diaria obliga a tirar mucho del empirismo y del manejo "basado en la evidencia". Y más lamentable aún, la formación científica básica y racional en nuestras facultades médicas es, en general, poco sólida. De modo que el común de los facultativos no pensamos como científicos, sino que aplicamos protocolos que nos dan, pautas pre-establecidas y rápidos mecanismos de acción-respuesta.
Seguramente si ser médico fuera igual a ser científico no habría colegiados involucrados en terapias alternativas como nuestra amada homeopatía.
Tu decisión de no iniciar medicación y probar con medidas no farmacológicas ha sido muy sabia, siempre y cuando realmente se apliquen dichas medidas no farmacológicas. A un médico le resulta más fácil prescribir un hipotensor que dar el discurso de buenos hábitos de vida, y además tiene la seguridad que el hipotensor hará su trabajo mientras que el discurso saludable con frecuencia se lo lleva el viento.
Así que te animo a aplicar tus buenos propósitos. Tabaco cero, que sólo por el hecho de matar el olfato y el gusto ya no merece sino desprecio. Y si te sirve de consuelo, el vino tinto es un excelente vasodilatador que reduce las cifras tensionales (Porteri et al. Am J Hypertens. 2010 Jan 21), amén de su efecto diurético y de sus polifenoles antioxidantes. Por algo es la sangre de Cristo.

Yanko Iruin dijo...

Este es mi Flatólogo!. Hasta me deja beber vino.... Prometo ser muy formal a la vista de la confianza que depositas en mí.

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