Microfibras en el mar
Cuando en una entrada del pasado verano iniciaba aquí una serie de tres entradas sobre el problema de los microplásticos en el mar, os hablaba de una producción anual (a nivel global) de 400 millones de toneladas de materiales plásticos, pero advertía que a esa cifra había que sumarle unas 70 millones de toneladas más, provenientes del mercado de las fibras sintéticas conocidas como fibras de poliéster y poliamida, que también son plásticos en su sentido literal pero que, por una serie de razones, se suelen contabilizar aparte, junto con otras fibras de origen natural como el algodón, las fibras de celulosa modificadas, la lana, la seda, etc. En una entrada posterior, a la hora de explicar el origen de todos los microplásticos que acaban en el mar, mencioné de pasada que había una creciente sensación en la literatura científica de que las fibras constituían una parte muy importante de los microplásticos encontrados en el mar, en los seres vivos, en los suelos, etc. Y que había que estar pendiente de nuevos datos para sacar adecuadas conclusiones al respecto. Esta entrada es una puesta al día sobre la presencia de microfibras, tanto sintéticas como naturales, en el mar.
La gráfica que ilustra esta entrada (y que se amplia clicando en ella) es un poco antigua (2015), pero muy ilustrativa para lo que os quiero contar hoy. En el eje vertical de la izda se representan, desde 1960, los millones de toneladas de fibras producidas a nivel mundial, como suma de los cuatro tipos más importantes: fibras sintéticas de poliamida y poliéster (denominadas Man made, non-cellullosic en el gráfico, área verde), algodón (cotton, en azul), celulosas modificadas como el rayón o la viscosa (Man made cellullosic, en morado) y lana (wool, en rojo). Puede observarse que mientras que los tres últimos tipos de fibras no han crecido mucho desde 1960 (el algodón algo más), el dato final de 2015 muestra que la lana, el rayón y la viscosa juntos andaban por 6 millones de toneladas anuales, mientras el algodón estaba cerca de los 25 millones de toneladas y las fibras sintéticas alcanzaban los 60 millones de toneladas anuales y creciendo rápidamente.
Dado que, repito, lo que todo el mundo entiende por plásticos andan ya en los 400 millones de toneladas anuales, parece lógico pensar que los microplásticos encontrados en el mar y los otros ámbitos arriba mencionados (incluidas las anchoas), tendrían que ser, sobre todo, de esos plásticos comerciales provenientes de recipientes de todo tipo, de filmes y de la multitud de objetos que fabricamos en plástico. Pero, como decía arriba, la literatura reciente está acumulando artículos en los que se muestra que las micropartículas antropogénicas más habituales en casi todos los ámbitos investigados son precisamente las fibras (lo que también pasaba en las anchoas, en la entrada mencionada arriba), lo que no deja de ser sorprendente.
El asunto de las microfibras en el mar está muy bien revisado y explicado en un reciente artículo publicado en junio de este año en la revista Science Advances [DOI: 10.1126/sciadv.aay8493] por un grupo de investigadores australianos, sudafricanos e italianos. Sobre la base de casi 1000 muestras de agua de mar superficial, recogidas en más de 600 localizaciones situadas en cuencas oceánicas que cubren zonas del Mediterráneo, el Índico, el Atlántico Norte y Sur y diversas zonas del Océano Austral, llegan a unos resultados que me han parecido lo suficientemente relevantes (y, como digo, sorprendentes) que os voy a relatar.
De acuerdo con sus datos y tras el adecuado análisis de las muestras por Microespectrometría Infrarroja de Transformada de Fourier, la mayoría de las microfibras que ellos han encontrado en la superficie del mar no son precisamente fibras sintéticas como los poliésteres y las poliamidas, a día de hoy las que más se fabrican y que podrían conceptuarse claramente como microplásticos. Por el contrario, las fibras de origen celulósico suponían casi el 80% de todas las fibras recogidas, tanto en sus versiones naturales (algodón, lino, yute,..), como en las químicamente modificadas (rayón y viscosa), aunque casi la mitad de ellas eran de algodón. Un 12% de las fibras recogidas eran de origen animal (lana, seda) y solo el 8% restante eran de origen puramente sintético (poliésteres y poliamidas).
En un intento de buscar una explicación a ese resultado, los autores especulan sobre posibles diversas causas, como la mayor biodegradabilidad de las microfibras sintéticas, algo poco plausible, el hecho de que quizás en los lavados y diversos usos de prendas y materiales con esas fibras sean las de origen celulósico las que más fibras suelten (cosa que habría que verificar). Pero la que más me ha convencido, y no había pensado nunca en ella al considerar la contaminación por fibras en el medio ambiente, es que los humanos llevamos siglos usando materiales a base de algodón, lana, seda y similares. Y solo desde hace menos de un siglo empezamos a vestirnos con fibras sintéticas. Así que la acumulación de fibras naturales en el medio ambiente pudiera ser el producto de ese prolongado uso y, si no hemos reparado en el problema hasta ahora, es porque no teníamos con qué verlas, caracterizarlas y cuantificarlas adecuadamente. Es algo parecido a la contaminación de mercurio en la Tierra que solo hace pocos años hemos analizado en detalle, cuando ya los romanos (y otros pueblos aún antes) usaban mineral y derivados de mercurio para diversos usos de su vida normal. Una de mis más antiguas entradas (un poco larga, cierto, pero de las más visitadas) lo contaba al final.
Eso lleva a los autores a manifestar otro punto de vista igualmente interesante. Las cifras de los llamados genéricamente microplásticos presentes en el mar (ya sea en superficie o en el fondo), en el aire de las grandes ciudades, en lugares recónditos como el Ártico o montañas poco accesibles, están hinchadas por la inclusión en ese término de todo de tipo de fibras recogidas en los rastreos y en los que, como se ve, las fibras naturales de algodón o de lana aportan un componente importante. Todo ello dicho con las adecuadas prevenciones, lo que lleva a los autores, como suele ser habitual, a pedir que se investigue mucho mas en el tema.
Así que si ya teníamos problemas en ver dónde está todo el plástico corriente que se vierte a los océanos (algo que ya tratamos en la entrada antes mencionada) tendremos que seguir comprobando si estos datos recientes sobre la prevalencia de las fibras en el mar se siguen confirmando y, en su caso, buscar razones convincentes para esa masiva presencia o dar por hecho que el uso histórico de las fibras naturales es, en el fondo, el causante de lo que estamos viendo.
La gráfica que ilustra esta entrada (y que se amplia clicando en ella) es un poco antigua (2015), pero muy ilustrativa para lo que os quiero contar hoy. En el eje vertical de la izda se representan, desde 1960, los millones de toneladas de fibras producidas a nivel mundial, como suma de los cuatro tipos más importantes: fibras sintéticas de poliamida y poliéster (denominadas Man made, non-cellullosic en el gráfico, área verde), algodón (cotton, en azul), celulosas modificadas como el rayón o la viscosa (Man made cellullosic, en morado) y lana (wool, en rojo). Puede observarse que mientras que los tres últimos tipos de fibras no han crecido mucho desde 1960 (el algodón algo más), el dato final de 2015 muestra que la lana, el rayón y la viscosa juntos andaban por 6 millones de toneladas anuales, mientras el algodón estaba cerca de los 25 millones de toneladas y las fibras sintéticas alcanzaban los 60 millones de toneladas anuales y creciendo rápidamente.
Dado que, repito, lo que todo el mundo entiende por plásticos andan ya en los 400 millones de toneladas anuales, parece lógico pensar que los microplásticos encontrados en el mar y los otros ámbitos arriba mencionados (incluidas las anchoas), tendrían que ser, sobre todo, de esos plásticos comerciales provenientes de recipientes de todo tipo, de filmes y de la multitud de objetos que fabricamos en plástico. Pero, como decía arriba, la literatura reciente está acumulando artículos en los que se muestra que las micropartículas antropogénicas más habituales en casi todos los ámbitos investigados son precisamente las fibras (lo que también pasaba en las anchoas, en la entrada mencionada arriba), lo que no deja de ser sorprendente.
El asunto de las microfibras en el mar está muy bien revisado y explicado en un reciente artículo publicado en junio de este año en la revista Science Advances [DOI: 10.1126/sciadv.aay8493] por un grupo de investigadores australianos, sudafricanos e italianos. Sobre la base de casi 1000 muestras de agua de mar superficial, recogidas en más de 600 localizaciones situadas en cuencas oceánicas que cubren zonas del Mediterráneo, el Índico, el Atlántico Norte y Sur y diversas zonas del Océano Austral, llegan a unos resultados que me han parecido lo suficientemente relevantes (y, como digo, sorprendentes) que os voy a relatar.
De acuerdo con sus datos y tras el adecuado análisis de las muestras por Microespectrometría Infrarroja de Transformada de Fourier, la mayoría de las microfibras que ellos han encontrado en la superficie del mar no son precisamente fibras sintéticas como los poliésteres y las poliamidas, a día de hoy las que más se fabrican y que podrían conceptuarse claramente como microplásticos. Por el contrario, las fibras de origen celulósico suponían casi el 80% de todas las fibras recogidas, tanto en sus versiones naturales (algodón, lino, yute,..), como en las químicamente modificadas (rayón y viscosa), aunque casi la mitad de ellas eran de algodón. Un 12% de las fibras recogidas eran de origen animal (lana, seda) y solo el 8% restante eran de origen puramente sintético (poliésteres y poliamidas).
En un intento de buscar una explicación a ese resultado, los autores especulan sobre posibles diversas causas, como la mayor biodegradabilidad de las microfibras sintéticas, algo poco plausible, el hecho de que quizás en los lavados y diversos usos de prendas y materiales con esas fibras sean las de origen celulósico las que más fibras suelten (cosa que habría que verificar). Pero la que más me ha convencido, y no había pensado nunca en ella al considerar la contaminación por fibras en el medio ambiente, es que los humanos llevamos siglos usando materiales a base de algodón, lana, seda y similares. Y solo desde hace menos de un siglo empezamos a vestirnos con fibras sintéticas. Así que la acumulación de fibras naturales en el medio ambiente pudiera ser el producto de ese prolongado uso y, si no hemos reparado en el problema hasta ahora, es porque no teníamos con qué verlas, caracterizarlas y cuantificarlas adecuadamente. Es algo parecido a la contaminación de mercurio en la Tierra que solo hace pocos años hemos analizado en detalle, cuando ya los romanos (y otros pueblos aún antes) usaban mineral y derivados de mercurio para diversos usos de su vida normal. Una de mis más antiguas entradas (un poco larga, cierto, pero de las más visitadas) lo contaba al final.
Eso lleva a los autores a manifestar otro punto de vista igualmente interesante. Las cifras de los llamados genéricamente microplásticos presentes en el mar (ya sea en superficie o en el fondo), en el aire de las grandes ciudades, en lugares recónditos como el Ártico o montañas poco accesibles, están hinchadas por la inclusión en ese término de todo de tipo de fibras recogidas en los rastreos y en los que, como se ve, las fibras naturales de algodón o de lana aportan un componente importante. Todo ello dicho con las adecuadas prevenciones, lo que lleva a los autores, como suele ser habitual, a pedir que se investigue mucho mas en el tema.
Así que si ya teníamos problemas en ver dónde está todo el plástico corriente que se vierte a los océanos (algo que ya tratamos en la entrada antes mencionada) tendremos que seguir comprobando si estos datos recientes sobre la prevalencia de las fibras en el mar se siguen confirmando y, en su caso, buscar razones convincentes para esa masiva presencia o dar por hecho que el uso histórico de las fibras naturales es, en el fondo, el causante de lo que estamos viendo.
4 comentarios:
Curioso y entretenido. Vaya con las ovejas contaminantes y los romanos! ; - P
Tan pequeñito plastico no lo veo o sigo en vivo, pero me crea curiosidad.
Por Mallorca se ven muchas curiosidades recogiendo plastiquitos nadando.
Hay un buen número de capturas flotantes de films que ni sé si son muy contaminantes. Son como celofan, celulosa. Cuando llueve de pluviales vienen similares a celofan como los de envoltorios de cajetillas tabaco. O etiquetas de botellas, o envases de comida...
Ya en verano ya hay de todo... hay dias de mas de cien Kg... Sobretodo si por corrientes viene onada de plastico antiguo. Algunos restos grandes en algunos dias de verano si se ve que parecen de africa o en árabe. O otros por averias en aguas, turismo, gamberros o barcos accidentados, fiestas...
Recoger films nadando es como cazar mariposas de plastico, animaros, y son casi invisibles. Y la gente de fuera como ve peor, y se pregunta qué hago tan entrenido, divertido y invisible. Y hay muchas confusiones con turistas y furtivos...
Me pregunto si estos films suelen ser de celofan o celulosa, y si es poco tóxica, o no.
De oveja no son eh? no me engañen...
;P -hago broma-
Celebro leer en blog de Buho tantos datos interesantes y comentados. Anima mucho
Persiguiendo basura como diversion es como en el teatro, desear mucha mierda es desear cosas buenas, entretenimiento saludable...
Salut,
toni
;-P
Eres un poco gamberro pero tus comentarios me gustan. Ilustran lo guarra que es la gente que vive en el entorno de tu Mallorca. Pero recuerda que los océanos constituyen más del 70% de la superficie de la Tierra y que las costas son solo una parte pequeña de lo que no es agua. El estudio que cito ha recorrido aguas marinas de las principales cuencas oceánicas. Mar abierto para que se entienda.
En cuanto a los filmes, probablemente la mayoría de los que ves o “pescas” son puramente sintéticos. Polietileno y polipropileno fundamentalmente. Los que se usan como envoltorios de las cajetillas de tabaco son de acetato de celulosa, una modificación química de la celulosa derivada de los vegetales. Algunos lo consideran material sintético pero los que sabemos un poco de esto podemos decir que, en su mayor parte, son más parecidos a la celulosa original que a un plástico puramente sintético.
Sigue siendo como eres.
muy rápida, y útil su respuesta y emotiva!
gracias por su generosidad.
Estas semanas hay 'un bon berenar', mucho entretenimiento. Hay de todo para moverse, además de las mariposas saladas
gracis i salut
:-) toni
Tienes razón en relacionar la causa de ese “apenas 8% de microfibras sintéticas en las aguas del planeta” con el uso reciente de apenas un siglo…y podemos relacionarlo con el estudio del hielo polar, y el carbón atrapado, que nos dice desde qué época comenzó a llegar transportado por el viento, o el plomo atrapado en el hielo que se liberó a la atmósfera por la combustión de la bencina con la llegada del automóvil a nuestras vidas…
A mí, la duda que me queda , es si existe un estudio sobre cómo influyen las microfibras, sean de origen animal, vegetal o sintético en nuestros pulmones.
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