Si no quieres taza (RFK Jr.) toma taza y media (Dr. OZ)
No repuestos todavía del nombramiento por Trump de RF Kennedy Jr. como Secretario de Salud y Servicios Sociales de Estados Unidos y la cascada de afirmaciones que ha hecho sobre la fluoración del agua potable, la cura del sarampión con vitamina A o el dejar que las gallinas se contagien libremente de la gripe aviar para acabar con ella (así va el precio de los huevos), me acabo de desayunar con el nombramiento, en el Departamento que Kennedy dirige y como Administrador de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid, de un viejo conocido, el famoso Dr. Oz, que Wikipedia define como "un personaje de televisión, turco-estadounidense, cirujano cardiotorácico, profesor (emérito) de la Universidad de Columbia, promotor de pseudociencia y autor".
Como implícitamente viene establecido en esa definición, el Doctor Oz es sobre todo conocido por el show televisivo cuyo logo veis en la figura que ilustra esta entrada, un veterano programa que lleva años siendo criticado por la comunidad médica americana por la cantidad de recomendaciones, sin base científica o rozando claramente la pseudociencia, que en él se han realizado.
Para centrarnos en el tema, hay que aclarar que Medicare es un programa de cobertura de seguridad social, administrado por el Gobierno de Estados Unidos, que proporciona atención médica a todas las personas mayores de 65 años, o más jóvenes, si tienen graves problemas de salud, como cáncer, insuficiencia renal con necesidad de diálisis, etc. Medicaid, por su lado, es un programa de seguros de salud para la gente necesitada. En cualquier caso, y sin entrar en muchas profundidades, nada que se le parezca a nuestra Seguridad Social.
Entre otras muchas de las falacias que ha difundido entre sus espectadores, al Dr. Oz se le conoce sobre todo por sus proclamas sobre “milagrosos” quemagrasas, sustancias que pueden ayudar a adelgazar. La lista de productos que han aparecido en el programa es muy larga y van desde el extracto de café verde, la pulpa de la Garcinia Cambogia (o Tamarindo Malabar), el mango africano, los extractos de alubia blanca o de azafrán hasta la llamada cetona de frambuesa. Todos ellos promocionados bajo envoltorios más o menos “científicos”.
Por solo abundar en uno de ellos, bastante representativo en el historial del Dr. Oz, la mencionada cetona de frambuesa, químicamente conocida como reosmina o rascetona, es un compuesto fenólico que constituye el principal componente aromático de las frambuesas rojas. El Dr. Oz la hizo muy popular tras su presentación en uno de los programas emitidos en 2012. Aunque se encuentra de forma natural en las frambuesas, lo cierto es que lo que que se vende como suplemento alimentario, generalmente en forma de cápsulas, es un producto de síntesis (entre otras cosas porque el obtenido a partir de frambuesas es carísimo). Entre los potenciales beneficios que el Dr. Oz le adjudicaba estaba el que aumentaba la producción de adiponectina, una hormona implicada en la quema de grasas. También se aducía que la cetona de frambuesa actúa como un supresor del apetito e incluso que tenía propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
Ninguna de esas proclamas, ni otras realizadas con los otros “quemagrasas” ha tenido confirmación en estudios de investigación que se han llevado a cabo en animales o células de cultivo, nunca en humanos. Y no existen evidencias clínicas suficientemente claras como para poder afirmar que, con su uso, uno adelgaza. Además, y volviendo a la cetona de frambuesa, su consumo en cantidades importantes puede tener contraindicaciones cardiacas, como tensión arterial alta o taquicardias. De hecho, un caso sonado en EEUU fue la muerte de una joven de 22 años de una sobredosis de este preparado. La cetona de frambuesa fue uno de los casos que una congresista americana puso sobre la mesa, en una sesión a la que se tuvo que someter en el Congreso americano nuestro recién nombrado Director en 2014, por hacer proclamas exageradas sobre pérdidas de peso de suplementos diversos.
El Dr. Oz es también conocido por sus estrechas relaciones con la medicina alternativa. Y así, existe constancia documental de su fervor por la homeopatía (de la que mis lectores saben que soy un sesudo estudioso) o el Reiki, un tipo de medicina alternativa de origen japonés englobada dentro de las terapias de energía en la que, mediante la imposición de manos,se pretende transferir una energía universal (el qì) hacia el paciente con el fin de promover la curación emocional o física. De hecho, en 2009 y por su apuesta por el Reiki, nuestro Dr. Oz recibió un Premio Pigasus, instituido por ese azote de las pseudociencias que fue James Randi y que consiste en un cerdo volador de plata, que se suele adjudicar a los que propugnan teorías tan dudosas que “solo sucederán cuando los cerdos vuelen".
Es verdad que, al menos directamente, no parece haberse implicado en la distribución comercial de esos suplementos, aunque si ha tenido que hacer dinero con su programa de TV, con la impartición de conferencias y con la publicación de libros. O, al menos, no al nivel de otro conocido charlatán de feria sobre estas cosas, el también famoso Dr. Mercola, que mantiene un lucrativo negocio usando su nombre como reclamo en esta página web, en la que uno puede encontrar y comprar todo tipo de productos desde suplementos alimenticios y bebidas hasta cosas para mascotas. Todo a precio de orillo y sin argumentos científicos que los avalen. Y, por supuesto, todos muy sostenibles, orgánicos y hasta biodinámicos.
Pero lo que está claro, volviendo al Dr. Oz y su nuevo cargo, es que mal lo van a tener los ancianos enfermos de graves dolencias (protegidos por el Medicare) o los más desvalidos (bajo la tutela de Medicaid) con este ciudadano como Director General de ambas instituciones. Los veo en manos de curanderos y homeópatas…
Y la primavera de Vivaldi para festejar su llegada. Con Karajan dirigiendo (y tocando) y esa gran dama del violín que ha sido desde muy joven Anne-Sophie Mutter.
Como implícitamente viene establecido en esa definición, el Doctor Oz es sobre todo conocido por el show televisivo cuyo logo veis en la figura que ilustra esta entrada, un veterano programa que lleva años siendo criticado por la comunidad médica americana por la cantidad de recomendaciones, sin base científica o rozando claramente la pseudociencia, que en él se han realizado.
Para centrarnos en el tema, hay que aclarar que Medicare es un programa de cobertura de seguridad social, administrado por el Gobierno de Estados Unidos, que proporciona atención médica a todas las personas mayores de 65 años, o más jóvenes, si tienen graves problemas de salud, como cáncer, insuficiencia renal con necesidad de diálisis, etc. Medicaid, por su lado, es un programa de seguros de salud para la gente necesitada. En cualquier caso, y sin entrar en muchas profundidades, nada que se le parezca a nuestra Seguridad Social.
Entre otras muchas de las falacias que ha difundido entre sus espectadores, al Dr. Oz se le conoce sobre todo por sus proclamas sobre “milagrosos” quemagrasas, sustancias que pueden ayudar a adelgazar. La lista de productos que han aparecido en el programa es muy larga y van desde el extracto de café verde, la pulpa de la Garcinia Cambogia (o Tamarindo Malabar), el mango africano, los extractos de alubia blanca o de azafrán hasta la llamada cetona de frambuesa. Todos ellos promocionados bajo envoltorios más o menos “científicos”.
Por solo abundar en uno de ellos, bastante representativo en el historial del Dr. Oz, la mencionada cetona de frambuesa, químicamente conocida como reosmina o rascetona, es un compuesto fenólico que constituye el principal componente aromático de las frambuesas rojas. El Dr. Oz la hizo muy popular tras su presentación en uno de los programas emitidos en 2012. Aunque se encuentra de forma natural en las frambuesas, lo cierto es que lo que que se vende como suplemento alimentario, generalmente en forma de cápsulas, es un producto de síntesis (entre otras cosas porque el obtenido a partir de frambuesas es carísimo). Entre los potenciales beneficios que el Dr. Oz le adjudicaba estaba el que aumentaba la producción de adiponectina, una hormona implicada en la quema de grasas. También se aducía que la cetona de frambuesa actúa como un supresor del apetito e incluso que tenía propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
Ninguna de esas proclamas, ni otras realizadas con los otros “quemagrasas” ha tenido confirmación en estudios de investigación que se han llevado a cabo en animales o células de cultivo, nunca en humanos. Y no existen evidencias clínicas suficientemente claras como para poder afirmar que, con su uso, uno adelgaza. Además, y volviendo a la cetona de frambuesa, su consumo en cantidades importantes puede tener contraindicaciones cardiacas, como tensión arterial alta o taquicardias. De hecho, un caso sonado en EEUU fue la muerte de una joven de 22 años de una sobredosis de este preparado. La cetona de frambuesa fue uno de los casos que una congresista americana puso sobre la mesa, en una sesión a la que se tuvo que someter en el Congreso americano nuestro recién nombrado Director en 2014, por hacer proclamas exageradas sobre pérdidas de peso de suplementos diversos.
El Dr. Oz es también conocido por sus estrechas relaciones con la medicina alternativa. Y así, existe constancia documental de su fervor por la homeopatía (de la que mis lectores saben que soy un sesudo estudioso) o el Reiki, un tipo de medicina alternativa de origen japonés englobada dentro de las terapias de energía en la que, mediante la imposición de manos,se pretende transferir una energía universal (el qì) hacia el paciente con el fin de promover la curación emocional o física. De hecho, en 2009 y por su apuesta por el Reiki, nuestro Dr. Oz recibió un Premio Pigasus, instituido por ese azote de las pseudociencias que fue James Randi y que consiste en un cerdo volador de plata, que se suele adjudicar a los que propugnan teorías tan dudosas que “solo sucederán cuando los cerdos vuelen".
Es verdad que, al menos directamente, no parece haberse implicado en la distribución comercial de esos suplementos, aunque si ha tenido que hacer dinero con su programa de TV, con la impartición de conferencias y con la publicación de libros. O, al menos, no al nivel de otro conocido charlatán de feria sobre estas cosas, el también famoso Dr. Mercola, que mantiene un lucrativo negocio usando su nombre como reclamo en esta página web, en la que uno puede encontrar y comprar todo tipo de productos desde suplementos alimenticios y bebidas hasta cosas para mascotas. Todo a precio de orillo y sin argumentos científicos que los avalen. Y, por supuesto, todos muy sostenibles, orgánicos y hasta biodinámicos.
Pero lo que está claro, volviendo al Dr. Oz y su nuevo cargo, es que mal lo van a tener los ancianos enfermos de graves dolencias (protegidos por el Medicare) o los más desvalidos (bajo la tutela de Medicaid) con este ciudadano como Director General de ambas instituciones. Los veo en manos de curanderos y homeópatas…
Y la primavera de Vivaldi para festejar su llegada. Con Karajan dirigiendo (y tocando) y esa gran dama del violín que ha sido desde muy joven Anne-Sophie Mutter.