tag:blogger.com,1999:blog-53665539454400146132024-03-18T04:04:02.819+01:00EL BLOG DEL BÚHOUn alegato contra la QuimiofobiaYanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.comBlogger661125tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-81082731502198081772024-03-13T11:47:00.022+01:002024-03-13T12:04:09.624+01:00El escuadrón del veneno<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipNphPFShNmPZvNQLC9ajxGe_pAcpp5zT-QwsUE4tIAlS8R3qKNrt33NT4QSqR7dd8orEz7ucsJKK_vieBFSJhac5sMIN1-1scVgCqTqGr49Ht3rrZt1GggR-qN1rjfH2pii_bEZT1OIPaejHvW2sUCYn2jtNeRN_9-EL_9OCu398xlLQ1lWojY1jWWkWI/s800/poisonsquad.jpeg" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="488" data-original-width="800" height="173" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipNphPFShNmPZvNQLC9ajxGe_pAcpp5zT-QwsUE4tIAlS8R3qKNrt33NT4QSqR7dd8orEz7ucsJKK_vieBFSJhac5sMIN1-1scVgCqTqGr49Ht3rrZt1GggR-qN1rjfH2pii_bEZT1OIPaejHvW2sUCYn2jtNeRN_9-EL_9OCu398xlLQ1lWojY1jWWkWI/w284-h173/poisonsquad.jpeg" width="284" /></a></div><div style="text-align: justify;">El ciudadano de frente despejada que veis situado en la fila de atrás de la foto, el tercero por la izquierda, se llamaba <b>Harvey W. Wiley</b> (1844-1930) y en 1902 había enrolado a doce jóvenes (en la foto, faltan dos), todos ellos varones americanos, blancos y de buena salud para emplearlos como cobayas en sus intentos de demostrar que muchos conservantes (sobre todo) y otros aditivos que se estaban utilizando en la incipiente industria alimentaria de los Estados Unidos, así como otras sustancias vendidas como “medicamentos”, eran nocivos para la salud humana. Los enrolados en este Escuadrón del Veneno (Poison Squad, como popularmente se les denominó en USA*), estaban obligados a desayunar, comer y cenar comida normal, pero la mitad del grupo lo tenía que hacer con alimentos deliberadamente contaminados (la otra mitad no) con el aditivo bajo estudio y por lo que recibían un estipendio de 5 dólares de la época al mes.<br /><span id="fullpost">
<br />Aunque ahora pueda parecer que nuestros ancestros de esa época tenían una alimentación sana y “natural”, lo cierto es que desde mediados del siglo XIX, tanto en países europeos como Alemania o Gran Bretaña o en los Estados Unidos, era evidente que muchos proveedores de alimentos estaban usando prácticas que disminuían la calidad de los mismos y, en algunos casos, ponían en grave riesgo la salud de de los consumidores. Desde vender leche que previamente se había desnatado y a la que se había añadido agua (algo que en mi infancia recuerdo que mi madre denunciaba), como en el uso de compuestos de cromo o arsénico en la confección de golosinas coloreadas con ellos, lo que estuvo en el origen de varias muertes en Inglaterra. En esa época, charlatanes y boticarios vendían pretendidos fármacos como, por ejemplo, el que se ve en la foto de abajo, que contenía cocaína para aliviar el problema de los primeros dientes en los niños.<br /><div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7PpKmXCmdZejUTLwjvUo6XnKrAMji2utJB69k9DnWWheOkguBzuq95w8S3LE9n4EPfmxfnmYNglBc1Gg6Ljxx2s50ShVdJUcEBhUJvTUf_4BtU5kca-rjOcxUkmT-MSftZsWqI5Sf8pqiTPyivRKA6rXgvqv42BWIeZhECWxA_Rd6CaExDgFnFViWqWQt/s846/cocaine-tooth-drop.webp" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="536" data-original-width="846" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7PpKmXCmdZejUTLwjvUo6XnKrAMji2utJB69k9DnWWheOkguBzuq95w8S3LE9n4EPfmxfnmYNglBc1Gg6Ljxx2s50ShVdJUcEBhUJvTUf_4BtU5kca-rjOcxUkmT-MSftZsWqI5Sf8pqiTPyivRKA6rXgvqv42BWIeZhECWxA_Rd6CaExDgFnFViWqWQt/w335-h212/cocaine-tooth-drop.webp" width="335" /></a></div>
<br />En 1878, el Wiley de la foto volvió a su puesto de la Universidad de Purdue (Indiana) tras un periodo sabático en Alemania donde, además de asistir a las conferencias de August Wilhelm von Hofmann, el descubridor de los derivados orgánicos del alquitrán, como la anilina, trabajó en el Laboratorio Imperial de Alimentos de Bismarck, lo que le hizo dominar el uso de instrumentos como el polarímetro, entonces en boga en el estudió de los azúcares. A su regreso, las autoridades sanitaria de Indiana le pidieron que analizara los azúcares y jarabes a la venta en el estado para detectar cualquier adulteración. Wiley publicó su primer artículo sobre la adulteración del azúcar con glucosa en 1881.<br />
<br />Al año siguiente, Wiley aceptó una oferta del Departamento de Agricultura americano (USDA) como responsable de su Unidad de Química, que estaba al cargo del estudio y control de muchos alimentos y empezó su particular cruzada en la que, además de buscar posibles adulteraciones en los mismos, propugnaba que los alimentos, las bebidas y los fármacos se etiquetaran verazmente para que el consumidor supiera lo que estaba comprando.<br />
<br />Tras organizar su equipo de trabajo, en 1887 la USDA publicó el primer examen detallado de productos alimenticios titulado Foods and Food Adulterants (también conocido como Boletín técnico nº 13). Revelaba, como era de esperar, que al analizar muestras de leche, los químicos del equipo de Wiley habían encontrado muchas veces un producto casi siempre diluido con agua y blanqueado con tiza para darle un aspecto menos sucio. Detectaron muchas bacterias nadando en la leche y, en algún caso, hasta gusanos en el fondo de la botella. Los hallazgos sobre otros productos lácteos fueron igualmente reveladores. Gran parte de la "mantequilla" que los científicos encontraron en el mercado no tenía nada que ver con un producto lácteo, excepto por el nombre ficticio que figuraba en la etiqueta del producto.<br />
<br />En los años siguientes hubo escándalos sonados que tenían que ver con otros alimentos y bebidas. Uno de los que más repercusión tuvieron en los medios fue la constatación de que algunos de los <i>whiskys</i> que se vendían eran auténticos timos. Se obtenían con alcohol obtenido por destilación de diversas fuentes, al que se añadían diversos colorantes y aditivos para simular el producto que se proclamaba en la etiqueta. Otro escándalo similar se produjo tras la guerra de Cuba entre Estados Unidos y España en Cuba, que terminó en 1898, cuando se hizo público el cabreo de la Marina americana por haber estado consumiendo unas latas de carne a las que, para preservarlas de su normal deteriorο, se añadía formaldehído. Dado que este producto, cuyos efectos tóxicos hoy conocemos bien, se empleaba y emplea para conservar cadáveres, el asunto pasó a la prensa americana bajo el término “<i>embalmed beef</i>” (carne embalsamada).<br />
<br />En mayo de 1902, Wiley consiguió que el Congreso americano le proporcionara una subvención de 5.000 dólares de la época para poner en marcha los ensayos con su “escuadrón del veneno”, sobre algunos aditivos que estaban causando alarma. Solo seis meses más tarde se inició el primer test, dedicado al <b>bórax</b>, que se estaba empleando como conservante de la leche y la mantequilla (en las casas no había aún frigoríficos eléctricos como los que ahora conocemos). A ellos siguieron otros como el formadehído ya citado, el ácido salicílico, la sacarina, de la que enseguida hablaremos, o el benzoato sódico.<br />
<br />Tras cada publicación de los resultados en los que, invariablemente, Wiley recomendaba la eliminación de esos aditivos a la vista de los efectos evidenciados en la muchachada del escuadrón, las industrias usuarias de los mismos le acababan llamando de todo. Pero, pese a todo, consiguió que, en 1906, el Congreso aprobara la desde entonces famosa Ley de Alimentos y Fármacos Puros (<i>Pure Food and Drug Acta</i>). Con ella en la mano, el Departamento de Wiley pudo emprender una labor más sistemática en la búsqueda de contaminantes y en el requerimiento de adecuadas formas de etiquetar los alimentos, bebidas y fármacos.<br />
<br />Todo ello gracias al apoyo del presidente Theodore Roosevelt (no confundir con otro presidente Roosevelt, el de la segunda guerra mundial) que le defendió a capa y espada. Sin embargo, al final del mandato de Roosevelt, las chispas saltaron entre él y Wiley como resultado de que este último propusiera a la USDA la prohibición de la <b>sacarina</b>, al entender que era un aditivo sin valor energético, derivado del alquitrán y que había causado algunos problemas a sus cobayas humanos. Pero el médico personal de Roosevelt le había recomendado sustituir el azúcar por sacarina, como forma de controlar sus problemas de sobrepeso y su incipiente diabetes. Podéis leer la atribulada historia de la sacarina en Estados Unidos en dos entradas sucesivas (y muy visitadas) que escribí en 2013 en el Blog del Búho, picando <a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2013/09/la-sacarina-y-sus-rebeldes-i.html"><i>aquí</i></a> y <a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2013/09/la-sacarina-y-sus-rebeldes-y-ii.html"><i>aquí</i></a>.<br />
<br />Al principio, Roosevelt se rebeló contra las intenciones de Wiley, nombrando una Comisión de cinco miembros, entre los que estaba el descubridor de la sacarina (Ira Remsten) para el estudio de la propuesta. Pero pronto quedó claro que la Comisión no podía ser objetiva porque el propio Presidente se encargó de dejar claro en una de las reuniones que “<i>quienquiera que piense que la sacarina es dañina es un perfecto idiota</i>”. Así que la Comisión no se atrevió a aprobar su prohibición aunque, de manera suave y para satisfacción del lobby de los azucareros, indicó que no tenía valor alimentario y que, por tanto, no podía sustituir al azúcar sin hacer que los alimentos que lo contuvieran "<i>perdieran calidad</i>".<br />
<br />Tras el fin del mandato de Roosevelt, las cosas tampoco mejoraron para Wiley con el siguiente presidente (William H. Taft) así que el 15 de marzo de 1912, cuarenta años antes de que naciera este vuestro Búho, Wiley dimitió de su cargo. Pero, por encima de su problemática vida en la USDA, la historia americana le recuerda como el creador de la <i>Pure Food and Drug Acta</i> arriba mencionada, cuya aplicación evidenció la necesidad de la creación en 1927 de la actual <i>Food and Drug Administration</i>, la conocida y poderosa FDA americana que controla todo lo que tiene que ver con la alimentación y medicamentos vendidos en EEUU.<br />
<br />Y para terminar sin perder las buenas costumbres, un poco de <a href="https://www.youtube.com/watch?v=NKifP6DLWys"><i>música</i></a> (menos de 4 minutos). El Vals de la suite Masquerade de Katchaturian por la Orquesta de la Scala dirigida por Daniel Harding.<br />
<br />(*) <i>Este post está inspirado en una reciente charla online de la American Chemical Society, impartida por Deborah Blum, una prestigiosa periodista científica americana que me indujo a leer su libro, publicado en en 2019 y titulado The Poison Squad, sobre la vida de Harvey Wiley</i>.</span></div>
Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-59261544151909589602024-02-28T08:16:00.032+01:002024-03-01T11:11:12.904+01:00Dioxinas y fuego<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhedSx3oR0wztC2L-waskEvG8SNXrqAcjR10MEQLtwfHQiJPMh5IVzrnCnRLyKCrh5DiJx1deDnpuO0ubYLCJiwzM-giFUipxRgbw8T1HOfTT3nv-DQwapJYQvI9XDKSEyKE1EMuIXli6G4rCBh1KqoFdM-Ni2qFo74edsY_bIcI_N_fMSyKv_kMKCtB1sQ/s1440/dioxins%20and%20fire.jpeg" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="810" data-original-width="1440" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhedSx3oR0wztC2L-waskEvG8SNXrqAcjR10MEQLtwfHQiJPMh5IVzrnCnRLyKCrh5DiJx1deDnpuO0ubYLCJiwzM-giFUipxRgbw8T1HOfTT3nv-DQwapJYQvI9XDKSEyKE1EMuIXli6G4rCBh1KqoFdM-Ni2qFo74edsY_bIcI_N_fMSyKv_kMKCtB1sQ/s320/dioxins%20and%20fire.jpeg" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En esta fecha, hace 18 añitos de nada, empecé a escribir este Blog. Ahora que ya es mayor de edad va siendo tiempo de hacer quizás algunos cambios. Los tengo en la cabeza pero creo que van a tener que esperar un poco más. Así que todo se va a quedar en felicitarme a mi mismo por el empeño de llegar hasta aquí y celebrar este cumpleaños haciendo lo mismo que en los anteriores. Escribiendo una entrada. Y, para ello, voy a aprovechar algo del material que, la pasada semana, mostré en una charla que impartí en ese magnífico escenario que es el TOPIC (Museo y Centro Internacional de la Marioneta de Tolosa) para los amigos del Beti Ikasten Elkartea.Y que, a pesar de hablar del fuego, no tuvo nada que ver con el tremendo incendio de Valencia.<br /> <span id="fullpost">
<br />Las dioxinas, una extensa familia de sustancias químicas, fueron alarmando progresivamente a la población a partir de finales de los cincuenta, con casos como el edema de los pollos en USA, las consecuencias de la deforestación de amplias zonas de Vietnam, Laos y Camboya con el <b>agente naranja</b> usado por los americanos en la guerra de Vietnam o el desastre de Seveso (<a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2016/06/algo-diferente-sobre-las-dioxinas.html"><i>más detalles de todo ello aquí</i></a>).<br />
<br />En todos esos incidentes, las dioxinas causantes de los problemas se originaron como <b>subproductos no intencionados e inadvertidos</b> durante las reacciones de obtención de ciertos productos químicos comerciales, especialmente compuestos con <b>cloro</b>. Porque, en realidad, <b>la industria química nunca ha producido comercialmente dioxinas</b>.<br />
<br />Un giro en el entendimiento del complicado origen de las dioxinas se produjo en 1977, cuando <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/0045653577900352"><i>un artículo</i></a> científico de investigadores holandeses hizo notar que las dioxinas estaban presentes en las cenizas que desprendían tres incineradoras de su país. Tres años después, en 1980, un grupo de investigación americano perteneciente a la empresa DOW, en Michigan, dirigido por Robert Bumb, <a href="https://www.science.org/doi/10.1126/science.6159682"><i>mostró</i></a> que las dioxinas estaban presentes <b>en las partículas </b>que se generan durante la combustión de la mayoría de lo que los químicos llamamos <b>sustancias orgánicas</b> (que contienen carbono), lo que hace que se emitan dioxinas en cualquier incendio (natural o provocado), entre los que se incluyen la combustión de residuos municipales y la de residuos químicos.<br />
<br />Este fue un descubrimiento importante. Ya no se podía culpar de la presencia de dioxinas en el ambiente ÚNICAMENTE a subproductos derivados de los procesos de la industria química. De hecho, el propio Bumb, antes de que se publicara el artículo arriba mencionado, ya había declarado a la revista Chemical Engineering and News que "<i>Ahora creemos que las dioxinas han estado con nosotros desde el advenimiento del fuego. Lo único que es diferente es nuestra nueva capacidad para detectarlas en el medio ambiente</i>”.<br />
<br />Pero esa tesis que ligaba las dioxinas al fuego, desde épocas pretéritas, fue refutada en 1990 por <a href="https://www.science.org/doi/10.1126/science.6159682"><i>un estudio</i></a> de Ronald Hites de la Universidad de Indiana, tras estudiar las concentraciones de dioxinas (y de sus primos los furanos) en las capas acumuladas de sedimentos en una serie de lagos americanos. <b>Ello le permitió reconstruir las concentraciones de esos mismos compuestos en la atmósfera desde la que se habían depositado esos sedimentos</b>. Observando que era solo a partir de la década de los años 30 (ver la gráfica), cuando las concentraciones de esas sustancias comenzaron a aumentar, alcanzando un máximo alrededor de 1970, tras lo que empezaron a disminuir. Indicando que <b>los niveles atmosféricos</b> de dioxinas y furanos habían evolucionado de manera similar.<br />
<br /><div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYO4DTAD2i63bziULCU2nADjy2qD3FfdMzLZG49ysD8PrD7U0gCfiBZzQZ0Ni9peLS61cbm6AMmfTfqtuKbav9xyIpZ8x0uRu0fXeruwgLa1rfmIu5H3frCjs3FgJfqGk575mTuzBpdjoGv3KasI15ekY5ei9dDr45gej8YfO_Pidsf_A7im3TN95Asn05/s510/dioxinas%20en%20sedimentos.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="390" data-original-width="510" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYO4DTAD2i63bziULCU2nADjy2qD3FfdMzLZG49ysD8PrD7U0gCfiBZzQZ0Ni9peLS61cbm6AMmfTfqtuKbav9xyIpZ8x0uRu0fXeruwgLa1rfmIu5H3frCjs3FgJfqGk575mTuzBpdjoGv3KasI15ekY5ei9dDr45gej8YfO_Pidsf_A7im3TN95Asn05/s320/dioxinas%20en%20sedimentos.jpg" width="320" /></a></div>
<br />¿Qué pasó alrededor de 1935 para que iniciara ese crecimiento en la concentración de dioxinas en el ambiente?. Estaba claro que algo más que el fuego tenía que ser ya que la combustión de carbón, que se inició con la Revolución Industrial bastantes decenios antes, no podía explicar el registro histórico observado. La quema de carbón fue casi constante entre 1910 y 1980, sin que hubiera <b>un cambio importante ni en la cantidad quemada ni en la tecnología de combustión durante los años 30.</b><br />
<br />En el artículo, el autor sugería que fue un cambio en la industria química lo que tuvo lugar aproximadamente en este momento. Antes de la Segunda Guerra Mundial <b>(1939-1945)</b>, la industria química producía y vendía grandes cantidades de productos inorgánicos, generalmente sales, que no contenían carbono y que, por tanto, era difícil que generaran dioxinas.<br />
<br />Durante la Segunda Guerra Mundial, se introdujeron muchos productos orgánicos (con carbono). Además, algunos de ellos, contenían adicionalmente átomos de cloro, como el PVC, un plástico que contiene cloro en su molécula. U otros productos que también lo contienen, como los insecticidas o herbicidas o los PCBs (hoy ya prohibidos). A medida que se quemaban materiales de desecho que contenían estos productos químicos con carbono y cloro en sus moléculas, se producían dioxinas que se liberaban a la atmósfera. Desde ella, estos compuestos se depositaban en el agua o en el suelo y terminaban, en el caso de los lagos, en los sedimentos que el artículo investigó.<br />
<br />El máximo a mediados de los setenta coincide con el inicio de la preocupación en Europa y USA, tras los sucesivos accidentes en los que dioxinas estaban presentes. Ya en los principios de los 80 ese grado de preocupación había tenido como consecuencia no solo restricciones en procesos capaces de generar compuestos similares a las dioxinas, <b>sino en la realización de inventarios de posibles fuentes de esos compuestos</b>. Para principios de los noventa, muchos países tenían legislaciones mucho más estrictas en lo relativo a emisiones de dioxinas y furanos en las incineradoras de residuos urbanos y en industrias que, como las acerías, la industria química o las papeleras, eran fuentes importantes de estos compuestos.<br />
<br />Hoy en día, como dice un amigo que sabe de esto, las incineradoras han dejado de ser emisoras netas de dioxinas para convertirse, por tanto, en sumideros que las eliminan. El principal cambio tecnológico fue calentar a temperaturas superiores a 850 ºC, durante unos pocos segundos, los gases producidos en la combustión antes de emitirlos al medio ambiente, destruyendo como consecuencia de ello las dioxinas producidas.<br />
<br />Con estos cambios, mientras que en los años 80 las emisiones de dioxinas procedentes de incineradoras americanas suponían más del 80% del total, ahora no llegan al 4%. Y algo similar pasa con las industrias sujetas a regulación. De hecho, <a href="https://assessments.epa.gov/dioxin/document/&deid=159286"><i>en USA</i></a>, el primer emisor de dioxinas (casi el 33%) son actualmente las fogatas y hogueras hechas en los jardines y huertas de las casas individuales.<br />
<br />Paralelamente, diversos estudios realizados sobre la carga de dioxinas en humanos, provenientes sobre todo del consumo de pescado, carne, huevos o leche, han ido descendiendo progresivamente, aunque debemos seguir insistiendo en medidas que rebajen aún más esa exposición. Un buen ejemplo de lo conseguido en años reciente es <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0160412013001906"><i>este artículo</i></a> que estudió, entre 1972 y 2011, la evolución del contenido en dioxinas de la leche materna de lactantes suecas.<br />
<br />Y hablando de fuego y para celebrar el cumple, <a href="https://www.youtube.com/watch?v=v67an4DuiFY"><i>un extracto de 3 minutos</i></a> del Pájaro de Fuego de Igor Stravinsky, con la Filarmónica de Berlín bajo la dirección de Kirill Petrenko.</span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-20358415875226814512024-02-13T13:49:00.053+01:002024-02-15T08:29:51.020+01:00Más plásticos que peces<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-yIRpzmEkBwruQuv9H6wVxzdrHOsfG_TZ2wmPvtq9OsC78740CofXmt2Sj4vJ8LOZ4WO-MW2Arex5h6-lQvDBdcySpIQL9zZZN-U1-c_TLSQHEZVD3ByiJ4s-MZICwGkMQiO2RLSbofRE0HQMWCSrUmTRcLx5Q_0DhbMKOzgZRZO78Fh5kKEpUeQdOvcY/s960/plastico%20y%20peces.jpeg" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="680" data-original-width="960" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-yIRpzmEkBwruQuv9H6wVxzdrHOsfG_TZ2wmPvtq9OsC78740CofXmt2Sj4vJ8LOZ4WO-MW2Arex5h6-lQvDBdcySpIQL9zZZN-U1-c_TLSQHEZVD3ByiJ4s-MZICwGkMQiO2RLSbofRE0HQMWCSrUmTRcLx5Q_0DhbMKOzgZRZO78Fh5kKEpUeQdOvcY/s320/plastico%20y%20peces.jpeg" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Tiempo habrá para utilizar la abundante documentación que he almacenado en una carpeta sobre el asunto de la <b>granza gallega</b>, de lo que escribí <i><a href="http://elblogdebuhogris.blogspot.com/2024/01/granza-en-playas-gallegas-una-primera.html">hace poco</a></i>. Vamos a dejar pasar las elecciones en ese territorio y veremos si me da por volver sobre el tema. Pero sin hacer referencia concreta al desgraciado incidente del contenedor, voy a utilizar como excusa para la entrada de hoy <i><a href="https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/sociedad/2024/01/14/2050-habra-plasticos-peces-mar-7740826.html#">un artículo</a></i> que publicó un periódico que se vende en mi pueblo. Decía su contundente titular “<b><i>En 2050 habrá más plásticos que peces en el mar</i></b>”. Su autora repite la misma frase en el primer párrafo del artículo, pero ahí se acaba todo. Ni una sola referencia que justifique la afirmación. El resto del artículo, en su mayor parte, da pábulo a un portavoz de Greenpeace en Galicia que, aprovechando que parte de la granza acabó en su tierra, nos sermonea con su conocido mantra sobre los microplásticos y sus males.<br /> <span id="fullpost">
<br /> En el año 2016, la Fundación Ellen MacArthur publicó <i><a href="https://emf.thirdlight.com/file/24/_A-BkCs_skP18I_Am1g_JWxFrX/The%20New%20Plastics%20Economy%3A%20Rethinking%20the%20future%20of%20plastics.pdf">un extenso informe</a></i> titulado “<b><i>The New Plastics Economy. Rethinking the future of plastics</i></b>”. La mencionada Fundación tiene entre sus objetivos el estudio de la llamada Economía Circular, como estrategia para abordar problemas como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad o el problema de los microplásticos. En un corto párrafo de la página 17, el informe dice que “<i>Las mejores investigaciones disponibles en la actualidad estiman que hay más de 150 millones de toneladas de plásticos en el océano hoy en día. En un escenario sin cambios, se espera que el océano contenga 1 tonelada de plástico por cada 3 toneladas de pescado en 2025 y, en 2050, mas plásticos que peces (en peso)</i>”.<br />
<br /> Me vais a dejar que, al hilo del asunto que nos ocupa, os cuente una interesante historia sobre plásticos y peces. Que tiene que ver con la <b>expedición Malaspina</b>, llevada a cabo durante 2011 y 2012 por dos buques oceanográficos españoles (el Hespérides y el Sarmiento de Gamboa), que emularon otra expedición llevada a cabo por el italiano Alessandro Malaspina, al servicio de la Corona española, a finales del siglo XVIII. Aunque, esta vez, los objetivos de la nueva Malaspina eran puramente científicos. Entre ellos evaluar la cantidad total de peces en el mar o, también, la cantidad de plástico que había flotando en <b>la superficie</b> de los océanos.<br />
<br /> Empecemos por los peces. O, más específicamente, por <b>la biomasa</b> de peces existente en los océanos. La Fundación Ellen MacArthur, en 2016, hablaba de que los océanos contenían unos 900 millones de toneladas de peces, citando <i><a href="https://royalsocietypublishing.org/doi/10.1098/rspb.2008.0192">un único artículo</a></i> de 2008 (aunque el informe hable de las mejores investigaciones disponibles, en plural). Esos números han sido posteriormente (2015) <i><a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0133794">puestos en duda</a></i> por el propio primer autor del artículo en cuestión, confirmando lo que otros autores ya habían venido publicando entre ambas fechas, gracias al empleo de nuevas técnicas (observaciones acústicas) en la evaluación de la biomasa global de peces.<br />
<br /> Entre esos nuevos resultados estaban precisamente los de la expedición Malaspina, publicados en 2014 <i><a href="https://www.nature.com/articles/ncomms4271">en Nature</a></i>, y que concluían que la biomasa total de peces existente en los océanos podía ser entre 10 y 30 veces más grande que las novecientas mil toneladas que evaluó el artículo de 2008 arriba mencionado y que usó la Fundación Ellen MacArthur.<br />
<br /> En <i><a href="Es decir, que la masa de plástico que habrá en 2050 tampoco está clara. En definitiva, el titular que usó el diario de mi pueblo, al igual que, ya en 2016, otros medios y ONGs, no tiene unas sólidas raíces en cuanto a los datos se refiere. Unos y otras solo los usaron para titulares, desechando las 113 páginas restantes del informe de la Fundación Ellen MacArthur, dedicadas a analizar los problemas que las basuras plásticas plantean y a proponer muy diversas soluciones. Todo ello desde estrategias factibles, muchas de las cuales ya están en marcha en los países más ricos. Pero eso no vende. Son argumentos retardacionistas, un término en boga entre los activistas.">un artículo</a></i> (os pongo enlace pero es de pago) publicado en El País, con ocasión del trabajo publicado en Nature arriba mencionado, el prestigioso oceanógrafo <b>Carlos Duarte</b> (uno de los firmantes del mismo) hablaba de la gran cantidad de especies existentes en las <b>zonas mesopelágicas</b> (entre 300 y 700 metros de profundidad) de los océanos, como los peces linterna (<i>Myctophidae</i>) o los peces luciérnaga (<i>Cyclothone</i>): “<i>Se pensaba que las aguas, a esas profundidades, son prácticamente un desierto y no es así. Lo que pasa es que la vida se esconde en ellas de día, porque aproximadamente una tercera parte de esos peces ascienden de noche a alimentarse a la zona superficial del agua</i>”.<br />
<br /> Así que hay muchos más peces que los que se creía. Y probablemente haya muchísimos más. El mismo artículo de El País se hacía eco de otro de los resultados sorprendentes de la Malaspina, que tenía que ver con los plásticos. Aunque era cierto que habían encontrado mucho residuo plástico en la zona superficial del océano (casi todo en forma de Microplásticos, acumulados especialmente en los giros oceánicos que dan lugar a las llamadas “islas de basura”), los investigadores calcularon que los océanos acumulaban en su superficie entre 7.000 y 35.000 toneladas de estos residuos, <b>solo un 1% del plástico que se estimaba debía estar flotando en el mar</b>.<br />
<br /> Entre las diversas causas de esa aparente desaparición del plástico en el mar, el artículo lanzaba la hipótesis de que la biomasa pelágica arriba mencionada podía ser una de ellas. Esos peces suben de noche a la superficie, comen plástico que confunden con presas y vuelven a las profundidades donde, en su mayor parte, devuelven el plástico al mar en forma de heces. Una hipótesis que, desde entonces, nadie ha confirmado.<br />
<br />Si la Malaspina tuvo dificultades para evaluar la masa de plástico que flotaba en la superficie del mar, evaluar la masa perdida en la vasta extensión y profundidad de los océanos del mundo es casi una labor imposible. En su informe, la Fundación Ellen MacArthur empleó los datos de <a href="https://www.science.org/doi/10.1126/science.1260352"><i>un único artículo de 2015</i></a> en la revista Science. Los autores, con los datos existentes hasta entonces, los extrapolaban hasta 2025. Suponiendo que la cantidad de plástico que va a entrar en el océano seguirá creciendo como hasta ahora (escenario business-as-usual), la Fundación realizó una ulterior extrapolación hasta 2050. Sin embargo, <a href="https://microplastics.springeropen.com/articles/10.1186/s43591-020-00002-8"><i>un artículo de 2021</i></a> que revisaba diversas estimaciones de la basura plástica que entró en los océanos hasta 2019, viene a mostrar que, aunque la producción de plástico sigue creciendo, la basura plástica que va al mar parece haberse estabilizado e incluso, en algunos ámbitos, está decreciendo.<br />
<br /> Es decir, que la masa de plástico que habrá en 2050 tampoco está clara. En definitiva, el titular que usó el diario de mi pueblo, al igual que, ya en 2016, usaron otros medios y ONGs, no tiene unas sólidas raíces en cuanto a los datos se refiere. Unos y otras solo los usaron para titulares, desechando las 113 páginas restantes del informe de la Fundación Ellen MacArthur, dedicadas a analizar los problemas que las basuras plásticas plantean y a proponer muy diversas soluciones. Todo ello desde estrategias factibles, muchas de las cuales ya están en marcha en los países más ricos. Pero eso no vende. Son argumentos retardacionistas, un término en boga entre los activistas.<br />
<br /> Como dice Hannah Ritchie, editora adjunta de <i><a href="https://ourworldindata.org">Our World in Data</a></i> y autora del reciente libro <i>Not the end of the World</i> (2024), que os recomiendo, “<i>poco importa el que en 2050 haya mas plástico que peces o no. Sería también un problema el que hubiera la mitad, la cuarta parte o la décima de la biomasa de peces. La basura plástica es un problema a lo largo y ancho de los océanos del mundo y no hay necesidad de exagerarlo</i>”. Lo importante es que el plástico no debe seguir entrando en el mar. Y hay que trabajar duro en ello.<br />
<br /> Un poco de música para acabar: un extracto (3’) de <i><a href="https://www.youtube.com/watch?v=4240QMQ1jhU">La mer</a></i> de Claude Debussy, de la mano de su tocayo Claudio Abbado y la Filarmónica de Berlín.</span></div>
Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-46281851049308694582024-01-29T18:31:00.005+01:002024-01-30T08:58:20.130+01:00Cuarenta años de Macs<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5R17yhjbIHq5cJtIyq849HuhgruCI7L4TpgniTpK1spNX8R0Ct2lAZIYwirOroXsMHIt0DdRgC2VvgnxgRDno9xGe62LXo5tqpnd1OhUTdpywlkcjhQf-UjAIDLe7WCv4s7GlSMAx_tgagMnCJQVe1QFaNJErSivlB73XeX6tWhluXt_SF7ZrF-r-6K-2/s452/macintosh-128k.pg.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="452" data-original-width="400" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5R17yhjbIHq5cJtIyq849HuhgruCI7L4TpgniTpK1spNX8R0Ct2lAZIYwirOroXsMHIt0DdRgC2VvgnxgRDno9xGe62LXo5tqpnd1OhUTdpywlkcjhQf-UjAIDLe7WCv4s7GlSMAx_tgagMnCJQVe1QFaNJErSivlB73XeX6tWhluXt_SF7ZrF-r-6K-2/s320/macintosh-128k.pg.jpg" width="283" /></a></div><div style="text-align: justify;">No lo puedo resistir. Aunque me saquen cantares mis amigos, colegas y antiguos estudiantes que conocen mis debilidades, mi Blog personal no puede dejar pasar un acontecimiento como el de esta pasada semana. A fin de cuentas, este Blog tiene dos misiones para mi. Una, motivarme a conocer bien los temas que me ocupan y preocupan para contarlos públicamente. Y dos, registrar muchas de las cosas que me ocurren en el día a día. Y, hace cuarenta años, el 24 de enero de 1984, llegaba al mercado el entonces denominado Macintosh, el primer ordenador comercial con ratón e interfaz gráfica y cuya imagen podéis ver arriba.<br /> <span id="fullpost">
<br />En sus tripas llevaba un microprocesador Motorola 68000 y en su salida en EEUU se vendía a la inalcanzable cifra de 2.500 dólares de la época, que ya es costar. Uno exactamente igual llegó a mi Facultad unos meses más tarde (aunque no puedo recordar la fecha), como ordenador a socializar entre todo su claustro, en virtud de un consorcio de Apple con Universidades europeas entre las que estaba la nuestra. Lo que ocurrió entre este vuestro Búho y aquel primer Mac fue amor a primera vista, que ha seguido hasta ahora (soy de naturaleza monógamo).<br />
<br />Con aquel Mac me acostumbré a usar dos aplicaciones que cambiaron la óptica de mis relaciones con los pocos ordenadores que hasta entonces había conocido o manejado: el <b>MacPaint</b>, que permitía "pintar" con el ratón, y el <b>MacWrite</b>, realmente el primer procesador de textos en el sentido de que lo que el usuario veía en la pantalla era igual a lo que aparecía después en la impresora. (WYSIWYG o "<i>what you see is what you get</i>" en jerga informática).<br />
<br />El Macintosh era sencillo de manejar y entender y, además, fácil de mover de un despacho o laboratorio a otro, porque tenía un asa para poder transportarlo con comodidad y, encima, pesaba poco. Más de una gresca tuvimos los jóvenes airados que éramos entonces los ya en su gran mayoría Profesores jubilados de hoy en día, por poder compartir a solas las delicias del invento.<br />
<br />En su día, hace muchos años, salvé de ir a la basura a un Mac Plus, la versión 3 del Macintosh original (del primero que nos llegó no sé que fue). Y ahí estuvo, en una estantería de mi despacho, entre los libros, durante años. No servía para nada porque ni siquiera arrancaba y el teclado (una pieza separada) había desaparecido. Era una mero objeto decorativo y un buen sostén para las filas de mis libros. Cuando me jubilé, consulté la posibilidad de llevármelo. Y me dijeron que, si no la hacía, iba a ir a la basura directamente, pues era tan antiguo que ni estaba inventariado por la UPV/EHU. Y ahí está, en la biblioteca de mi casa, aguantando ahora carpetas abultadas de las cosas que guardo para este Blog.<br />
<br />Quizás por la portabilidad de aquel Mac, los siguientes que fui comprando para uso privado han sido todos portátiles. Me gaste una pasta gansa en el PowerBook 140 del año 1991. Creo que no ha pagado tanto dinero ni por el último que me compré en 2014, un Mac Book Air de 11 pulgadas de pantalla, un tamaño que Apple nunca ha vuelto a ofrecer. Una joya, que he utilizado desde mi jubilación en decenas de charlas y que sigue funcionando perfectamente.<br />
<br />Por el camino han quedado cosas tan curiosas como el iBook, que cariñosamente conocíamos en casa como “la manzanita”, con el que inicié el siglo XXI. Entre los modelos que veis a la derecha, el mío era el de color azulado.<br /><div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_ssud0gVZ7WInetjmzm8cJZw6Yxfm6EPecAds7KbMVr_cLJNHyk7QX47QHFMXpb0RqsM7QO5dgNT2EksEVU9Ltu-gImQ5a1pCy6bibmvZKz3-R5p6l_D9mVBG5h_3XfPfM81KqQnS3WRyaB6LguJzfbooLEl1PKWRoAuZ56EiTUcPl89JanFr2rlhLyrz/s1360/ibook-family-2.jpeg" style="clear: right; display: block; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="1035" data-original-width="1360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_ssud0gVZ7WInetjmzm8cJZw6Yxfm6EPecAds7KbMVr_cLJNHyk7QX47QHFMXpb0RqsM7QO5dgNT2EksEVU9Ltu-gImQ5a1pCy6bibmvZKz3-R5p6l_D9mVBG5h_3XfPfM81KqQnS3WRyaB6LguJzfbooLEl1PKWRoAuZ56EiTUcPl89JanFr2rlhLyrz/s320/ibook-family-2.jpeg" width="320" /></a></div>
<br />Luego, y antes del mencionado Mac Book de 11 pulgadas que sigo teniendo, cayó un Mac Book con carcasa de policarbonato de bisfenol A (un viejo conocido de este Blog). <br />
<br />Todo ello un poco a la contra de la tendencia general en la UPV/EHU que, enseguida, se desligó de los productos Apple y cayó en manos de los PCs y sus desesperantes sistemas operativos que, poco a poco, fueron controlando nuestras actividades administrativas y el manejo de los diferentes aparatos con los que íbamos equipando los laboratorios. Así que durante muchos años, y a diferencia de los usuarios de PCs, yo fui un usuario de ambas plataformas, conociendo las ventajas y las miserias de cada una de ellas.<br />
<br />Y ahora ya jubilado, creo que no sustituiré al viejo Mac Book Air de 11 pulgadas por otro portátil. Tengo desde hace un par de años un Mac de sobremesa, el iMac, mi actividad como charlista que usa su Mac portátil para las presentaciones va a ir bajando y estoy esperando a ver si, definitivamente, puedo considerar que los iPads hacen lo mismo que un buen portátil Mac. Hacer hacen ya casi todo pero, en mi percepción, ni todo ni de la misma manera.<br />
<br />Y en esta nueva semana en la que ando resucitando de un proceso viral, aquí os dejo un poco de música. De <a href="https://youtu.be/x8giUJbT9Yg?si=7YdmZpTlxLSQV6t8"><i>la segunda Sinfonía de Mahler (Resurrección)</i></a>, un extracto del Finale. En estas imágenes de archivo de una interpretación de 1973, recientemente restauradas, Leonard (Lenny) Bernstein dirige a la Orquesta Sinfónica de Londres con la soprano Sheila Armstrong, la mezzosoprano Janet Baker y el Coro del Festival de Edimburgo, en la Catedral de Ely en Cambridgeshire, Inglaterra.<br />
<br />Cojan la batuta y a dirigir.</span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-57271130355962169952024-01-10T19:24:00.008+01:002024-01-11T08:16:31.672+01:00Granza en playas gallegas: una primera aproximación<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1_oiBYMy3VblQFivvFPTKWtER0nsvXdM4GfAfj4vLLEnjYL9H1pV1QH05GiPp6Yf2B9LPQQxbqLfgDnCkB4v0eZeTNicDD6oTdzAu6mYm050OhqNCVcvWtG4K1o43sfsZfOSalWRohYDN9RCIbuSJrkAuP7_49_-wJWFBk3IRYfbfAhFxbS5eGlVURGS3/s550/100-Virgin-HDPE-Raw-Plastic-Materials.webp" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="383" data-original-width="550" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1_oiBYMy3VblQFivvFPTKWtER0nsvXdM4GfAfj4vLLEnjYL9H1pV1QH05GiPp6Yf2B9LPQQxbqLfgDnCkB4v0eZeTNicDD6oTdzAu6mYm050OhqNCVcvWtG4K1o43sfsZfOSalWRohYDN9RCIbuSJrkAuP7_49_-wJWFBk3IRYfbfAhFxbS5eGlVURGS3/s320/100-Virgin-HDPE-Raw-Plastic-Materials.webp" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;"><b>Granza</b> es la denominación en castellano de lo que los anglosajones (y ahora todo quisque en España) llaman <i>pellets</i>, esas pequeñas bolitas blanquecinas que están apareciendo en las costas gallegas desde finales del mes pasado y que han causado la natural alarma entre su población, tan dependiente del mar que le rodea. La inminencia de las elecciones en ese territorio ha hecho que el manejo de la crisis esté siendo un pequeño guirigay entre políticos de uno y otro signo, jaleados por los clásicos palmeros de los medios de comunicación afines. En esta entrada quiero contar, lo más resumidamente posible, una serie de cuestiones que me han ido planteando algunos amigos y que, yo mismo, he tenido que resolver ante la falta de transparencia de las instituciones a la hora de gestionar el problema. La evolución de los acontecimientos puede que me hagan cambiar algunas cosas en los próximos días.<br /> <span id="fullpost">
<br />La granza es la forma más habitual con la que los grandes fabricantes de diferentes tipos de plásticos venden el material a los llamados <b>transformadores</b>, las empresas que fabrican objetos de plástico en morfologías variadas (desde envases de todo tipo a filmes, desde tuberías a redes de pesca). Para ello, esos transformadores toman esa granza, la funden a temperatura más o menos elevada y tras introducir el fundido en moldes, los enfrían para recuperar el objeto en cuestión.<br />
<br />Dado que la producción mundial de plástico anda por encima de los 400 millones de toneladas anuales, es lógico que las granzas se distribuyan a lo largo y ancho del mundo por tierra, mar y aire. Así que, como en otras actividades globales, parece lógico que se produzcan accidentes como el que nos ocupa, aunque deberían minimizarse en lo posible (luego hablaremos sobre el asunto).<br />
<br />Como consecuencia de la pérdida de seis contenedores en medio de una tormenta por parte de un buque llamado <i>Toconao</i>, uno de los cuales iba lleno de bolsas de granza, algunos medios han hablado de que millones de partículas de granza se han diseminado por las costas portuguesas y españolas. Otros hablan de decenas de millones. En realidad, este vuestro Búho, mediante un cálculo sencillo, puede deciros que bastante más.<br />
<br />Un grano de granza, en promedio y sea del plástico que sea, puede pesar entre 20-25 miligramos. La naviera que ha causado el problema y la Xunta están hablando de unos 1000-1100 sacos de 25 kg cada uno, lo que cuadra con el hecho de que la carga máxima habitual de los contenedores anda en torno a las 30 toneladas. Así que, redondeando y tirando por alto, podemos estimar en 30.000 kilos (30 toneladas) la granza transportada por el contenedor que se fue al mar. Considerando de nuevo el escenario más desfavorable (que una granza pese 20 mg), unas simples cuentas proporcionan que el contenedor ha podido diseminar un total de <b>mil quinientos millones de pequeñas bolitas</b>.<br />
<br />Aunque, todo hay que decirlo, no todas han acabado vagando por el mar. Hoy (10 de enero) he oído en RNE al alcalde de Cedeira decir que, solo en su pueblo, se habían recuperado 65 sacos íntegros.<br />
<br />Debido al rifirrafe político (y quizás a que todo el mundo andaba de vacaciones), no ha estado muy clara la composición química de esa granza hasta ayer día 9 de enero, cuando se conoció un informe pedido por la Xunta. Poco antes, y aunque a simple vista las fotos parecían indicar que se trataba de granza de polietileno, responsables políticos hablaban de polietilen tereftalato (PET), la granza que se usa para fabricar botellas. Pero había un pequeño problema con esa atribución, el PET es más denso que el agua salada del mar y, por tanto, ni la granza individual ni los sacos de granza podían flotar, cosa que ocurre con el polietileno.<br />
<br />La nota arriba mencionada, haciendo uso de las fichas técnica y de seguridad que obran en poder de la Xunta, nos aclaraba que la composición de esa granza era un 88-90% de polietileno mientras que el 10-12% restante era de un aditivo usado para proteger al polietileno de los rayos UV, aditivo conocido como UV622, a base de un compuesto químico de la familia de los <b>HALS</b> (Hindered Amine Light Stabilizers o Estabilizantes de Luz de Aminas Impedidas), compuestos con una larga tradición como aditivos poliméricos.<br />
<br />Antes de hablar sobre la posible toxicidad de esa granza, voy a hacer una precisión técnica. Cuando un estabilizante a la luz se emplea, por ejemplo, en un polietileno que se vaya a usar en la cubierta de un invernadero para proteger al plástico de los rayos del sol, la concentración de ese estabilizante en el filme no suele sobrepasar el 2%. Así que es razonable plantearse por qué, en la granza que nos ocupa, su concentración llega hasta al 10%. Pues <b>probablemente</b> (pero no tengo información para afirmarlo tajantemente) porque esa granza es lo que técnicamente se denomina <b>un masterbatch</b>. Muchas veces, los fabricantes de plástico venden mezclas de sus productos con aditivos como colorantes, protectores a la llama o estabilizantes a la luz (como es aquí el caso), en concentraciones relativamente elevadas. Luego, el transformador lo mezcla con más polímero virgen para conseguir los colores o las concentraciones que desee para su producto final.<br />
<br />Introducido el matiz anterior hay que decir que el polietileno es un plástico inerte que llevamos usando para todo tipo de usos y no hay muchas dudas sobre su posible seguridad. En cuanto al aditivo es, como ya he mencionado, conocido desde hace tiempo y, por el momento, no se han reportado estudios significativos sobre su toxicidad. Tiene además la peculiaridad de tener un peso molecular elevado (3000), lo que dificulta su migración desde el interior del plástico que lo contiene. Esto puede tener la ventaja de que tarde en migrar de la granza al agua, en la que además es muy poco soluble (del orden del miligramo por litro). Una descripción detallada de su toxicidad puede verse en <i><a href="https://www.b2bcomposites.com/msds/ted/74811.pdf">esta hoja de seguridad</a></i>, aunque fijándose en el producto cuya etiqueta CAS es 65447-77-0.<br />
<br />Hay una cuestión un tanto chusca que no me puedo resistir a comentar. En el informe publicado por la Xunta, al que hacía arriba referencia, el especialista firmante, en una corta línea, decía que la granza vertida era apta para <b>uso alimentario </b>a lo que, nada menos que el Secretario de Estado de Medio Ambiente, respondió diciendo que “<i>El plástico no es comestible</i>”. Y en las redes hubo gente que se sumó a ignorancia tan palmaria haciendo chistes sobre la posibilidad de hacer tortillas de granza.<br />
<br />Un plástico para uso alimentario es el que se puede poner en contacto con alimentos sin inconvenientes para la salud humana. En ese sentido, llevamos usando polietileno en forma de los famosos <b>tupperwares</b> desde hace 70 años y ya hemos mencionado que el aditivo HALS que lleva esa granza es de peso molecular alto lo que dificulta su migración. Además, el experto no hace sino recoger lo que dicen fichas técnicas <i><a href="https://hunan-chem.com/wp-content/uploads/2016/07/UV-Light-Stabilizer-622.pdf">como esta</a></i>, en la que se dice que “<i>las legislaciones de algunos países permite su uso como aditivo en envases de plástico para uso alimentario</i>”. En cualquier caso, y por lo explicado arriba, no creo que esa granza iba destinada a la fabricación de recipientes o filmes para uso alimentario.<br />
<br />Como ocurre con cualquier vertido, lo importante es que no tendría que estar ahí y, por tanto, hay que hacer todo lo posible por revertir la situación a su estado previo. Aparte del impacto visual en las maravillosas playas gallegas, la fauna marina, peces y aves, pueden ingerir esa granza confundiéndola con posibles presas, lo que puede obstruir sus conductos gastrointestinales y causarles problemas de todo tipo, incluida la muerte, si no los logran expulsar, aunque la bibliografía es bastante clara en el sentido de que la mayoría de lo que ingieren se expulsa con las heces. Y, a pesar de lo que se dice en redes y en medios de comunicación, es difícil que una de esas granzas acabe en nosotros por comer pescado que lo contenga. Una de las labores de nuestros eficientes pescateros es eviscerar el pescado antes de venderlo.<br />
<br />En redes sociales y medios de comunicación se están comparando los vertidos de este contenedor con el del <b>Prestige en 2002</b>, hablándose ahora de marea blanca. La comparación no se sustenta en los datos que hasta ahora conocemos. En el desastre del Prestige se vertieron en torno a <b>70.000 toneladas</b> de petróleo crudo, una compleja mezcla de hidrocarburos aromáticos, alifáticos y asfaltenos. Algunos volátiles y otros muy viscosos en los que los animales resultaban atrapados. Y muchos de ellos tóxicos o altamente tóxicos (como los hidrocarburos aromáticos) para la fauna marina e incluso para los humanos (las afecciones entre las brigadas de limpieza están bien documentadas). Aquí estamos hablando de menos de <b>30 toneladas</b> de un material cuya composición química es muy concreta y poco peligrosa, como hemos mencionado arriba, por lo que es difícil que afecten a los que ahora se están empeñando en su recogida.<br />
<br />A pesar de lo que ayer decía en El País un activista medioambiental sobre que la granza “se transporta como si fuera arroz” y que ese transporte no está regulado, lo cierto es que el problema de los vertidos de granza en el mar es algo que preocupa a las Instituciones desde finales de los 60 cuando, en las playas americanas, la granza empezó a hacer su irrupción. Incluida desde 2004 en el término general de <b>Microplásticos</b>, lo cierto es que su contribución a la basura marina así denominada es actualmente un porcentaje muy pequeño, que no llega al 1%.<br />
<br />La aparición de granza estuvo en los orígenes de lo que hoy se conoce como Convención OSPAR, un mecanismo por el que 15 gobiernos y la UE cooperan para proteger el medio marino en el entorno del Atlántico nororiental. OSPAR comenzó en 1972 con la Convención de Oslo contra vertidos por parte de las flotas y se amplió para abarcar las fuentes terrestres de contaminación marina mediante el Convenio de París de 1974. Estos dos convenios fueron unificados, actualizados y ampliados por la Convención OSPAR de 1992.<br />
<br />Entre los objetivos de la OSPAR está el conseguir que sus medidas hagan que, en el plazo más breve posible, solo el 10% de los fúlmares del Norte o petreles (un pájaro usado como “chivato” de la contaminación en ese área geográfica) tengan en su tracto gastrointestinal más de 100 miligramos de microplásticos de todo tipo (incluida la granza) por individuo. Un<i><a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0025326X21002800"> reciente artículo</a></i> (2021) estimaba que ahora debemos andar por un 50% de los petreles superando esos 100 miligramos, con un contenido medio de 260 miligramos por pájaro, pero los datos evidencian un progresivo descenso de ese porcentaje de fúlmares con microplásticos.<br />
<br />Por otro lado, este pasado octubre, la Comisión Europea presentó <i><a href="https://www.eumonitor.eu/9353000/1/j4nvhdfdk3hydzq_j9vvik7m1c3gyxp/vm7diuxbgkyb#sdfootnote6sym">una propuesta</a></i> para prevenir los vertidos de granza plástica, como forma de reducir la contaminación general de microplásticos.<br />
<br />Y creo que, por ahora, no me he dejado nada de las cosas que he ido acumulando y os quería contar. Como os decía arriba, quizás lo vaya actualizando con las noticias que se produzcan y, siempre que sea capaz de hacerlo, estaré encantado de contestar a vuestras preguntas, si me las dejáis en los comentarios.</span></div>
Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com25tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-41719797077247077842023-12-27T10:36:00.013+01:002023-12-27T19:27:11.890+01:00Combustibles sintéticos<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguYMmOqNJK40Nd_lUmQxVYXdC419-9jWME6Mmzjta0_-ZxGviAoFz92uJw3pn7JZqHfEtiJeRmb43uQN1MihsUe1vpAmvvacbqp1lJ5kaRI7wl-V8ClqbI13utshE8MZtVtyOH5V03G6j4DcJo1w4JkzU5rxaGgZ7QWIPdN9K_DFx3kFBPGBSal7ZhXEbc/s1455/549-astaraTeam_2024%2810%29.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="800" data-original-width="1455" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguYMmOqNJK40Nd_lUmQxVYXdC419-9jWME6Mmzjta0_-ZxGviAoFz92uJw3pn7JZqHfEtiJeRmb43uQN1MihsUe1vpAmvvacbqp1lJ5kaRI7wl-V8ClqbI13utshE8MZtVtyOH5V03G6j4DcJo1w4JkzU5rxaGgZ7QWIPdN9K_DFx3kFBPGBSal7ZhXEbc/s320/549-astaraTeam_2024%2810%29.jpg" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Al Búho siempre le han gustado los coches. Y las competiciones automovilísticas. Conozco varios circuitos de Formula 1 en Europa. He seguido en directo rallyes del Campeonato del Mundo como el de Córcega, así como los más afamados entre los españoles. Tengo hasta una Play Station en la que “conduzco” en pruebas de ese Campeonato. Y soy forofo de <b>Carlos Sainz</b> desde los tiempos en los que el madrileño conducía un Seat Panda por las carreteras de la Gipuzkoa profunda o le vi entrenar un rally de tierra en las Alpujarras. Así que no es de extrañar que hile un relato sobre los <b>combustibles sintéticos</b> (conocidos como <b><i>e-fuels</i></b>) con ocasión de una nueva edición del Dakar que empieza el próximo día 5 de enero. En territorio de los saudíes, que lo mismo se compran un equipo de fútbol que contratan a Jon Rahm o a un científico de cierto relieve.<br /> <span id="fullpost">
<br />En el Dakar de este año participa un coche pilotado por la española Laia Sanz dentro del equipo Astara, coche que tiene la peculiaridad de estar propulsado por un combustible sintético. En el mismo intento de demostrar que estos eventos son sostenibles (ahí es nada), Don Carlos pilotará un Audi eléctrico.<br />
<br />Los combustibles sintéticos o e-fuels son combustibles resultantes de la combinación de <b>hidrógeno verde</b> (producido merced a la electrolisis del agua usando electricidad renovable) y <b>CO<span style="font-size: x-small;">2</span> capturado</b>, ya sea de una fuente con alta concentración del mismo (por ejemplo, gases de combustión de un sitio industrial) o del aire (a través de la captura directa de aire, DAC, de lo que hablamos <a href="http://elblogdebuhogris.blogspot.com/2023/10/sobre-la-captura-directa-de-co2-desde.html"><i>hace poco</i></a>). Se proclama que este tipo de combustibles, a diferencia de los combustibles convencionales, no liberan CO<span style="font-size: x-small;">2</span> adicional (ya que lo que se captura es lo que luego se produce y expulsa).<br />
<br />En realidad, hay toda una gama de posibilidades a la hora de obtener combustibles sintéticos de las fuentes arriba mencionadas. Se puede obtener metano sintético (similar al gas natural) o líquidos como el metanol o el amoníaco sintéticos, también utilizados como combustibles. Pero aquí nos vamos a centrar en los combustibles sintéticos líquidos similares a la gasolina, el gasóleo o el keroseno de los aviones, tradicionalmente obtenidos a partir del petróleo.<br />
<br />Esos combustibles líquidos sintéticos son compatibles con los motores de combustión interna actuales, así que pueden emplearse en vehículos, aviones y barcos, lo que permitiría seguir usándolos pero de forma respetuosa con el clima. De hecho, la industria aeronáutica es la que más interesada está en el tema, porque son conscientes de que tienen muy complicado volar grandes aviones a grandes distancias usando baterías, que pesarían mucho. Esa gama de combustibles pueden usarse igualmente en los sistemas de calefacción actuales y también se seguirían pudiendo utilizar las existentes infraestructuras de transporte y distribución de los mismos.<br />
<br />Todo muy bonito. Pero hasta llegar a alimentar coches, camiones, barcos o aviones, el proceso de obtención de esos combustibles sintéticos es un largo camino y, al menos por ahora, muy caro. Necesitaremos de una serie de infraestructuras y procesos, algunos ya existentes y con ciertos grados de madurez pero otros muy lejos de ella.<br />
<br />Necesitaremos, en primer lugar, fuentes de <b>energía eléctrica renovable</b> (eólica, fotovoltaica, hidroeléctrica…) con la que alimentar los electrolizadores que nos ayuden a producir el imprescindible <b>hidrógeno verde a partir de agua</b>. Puede que el agua no abunde allí donde esté esa planta de electrolisis, con lo que necesitaremos contar con una <b>planta desalinizadora</b> para producir agua dulce de pureza suficiente para la electrolisis. Un proceso que consume mucha energía, que tendría que ser también de origen renovable.<br />
<br /><b>En cuanto al CO<span style="font-size: x-small;">2</span> necesario</b>, al tener que provenir de una fuente renovable y como ya hemos adelantado arriba, no nos quedará otro remedio que capturarlo de grandes emisores o del propio aire. Es una manera de disminuir sus emisiones pero, aunque la tecnología necesaria para ello se conoce y está bastante madura, no deja de tener grandes problemas para su implantación a los niveles de CO<span style="font-size: x-small;">2</span> necesarios para los fines que aquí nos ocupan.<br />
<br />Y con ese hidrógeno y ese CO<span style="font-size: x-small;">2</span> a nuestra disposición, no deja de ser paradójico que el siguiente paso hacia los combustibles sintéticos sea el uso de una aproximación similar a la que los alemanes ya usaron en la segunda guerra mundial para paliar su incapacidad de proveerse del petróleo necesario para los combustibles que necesitaban. En ella, el hidrógeno se combinará primero con el CO<span style="font-size: x-small;">2</span> para generar agua y monóxido de carbono (CO). Este CO con más hidrógeno (el llamado gas de síntesis) se utilizará para producir una mezcla de hidrocarburos, mediante el proceso denominado <b>Fischer-Tropsch</b>, que data de mediados de los años veinte.<br />
<br />Esa mezcla de hidrocarburos es de similar complejidad a la que existe en el petróleo bruto y puede verse en la figura, que podéis ampliar clicando sobre ella. Así que igual que ha hecho la industria petroquímica convencional con el petróleo, deberemos craquear (romper los hidrocarburos más grandes en otros más pequeños), destilar la mezcla resultante y separar así de esa mezcla los combustibles fósiles adecuados a un motor de gasolina o de gasoil o a las turbinas de un avión.<br />
<br /><div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEIocCuUtJjd1OS_2FuegP0BwvFZ2v8LZFn1OwNirsfWR9B_ZokMmUA5vDI_6Cs2AVBhNG0qbvHQHSjw_9a6YBftO82Y0_6ape1CCtviBBdR9-WJ-Qz2a_dDFQRfZJvACxylNscY79Bj-ZpJf_lm8GFgUyTXXV8hD2ECV47FuWzVKADADBzYzKEue4HxzA/s2064/Fischer-Tropsch.png" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="938" data-original-width="2064" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEIocCuUtJjd1OS_2FuegP0BwvFZ2v8LZFn1OwNirsfWR9B_ZokMmUA5vDI_6Cs2AVBhNG0qbvHQHSjw_9a6YBftO82Y0_6ape1CCtviBBdR9-WJ-Qz2a_dDFQRfZJvACxylNscY79Bj-ZpJf_lm8GFgUyTXXV8hD2ECV47FuWzVKADADBzYzKEue4HxzA/s320/Fischer-Tropsch.png" width="320" /></a></div><br />
Luego hay, por el momento, una serie de incógnitas en lo que a problemas logísticos se refiere. Como el de ver dónde se producirían las vastas cantidades de energía renovable y de hidrógeno verde necesarios para sintetizar los nuevos combustibles. En lo tocante a la energía renovable, todo apunta a países en los que se disponga de lugares muy ventosos o de amplias extensiones muy soleadas durante todo el año lo que, en muchos casos y en un entrono próximo a Europa, implica a amplias zonas de Africa, Oriente Medio, etc. Así que no sé si vamos a cambiar mucho la geopolítica de los combustibles. Y, además, lo razonable sería montar los electrolizadores para producir hidrógeno verde lo más cerca posible a esas instalaciones de generación de energía renovable.<br />
<br />Y luego habría que distribuirlo a las plantas que operen el proceso Fischer-Tropsch. Dicha distribución plantea muchos problemas si quisiéramos aprovechar los gaseoductos ya existentes, porque dado el pequeño pequeño tamaño molecular de ese gas, es capaz de fragilizar a metales y aleaciones haciéndoles perder su inherente ductilidad. Y no quiero hacer esto muy largo pero, en lo relativo a la captura, el almacenamiento y transporte de la segunda pata de la reacción de Fischer-Tropsch (el CO<span style="font-size: x-small;">2</span>), también hay cosas que no están del todo claras.<br />
<br />Así que puede que haya muchas oportunidades para los combustibles sintéticos pero también muchos retos, algunos de los cuales me parecen, por el momento, difíciles de solucionar. Y más en el corto espacio de tiempo en el que se pretende que sustituyan a los combustibles tradicionales. Sin contar con que los activistas climáticos no quieren ni oír hablar de la solución, al entender que es una apuesta de las grandes petroleras para salvar su negocio y retardar además los objetivos de erradicar del panorama energético el uso de combustibles fósiles lo antes posible.<br />
<br />Como ya os dicho otras veces, lo que me da pena es no poder ver en qué queda la cosa, porque antes de que ocurra volveré a ser polvo de estrellas. En realidad, es que nací demasiado pronto.<br />
<br />Y como es Navidad, disfrutad de <i><a href="https://youtu.be/cLgJQ8Zj3AA?si=oaBXGLoNtKCYML2F">este precioso tema</a></i> de John Williams de la película La lista de Schindler, interpretado por Itzhak Perlman junto con la Filarmónica de Los Angeles dirigida por Gustavo Dudamel. Un regalo del Búho para todos. Nos vemos en el 2024.</span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-22072018744159971282023-12-11T19:12:00.012+01:002023-12-11T19:48:03.721+01:00Vino y reduccionismo<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUo50ZpslQs_SvVKOynXeetcTsHwVxBmV9yu4I39-fDBeaHI2eXVlx9i7GtaQ6mXcUea49SroaaSJB1COonJWxS9Q8nORdg4aioeJl_4b4qTNi3Iq3y6-dIbN5cI1__6exvXZZjnF8nm_GAAmitIQRzMZq0nYYzCMK9YJELWuLijzlD73ErzUzqa7Z4sur/s2050/vino%20y%20emergencia.png" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="1878" data-original-width="2050" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUo50ZpslQs_SvVKOynXeetcTsHwVxBmV9yu4I39-fDBeaHI2eXVlx9i7GtaQ6mXcUea49SroaaSJB1COonJWxS9Q8nORdg4aioeJl_4b4qTNi3Iq3y6-dIbN5cI1__6exvXZZjnF8nm_GAAmitIQRzMZq0nYYzCMK9YJELWuLijzlD73ErzUzqa7Z4sur/s320/vino%20y%20emergencia.png" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;">Estas últimas semanas he estado muy ocupado como “charlatán” divulgador. En una de esas charlas hablé sobre la composición química del vino. Composición que puede resumirse en un 85% de agua, un 13% de alcohol y un parco 2% donde están todas las sutiles diferencias de los millones de vinos que se comercializan, sutilezas proporcionadas por cientos de moléculas químicas, la gran mayoría presentes en cantidades ridículas. Y que a medida que se fueron descubriendo, merced sobre todo a modernas técnicas analíticas, han ido planteando nuevos interrogantes sobre su intrincado papel en la percepción olfativa de un buen caldo que, creen los entendidos, todavía estamos lejos de entender del todo.<br /> <span id="fullpost">
<br /> Aunque los humanos llevamos haciendo vino desde tiempos del Neolítico (hace siete mil años), la aparición de los incipientes microscopios y el descubrimiento gracias a ellos y a Pasteur (1858) de las bacterias formadoras de ácido acético (vinagre) y su papel, junto con otros microorganismos (levaduras, enzimas) en la crianza del vino, marcan el inicio de la Ciencia del vino. Mas tarde, la Ley de los Alimentos y Fármacos Puros (The Pure Food and Drug Acta) de 1906, promulgada por el presidente Theodore Roosevelt para proteger a sus ciudadanos de prácticas fraudulentas en su comercialización, ley que incluía al vino y otras bebidas alcohólicas, permitió a la FDA americana perseguir ciertos fraudes que se daban en el vino.<br />
<br /> Y merced a ella y otros imperativos, se hizo cada vez más importante para los vinicultores confiar en la Ciencia, además de en el “arte” y el azar, para elaborar cada vez mejor sus productos. Para lo que se utilizaron cada vez más métodos analíticos, incrementando la disponibilidad de técnicas que permitían determinar parámetros como la densidad, la cantidad de azúcar, el pH, la cantidad de alcohol, etc, muchos de los cuales siguen vigentes.<br />
<br /> Es importante puntualizar, además, que entonces y ahora los análisis químicos y microbiológicos complementan al llamado <b>análisis sensorial</b>, descripción del vino que hacen los catadores profesionales. La nariz humana ha sido y es decisiva a la hora de detectar aromas en cantidades ridículas. Y no solo en el ámbito del vino. Os recuerdo el caso del <i><a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2020/12/el-oculto-aroma-de-las-rosas-de-damasco.html">oculto aroma de la rosa damascena</a></i>. Incluso en comparación con muchas técnicas analíticas de última generación, una nariz bien entrenada es capaz de detectar compuestos en concentraciones similares a ellas. La única condición es que la concentración del aroma que llegue a la nariz esté por encima de una <b>concentración umbral</b>, que puede ser muy diferente dependiendo de la sustancia química que genere el aroma.<br />
<br /> Desde el advenimiento de la técnica denominada <b>Cromatografía de Gases</b> en los años 50 y sobre todo de la llamada <b>Espectrometría de Masas </b>en los 90 y la combinación de ambas, son muchos los grupos de investigación que han dedicado su esfuerzo a conocer la composición cualitativa y cuantitativa del vino hasta niveles tan pequeños como los nanogramos por litro. Para finales de los años ochenta se habían identificado más de 800 sustancias volátiles en los aromas de los vinos. Cuando se generalizó el uso de esas técnicas analíticas, se tuvo la sensación de que, merced al conocimiento de la mayoría de los componentes existentes en ese 2% del vino del que hablábamos arriba, podríamos entender <b>el lenguaje de los catadores</b> o incluso permitirnos crear <b>vinos artificiales de diseño</b> que pudieran competir en el mercado. Es una idea <b>reduccionista</b>, similar a la de pretender comprender un determinado material a partir de los elementos químicos que lo componen, de lo que hablaremos al final. En uno y otro caso nada más lejos de la realidad.<br />
<br /> Porque enseguida fue siendo evidente que la simple reducción del vino a su composición cualitativa y cuantitativa (cuántas sustancias químicas y en qué proporción en él se encuentran) no implicaba el ser capaces de explicar toda la complejidad que algunas narices expertas son capaces de describir. Y ello estuvo todavía más claro cuando, bien entrados los años noventa, apareció una modificación de la cromatografía de gases a la que se puso el adjetivo de <b>olfatométrica</b>, técnica de la que ya os <i><a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2012/06/un-cromatografo-por-nariz.html">hablé en su momento</a></i>.<br />
<br /> En ella, unos microlitros de vino se arrastran con un gas a través de la llamada <b>columna cromatográfica</b>, el verdadero corazón de la técnica. Los diversos componentes contenidos en el vino interaccionan de forma diferente con el revestimiento interno de la columna, se “entretienen” más o menos en su interior y, como consecuencia, salen a diferentes tiempos del aparato. Y a la salida, tras registrar el número de diferentes sustancias que van saliendo y su proporción relativa, se encuentra un dispositivo que permite colocar la experta nariz de un catador entrenado que detecta a qué huele la sustancia que sale del aparato en cada preciso momento. Y que puede describir como olor a fresa, plátano, mantequilla, etc..<br />
<br /> Y con esta combinación de una técnica analítica con una entrenada nariz, se ha podido llegar a interesantes conclusiones que <b>ilustran la complejidad sensorial del vino</b>. Y dar lugar a las variadas sorpresas que se han ido llevando, a lo largo de los años, gentes como las que forman el Grupo de Análisis de Aromas y Enología del Departamento de Química Analítica de la Universidad de Zaragoza, en la que me formé como químico. El que esté interesado en una idea inicial de esa complejidad puede recurrir a <i><a href="https://www.researchgate.net/profile/Vicente-Ferreira-2/publication/285693112_The_chemical_foundations_of_wine_aroma_-_A_role_game_aiming_at_wine_quality_personality_and_varietal_expression/links/59ef25d2458515ec0c79dcd5/The-chemical-foundations-of-wine-aroma-A-role-game-aiming-at-wine-quality-personality-and-varietal-expression.pdf">uno de sus artículos</a></i>, que lleva mucho tiempo en mis archivos y que utilicé para preparar la charla sobre el vino que mencionaba al principio.<br />
<br /> La idea fundamental es que las diferentes sustancias químicas del vino interaccionan entre ellas y dan lugar a nuevos matices que los expertos catadores perciben y describen. Esas mismas interacciones hacen que la adición deliberada al vino de ciertos aromas individuales, por encima de la concentración umbral antes descrita y, por tanto, detectables por los catadores, les pasen desapercibidos. Es como si los componentes presentes, amortiguaran el efecto de la adición de ese componente extra. Y por ello, y de forma parecida al comportamiento del pH de una disolución cuando se adiciona un ácido o una base, se habla de <b>efecto amortiguador o tampón</b> (esto les va a encantar a los químicos).<br />
<br /> También se ha podido comprobar que entre las sustancias pertenecientes a una misma familia química pueden darse <b>efectos sinérgicos</b>, de forma y manera que un grupo determinado de sustancias, cada una de las cuales se encuentra en cantidades por debajo de la concentración umbral para su detección por los catadores, sumen sus contribuciones y hagan que el vino huela a aromas característicos, ya sean propios de esa familia de sustancias o no. O que otras interacciones hagan que ciertos aromas se anulen entre sí. Por ejemplo, sustancias con azufre en su molécula rebajan o eliminan el olor a plátano de un éster muy común en los vinos, el acetato de isoamilo.<br />
<br /><b> Philip W. Anderson</b> (premio Nobel de Física 1977), en <i><a href="https://www.science.org/doi/10.1126/science.177.4047.393">un famoso artículo</a></i> publicado en Science en 1972, titulado “More is different”, hablaba de la errónea percepción de los físicos de la época, según la cual el bajar hasta el límite en el conocimiento de las partículas elementales que componen la materia y las leyes que las rigen, nos permitiría empezar a “construir” desde esos niveles las propiedades de materiales muy complejos o, incluso, del universo. Frente a esa idea, Anderson argumentaba que “el comportamiento de grandes agregados de partículas elementales no puede ser entendido como una simple extrapolación de las propiedades de unas pocas partículas”.<br />
<br /><b> Pedro Miguel Etxenike</b>, en su conferencia de ingreso como Académico de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 2017 y citando ese artículo de su amigo Phil Anderson, apostillaba que “nuestro entorno ordinario nos ofrece el más sencillo e importante laboratorio para el estudio de lo que se ha llamado <b>propiedades emergentes</b>, esas propiedades de los objetos, incluidos nosotros, que no están contenidos en nuestra descripción microscópica: por supuesto la consciencia y la vida pero también propiedades muy sencillas como la rigidez, la superconductividad, la superfluidez o el ferromagnetismo”.<br />
<br /> Quizás el vino sea un humilde ejemplo de sistemas complejos con propiedades emergentes en ese entorno ordinario del que Pedro Miguel hablaba. O igual me llama a capítulo por el atrevimiento.</span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-61360357068212262352023-11-28T19:49:00.001+01:002023-11-28T19:49:05.334+01:00A los Bioplásticos les crecen los problemas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOXr1pfzL1VJcQIlHoODF7MJd8184DDgVa-2Q82n-9WrjOypxBIR3X9xNPR7ElL9Q2DQr8R-U-98AEVHVJKGT4YhM99weSbKChyphenhyphen0gaqqcNZbnzqsvELl3UozDmiSDkb3xc91NYSlvEkLcqtX-F5ukqDfog9ALZocicTpqp4QFZEWuyZ0kvwSMfe5co7QZy/s1920/bioplastic.jpeg.webp" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="966" data-original-width="1920" height="161" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOXr1pfzL1VJcQIlHoODF7MJd8184DDgVa-2Q82n-9WrjOypxBIR3X9xNPR7ElL9Q2DQr8R-U-98AEVHVJKGT4YhM99weSbKChyphenhyphen0gaqqcNZbnzqsvELl3UozDmiSDkb3xc91NYSlvEkLcqtX-F5ukqDfog9ALZocicTpqp4QFZEWuyZ0kvwSMfe5co7QZy/s320/bioplastic.jpeg.webp" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;">A finales de setiembre de este año, los medios de comunicación españoles se hicieron eco de una nota de prensa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en la que se anunciaba la publicación de un artículo de uno de sus Centros (IDAEA en Barcelona) en el que se comparaba <b>la toxicidad</b> de las bolsas fabricadas a base de plásticos <b>compostables</b> con la de las bolsas de plástico convencionales. <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0304389423014061"><i>El artículo</i></a> es uno más, y no particularmente relevante, de una serie de otros que han ido apareciendo recientemente sobre la toxicidad de los llamados genéricamente <b>Bioplásticos</b>.<br /> <span id="fullpost">
<br />Hace ahora tres años, en <a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2020/10/plasticos-bio.html"><i>una entrada</i></a> sobre esos materiales, me hacía eco de un artículo en el New York Times del conocido periodista en cuestiones medioambientales, John Schwartz, titulado "<i>Por qué biodegradable no es lo que tú piensas</i>". La tesis de ese artículo era que algunos de los envases de plástico con etiquetas “bio” o “verde”, solo se degradan bajo especiales condiciones y que, en algunos casos, pueden llegar a complicar el reciclado de los plásticos convencionales, hoy por hoy mucho más abundantes a nivel global (casi 400 MM de toneladas anuales frente a 2.2 MM de toneladas de los Bioplásticos).<br />
<br />Aprovechaba esa entrada en mi Blog para dejar bien establecidas las diferencias entre los diferentes miembros de la familia de los Bioplásticos. Un 48% de ellos son plásticos <b>derivados de la biomasa pero no degradables</b>, un buen ejemplo de los cuales es el Bio-polietileno (Bio-PE), obtenido a partir de caña de azúcar pero que, al final, es polietileno como el sintético y, por tanto, no biodegradable por muy biomasa que sea su origen.<br />
<br />El otro 52% de esos Bioplásticos son plásticos biodegradables y/o compostables. Obtenidos de la biomasa o puramente sintéticos (cosa que a alguno le extrañará), todos los compostables son biodegradables pero no todos los biodegradables pueden compostarse. Quien quiera más detalles, puede pasarse por la entrada del Blog arriba enlazada.<br />
<br />Entre las referencias citadas por el artículo del IDAEA-CSIC, las tres última corresponden a tres trabajos publicados por un grupo de investigadores alemanes y noruegos que, a mi entender, son estudios más completos que el del CSIC. Particularmente me voy a servir de <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0160412020320213?via%3Dihub"><i>uno de 2020</i></a>, que incluye un número mayor de Bioplásticos comerciales (hasta 42), utiliza técnicas analíticas de última generación y me sirve igual que el del CSIC para fundamentar lo que quiero contar aquí.<br />
<br />En cualquier caso, uno y otro artículo dan una vuelta de tuerca más a las pegas de Schwartz a los Bioplásticos y nos transmiten la idea de que, desde el punto de vista de la toxicidad (algo en lo que Schwartz no entraba), los plásticos biodegradables y compostables, presentes ahora en forma de bolsas en muchos supermercados, <b>quizás</b> sean tan tóxicos (y algunos probablemente más) que los plásticos convencionales, como el más modesto de los polietilenos empleado en bolsas de compra y bolsas de basura de toda la vida.<br />
<br />Y he recalcado el <b>quizás</b> del párrafo anterior porque es muy importante aclarar ya desde el principio que, en ese tipo de estudios y como fase inicial, se realiza una extracción con metanol en las muestras de los plásticos estudiadas, a la búsqueda de aquellas sustancias contenidas en el plástico y que no tienen carácter de tal. Los mismos autores reconocen que empezar así es el <b>peor de los escenarios posibles</b>, porque estamos extrayendo muchas cosas que, probablemente, nunca saldrían del plástico en condiciones de uso realistas, como puedan ser su empleo como filmes, envases o piezas de plástico de todo tipo que, casi nunca, están en contacto con metanol. Pero el metanol es un eficaz medio para extraer todo lo que acompaña al plástico.<br />
<br />En el trabajo de los noruegos y alemanes, haciendo uso de una de las técnicas analíticas más potentes que tenemos los químicos hoy en día, la conocida con el acrónimo UPLC-QTOF-MS/M, se separan los posibles componentes extraídos por el metanol en cada Bioplástico investigado. Y, adicionalmente, se hacen una serie de ensayos biológicos “<i>in vitro</i>” con los diversos extractos en metanol, para evaluar la toxicidad de los mismos.<br />
<br />La UPLC-QTOF-MS/M arriba mencionada permitió a los investigadores detectar mas de 43.000 compuestos químicos en los extractos de metanol de las 42 muestras de Bioplásticos estudiados. En el caso de los Bioplásticos a base de celulosa y almidón, se detectaron hasta 20.000 compuestos diferentes. Otra peculiaridad es que cada muestra de un mismo plástico, era muy distinta de sus hermanas. Por ejemplo, en diez muestras de ácido poliláctico (PLA) investigadas, el número de sustancias detectadas oscilaba entre 880 y 17.000. En cualquier caso, los polímeros basados en plantas, como los fabricados a partir de almidón y celulosa, eran los que más sustancias químicas presentaban.<br />
<br />La mayoría de esos compuestos químicos que han dejado su “firma” en los experimentos con la mencionada técnica no se pudieron identificar químicamente, es decir, no se sabe exactamente qué son. Uno pudiera pensar que esas sustancias son aditivos que se adicionan generalmente a los Bioplásticos para mejorar algunas de sus deficientes propiedades. Ese sería, por ejemplo, el caso de los Bioplásticos a base de almidón que se aditivan en porcentajes importantes para poder fabricar objetos útiles con ellos (es lo que se denomina almidón termoplástico o TPS). Pero eso no es así. Aunque se pudieron identificar algunos aditivos como plastificantes, antioxidantes, etc., la mayoría de las pocas sustancias identificadas no tienen características de aditivo alguno. Así que los autores sugieren que algunos de esos compuestos identificados en estos Bioplásticos derivados de plantas, pudieran provenir de procesos naturales que ocurren en esas plantas, debidos a acciones microbianas, enzimáticas o similares.<br />
<br />En cualquier caso, se hayan podido identificar o no, la gran mayoría de esos compuestos detectados en los extractos, gracias a la extremada sensibilidad de la citada técnica instrumental, están en cantidades ridículas.<br />
<br />Los <b>estudios de toxicidad</b> realizados con los extractos en metanol de los plásticos investigados muestran que la mayoría de ellos exhiben actividad tóxica en los ensayos “<i>in vitro</i>”, siendo particularmente evidente esa toxicidad en el caso, otra vez, de los extractos de polímeros a base de almidón o celulosa (los más “naturales”). Los autores comparan esos datos con los obtenidos en un trabajo anterior con plásticos convencionales, llegando a la conclusión de que el grado de toxicidad de los extractos de unos y otros es comparable.<br />
<br />¿Es este tipo de resultados un potente torpedo en la línea de flotación de los Bioplásticos?. Pues en principio no me parece, porque creo que seguirán proponiéndose como alternativa a los plásticos convencionales, dentro de esa creciente <b>plastifobia</b> que nos asola. Pero si puede ser una piedra más en el tortuoso camino que están siguiendo los Bioplásticos para poder cumplir las expectativas que sobre ellos se tenían hace más de treinta años. Y os lo dice alguien que se ha tirado esos mismos años publicando artículos y dirigiendo tesis sobre estos temas. Pero que cada vez ha ido siendo menos optimista sobre el papel de estos materiales en el inmediato futuro, como ya quedó claro en <a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2011/10/un-polimero-guadiana.html"><i>otras entradas</i></a> de este Blog. Aunque, como siempre digo, no tenéis por qué hacerme caso.<br />
<br />Pero también os diré que me preocupa muy poco esa teórica toxicidad a la hora de comerme o beberme algo que haya estado contenido en ese tipo de material. Al menos hasta que se demuestre su toxicidad de forma más realista que a base de los extractos en metanol.</span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-16202355889513247492023-11-15T23:00:00.001+01:002023-11-16T12:03:27.128+01:00Osos polares y pingüinos emperador<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIEVyUv1FRNpvjLOWHIhd4yVE7ZWwl6KXB51cqJH1fapeD5k1N4uX0bp6ajvT8r2F9mkU3CVaQm3kJrEuIgJy5wD6Y8DJIx-OBamCjM0EA4x8BMHZXvtwdNBoQF4tsFrnggVzBvNXjQT4v6nthJ8MB-Rsp5jtp8hVYZGltJPgz9s7BeBywNzq_-rX8E5ga/s1100/bears%20and%20penguins.jpeg" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="638" data-original-width="1100" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIEVyUv1FRNpvjLOWHIhd4yVE7ZWwl6KXB51cqJH1fapeD5k1N4uX0bp6ajvT8r2F9mkU3CVaQm3kJrEuIgJy5wD6Y8DJIx-OBamCjM0EA4x8BMHZXvtwdNBoQF4tsFrnggVzBvNXjQT4v6nthJ8MB-Rsp5jtp8hVYZGltJPgz9s7BeBywNzq_-rX8E5ga/s320/bears%20and%20penguins.jpeg" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;">Hace unos pocos años, era habitual ver vídeos de National Geographic, que mostraban a magníficos <b>osos polares</b> intentando desesperadamente saltar de un témpano de hielo a otro en el Océano Ártico. Las imágenes se aderezaban con comentarios (entre otros) de David Attenborough sobre el futuro de los osos polares en el contexto del cambio climático y el deshielo del Océano Ártico. En diciembre de 2017 y en este contexto, se hizo viral <a href="https://www.youtube.com/watch?v=_JhaVNJb3ag"><i>un vídeo</i></a> de un pobre oso esquelético que, posteriormente, la propia National Geographic reconoció que era un viejo oso enfermo a punto de fallecer. <br /><span id="fullpost">
<br />Creo que algunas de las reacciones a ese vídeo, y el propio reconocimiento de la revista, dieron inicio al declive de la hipótesis subyacente en todos esos reportajes previos. Y que no es otra que el deshielo del Océano Ártico, debido al cambio climático, dificulta cada vez más la caza de focas para los osos polares. En consecuencia, pasan hambre y corren el peligro de desaparecer.<br />
<br />A menudo, estos documentales sobre el medio ambiente son deprimentes a pesar de sus magníficas fotografías, porque siempre nos transmiten el sombrío mensaje de la extinción de las especies y la destrucción de la naturaleza. Sin embargo, sabemos que tanto los activistas medioambientales como sus oponentes (por ejemplo, los pueblos que habitan esas extremas latitudes y que viven en contacto con las poblaciones de osos) suelen exagerar sus percepciones. Los mensajes de unos y otros tienden a tener sus raíces más en intereses políticos que en la ciencia y es difícil conocer la verdad de lo que está pasando. <br />
<br />Este vuestro Búho tenía la mosca detrás de la oreja sobre el asunto desde que, de forma casual, caí en <a href="https://polarbearscience.com"><i>el Blog</i></a> que Susan Crockford, una Doctora en Zoología que ha dedicado más de dos décadas al estudio de la ecología y la evolución de los osos polares. No siempre me ha gustado el tono agresivo con el que la Dra. Crockford escribe sus post, pero como me conozco su tormentosa historia académica, tampoco me extraña.<br />
<br />Además de seguir a la Crockford, yo había buscado por mi cuenta información al respecto en diversas fuentes. Y casi todas coincidían en que mientras que en la década de los setenta, la población de osos polares en el Ártico había caído hasta una cifra preocupante de entre 5000 y 8000 individuos , esa población se había recuperado posteriormente y, ya en 2008, las cifras oscilaban entre 22 000 y 26 000 ejemplares, un aumento del 300% en tres décadas.<br />
<br />Y la razón no es otra que, en 1973, se promulgó una prohibición mundial de la caza de osos polares. Como los osos polares solo se encuentran en cuatro países y todos ellos son países prósperos, la aplicación de esta prohibición tuvo bastante éxito. El resultado fue el aumento del 300% arriba mencionado. Es un ejemplo más que demuestra que los animales son lo suficientemente resistentes como para soportar las variaciones naturales de su hábitat, pero no pueden hacer frente fácilmente a la matanza indiscriminada por parte del hombre, utilizando armas de alta tecnología.<br />
<br />Y cuando yo ya tenía toda esa información en mi mano y casi coincidiendo con el video viral que mencionaba arriba (2017), compré y leí el libro de la Crockford titulado <b>Polar Bear Facts and Myths: A Science Summary for All Ages</b>. El libro se estructura sobre la base de 18 afirmaciones relacionadas con los osos polares que, para esa época, eran habituales en los medios de comunicación, mostrando cuáles de esas afirmaciones responden a hechos reales y cuáles son simples leyendas.<br />
<br />Desde entonces se han producido cada vez menos noticia sobre los osos polares en los medios y RRSS, excepto algunas que describen enfrentamientos entre ellos y los humanos que viven cerca de sus lares. Pero me da la sensación de que, desde el punto de vista de los activistas climáticos, el objetivo osos polares se da por amortizado. De hecho, <a href="https://www.theguardian.com/environment/2023/aug/30/why-it-may-be-time-to-stop-using-the-polar-bear-as-a-symbol-of-the-climate-crisis"><i>un artículo</i></a> publicado el 30 de agosto por The Guardian (conocido por sus tesis pro activas sobre el calentamiento global), lo declara hasta en el título. Y a mi me ha bastado leerlo para darme cuenta de que otros expertos en osos polares, consultados por el periódico, no están muy lejos de las ideas de la Crockford.<br />
<br />Esa declaración de The Guardian no parece casual cuando, en esos mismos días de agosto de 2023, el interés se había focalizado en las colonias de <b>pingüinos emperador</b> que viven en el otro extremo del globo, en las proximidades del continente antártico. Un <a href="https://polarbearscience.com/2023/08/27/10k-dead-penguin-chicks-more-animal-tragedy-porn-used-to-advance-global-warming-agenda/"><i>artículo</i></a> publicado el día 24 de ese mes hablaba de la muerte de hasta 10.000 polluelos de esa especie en los últimos meses, artículo que tuvo una amplia repercusión en todos los grandes medios de comunicación y redes sociales, como base para extender la idea de que esa especie está en peligro de extinción.<br />
<br />Pero como ya hizo hace unos años en el caso de los osos polares y el tiempo parece haberle dado la razón, la Dra. Crockford, en su tono habitual, parece discrepar. Resumiendo lo dicho en una entrada en su Blog el pasado 27 de agosto (las negritas son mías):<br />
<br /><i>A pesar de la expectación suscitada la semana pasada por el artículo recientemente publicado por Peter Fretwell y sus colegas, no existe ningún fundamento ecológico plausible para proponer que el fracaso reproductivo de una sola temporada <b>en cuatro pequeñas colonias</b> de pingüinos emperador (Aptenodytes fosteri), debido a las condiciones de La Niña -fenómenos no relacionados con las emisiones de dióxido de carbono- sean signos de una futura "cuasi extinción" de la especie. Ninguna de las 282.150 parejas reproductoras de emperadores adultos que se calcula existen frente a la Península Antártica se perdieron en 2022 y los polluelos nacidos en <b>varias docenas de otras colonias</b> de emperadores alrededor del continente antártico sobrevivieron, lo que significa que se trató de un pequeño bache en el camino y no de una catástrofe para la especie.</i><br />
<br />Falta por ver ahora, si el asunto de los pingüinos evoluciona de manera similar al de los osos polares o, en este caso, la Crockford ha metido la pata. Cosas a seguir para un jubilado a tiempo completo, como un servidor.</span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-12540772708282140642023-10-27T12:39:00.058+02:002023-10-27T17:12:19.280+02:00Sobre la Captura Directa de CO2 desde el Aire <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2T-mG_eO1IBTXTlLGT8AnIymUKYO-vo7PLBFEyVnVmw9dbOLFKN1Tpirgi4HSv-tu7mtGn38-HsTseY6zrzZ1e9VAJVPoDNzzEniEzEx7QcZi5pxZ57l2J4zs5trZjseZK1fPDr-Y338mgyP7QgGAjxfry8vXDcWfSD7GoS1WspwhRiWF_j-MkEFIhG5o/s640/DAC.webp" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="418" data-original-width="640" height="191" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2T-mG_eO1IBTXTlLGT8AnIymUKYO-vo7PLBFEyVnVmw9dbOLFKN1Tpirgi4HSv-tu7mtGn38-HsTseY6zrzZ1e9VAJVPoDNzzEniEzEx7QcZi5pxZ57l2J4zs5trZjseZK1fPDr-Y338mgyP7QgGAjxfry8vXDcWfSD7GoS1WspwhRiWF_j-MkEFIhG5o/w292-h191/DAC.webp" width="292" /></a></div><div style="text-align: justify;">El <a href="https://www.ipcc.ch/sr15/"><i>Informe Especial sobre Calentamiento Global de 1,5 ºC</i></a> (2018), preparado por el IPCC, a instancia de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2015, estableció que, para lograr el objetivo de no sobrepasar ese límite de temperatura con respecto a la llamada época preindustrial, debemos conseguir, para el año 2050, el llamado <b>NetZero</b> en lo que a emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) se refiere. Un empeño que el propio informe reconoce que es bastante complicado y que necesita de “<i>reducciones de emisiones ambiciosas</i>” y “<i>cambios rápidos, profundos y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad</i>”.</div><div style="text-align: justify;"><span id="fullpost">
Además de intentar no emitir más GEIs (fundamentalmente CO<span style="font-size: x-small;">2</span>) a la atmósfera, el informe recomienda otras actuaciones como, por ejemplo, la <b>captura directa</b> en el propio lugar de la emisión del CO<span style="font-size: x-small;">2</span> producido por grandes emisores del mismo, como es el caso de acerías, cementeras o industrias químicas. Como las cantidades a captar son grandes hay que pensar en qué hacer posteriormente con ese CO<span style="font-size: x-small;">2</span>, de lo que enseguida hablaremos.Pero no debemos olvidar un problema inherente al hecho de que llevemos muchos años vertiendo CO<span style="font-size: x-small;">2</span>. Dado su ciclo de vida en la atmósfera, seguirá habiendo en ella, durante mucho tiempo, una cantidad de CO<span style="font-size: x-small;">2</span> superior a la deseable para llegar a alcanzar los objetivos que se propusieron en 2015 en Paris. Así que necesitamos, adicionalmente, eliminar cantidades importantes del CO<span style="font-size: x-small;">2</span> que actualmente ya se encuentran en la atmósfera.<br />
<br />Para hacerlo hay soluciones o métodos que podemos llamar naturales como plantar más árboles, auténticos sumideros de ese gas. O, aun mejor, gestionar eficientemente todo lo que tiene que ver con el suelo, los bosques y los cultivos. Pero los cálculos parecen indicar que eso tampoco sería suficiente. Así que, de esa necesidad de hacer algo más, surge la tecnología denominada <b>Captura Directa de Aire</b>, también conocida por sus siglas en inglés, DAC.<br />
<br />Explicado de forma sencilla, la cosa consistente en capturar grandes cantidades de <b>aire</b> por medio de esa especie de ventiladores invertidos que veis en la foto que ilustra esta entrada, eliminar el CO<span style="font-size: x-small;">2</span> presente en él (que como sabéis, solo supone el 0,04% del aire), devolver el aire sin dióxido de carbono a la atmósfera y utilizar el CO<span style="font-size: x-small;">2</span> así obtenido en diversas aplicaciones (p.e. en la fabricación de combustibles sintéticos para aviación, fabricación de plásticos, etc.) o, al igual que el capturado en grandes emisores que mencionaba arriba, almacenarlo geológicamente.<br />
<br />Evidentemente, todo esto parece demasiado sencillo para que sea verdad. Se necesita buscar esos lugares geológicos donde almacenarlo (y donde lo más probable es que haya oposición ciudadana) y buscar nuevas aplicaciones de empleo de ese CO<span style="font-size: x-small;">2</span> para no acumularlo sin fin . Y, si al final le damos un uso, se necesitarán extensas redes de gaseoductos para distribuir ese CO<span style="font-size: x-small;">2</span> a los lugares que vayan a emplearlo, además de adecuados estudios sobre la viabilidad económica de todo ello.<br />
<br />Pero uno ha sido profesor de Termodinámica durante muchos años. Y, en el caso de la DAC, hay un aspecto ligado a la energía del proceso que me intrigaba. Incluso había pergeñado una serie de cálculos al respecto cuando, de repente, me encontré con <a href="https://www.theclimatebrink.com/p/thermodynamics-of-air-capture-of"><i>un artículo</i></a> que confirmaba mis hipótesis (o, al menos, el autor pensaba en similares términos a los míos). Estaba en el blog <b>The Climate Brinck</b>, alojado en Substack (la plataforma a la que me estoy aficionando un montón). Un blog que comparten dos climatólogos muy conocidos y próximos al IPCC (Andrew Dessler y Zeke Hausfather) aunque, en lo relativo al artículo del que estamos hablando, el autor es el primero.<br />
<br />La Termodinámica permite simular muchos procesos que ocurren en la Naturaleza de forma muy simplificada. Y con la peculiaridad de que, al hacerlo, se puede evaluar la forma más eficiente, en términos energéticos, del proceso simulado. Y así, en el caso de la tecnología DAC, ésta puede modelarse en dos procesos diferenciados. Uno implica la separación del CO<span style="font-size: x-small;">2</span> desde el aire que lo contiene y el otro comprimirlo hasta una presión alrededor de 100 veces la presión atmosférica, que sería la adecuada para almacenarlo en algún depósito geológico. Los que conocen algo de Termodinámica saben que, para hacerlo, hay que definir los llamados estados iniciales y finales del proceso, la trayectoria reversible entre ambos, funciones de estado que, como la energía libre de Gibbs, cuantifican la energía implicada en el proceso y cosas similares. Pero eso se queda para los profesores que quieran usar la entrada a la que me estoy refiriendo para plantear un problema sencillo de Termo a sus estudiantes.<br />
<br />El resultado, en el caso de la separación, es que necesitaríamos 500 kilojoules (kJ) para separar 1 kilo de CO<span style="font-size: x-small;">2</span> del aire. Si quisiéramos eliminar los cuarenta mil millones de toneladas de CO<span style="font-size: x-small;">2</span> que actualmente se emiten cada año, necesitaríamos del orden de 2x10(19) J cada año, lo que corresponde a la energía suministrada durante ese año por el equivalente de 300 presas Hoover, una presa gigantesca situada en el curso del río Colorado. O la proporcionada anualmente por 350 centrales nucleares como la de Almaraz. Y si ahora calculamos la energía necesaria para comprimir todo ese gas a 100 atmósferas, necesitaríamos un 50% adicional de la energía anterior. En total, y si hacemos los cálculos necesitaríamos aproximadamente el 6% de toda la energía consumida anualmente por la humanidad. O, en términos de potencia eléctrica, alrededor de un Teravatio (TW).<br />
<br />Pero, y esto es lo más importante, ese es <b>el valor más pequeño</b> que puede esperarse en virtud de las simplificaciones termodinámicas que hemos realizado para obtenerlo. De ahí hacia arriba, todo dependerá de los procesos realmente implicados. Algunas de las compañías que están liderando la investigación en este campo estiman que ese gasto energético podría multiplicarse por diez. Y, evidentemente, solo podría hacerse a partir de<b> energías renovables</b> como la eólica, la fotovoltaica, la hidroeléctrica, la geotérmica, etc. Porque, si tuviéramos que usar combustibles fósiles para obtener la energía necesaria, sería la pescadilla que se muerde la cola.<br />
<br />Así que no es extraño que Dressler termine su entrada diciendo que aunque su intención “<i>no es abogar a favor o en contra de la DAC, los beneficios que de ella se derivarían serían de tanto calado como los obstáculos técnicos, económicos o industriales a abordar</i>”. Y, como buen seguidor de las conclusiones del IPCC, argumenta que “<i>nuestra prioridad debe ser descarbonizar nuestra economía</i>”. <br />
<br />Lo que, visto lo visto por el momento, no es tampoco una cuestión baladí.</span></div>
Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-10446451496432335642023-10-06T12:27:00.031+02:002023-10-06T12:57:09.471+02:00Obesógenos: Fat is in the air. Una entrada invitada(*)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhb4NKXdASix_OZgbzbVQtxxjJVlUGjnadGGL4IUhjzZX7DHYqI1NUxHnFR9RWSrBlFjFRsOy8LWGqpM5b84T-IVww4gSxTceSSNVuSv5wqx7ysLOJZQ1taKayBKbt0_gHdC6QpBSOD1TQ4MWiHKDrayF270XF2lyZjpEODTKOpLhzt23fp_l2dAY7o4tSG/s1000/Childhood-Obesity.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="667" data-original-width="1000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhb4NKXdASix_OZgbzbVQtxxjJVlUGjnadGGL4IUhjzZX7DHYqI1NUxHnFR9RWSrBlFjFRsOy8LWGqpM5b84T-IVww4gSxTceSSNVuSv5wqx7ysLOJZQ1taKayBKbt0_gHdC6QpBSOD1TQ4MWiHKDrayF270XF2lyZjpEODTKOpLhzt23fp_l2dAY7o4tSG/s320/Childhood-Obesity.jpg" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;">Durante la Primera Guerra Mundial, las autoridades militares francesas estaban desconcertadas: numerosos trabajadores de sus fábricas de municiones comenzaron a sufrir un misterioso adelgazamiento, acompañado de hipertermia extrema de hasta 45ºC, que causó más de 35 muertos y cientos de afectados. Los supervivientes no paraban de adelgazar por mucho que comieran. Solo recuperaban peso cuando trabajaban lejos de las municiones. El asunto quedó archivado y no se estudió en profundidad. ¿Qué importaban unas decenas de muertos al año cuando en la primera batalla del Marne murieron 80.000 soldados franceses en una sola semana?<br /><span id="fullpost">
<br />En 1933, el farmacólogo americano Maurice L. Tainter investigó el asunto y halló la causa. Los obuses franceses utilizaban ácido pícrico (2,4,6-trinitrofenol) como explosivo y en su preparación mediante nitración del fenol se producía un subproducto, el 2,4-dinitrofenol (DNP) que, administrado en pequeña cantidad a ratas de laboratorio, recapitulaba la anorexia e hipertermia de los trabajadores franceses. <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s13181-011-0162-6"><i>Hoy sabemos</i></a> que el DNP es uno de los <b>anoréxicos</b> más potentes que existen y que una pequeña cantidad del mismo, ingerido o inhalado como polvo durante un breve período, inhibe la formación de ATP (Trifosfato de adenosina)en las mitocondrias, bloquea la síntesis de proteínas, estimula el consumo de oxígeno y provoca una hipertermia descontrolada. Lo importante es que el caso del DNP puso de manifiesto que la presencia ambiental de ciertas moléculas sintéticas puede alterar, significativamente, la masa corporal con independencia de la alimentación o el ejercicio.<br />
<br />Pasaron las décadas y la penosa delgadez de comienzos del siglo XX ha sido reemplazada por la denostada “pandemia de obesidad” actual. Por consiguiente, solo era cuestión de tiempo que surgiese la pregunta: ¿podrían algunos productos químicos presentes en nuestros entornos laborales, urbanos, alimentos, etc… provocar el efecto contrario al de DNP? Es decir, ¿podrían añadir una obesidad “extra” a la que nos corresponde por dieta y ejercicio? Esta idea es muy intuitiva y se ha concretado en la llamada <b>hipótesis de los productos obesógenos</b>,que ha sido recogida en artículos de revisión <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0006295222001095"><i>como éste</i></a> publicado en la revista Journal of Pharmacology.<br />
<br />A pesar de que en las conclusiones del artículo los autores acaban admitiendo que la obesidad humana es un proceso multifactorial y que, en la práctica, es virtualmente imposible distinguir claramente el “efecto obesógeno” de otros factores como la sobrealimentación, el desequilibrio nutricional, la falta de ejercicio o los factores genéticos, no por ello dejan de preconizar la prohibición o drástica limitación de los obesógenos como medida preventiva para combatir la obesidad global.<br />
<br />El problema es que los obesógenos forman parte de muchos productos que usamos diariamente como detergentes, alimentos, envases de plástico, ropa, cosméticos, etc…, lo que dificulta sortear sus efectos. A día de hoy, y como se recoge en <a href="https://theconversation.com/obesogenos-las-sustancias-quimicas-que-nos-engordan-y-estan-por-todas-partes-208860"><i>este artículo de divulgación</i></a> (basado en gran parte en el anterior), en torno a 50 productos químicos han sido etiquetados por algunos endocrinólogos como obesógenos o potenciales obesógenos. Entre ellos están el famoso bisfenol A (BPA), de cuya vida y milagros ya se habló en este Blog (ver <a href="http://elblogdebuhogris.blogspot.com/2017/02/sobre-el-bisfenol-otra-vez.html"><i>aquí </i></a>y <a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2023/05/bisfenol-una-vez-mas.html"><i>aquí</i></a>), los bifenilos policlorados, los ftalatos, los éteres de polibromodifenilos, las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, los parabenos, la acrilamida, los alquilfenoles, el dibutilestaño o algunos metales pesados como el cadmio y el arsénico.<br />
<br />En el laboratorio <a href="https://academic.oup.com/endo/article/157/6/2333/2422510"><i>se ha comprobado</i></a> que, por ejemplo, el BPA es un disruptor endocrino que activa los adipocitos encargados de almacenar grasa y aumenta perceptiblemente el tejido adiposo blanco en animales, lo cual apoyaría la hipótesis obesógena. Sin embargo, para justificar los resultados experimentales, los autores necesitan invocar las denominadas <b>dosis-respuestas no-monotónicas</b>; es decir, que la acción de esos obesógenos no iría disminuyendo a concentraciones cada vez más bajas, como suele ser lo habitual, sino que, a partir de un determinado valor, esas sustancias podrían tener a bajas concentraciones un mayor efecto que a altas.<br />
<br />La naturaleza química de los compuestos obesógenos es otro de los puntos más llamativos de la hipótesis. Los 50 compuestos mencionados arriba también son posibles tóxicos a través de mecanismos de acción que nada tienen que ver con la obesidad. No se sabe si tras su absorción, y a las concentraciones fisiológicas en tejidos humanos, actúan realmente como obesógenos o no.<br />
<br />Además, resulta sorprendente que decenas de miles de moléculas de nuestro entorno natural, procedentes de animales, vegetales o minerales, nunca se hayan identificado como inequívocamente obesógenos, excluyendo los propios alimentos grasos o los azúcares. Tampoco se ha descubierto hasta ahora ningún compuesto sintético con una actividad claramente obesógena comparable a la que tiene el DNP arriba mencionado para la anorexia.<br />
<br />En fin, el tiempo dirá si la hipótesis obesógena va engordando o adelgazando, pero si os hacen un comentario impertinente acerca de esa barriguita que se adivina bajo el niqui, ahora tenéis algunos “químicos” a los que echar la culpa.<br />
<br />(*) <i>El Prof. Jesús M. Aizpurua es un viejo amigo, al que llegué a dar clase en los primeros años de mi Facultad. Hoy es Catedrático de Química Orgánica en la misma. Un especialista en el diseño y la síntesis de nuevos compuestos mediante la llamada Click Chemistry, es un relevante científico de la UPV/EHU. Y un decidido emprendedor en la aplicación de su investigación, como lo demuestra el que sea el Director Científico de la empresa Miramoon Pharma S.L., entre cuyos productos se encuentra <a href="https://www.miramoonpharma.com/index.php/pipeline/retinitis-pigmentosa">el novedoso candidato a fármaco PM-004</a>, destinado al tratamiento no invasivo de la retinosis pigmentaria.
</i></span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-63067660407022746772023-09-27T20:07:00.004+02:002023-09-27T20:49:59.174+02:00Tablas de cortar alimentos y microplásticos<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZDMlgdW7TNERF5pHOQK1X_BNW5burzpi7eXRH5DuQZx8E3hvnbih501s40TtmoJtpeWLf-NDF_hA2Wi1RvoBWbGae5WY8WVlpIJo8IIkk54m99vznSwsoTP3uU9T8eeNvuOfBbgjgtdN9AgikpQ6eONveHETA91nSTwtCzxIqTC6wNRiyppm3dCsD2lVb/s600/Cortando%20en%20una%20tabla%20de%20pla%CC%81stico.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="600" data-original-width="600" height="261" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZDMlgdW7TNERF5pHOQK1X_BNW5burzpi7eXRH5DuQZx8E3hvnbih501s40TtmoJtpeWLf-NDF_hA2Wi1RvoBWbGae5WY8WVlpIJo8IIkk54m99vznSwsoTP3uU9T8eeNvuOfBbgjgtdN9AgikpQ6eONveHETA91nSTwtCzxIqTC6wNRiyppm3dCsD2lVb/w261-h261/Cortando%20en%20una%20tabla%20de%20pla%CC%81stico.jpg" width="261" /></a></div><div style="text-align: justify;">Hace unas semanas, una pequeña columna en el suplemento Vivir del Diario Vasco (y supongo que de otros periódicos de Vocento) alertaba de los peligros escondidos en algo tan habitual como cortar alimentos sobre una tabla de plástico. Según esos resultados, decenas de millones de partículas (o <b>microplásticos</b>) se desprenden <b>cada año</b> merced a esas operaciones, partículas que podríamos ingerir y así estar expuestos al riesgo de que (sic) “sean tóxicas”.<br /><span id="fullpost">
<br />Como siempre en estos casos, este vuestro Búho se ha ido al <a href="https://pubs.acs.org/doi/10.1021/acs.est.3c00924"><i>artículo original</i></a>, publicado en una conocida revista de la American Chemical Society (ACS), sociedad en la que tengo ya categoría de <i>Emeritus</i> (tras 40 años pagando la cuota anual). Y me he puesto a leerlo como si yo fuera uno de los referees (revisores) que tuvieron que dar el placet para que el artículo se publicara, una labor que he hecho durante años para las más importantes revistas de polímeros.<br />
<br />Ahora que ya estoy jubilado puedo decir que hacer de referee es un auténtico peñazo. Nunca me han pagado por ello, el editor que te manda el manuscrito lo quiere revisado para ayer y, muchas veces, eres un dudoso experto sobre la temática del artículo que te envían. Este no es el caso. No ha habido urgencias de editor alguno, vosotros me pagáis con solo leer esta entrada y de microplásticos tengo siempre hechos los deberes (la bibliografía actual). Así que vamos a darle una vuelta al artículo en cuestión.<br />
<br />Los autores del mismo ponen a seis ciudadanos con un cuchillo delante de tres tipos de tablas de cortar, dos de ellas de plásticos distintos (polietileno y polipropileno) y una tercera de madera. Les hacen ejecutar en cada tabla <b>seis ciclos</b> distintos, cada uno de ellos de <b>500 cortes</b>, sobre las superficies en cuestión. Tras cada ciclo, pasan medio litro de agua por las superficies resultantes para recoger las partículas que se hayan podido desprender, filtran el líquido así obtenido, secan el filtro y pesan las partículas. Cuentan también esas partículas bajo un microscopio, caracterizan su forma, tamaño, etc.<br />
<br />Una de las cosas en las que siempre me fijaba al revisar un artículo era la bibliografía, al entender que, de alguna forma, las referencias allí listadas suponían puesta al día del estado de la cuestión sobre la que versaba el artículo. En este caso, y dado que se trata de una aportación sobre la cantidad de microplásticos que podemos ingerir a través de la alimentación, me ha sorprendido que entre las 91 referencias bibliográficas utilizadas, sólo dos (la 49 y la 74) sean publicaciones del grupo de <b>Albert A. Koelmans</b> de la Universidad de Wageningen en Holanda.<br />
<br />Además de haber publicado muchas contribuciones científicas sobre el tema, Koelmans coordinó <a href="https://www.sapea.info/wp-content/uploads/report.pdf">un <i>informe</i></a> publicado en abril de 2019, encargado por la Unión Europea a la denominada SAPEA (un Consorcio que representa colectivamente a las Academias y Sociedades científicas europeas), en el que se abordaban los aspectos estrictamente científicos de los efectos de los microplásticos en el medio ambiente y en los seres vivos, incluidos los humanos. Además, y aún más importante en este caso, el grupo de Koelmans publicó <a href="https://pubs.acs.org/doi/10.1021/acs.est.0c07384?ref=pdf"><i>un trabajo</i></a> en marzo de 2021, que exploraba la bibliografía existente sobre la evaluación de la masa de microplásticos ingerida per cápita y día por niños y adultos, así como lo que ocurre posteriormente con esas micropartículas en nuestro organismo (cuántas partículas expulsamos, cuántas se acumulan, etc.). Un artículo que a mi me parece de referencia obligada y del que ya he hablado <a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2022/02/microplasticos-y-tarjetas-de-credito.html"><i>en este Blog</i></a>.<br />
<br />Resulta sorprendente que aunque los autores citen ese artículo (referencia 49), no lo hagan en un contexto comparativo de sus propios resultados, sino para mencionar los posibles disruptores endocrino que los microplásticos pudieran contener en forma de monómeros y todo tipo de aditivos y que pudieran migrar de ellos a nuestro organismo en diversas condiciones. Y digo que resulta sorprendente porque el grupo de Koelmans ha demostrado, por activa y por pasiva en diversos trabajos (<a href="https://pubs.acs.org/doi/pdf/10.1021/acs.est.5b06069"><i>ver aquí</i></a> el más importante), la irrelevancia de los microplásticos como vectores de ese tipo de contaminación química.<br />
<br />Volviendo a los resultados y ciñéndome, por no hacer esto muy largo, a los resultados obtenidos con las experiencias de corte sobre tablas de <b>polietileno</b>, las más habituales en muchas cocinas occidentales, los autores observan que el número y la masa de partículas que se desprenden parecen ir aumentando a medida que van pasando los 6 ciclos de 500 cortes que los cortadores ejecutan. Una conclusión aparentemente razonable pero que es bastante discutible cuando se ve el uso que de ella se hace.<br />
<br />Porque los resultados de esas medidas con los seis primeros ciclos se ajustan a una recta (regresión lineal) y gracias a ese ajuste, los autores van <b>calculando</b> el número y la masa de las micropartículas de plástico que, día a día, se<b> irían</b> generando desde el séptimo día hasta el tricentésimo sexagésimo quinto. Y luego suman los resultados de esos 365 días del año para calcular los microplásticos generados a lo largo de un año y a los que se supone estamos expuestos.<br />
<br />Es decir, con solo seis medidas experimentales (seis días), extrapolan a lo que, en principio, pasa en los 359 días del año restantes. Si algo he insistido siempre a mis estudiantes es que ojito con las extrapolaciones y más cuanto más lejos te vayas del intervalo medido. Sobre todo, en este caso, si consideramos la información suplementaria (por ejemplo la Tabla S10) que se suministra con el artículo y que casi nadie comprueba. Allí puede verse que los coeficientes de regresión distan mucho de un comportamiento lineal que permita extrapolación tan extendida. Algo más técnico y que para entenderlo hay que saber algo de estadística, pero ya sabéis que el Búho es de fiar y no os engaña.<br />
<br />Segundo, algo más de andar por casa y que mis amigos cocinillas pueden considerar. ¿De verdad ejecutamos 500 cortes sobre la tabla de cortar <b>todos los días de un año</b>?. En mi casa desde luego no. Ni por día ni, probablemente, por semana. Tercero, ¿todas las micropartículas generadas se adhieren inmediatamente a lo que cortamos y de ahí van a nuestro organismo?. Pues creo que tampoco. Por ejemplo, muchas de las cosas que en casa cortamos son verduras, una parte importante de las cuales cocemos en agua que luego en gran parte desechamos.<br />
<br />Así que su estimación de que al año estamos “expuestos” a entre 7 y 51 gramos de polietileno en forma de microplásticos provenientes del corte en tablas de ese plástico me parece una cifra excesiva. Ello implicaría entre 135 y 1000 miligramos por semana o, en términos de <b>tarjetas de crédito</b> (una “unidad de medida” que se ha hecho popular en la ingesta humana de microplásticos), entre 0.03 tarjetas o 0.2 tarjetas por semana, lejos de la tarjeta por semana que adujeron algunos en su día y que Koelmans y colaboradores desmontaban en <a href="https://pubs.acs.org/doi/10.1021/acs.est.0c07384?ref=pdf"><i>el artículo</i></a> arriba mencionado.<br />
<br />Pero, aún y así, si comparamos la ingesta diaria por persona que los autores calculan (entre 20 y 140 miligramos), eso supone entre 12.000 y 100.000 veces la media estimada por el grupo de Koelmans en su revisión. En la que, además, queda claro que una cosa es la ingestión diaria y otra cosa es la acumulación irreversible en el cuerpo humano de esas micropartículas en una vida media de 70 años. Que no llega a 40 nanogramos, porque la mayoría de lo que ingerimos se va por el váter.<br />
<br />Finalmente, el trabajo que estamos revisando críticamente evalúa también la posible toxicidad de esas partículas, realizando estudios <i>in vitro</i> con células de fibroblastos de ratón, no encontrando efecto adverso alguno. Pero el trabajo no estudia la toxicidad de las partículas desprendidas cuando se usan <b>tablas de corte de madera</b>, a pesar de que, en ese caso, se desprenden muchas más que desde una superficie de plástico, aduciendo simplemente que las de polietileno son las más habituales. Cuando está claro que de la tabla de madera surgirán, probablemente, fibras (polímeros) de celulosa y lignina que, en el caso de esta última, es una potencial fuente de sustancias que los químicos llamamos aromáticas (porque contienen anillos de benceno), en principio más peligrosas que las derivadas del polietileno.<br />
<br />Pero todo esto que acabo de decir son meras conjeturas que habría que comprobar. Lo que es definitivo es que si yo fuera el referee elegido por la revista de la ACS para evaluar el trabajo que nos ocupa, éste no pasaba el corte en primera instancia. Tendrían que aclararme los extremos que os acabo de contar<br />
<br />Y como hoy hace un día espectacular en Donosti y se me alegra el espíritu, os regalo <a href="https://www.youtube.com/watch?v=VaKYGt2CLu0"><i>un poco de música.</i></a></span></div>
Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-14582731785896211412023-09-18T10:32:00.009+02:002023-09-20T11:29:53.613+02:00Regulando la Homeopatía (Coda final)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBgEr5vqLhfj87B2OGbYWw7tblSEJWVJ9BfSVfzEjoaaH_fXqnlwoE6lxVD003iBZXBMBNYoMxvM3CxNFGSWwxVUFQ7UFcL7acTL5aO18nrFE7wiAZYKuYP4RjY2d-kDtcBaGz-69HFhSeFBi-iWYgWehDiX18wy5L_cXgdNfmB_ZcRjEo4PZSRIo1QD4B/s1910/homeopaticos%202023.png" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="932" data-original-width="1910" height="251" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBgEr5vqLhfj87B2OGbYWw7tblSEJWVJ9BfSVfzEjoaaH_fXqnlwoE6lxVD003iBZXBMBNYoMxvM3CxNFGSWwxVUFQ7UFcL7acTL5aO18nrFE7wiAZYKuYP4RjY2d-kDtcBaGz-69HFhSeFBi-iWYgWehDiX18wy5L_cXgdNfmB_ZcRjEo4PZSRIo1QD4B/w375-h251/homeopaticos%202023.png" width="375" /></a></div><div style="text-align: justify;">Como ya expliqué en <a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2022/07/regulando-la-homeopatia.html"><i>una entrada del mismo título</i></a>, en julio del año pasado, la regulación de los productos homeopáticos en España, que vivía en un limbo legal desde 1994, empezó a desperezarse como consecuencia de una Directiva europea que data del año 2001. Aún y así, el Ministerio de Sanidad español se tomó nada menos que seis años para transponer esa Directiva al ámbito español, en el Real Decreto 1345/2007 que, como en la Directiva arriba mencionada, incluía una sección especial regulando el procedimiento de autorización, registro y condiciones de dispensación de los medicamentos homeopáticos.<br /> <span id="fullpost">
<br />El artículo 55 de ese Decreto establecía una <b>singularidad</b> para los productos homeopáticos de forma que, a la hora de autorizar su venta como medicamentos, habilitaba dos vías. Una, la habitual para cualquier medicamento con indicación terapéutica demostrada y dos, y aquí viene lo singular, un procedimiento <b>simplificado</b>, sólo para productos homeopáticos, para el que <u>no se necesita demostrar su eficacia terapéutica</u>. <br />
<br />El Gobierno español y otros países europeos que no tienen intereses económicos en estos preparados, trataron de eliminar esa vía singular con la oposición de otros, como Reino Unido, Francia o Alemania, que si los tienen. Hasta que, en 2018, estuvo claro que la batalla estaba perdida. Así que el Ministerio de Sanidad español instó a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) a poner en marcha el citado procedimiento simplificado y, en abril de 2018, dicha Agencia habilitó un plazo para que los fabricantes de todos los productos homeopáticos que se vendían en las farmacias de España le comunicaran <b>su intención</b> de adecuarse a la Directiva europea y al Decreto español, diecisiete y once años después de sus respectivas promulgaciones.<br />
<br />Finalizado ese plazo, la AEMPS publicó, a finales de octubre de 2018, una resolución que daba cuenta de los productos homeopáticos que habían comunicado esa intención y fijó un calendario para que las empresas titulares solicitaran la correspondiente autorización de comercialización. Solo los productos homeopáticos que se encontraban en esa resolución, en una lista de más de dos mil preparaciones, podían seguirse comercializando hasta que la AEMPS evaluara la documentación y tomara una decisión que les autorizara a venderse como medicamentos homeopáticos, de acuerdo con la normativa que os he explicado arriba. Los que no comunicaron a la AEMPS su intención de adecuarse a la normativa no podían seguirse comercializando y los que estuvieran ya en las farmacias tendrían que ser retirados.<br />
<br />Desde ese octubre de 2018 la AEMPS mantiene <i><a href="https://www.aemps.gob.es/medicamentos-de-uso-humano/homeopaticos/#">una página web</a></i> en la que se detallan los productos homeopáticos que han sido autorizados a venderse como medicamentos, así como los retirados del mercado, página que he ido consultando periódicamente, comprobando que en lo que respecta a la lista de autorizados, ésta ha ido creciendo poco a poco. La última actualización que he visto de esa lista, antes de escribir estas líneas, data del <b>21 de diciembre de 2022</b> y contiene <b>1290 productos</b>, aunque son muchos más porque de cada uno de ellos puede comercializarse diversas diluciones de un mismo principio genérico.<br />
<br />Desde que empecé a consultar esa página, he andado un poco mosqueado con una cuestión que , finalmente, parece que he resuelto y de ahí el origen de esta entrada. La AEMPS mantiene el llamado <i><a href="https://cima.aemps.es/cima/publico/home.html">Centro de Información de Medicamentos</a></i> (CIMA), una base de datos en la que los profesionales sanitarios y la ciudadanía pueden consultar diversos aspectos sobre los medicamentos autorizados por la AEMPS. Si en esa página se pica en el enlace denominado <b>Buscador para profesionales sanitarios</b>, cualquiera puede localizar medicamentos por el nombre comercial, el principio activo que contienen, la empresa que lo fabrica o el llamado Código Nacional, una especie de matrícula de cada medicamento.<br />
<br />Pues bien, en mis repetidos intentos de usar esa base de datos a la búsqueda de medicamentos homeopáticos, ha sido imposible encontrar en ella ninguno de los que aparecen en el listado de autorizados arriba mencionado. Durante este tiempo he trasladado esta aparente incongruencia tanto a farmacéuticos titulares de oficinas de Farmacia como a profesionales de Farmacia Hospitalaria. Y nadie me ha resuelto el enigma.<br />
<br />Así que el pasado día 5 de setiembre, dirigí un email a la AEMPS en el que literalmente les decía que, usando <i><a href="https://www.aemps.gob.es/medicamentos-de-uso-humano/homeopaticos/#">la web</a></i> arriba mencionada, “<i>en el apartado Lista de homeopáticos autorizados figuran 1290 productos, ¿por qué si hago uso del buscador para profesionales sanitarios de la página CIMA, no puedo localizar ninguno de ellos, ni siquiera ningún fabricante (por ejemplo BOIRON) de esos productos. ¿Estoy buscando mal?. ¿No es éste el lugar adecuado para este consulta?. Si es así, les ruego que me indiquen dónde trasladarla</i>”.<br />
<br />Al día siguiente tenía la respuesta: "<i>CIMA no recoge información sobre los medicamentos homeopáticos autorizados. Es por ello que al hacer consultas (mediante búsquedas sencillas o más complejas) en el buscador de CIMA, en ningún caso va a poder mostrarlos. La información sobre los medicamentos homeopáticos (tanto autorizados como rechazados) se encuentra recogida en el link de la página web de la AEMPS que vemos que Ud. ya maneja. Ahí figura la información relativa a los medicamentos autorizados en formato Excel para facilitar su manejo así como la ficha técnica y prospecto con la información técnica de cada uno de ellos".</i> Y me aclararon que eso es así porque "<i>desde la AEMPS se consideró oportuno mostrar toda la información de los medicamentos homeopáticos agrupada en una misma pestaña de la web para poder tener accesible en un mismo punto las acciones tomadas, medicamentos retirados, los medicamentos autorizados y su ficha técnica y prospecto</i>". <br />
<br />Si visitáis <i><a href="https://www.aemps.gob.es/medicamentos-de-uso-humano/homeopaticos/listado-de-homeopaticos-autorizados/">la página</a></i> de los autorizados podréis comprobar que, entrando tanto en la ficha técnica como en el prospecto aprobado para cada uno de los que aparecen en esa lista, en ambos sitios figura la frase "<i>Medicamento homeopático sin indicación terapéutica aprobada (Directiva 2001/83/CE)</i>". Es decir, lo uno (no aparecer en la base de datos) parece ser consecuencia de lo otro (no tener indicación terapéutica). Al menos para éste que os escribe porque, si hubieran seguido el procedimiento que siguen todos los medicamentos convencionales, aparecerían en el CIMA. Cosa que, como digo, no es el caso para ninguno de los 1290 preparados autorizados como medicamentos homeopáticos por la famosa vía singular o simplificada.<br />
<br />Resumiendo, un sinsentido. Así que parece que después de 22 años de la Directiva europea poco hemos conseguido. Porque, a pesar de estos contrasentidos, 1290 productos homeopáticos se venden como medicamentos aunque no hayan probado su eficacia terapéutica. Si a eso se le añade la reciente declaración de la OMS sobre la llamada Medicina Complementaria, fruto de presiones de países como China o India, puede parecer que hemos perdido la guerra. <br />
<br />O quizás no. Francia eliminó en enero de 2021 el llamado <b>remboursement </b>(o devolución del 30% del valor de los preparados homeopáticos comprados por particulares), lo que ocasionó <i><a href="https://es.marketscreener.com/cotizacion/accion/BOIRON-5685/noticias/BOIRON-Singular-falta-de-ambici-n-43311390/">un descenso importante</a></i> de las ventas del gigante (francés) de la homeopatía, Boiron, del que aún no se ha repuesto. Sus acciones cayeron en Bolsa hasta este julio cuando, en una operación de pura ingeniería financiera, la familia Boiron, que detenta casi el 80% de las acciones, las reflotó. Pero es un lavado de cara que me dicen algunos entendidos que puede llevar consigo la salida de Bolsa de la empresa. Veremos, el 12 de octubre hay Junta de Accionistas.<br />
<br />Por otro lado, el intento de los colectivos homeopáticos de hacer públicos sus resultados a la manera de la ciencia convencional, han sufrido un par de reveses en los últimos años. En el ámbito español, la Revista Médica Homeopática, que publicaba Elsevier, se cerró en el último trimestre de 2017. Su equivalente en inglés, Homeopathy que, a su vez, tenía sus orígenes en el llamado British Homeopathic Journal, dejó también de publicarse bajo el logo Elsevier en 2018 pero, en este caso, se ha seguido publicando en el grupo editorial alemán Thieme.<br />
<br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWNnqvYHUBrWQE18KSJsNxZ8KT01uPn8tlddvjXWOuHFPa8CfKA-3b3YFRteQFPW4h2ZudaEjicb9z1Ng6WabpDflrdUVC3D-52bHSgoXJNHm_1iqEkl79LbApXDm-pcs8fgorYrO8OgNUbFMBkE6Szol-vQzU9Ne40N88fSHbq5hiWjKvrRRUf6fRZk-L/s1294/JCR%20Homeopathy.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1294" data-original-width="1128" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWNnqvYHUBrWQE18KSJsNxZ8KT01uPn8tlddvjXWOuHFPa8CfKA-3b3YFRteQFPW4h2ZudaEjicb9z1Ng6WabpDflrdUVC3D-52bHSgoXJNHm_1iqEkl79LbApXDm-pcs8fgorYrO8OgNUbFMBkE6Szol-vQzU9Ne40N88fSHbq5hiWjKvrRRUf6fRZk-L/w326-h320/JCR%20Homeopathy.png" width="326" /></a></div>Aunque, si hacemos caso al último informe del Journal Citation Reports (JCR), una publicación anual que evalúa el impacto y relevancia de las principales revistas científicas y tal y como se ve a la derecha, la difusión de Homeopathy es muy pequeña, su índice de impacto (1.7) pasa a 0.5 si no se cuentan las autocitas (los autores se mencionan a si mismos en la bibliografía) y, además, en los últimos años ha caído al último cuartil (Q4) o grupo de las revistas menos valoradas, dentro de la categoría Integrative and Complementary Medicine, no precisamente una de las categorías más prestigiosas de las varias que agrupan a las revistas médicas. Podéis ampliar la imagen clicando en ella.<br />
<br />Y aquí se acaba la coda (agridulce) a la que alude el título.
</span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-57749841834582148802023-09-02T10:00:00.004+02:002023-09-02T10:12:03.799+02:00Dos erupciones volcánicas con consecuencias dispares en el clima<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEG9V_aBaR2Lvs3CMoV6VhSlN-T8kEM0JutxImY6-VAgm7MYvtY8T3MkOIvdfQpEBi34DNJR2ISWM0NAXY9IGuydK1r8CAhNF9hzDfXwShiZEIf1UrzhESrY-JZ6gwaUXwqb_Ra1G0tpvo3ePXJTgDe-RM6jOpANYZicydjpzmrCh1Ijg_GkyL4IA2K-u6/s1024/El-volcan-Tonga.jpeg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="686" data-original-width="1024" height="214" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEG9V_aBaR2Lvs3CMoV6VhSlN-T8kEM0JutxImY6-VAgm7MYvtY8T3MkOIvdfQpEBi34DNJR2ISWM0NAXY9IGuydK1r8CAhNF9hzDfXwShiZEIf1UrzhESrY-JZ6gwaUXwqb_Ra1G0tpvo3ePXJTgDe-RM6jOpANYZicydjpzmrCh1Ijg_GkyL4IA2K-u6/s320/El-volcan-Tonga.jpeg" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;">En 1991, la erupción del volcán <b>Pinatubo</b> en las Filipinas inyectó en la atmósfera, entre otras muchas sustancias, unos seis millones de toneladas de dióxido de azufre que llegaron a la <b>estratosfera</b> (entre 10 y 50 km por encima de la superficie terrestre) y que, transformados en <a href="https://dle.rae.es/aerosol"><i>aerosoles</i></a> de sulfato, impidieron la llegada de la luz del Sol a muchas regiones del planeta durante bastante tiempo. La temperatura global de la Tierra disminuyó en más de medio grado en los dos años subsiguientes a la erupción principal (hubo varias). <br /> <span id="fullpost">
<br />Pinatubo fue un “experimento” que confirmó que el calentamiento global producido desde mediados del siglo XIX hubiera sido más importante si no fuera por las partículas, en forma de aerosoles, inyectadas en la <b>troposfera</b> (hasta diez kilómetros por encima de la superficie terrestre) y, en este caso, derivadas de la creciente actividad industrial. Partículas de polvo, sal marina, humo, carbón y sobre todo sulfato amónico, generado por reacción de anhídrido sulfuroso y amoníaco. Estas partículas contribuyen, como hemos mencionado, a reenviar al espacio exterior una parte de la energía radiante del sol que, de esa forma, no llega a la superficie y no puede participar del posterior efecto invernadero.<br />
<br />Esa erupción del Pinatubo fue también la causa de que el Premio Nobel de Química de 1995, <b>Paul J. Crutzen</b>, <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s10584-006-9101-y"><i>propusiera</i></a> en 2006 una radical estrategia frente al calentamiento global. Crutzer sugirió inyectar en la estratosfera compuestos de azufre como el anhídrido sulfuroso, el ácido sulfhídrico u otras moléculas con azufre adecuadas para producir aerosoles de sulfato. Aunque se sigue mencionando esa propuesta en libros recientes sobre el CO<span style="font-size: x-small;">2</span> y el cambio climático, lo cierto es que nadie parece dispuesto a afrontar los posibles efectos secundarios de esa estrategia, que se suele unir a la de la captura de CO<span style="font-size: x-small;">2</span> (de la que algún día hablaremos por estos lares) bajo el término <i><a href="https://geoengineering.environment.harvard.edu/geoengineering">Geoingeniería</a></i>.<br />
<br />Mientras que la mayoría de las grandes erupciones volcánicas se caracterizan por esas emisiones de dióxido de azufre, que enfrían el planeta temporalmente, la erupción del volcán <b>Hunga Tonga-Hunga Ha’apai</b> (Tonga para los amigos) el 15 de enero de 2022 fue inusual porque, a diferencia de la del Pinatubo, liberó a la estratosfera una gran cantidad de vapor de agua (146 millones de toneladas). Tonga inyectó también 0,42 millones de toneladas de dióxido de azufre, muy lejos de las cifras del Pinatubo.<br />
<br />Y precisamente por la gran cantidad de vapor de agua inyectada, el caso del Tonga tendría que tener efectos diferentes a los del Pinatubo en lo que al calentamiento global se refiere. Esas 146 millones de toneladas de vapor de agua aumentaron el contenido del mismo en la estratosfera entre un 10 y un 15 %. Es bien sabido que el vapor de agua es un potente <b>gas de efecto invernadero</b> y, al contrario de los aerosoles de sulfato del Pinatubo, debiera, en el caso del Tonga, contribuir a un adicional calentamiento de nuestro planeta. Ello hace que el volcán Tonga sea particularmente interesante para su estudio científico en el contexto de otras erupciones recientes.<br />
<br />Aunque solo ha pasado un año y ocho meses desde la erupción del Tonga, si uno pone en el buscador de bibliografía ISI Web of Science “<i>Tonga eruption</i>”, la búsqueda le devuelve del orden de 310 documentos científicos, aunque muchos de ellos tienen que ver con el estudio del maremoto que la erupción originó y con otras consecuencias de la misma en el entorno atmosférico, terrestre y marítimo cercano. Si uno acota la búsqueda a “<i>Tonga and climate change</i>” solo aparecen quince artículos posteriores a la erupción.<br />
<br /><i><a href="https://www.nature.com/articles/s41558-022-01568-2">Uno de ellos</a></i> ha llamado la atención de algunos medios debido a su título que, como hemos visto hace poco en otro caso, había sido cuidadosamente elegido: “<i>La erupción del Tonga aumenta la posibilidad de una anomalía temporal de la temperatura superficial por encima de 1.5 ºC</i>”. No sobrepasar esta última cifra, como sabéis, es uno de los objetivos de los Acuerdos de París de 2015. El título del artículo ha generado en las redes una cierta discusión sobre si las temperaturas de julio han llegado donde han llegado, a nivel global, merced a la suma del efecto del Tonga con el inicio de una nueva fase de <i><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_Niño_%28fenómeno%29">El Niño</a></i>.<br />
<br />Aunque ha pasado muy poco tiempo para que se puedan sacar conclusiones definitivas. Un <a href="https://www.carbonbrief.org/tonga-volcano-eruption-raises-imminent-risk-of-temporary-1-5c-breach/"><i>artículo</i></a> en la conocida web <a href="https://www.carbonbrief.org/about-us/"><i>CarbonBrief</i></a> analizaba no hace mucho el posible efecto de la erupción en el calentamiento global, entrevistando a varios de los autores de los artículos publicados hasta entonces. El primer autor del artículo que acabamos de mencionar recalcaba que, a pesar de lo que se pudiera deducir del título de su artículo, “<i>Tonga solo está contribuyendo una cantidad muy pequeña a la anomalía de la temperatura de la superficie hoy en día. No veremos el impacto de Tonga en los eventos de cambio climático como sequías o inundaciones, el efecto es simplemente demasiado pequeño</i>".<br />
<br />Pero hay otro posible efecto del vapor de agua inyectado por Tonga en la estratosfera que preocupa a los científicos. Y es cómo afecte esa inyección al agujero de ozono sobre la Antártida. En esencia, el ozono puede degradarse cuando en la época del invierno austral se forman nubes de cristales de agua sobre cuya superficie el ozono puede reaccionar con átomos de cloro provenientes de los clorofluorocarbonos (CFCs) que, aunque restringidos por el protocolo de Montreal en 1985 siguen estando en la estratosfera porque se descomponen muy lentamente. Si en ella hay más vapor de agua por la erupción, más nubes de cristales podrán formarse y habrá más "sitios" sobre los que la degradación del ozono pueda producirse, como explican científicos de la NASA <a href="https://www.space.com/hunga-tonga-will-make-ozone-hole-larger#"><i>en este artículo</i></a> de la revista Space. <br />
<br /><div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4VJqT-AawKpXU8GNlekzQXvPydD44THsASPXlXdIRgMWRy_3WhrxCIKcxOvzG4PnotyU1OSOKpvhFVDM3lmaRLp4wCXGXGZ9Wtt_Fpcnn48DDkikRm4CNKbDCVAHxW_gloq2n24O-p5J2FRB232JLsAQVNtdYRaWUYtsotuyG3G_NhDC81R2uK_xG9pL7/s1442/TONGA%20OZONE%20HOLE.png" style="clear: right; display: block; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="676" data-original-width="1442" height="177" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4VJqT-AawKpXU8GNlekzQXvPydD44THsASPXlXdIRgMWRy_3WhrxCIKcxOvzG4PnotyU1OSOKpvhFVDM3lmaRLp4wCXGXGZ9Wtt_Fpcnn48DDkikRm4CNKbDCVAHxW_gloq2n24O-p5J2FRB232JLsAQVNtdYRaWUYtsotuyG3G_NhDC81R2uK_xG9pL7/w378-h177/TONGA%20OZONE%20HOLE.png" width="378" /></a></div>La gráfica de la derecha (que podéis aumentar clicando sobre ella), muestra que el tamaño del agujero de ozono ha crecido en los años más recientes. De hecho, su extensión el pasado 5 de octubre de 2022 fue la más alta desde el año 2015, aunque ello no interrumpe una tendencia general a la baja, debido a las variaciones interanuales que se producen en función de lo más o menos fríos que sean los inviernos australes.<br />
<br />Y, además, el proceso correspondiente a 2023 no parece haber empezado muy bien, si hacemos caso a la linea roja de la misma figura, en la que la parte discontinua son predicciones que los científicos adelantan unos pocos días. ¿Está ya haciendo la erupción del Tonga su efecto?. Una búsqueda bibliográfica en la ISI WEB of Science bajo los términos "<i>Tonga eruption and ozone hole</i>" no me ha proporcionado más que <a href="https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1029/2022GL100091"><i>un artículo</i></a> fechado en setiembre del 2022, en el que solo en las conclusiones, se puede encontrar una fugaz alusión a que el vapor de agua del Tonga juegue un importante papel en la degradación de la capa de ozono. Tendremos que esperar a octubre para ver el efecto en la curva de este año.<br />
<br />Así que, por el momento y como en otras ocasiones os digo, “ver venir…”
</span></div>
Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-23158392020064120812023-08-24T16:15:00.011+02:002023-08-25T12:30:17.528+02:00NO WASH: Microplásticos y lavadoras. Un nuevo gazapo en la tele<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioVwr3IkQNZqLGFd95v74kX1RbJL1pPWtr5DX24Z62ybNmd3u3AvXWu7M9BJaRIwsDUCYrXuhzOnsoBjXIUXXDH9X3UvUudVD8tD-vG8v5vhi87TosRi6GhD0HpoUUguzuOQFK9PUJZePj4JVOswp54upsSXqrsJ-wclL6pRUG886VP1ce5zhak4eqQCur/s1845/MPs%20and%20wash%20machines.jpeg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1845" height="189" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioVwr3IkQNZqLGFd95v74kX1RbJL1pPWtr5DX24Z62ybNmd3u3AvXWu7M9BJaRIwsDUCYrXuhzOnsoBjXIUXXDH9X3UvUudVD8tD-vG8v5vhi87TosRi6GhD0HpoUUguzuOQFK9PUJZePj4JVOswp54upsSXqrsJ-wclL6pRUG886VP1ce5zhak4eqQCur/w291-h189/MPs%20and%20wash%20machines.jpeg" width="291" /></a></div><div style="text-align: justify;">El pasado 15 de agosto, en el telediario de la noche, una corta noticia se hacía eco de un nuevo movimiento que ya lleva un tiempo en los medios ingleses y que parece que ahora quiere importarse por estos lares. Se llama <b>NO WASH</b> y viene a decir que tenemos que lavar menos la ropa para afectar menos al medio ambiente. En esa filosofía del movimiento hay cosas obvias e indiscutibles sobre usar menos una lavadora: un menor consumo de agua y un menor consumo de electricidad.<br /><span id="fullpost">
<br />Pero, la tercera pata de banco de la noticia era que nuestras lavadoras son una fuente importante de los microplásticos que acaban en el mar y se mencionaba una cifra concreta: el 35% de los microplásticos que se vierten a los océanos son microfibras que se desprenden de nuestra ropa durante la agresión mecánica a la que la sometemos en el lavado. Como la cifra me resultaba increíble para lo que yo se sobre el asunto (y ya sabéis que sé bastante), me he puesto a tirar del hilo y aquí van mis pesquisas.<br />
<br />En las propias imágenes que servían de fondo a la noticia aparecía <i><a href="https://www.miteco.gob.es/es/ceneam/carpeta-informativa-del-ceneam/novedades/microplasticos-oceanos-ropa.html">un documento</a></i> algo viejuno (setiembre de 2018) del Ministerio que en la última legislatura ha dirigido la Vicepresidenta Ribera (MITECO es su acrónimo) que, efectivamente, afirmaba en su titular que “<i>Un tercio de los microplásticos en los océanos procede de lavar ropa</i>”. En el primer párrafo de ese documento, se citaba como fuente un estudio titulado <i><a href="https://www.imeche.org/policy-and-press/reports/detail/engineering-out-fashion-waste">Engineering Out Fashion Waste</a></i> (o Ingeniería para eliminar los residuos de la moda), un estudio de la Institution of Mechanical Engineers, una organización internacional de ingenieros, con base en la Gran Bretaña y con más de 120.000 miembros en 140 países.<br />
<br />Si os bajáis el informe, veréis que en el último párrafo de la página 5 se menciona <i><a href="https://www.greenpeace.org/international/story/6956/what-are-microfibers-and-why-are-our-clothes-polluting-the-oceans/">una página</a></i> de Greenpeace que, en uno de sus primeros párrafos, hace referencia a su vez a <i><a href="https://portals.iucn.org/library/sites/library/files/documents/2017-002-En.pdf">un estudio</a></i> de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) con base en Suiza, publicado en 2017 y en el que se menciona la cifra del 35%. Y, con ese estudio, tengo bastante para desmontar lo proclamado por TVE, el MITECO, la institución de ingenieros ingleses y Greenpeace.<br />
<br />El estudio lleva por título “<i>Microplásticos primarios en los océanos</i>”. Y en el adjetivo <b>primarios</b> está la clave de la falacia. Los microplásticos que se vierten al mar se suelen clasificar <b>en primarios y secundarios</b>. Estos últimos, la gran mayoría de los que acaban en el mar, se refieren a basura plástica mal gestionada que, con el tiempo, se va degradando en piezas más pequeñas hasta llegar al tamaño de la micra o el nanometro.<br />
<br /><b>Los microplásticos primarios</b>, por el contrario, son partículas de plástico que provienen fundamentalmente de microesferas añadidas a productos de limpieza, cosmética o odontología y que, a través de las aguas residuales, acaban en el mar. Se incluyen también partículas que se desprenden de los neumáticos de los vehículos de motor y que la lluvia arrastra a las cunetas, posteriormente a los ríos y, finalmente, al mar. Y, en tercer lugar, las microfibras que, desprendidas de nuestra vestimenta, pasan al aire o, en el caso del lavado, a las aguas residuales de nuestros domicilios. Son estas últimas las que, pretendidamente, constituyen el 35% de las micropartículas plásticas que acaban en el mar.<br />
<br />Así que el estudio del IUCN no habla de TODOS los microplásticos que acaban en el mar, sino solo de los primarios y, dentro de ellos de las microfibras de nuestras lavadoras. Un calculo sencillo, usando sus propios datos, indica que de los 12 millones de toneladas anuales de microplásticos que pueden acabar en los océanos y sus inmediaciones, <b>solo 1,5 son microplásticos primarios</b>, el 35% de los cuales serían microfibras derivadas del lavado en lavadoras. O sea, algo más de medio millón de toneladas sobre un total de 12. Lo que supone un 4% (y no un 35%) de todos los microplásticos en el mar. <b>Casi diez veces menos.</b><br />
<br />Pero es que además, la bibliografía en la que se basa ese informe se ha quedado un poco antigua en 2023. Los autores del informe IUCN toman como base principal <i><a href="https://pubs.acs.org/doi/10.1021/es201811s">un artículo de 2011</a></i>, el primero que constataba y usaba el término microfibra en el entorno del mar y zonas limítrofes y el primero en atribuirlo al lavado en lavadoras (de hecho, como podéis ver si picáis en el enlace, aparece una lavadora junto al Abstract o Resumen).<br />
<br />Pero desde entonces hay mucha literatura que ha ido consolidando la idea de que las plantas de tratamiento de agua son muy eficaces en la eliminación de las fibras provenientes del lavado en lavadoras (<i><a href="https://setac.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/ieam.1916">ver aquí</a></i>) y que las microfibras son omnipresentes en el aire exterior y en el aire del interior de las casas desde donde acaban en el mar merced a su deposición por la lluvia, su acumulación en los ríos y finalmente en el mar.<br />
<br />Y una nota final. Cada vez es más evidente (ver <i><a href="https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.aay8493">aquí</a></i> y <i><a href="https://setac.onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.1002/etc.5173">aquí</a></i>) que el componente mayoritario de las microfibras en el medio ambiente no son las sintéticas (las que de forma más rigurosa podrían denominarse microplásticos) sino las naturales (algodón, lana, seda, lino) o las semisintéticas (sobre todo fibras celulósicas modificadas, como el rayón o la viscosa). De esto <i><a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2020/08/microfibras-en-el-mar.html">ya hablamos</a></i> en el Blog hace tres años.<br />
<br />Así que queda mucho por investigar en el tema. Pero dar pábulo al <b>NO WASH</b> sobre la base de la alta incidencia de los microplásticos en el mar derivados de los que se originan en las lavadoras, es una inconsistente serpiente de verano de la que algún tribulete tendría que haberse documentado un poco más antes de desinformar a la población.</span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-91558508536530928562023-08-16T10:38:00.002+02:002023-08-16T10:38:58.894+02:00La politóloga reconvertida en toxicóloga<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWFYCCuqdR9m94nPrCorZpr1Jpe6OwThiADWbNhMZw4hFIXvqRTcx6vZJTDzlLYVPPFyHo9oZq9w_YyVU11U78a4uxJSCW9HyOJuNGtc7L12vJfajQ2y8TF-tdlYacv9nwi5PJmkmgDF1LlOAzyFex2TCSN_qPv9DJxWS06M4Yuc-Fd0uDMFqQY46TmkBY/s267/LoisGold.jpeg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="267" data-original-width="178" height="267" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWFYCCuqdR9m94nPrCorZpr1Jpe6OwThiADWbNhMZw4hFIXvqRTcx6vZJTDzlLYVPPFyHo9oZq9w_YyVU11U78a4uxJSCW9HyOJuNGtc7L12vJfajQ2y8TF-tdlYacv9nwi5PJmkmgDF1LlOAzyFex2TCSN_qPv9DJxWS06M4Yuc-Fd0uDMFqQY46TmkBY/s1600/LoisGold.jpeg" width="178" /></a></div><div style="text-align: justify;">Este miércoles 16 de agosto y tras una “sequía” de cuatro años, he publicado una nueva entrada en el Blog <b>Mujeres con Ciencia</b>, coordinado por la profesora del Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU Marta Macho Stadler. Un blog que divulga el importante (aunque a veces oscuro o, más bien, oscurecido) papel de las mujeres en el progreso científico. En este caso, mi contribución se ha centrado en la figura de <b>Lois S. Gold</b> (1941-2012), una Doctora en Ciencias Políticas por la Universidad de Stanford que, por circunstancias de la vida, acabó colaborando estrechamente con el bioquímico y toxicólogo <b>Bruce Ames</b>, contribuyendo a la extensión del llamado <b>test de Ames</b>, un método sencillo y barato para investigar el carácter mutagénico de sustancias naturales y sintéticas. Como consecuencia de ello, se convirtió en una autoridad en el ámbito de la toxicología. Si queréis leer la entrada y, ya metidos en gastos, curiosear un poco en otras páginas del Blog Mujeres con Ciencia, no tenéis más que picar en <a href="https://mujeresconciencia.com/2023/08/16/lois-s-gold-la-politologa-reconvertida-en-toxicologa/"><i>este enlace</i></a>.
</div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-61793047887472278082023-07-31T07:42:00.001+02:002023-08-02T13:01:14.174+02:00Alarma que algo queda<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrrnBWn0xu2zwGPNhDMc69hDKO1NBwqaiZpbPSfcX_c0-6RjpVSNuYZ0A6wAAnpmS_IJyli0MuV-x_SPeRw3Vs5gw9kjyXGzErr9BnFZTh9eR14oF_hDaam3MzzeCodroH6KsEN6oz4v5_BBVYztz1_XPfCyr4EGdmOCvpEpmEeWTc0qs1rB3sHSoww0p0/s1280/AMOC.webp" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="720" data-original-width="1280" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrrnBWn0xu2zwGPNhDMc69hDKO1NBwqaiZpbPSfcX_c0-6RjpVSNuYZ0A6wAAnpmS_IJyli0MuV-x_SPeRw3Vs5gw9kjyXGzErr9BnFZTh9eR14oF_hDaam3MzzeCodroH6KsEN6oz4v5_BBVYztz1_XPfCyr4EGdmOCvpEpmEeWTc0qs1rB3sHSoww0p0/s320/AMOC.webp" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;">El fin de semana de las pasadas elecciones del 23J, una amiga del alma nos hacía llegar su ansiedad por el devenir de las mismas y por una noticia que empezaba entonces a circular por los medios (ella trabaja en uno). Noticia que tenía que ver con un <a href="https://www.nature.com/articles/s41467-023-39810-w"><i>artículo</i></a> firmado por dos investigadores del Instituto de Matemáticas de la Universidad de Copenhague, bajo el título "<i>Advertencia de un próximo colapso de la <b>Circulación de Retorno Meridional del Atlántico</b></i>". Lo de las elecciones dejó inmediatamente de ser un problema para mi amiga pero no así lo del colapso. Y estos últimos días he buscado varios argumentos para rebajar su preocupación y son los que voy a resumir en esta entrada.<br /> <span id="fullpost">
<br />Rara vez he escrito en el Blog sobre el llamado <b>cambio climático</b>. Solo en temas que me son más próximos, como la denominada <a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2018/02/el-boro-y-la-acidificacion-de-los.html"><i>acidificación de los océanos</i></a>, con un fuerte componente químico, me atrevo a compartir lo que yo entiendo. Mi formación de base es la que es, así que a estas alturas de mi provecta edad no me puedo reconvertir en climatólogo (ni siquiera amateur). Pero no oculto que, desde 2009 y dentro de mis posibilidades, sigo todo lo que publica el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC en su acrónimo en inglés). Y particularmente me interesa lo que publica su Grupo de Trabajo I, encargado de evaluar los conocimientos científicos relativos al cambio climático, tanto en forma de datos experimentales como en predicciones a futuro, simuladas con modelos climáticos. Y si cualquier periodista puede montar un artículo sobre temas complejos de los que no es especialista en cuestión de horas, un servidor, que no tiene sus urgencias, también.<br />
<br /> La Circulación de Retorno Meridional del Atlántico (AMOC en su acrónimo inglés) hace referencia, explicado de forma sencilla, a una corriente oceánica que traslada superficialmente aguas calientes hacia latitudes altas del Océano Atlántico y una vez que allí se enfrían bajan, circulando a mayor profundidad, hacia zonas más caliente, donde se vuelven a calentar. Según los autores del artículo mencionado arriba, el colapso de esa circulación se podría producir tan pronto como 2025, aunque extienden la probabilidad hasta 2095. Las consecuencias serían de magnitud sustancial y a nivel global y van desde un significativo enfriamiento del Atlántico Norte (hasta 8ºC) hasta cambios importantes en los regímenes de lluvia en ciertas regiones, además de otros muchos cambios con implicaciones para los ecosistemas. Y sabemos eso porque, gracias a los registros geológicos y otros indicadores, tenemos constancia de que este fenómeno ya se produjo hace unos pocos miles de años y adivinamos las consecuencias serias que tuvo. Así que la ansiedad de mi amiga, que era la primera vez que oía hablar de la AMOC, estaba justificada.<br />
<br />Pero las reacciones de otros científicos relevantes en el estudio de la AMOC a esa alarmante noticia no se han hecho esperar. <i><a href="https://mpimet.mpg.de/en/staff/jochem-marotzke">Jochem Marotzke</a></i>, Director del Max Plank Institute de Hamburgo, tras sorprenderse de que el trabajo hubiera pasado la revisión por pares en una revista del Grupo Nature y se haya publicado, entendía que "<i>la aseveración de que habrá un colapso de la corriente del océano dentro de este siglo, <b>tiene pies de barro</b>. Aunque los cálculos matemáticos están hechos de manera profesional, los requisitos previos para llevar a cabo esos cálculos son <b>altamente dudosos</b></i>".<br />
<br /><a href="https://noc.ac.uk/n/Penny+Holliday"><i>Penny Holliday</i></a>, Investigadora Principal del OSNAP, un programa internacional de investigación sobre la AMOC, tras reconocer la severidad de lo que ocurriría si tal colapso se produjera, decía que "<i>el título del artículo es más sensacionalista que lo que se puede leer dentro de él</i>". En similares términos, en mayor o menor medida y en declaraciones más técnicas, se han manifestado la gran mayoría de los catorce relevantes científicos <a href="https://www.sciencemediacentre.org/expert-reaction-to-paper-warning-of-a-collapse-of-the-atlantic-meridional-overturning-circulation/"><i>consultados</i></a> por el Science Media Centre, en su intento de clarificar la noticia para el gran público. Algunos de ellos recalcan además algo que los propios autores reconocen en su artículo. Y que no es otra cosa que sus conclusiones contradicen lo publicado en agosto de 2021 en el <a href="https://report.ipcc.ch/ar6/wg1/IPCC_AR6_WGI_FullReport.pdf"><i>Sexto Informe del IPCC</i></a> y, más concretamente, en el noveno capítulo del informe del Grupo de Trabajo I. Si queréis mayor detalle podéis consultar, en el enlace anterior, el último párrafo de la sección 9.2.31 en la página 1239.<br />
<br /> Pero tras ese Sexto Informe, la información se va acumulando y los expertos la tendrán que revisar de cara al Séptimo Informe previsto para 2028/2029. Y entre esa información, además del artículo que ha dado origen a esta entrada, habrá muchos más. Por ejemplo, el publicado en febrero de este mismo año por un grupo liderado por <i><a href="https://scholar.google.com/citations?user=Chq-VAIAAAAJ&hl=es">Zeke Hausfather</a></i>. Ese <a href="https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1029/2021RG000757"><i>artículo</i></a> revisaba la literatura existente sobre los llamados elementos de inflexión climática (tipping elements), componentes del sistema de la Tierra que pueden responder de forma <b>no lineal</b> al cambio climático y alcanzar los llamados <b>tipping points (o puntos sin retorno)</b>. Entre los diez tipping elements que estudian en esa revisión está la propia AMOC, la génesis de metano por el permafrost o la muerte de la selva amazónica, entre otros. Y el colapso de la AMOC sería un punto sin retorno de ese elemento.<br />
<br />Hausfather es un conocido científico tanto por su relevante participación en el último IPCC (ha sido el impulsor del abandono del escenario climático más extremo, el<i> <a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2022/01/pcr-y-rpc.html">RCP 8.5</a>), </i>como por su activismo en las redes sociales. En el apartado 2.1 de su artículo se encuentra una detallada revisión de lo que se sabe a este respecto sobre la AMOC. En el subapartado 2.1.2 los autores explican que "<i>Mientras que las evaluaciones de si la AMOC se está debilitando actualmente siguen estando sujetas a cierta incertidumbre, la comunidad investigadora está en gran medida de acuerdo en que un colapso completo de la AMOC a corto plazo es un evento de baja probabilidad</i>".<br />
<br />La pregunta del millón es, ¿por qué un ejercicio matemático puramente teórico, con premisas dudosas según los entendidos, es difundido y tenido en cuenta en todos los medios de los países occidentales y la revisión de Hausfather, que revisaba diez diferentes procesos potencialmente catastróficos, no ha salido en ninguno?.<br />
<br /> Pues yo lo tengo bastante claro. El título del artículo de Hausfather y colaboradores es meramente explicativo y anodino: "<i>Mecanismos e impactos de los elementos de inflexión del sistema terrestre</i>" y en su Abstract se dice que su revisión bibliográfica de estudios sobre el tema "<i>sugieren que la mayoría de los elementos de inflexión no poseen el potencial de un cambio futuro abrupto dentro de unos años, y algunos de esos elementos pueden no mostrar un comportamiento de no retorno, sino que responden de manera más predecible y directa a la magnitud del cambio climático</i>". Lo cual no llama mucho la atención. Por el contrario, el artículo que asustó a mi amiga, ya en su título, avisa de un próximo colapso de la AMOC, estableciendo más adelante un intervalo entre 2025 y 2095 de que eso ocurra. Y 2025 está a la vuelta de la esquina.<br />
<br /> Como me decía un periodista amigo, que ha escrito sobre el asunto esta pasada semana en su periódico, y al que le comenté que el titular de su información me parecía algo sensacionalista, "<i>pues mi titular será sensacionalista, pero cuando el artículo publicado por los daneses viene ya con esas afirmaciones de fábrica es muy difícil parar la maquinaria</i>". Y así vamos, unas veces por el título o contenido de los artículos y otras por las notas de las oficinas de prensa de las Universidades e Instituciones, siempre hay espacio para reclamar la atención inmediata de los medios.<br />
<br /> ¿Quiere esto decir que lo publicado por el IPCC o por Hausfather va a misa?. Pues no. Los sistemas caóticos son eso, caóticos, y nadie puede asegurar que en un momento no deriven en una situación incontrolable. Lo mismo que me hizo ver un cardiólogo hace años después de someterme a unas pruebas de esfuerzo: "<i>han salido bien pero eso no quiere decir que cuando empieces a bajar las escaleras de mi consulta no pueda darte un infarto</i>".<br />
<br />P.D. Al día siguiente de la publicación de esta entrada, en el programa Boulevard de Radio Euskadi se entrevistaba a la investigadora senior del artículo sobre el colapso de la AMOC, Susanne Ditlevsen, quien, por cierto, habla bien castellano. Puedes oír la entrevista a partir del minuto 2:20:00 en <a href="https://www.eitb.eus/es/nahieran/radio/radio-euskadi/boulevard/detalle/9277722/"><i>este enlace</i></a>. En mi opinión, se han dado cuenta de que han alarmado excesivamente a la población y en la entrevista trata de rebajar esa alarma. Pero que cada cual saque sus conclusiones.
</span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-41696381168406315372023-07-16T11:39:00.036+02:002023-07-16T13:47:33.767+02:00 Aspartamo y cáncer<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifZ1Fr4_lKuN9PJsVNVDH0uE1-g0Sanrhp0y9_74-Cc8DK2hQ0-gZHrRy110o3dnhqgoDaJOZQnPtEoLUgnicjswHB2YEtLr_2Htr94oO2Y4mTqbSgukycs0qxPiXD1tBf2CyY7H8btMjAPdqujEDlN3LIdWCoin2iGOorwUr4qgMuQM9uxUSTrCohJGdn/s600/aspartame.jpeg" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="600" data-original-width="600" height="222" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifZ1Fr4_lKuN9PJsVNVDH0uE1-g0Sanrhp0y9_74-Cc8DK2hQ0-gZHrRy110o3dnhqgoDaJOZQnPtEoLUgnicjswHB2YEtLr_2Htr94oO2Y4mTqbSgukycs0qxPiXD1tBf2CyY7H8btMjAPdqujEDlN3LIdWCoin2iGOorwUr4qgMuQM9uxUSTrCohJGdn/w222-h222/aspartame.jpeg" width="222" /></a></div><div style="text-align: justify;">Si los medios de comunicación no tuvieran la manía de usar la palabra cáncer como reclamo visual para que los lectores se decidan a leer o seguir una noticia, la publicación por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de los resultados de su evaluación del riesgo y la peligrosidad del <b>aspartamo</b>, un edulcorante sintético que sustituye al azúcar en muchos productos, no hubiera pasado de ser una noticia más o menos anodina. Pero claro, si un medio supuestamente serio como La Vanguardia titula "<i>El edulcorante aspartamo podría causar cáncer de hígado a dosis elevadas</i>", la gente se preocupa, como no es de extrañar. Y si además, el artículo está escrito de forma que induce tanto a la alarma como a la tranquilidad, la gente (y alguno de mis lectores) se mosquea.<br /> <span id="fullpost">
<br />El pasado viernes, 14 de julio, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, en su acrónimo en inglés), dependiente de la OMS y el Comité Mixto de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA), que depende de la propia OMS y de la FAO (el organismo de la ONU para la Agricultura y la Alimentación), publicaron conjuntamente <a href="https://www.who.int/news/item/14-07-2023-aspartame-hazard-and-risk-assessment-results-released"><i>este texto</i></a> que había venido siendo anunciado por los medios de comunicación desde semanas atrás, asociándolo otra vez a la palabra cáncer.<br />
<br />En el marco del IARC, grupos de expertos internacionales evalúan o reevalúan los conocimientos científicos disponibles en cada momento para hacer una valoración del riesgo que supone un determinado agente químico o biológico, o una actividad en ciertos casos, para producir cáncer. Como resultado, cualquiera de esas sustancias o agentes se clasifica en uno de los cuatro grupos en los que el IARC coloca a las sustancias y actividades susceptibles de provocar cáncer en los humanos. El Grupo 1 engloba a las sustancias <b>cancerígenas para los humanos</b>, el Grupo 2A implica que la sustancia es <b>probablemente cancerígena </b>para el ser humano. El Grupo 2B engloba sustancias <b>posiblemente cancerígenas</b> para los humanos y el Grupo 3, finalmente, agrupa a las <b>no clasificables</b> por su carcinogenicidad para los humanos. Esto es hilar fino con el lenguaje.<br />
<br />La clasificación refleja el nivel de seguridad de los conocimientos que tenemos sobre que un agente sea cancerígeno. Pero no establece en qué cuantía lo es. Tampoco asegura que un agente cause un determinado u otro tipo de cáncer. Sólo refleja que alguien en la literatura, con mayor o menor evidencia, lo haya dicho. La tarea encomendada al IARC es la correcta <b>identificación de riesgos</b>, esto es la identificación de productos o actividades que constituyen un peligro según la literatura, no la <b>valoración de esos riesgos.</b> <br />
<br />Por ejemplo, la clasificación del IARC no implica que los agentes del Grupo 1 sean más peligrosos que los del Grupo 2B, solo que de los primeros existe una evidencia más fiable de que puedan producir cáncer. Tampoco implica que todos los incluidos en un mismo Grupo sean igual de cancerígenos. Por ejemplo, aunque la carne procesada (bacon, por citar algo) y el tabaco están en el mismo Grupo 1, sabemos que fumar es muchísimo más peligroso que comer bacon. Si el periodista de La Vanguardia tuviera esto claro no hubiera escrito el titular que ha escrito, porque el IARC no puede decir que el aspartamo podría causar cáncer de hígado, solo que ha encontrado literatura científica que relaciona lo uno con lo otro. Que no es lo mismo.<br />
<br />Y si ya nos vamos al caso que nos ocupa, el <b>aspartamo</b> es una molécula relativamente complicada para alguien no versado en Química pero que, cuando es asimilada por nuestro organismo, se hidroliza (se rompe) para dar tres moléculas más pequeñas y bien conocidas, dos de las cuales, <b>el ácido aspártico</b> y <b>la fenil alanina</b>, son dos <b>aminoácidos esenciales</b>, es decir, aminoácidos que nuestro organismo necesita si o si, pero que no puede sintetizar por si mismo y que, por tanto, los tiene que extraer a partir del metabolismo de los alimentos. La tercera de las sustancias es el <b>metanol</b> o alcohol de madera, el hermano pequeño del alcohol que ingerimos en las bebidas alcohólicas (etanol).<br />
<br />El ácido aspártico, y algunas de sus sales, se generan en nuestro cuerpo cuando metabolizamos alimentos como los espárragos, los aguacates, los copos de avena, ciertas carnes y un sin fin más. La fenil alanina se produce cuando se metaboliza la leche materna de los mamíferos, pero también cuando consumimos cosas como carne, pescado, huevos, legumbres, frutos secos o soja. Del metanol hablaremos enseguida pero lo <u>más importante</u> es que esas tres sustancias que la ruptura del aspartamo genera en nuestro cuerpo son <b>exactamente las mismas</b> que las que entran en él vía el consumo de alimentos.<br />
<br />Las personas afectados por la enfermedad genética conocida como <b>fenilcetonuria</b> tienen un inconveniente grave si ingieren alimentos que proporcionen fenil alanina. En virtud de ese defecto genético, no disponen de las enzimas que degradan la fenilalanina para producir tirosina, inocua para nuestro organismo. Por el contrario, en esos pacientes, la fenilalanina se degrada para producir otra molécula, el fenil piruvato, una sustancia neurotóxica que afecta gravemente al cerebro durante su desarrollo, de ahí la peligrosidad de consumir alimentos que produzcan fenil alanina en niños de corta edad con esa enfermedad genética. Si os fijáis en las bebidas que llevan aspartamo suele haber un aviso que previene a esos enfermos sobre la peligrosidad de ingerirlo, pero hay otras muchas cosas que, desgraciadamente, ellos no pueden comer.<br />
<br />El metanol es otra cosa. Al generarse por la ruptura del aspartamo se metaboliza después en el hígado dando formaldehído y, posteriormente, ácido fórmico, lo que puede causar muchos problemas en un ser humano, incluida la ceguera, algo que ha pasado en muchos casos con bebidas alcohólicas contaminadas con metanol. Pero hay que aclarar que los humanos estamos ingiriendo metanol continuamente cuando consumimos verduras, legumbres, sidra o zumo de tomate, por mencionar solo algunos, sin que ocurran trastornos dignos de mención, dadas las cantidades que ingerimos. Por ejemplo, hace ya años (en el 2000), investigadores asturianos publicaron <a href="https://pubs.acs.org/doi/10.1021/jf991284d"><i>un artículo</i></a> en el que analizaban químicamente las sidras de su región, incluyendo el metanol (denominado MeOH en la tabla 3). Y algunas de esas sidras y sus derivados espirituosos tenían niveles de metanol que podrían inducir a una cierta preocupación si nos pusiéramos en plan medio de comunicación.<br />
<br />Dicho lo cual, volvamos al último informe del IARC sobre aspartamo y cáncer. La importante (y casi única) novedad es que el IARC ha clasificado al aspartamo como <i><b>posiblemente carcinógeno para los seres humanos</b></i>, encuadrándolo consiguientemente en el Grupo 2B ya mencionado. En ese grupo están, por ejemplo, los vapores de gasolina y los gases del escape de motores que la usen, los humos de soldadura, las verduras en escabeche o los extractos de hojas de aloe vera. Y se ha incluido al aspartamo en ese Grupo tras establecer "<i>que hay una evidencia <b>limitada</b> para el cáncer en los seres humanos. También se observó evidencia <b>limitada</b> para el cáncer en animales de experimentación y evidencia <b>limitada</b> relacionada con los posibles mecanismos propuestos en literatura por los que el aspartamo pudiera provocar cáncer</i>". Todo ello se ha derivado del estudio llevado a cabo por 25 científicos de 12 países que, paralelamente a la noticia con la que iniciábamos esta entrada, publicaron en The Lancet un artículo del que os dejo <a href="https://www.thelancet.com/action/showPdf?pii=S1470-2045%2823%2900341-8"><i>el enlace</i></a>. El artículo se puede bajar gratuitamente pero hay que registrarse para poder hacerlo.<br />
<br />Pero al mismo tiempo, y en el mismo documento en el que se anunciaba esa clasificación del aspartamo por parte del IARC, está lo que decía el JECFA, un comité conjunto OMS/FAO que se dedica a evaluar <b>cuantitativamente</b> el riesgo de las sustancias usadas en alimentación y cosas relacionadas, estableciendo las llamadas <b>ingestas diarias admisibles</b> o cantidades máximas de una determinada sustancia que un adulto de peso medio de 70 kilos puede consumir sin riesgo durante todos los días de una vida media de 70 años.<br />
<br />Pues bien, en esta última entrega el JECFA concluye que los datos evaluados indicaban que no había ninguna razón para cambiar la ingesta diaria admisible del aspartamo, previamente establecida en 40 miligramos por kilo de peso corporal. Por debajo de ese límite el JECFA reconoce que el aspartamo es <b>"inocuo"</b>. Y pone como ejemplo que "<i>con una lata de refresco dietético (330 mL) y que contenga 200 o 300 mg de aspartamo, un adulto que pese 70 kg necesitaría consumir más de 9-14 latas (o sea, entre 3 y 4,5 litros al día) de esas bebidas para exceder la ingesta diaria admisible, si no se consumen otros alimentos</i>". De nuevo ese consumo se refiere "<i>a todos los días de una vida de 70 años</i>". Y no se dice tampoco que esas ingestas están calculadas con unos criterios de prevención con respecto a las dosis que realmente causan los primeros daños en animales de experimentación. Así que es casi seguro que ingestas más abundantes tampoco resultarían dañinas.<br />
<br />Esa dosis estaba ya establecida desde hace años, concretamente desde 1981. Años más tarde, <i><a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2013/12/la-efsa-revalua-la-toxicidad-del.html">una de mis entradas</a> </i>de 2013 se publicó días después de que la Autoridad Europea de Salud Alimentaria (EFSA), reevaluara la toxicidad del aspartamo y confirmara a nivel europeo esa misma cifra. No parece por tanto que la nueva evidencia científica haya cambiado en nada lo que se estableció como seguro hace ya cuarenta años. Lo que el IARC ha hecho es cambiar el estatus del aspartamo en virtud de una evidencia científica que ellos mismos denominan como "no convincente" sobre el cáncer en seres humanos. Utilizando así el principio de precaución en sus decisiones, según el cual más vale prevenir que curar y añadir algo a su lista de carcinógenos.<br />
<br />Pero ya vemos la que montan con ello y con la ayuda de los tribuletes.</span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-39665773653368327192023-07-10T09:51:00.001+02:002023-07-10T10:06:40.539+02:00Radiactividad y balnearios<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBXZFCvxrmcM05zEuNAZ5iZEZ2_DCsDoWg4fH05UGtEjM2kMGMfv3eYQlDwLSAuTTZWQMQ-dC925kuB4O2SFoEQWGxTp-A-DZFvv-aoKzdpsV7mNsYY0ZKBu1p-ISC5mDd6lsZo3Z40sdXmKB1R1q6evQAJIsDMXDxeuDE5E-1jc3Kx9vLfIagyPbJjx5l/s746/balnearios2.png" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="539" data-original-width="746" height="206" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBXZFCvxrmcM05zEuNAZ5iZEZ2_DCsDoWg4fH05UGtEjM2kMGMfv3eYQlDwLSAuTTZWQMQ-dC925kuB4O2SFoEQWGxTp-A-DZFvv-aoKzdpsV7mNsYY0ZKBu1p-ISC5mDd6lsZo3Z40sdXmKB1R1q6evQAJIsDMXDxeuDE5E-1jc3Kx9vLfIagyPbJjx5l/w285-h206/balnearios2.png" width="285" /></a></div><div style="text-align: justify;">Como otras veces, hemos pasando unos días de vacaciones en la Isla de La Toja, con su Gran Hotel Balneario, sus jabones y colonias, sus vendedoras de abalorios y su pequeño pero encantador Golf que es lo que, con la quietud de la Ría de Arosa, más me llama la atención del lugar. Si a través de un cuidado jardín, uno recorre la corta distancia que hay entre el Gran Hotel y la capilla de San Caralapio, mucho más conocida como Capilla de las conchas, por tener toda su superficie exterior recubierta de conchas de vieiras, uno se encuentra con una escultura de bronce, un tanto cutre para mi gusto, de un burro rebozándose en el suelo.</div><div style="text-align: justify;"><span id="fullpost">
<br /> La escultura recoge una leyenda que tomó cuerpo en 1899 cuando <b>Emilia Pardo Bazán</b> publicó en Ilustración Artística, un periódico semanal barcelonés, un texto en el que contaba que “<i>a principios del siglo XIX un burro enfermo de un proceso de la piel, fue abandonado por su dueño en la Isla. Al cabo de varios meses, su dueño se vio sorprendido al encontrar a su cuadrúpedo completamente sano y recuperado de las úlceras que padecía</i>”. No es la única leyenda en torno a animales y manantiales que curan. En su <a href="https://www.ingeba.org/klasikoa/geografi/mug101/m133161.htm"><i>Geografía de Guipúzcoa </i></a>(1918) Serapio Múgica contaba que el conocimiento de las virtudes medicinales del manantial de Guesalaga, que dio origen al Balneario de Cestona, arranca en 1769, “<i>cuando unos perros del Marqués de San Millán, que padecían sarna, se revolcaban en el lodo próximo al manantial, consiguiendo curarse en muy poco tiempo</i>”.<br />
<br /> Las aguas termales de La Toja son ricas en sales de calcio, hierro, magnesio o sodio, entre otros y en las de Cestona predomina sobre todo el sodio en forma de cloruro y sulfato pero también calcio, magnesio, litio, potasio y hierro. Pero si buscáis bien, os toparéis con el sorprendente hecho de que, aunque nadie lo mencione ahora, tanto el agua que mana en La Toja como la que lo hace en Cestona son conocidas por su carácter <b>radiactivo</b>.<br />
<br /> Algo que pasa en muchas otras aguas españolas. Como se muestra en <a href="https://revistascientificas.us.es/index.php/RiHC/article/view/11425/10480"><i>un artículo</i></a> publicado en 2020 por el Profesor de Periodismo en la Universidad de Valencia Enrique Bordería, bajo el (para mi) atractivo título “<i>La era del Radium: Radiactividad y publicidad de productos milagro en los albores del siglo XX en España</i>”. En un apartado titulado “<i>La batalla del voltio. Balnearios radiactivos</i>”, se cuenta la desenfrenada carrera que se produjo en los primeros años del siglo XX para demostrar que las aguas de muchos manantiales españoles eran más radiactivas que las del vecino.<br />
<br /> Lo de Radium en el título proviene del hecho de que es de esa forma como se denominaba en la época al radio, que el matrimonio Curie había descubierto en 1898. Y lo de voltio porque la radiactividad se medía entonces con unos aparatos denominados electroscopios y las unidades empleadas eran voltios hora litro. Hoy se emplean otras unidades para medir esa radiactividad.<br />
<br /> Pero el caso es que casi nada era radio en los balnearios españoles. En <a href="http://elradon.com/wp-content/uploads/2018/10/16.pdf"><i>un trabajo</i></a> publicado hace casi treinta años por la Cátedra de Física Médica de la Universidad de Cantabria, los investigadores estudiaban la radiactividad de los balnearios gallegos y aducían que el alto nivel de radiactividad encontrado era sobre todo debido a la presencia en el agua y en el aire del isótopo 222 del radón (Rn-222). Este último se produce abundantemente en el interior de la Tierra, por desintegración del isótopo 226 del radio (Ra-226) que, a su vez, proviene de la desintegración del isótopo 238 del uranio (U-238). El radón (Rn-222) es <b>un gas</b> noble y, por ello, aflora a la superficie a través de grietas o disuelto en aguas de origen profundo. Ayer, cuando ya tenía escrita esta entrada, el Suplemento Semanal del Grupo Vocento hablaba sobre <a href="https://www.diariovasco.com/xlsemanal/a-fondo/gas-radon-cancer-pulmon-vivienda-uranio-espana.html"><i>los peligros del radón</i></a> en ciertas viviendas de determinadas regiones españolas.<br />
<br /> Los investigadores cántabros estudiaron la concentración de radón 222 tanto en el ambiente como en agua empleada en los inhaladores de diversos balnearios gallegos. Y La Toja era uno de los que tenía una concentración más alta en el caso de los vahos proporcionados por los inhaladores. Aunque, tras calcular la dosis a la que está expuesto un bañista tras doce sesiones de inhalación, llegan a la conclusión de que se trata de, “<i>dosis de radiación bajas, nunca comparables con las que se emplean en radioterapia, y mediante ellas se intenta aprovechar los efectos estimulantes de las radiaciones ionizantes emitidas por el radón</i>”. Tras lo que se meten en una disquisición sobre los posibles efectos beneficiosos debidos al radón en los balnearios.<br />
<br /> Durante mi reciente estancia en La Toja he vuelto a cabrearme con los reclamos publicitarios con los que se anuncian, en el ascensor del Hotel Balneario, los diversos tratamientos que allí se ofrecen. Muchos de ellos son pura pseudociencia y están en línea con los que se ofrecen en muchos, por no decir todos, de los hoy llamados SPAs. Mi natural escéptico hace que nunca se me haya pasado por la cabeza bajar a la planta baja del Hotel y someterme a tales tratamientos.<br />
<br /> Pero no he visto que entre tales reclamos se promocionen los tratamientos con aguas radiactivas. Debe pasar lo mismo que lo que contaba en 2014 mi admirado Claudi Mans sobre las aguas de mesa catalanas y que hoy no se puede leer en castellano al haberse cargado el malvado mercado la Revista Investigación y Ciencia (aunque podéis verlo <a href="https://cmans.wordpress.com/2014/02/17/aigues-radioactives/"><i>aquí</i></a> en su versión en catalán). Quedaba claro que, en la etiqueta habitual de los años 40 del agua de Vichy Catalán, donde figuraban los análisis provenientes del sempiterno Laboratorio del Dr. Rodés, se podía leer “Radioactividad: 154 voltios hora litro”. En los 80 ese término desapareció, aunque el agua seguía y sigue saliendo del mismo manantial. Pero ya la radiactividad no mola y aunque en los 40 se pensaba que tenía efectos beneficiosos, ese reclamo fue poco a poco desapareciendo.<br />
<br /> Una desaparición muy discreta, como cuando se descubrió que el agua de las fuentes del prestigioso Balneario de Baden-Baden tenía cantidades peligrosas de arsénico y se buscó una alternativa para obviar el inconveniente. Pero el arsénico había estado ahí desde tiempos de los romanos (una de las termas se llama Caracalla en recuerdo del emperador romano que la visitaba). Como el radón.<br />
</span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-40520876456171263902023-06-22T12:04:00.091+02:002023-06-22T21:07:03.243+02:00La "arqueología" del nivel del mar<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiN_ugKGTYXIw1C01XeWGQidZRDvM-BZsp0VMBC6Vq9G22KDlRTqN14sX8sJN-eYv3dnMj4Cuqf5E5zCo5U2MXr9X90w97qkHHy-PxdMDrrUFsIdyfhXn-46eAHAWX-TnNP_cRgh4G6OwjhBZCh0pD-9JehLSHsNfWiO3Bpgcj4cl-_d6ifNmDEilp0ql55/s512/sea%20level.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="512" data-original-width="512" height="239" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiN_ugKGTYXIw1C01XeWGQidZRDvM-BZsp0VMBC6Vq9G22KDlRTqN14sX8sJN-eYv3dnMj4Cuqf5E5zCo5U2MXr9X90w97qkHHy-PxdMDrrUFsIdyfhXn-46eAHAWX-TnNP_cRgh4G6OwjhBZCh0pD-9JehLSHsNfWiO3Bpgcj4cl-_d6ifNmDEilp0ql55/w239-h239/sea%20level.jpg" width="239" /></a></div><div style="text-align: justify;">Como alguna vez ya he contado por aquí, vivimos a escasos 400 metros de la playa de La Concha, algo que la Búha aprovecha para darse un baño siempre que el agua no baje de 17 grados (yo soy incompatible con la arena). Así que, en la época en la que estamos, es habitual que nos interesemos sobre la temperatura del agua en el mar, la presencia de algas o sobre el horario de las mareas y si estas suben mucho o poco. En lo tocante a esto último, y para quien no lo sepa, esos movimientos del agua del mar se miden con un aparato llamado <b>mareógrafo</b>. Sus datos, considerados a largo plazo, se han convertido en una herramienta indispensable para evaluar la evolución del nivel del mar a lo largo de escalas temporales de décadas o, incluso, siglos.<br /><span id="fullpost">
<br />En una <a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2022/01/pcr-y-rpc.html"><i>entrada reciente</i></a> ya hablamos de las posibles repercusiones que el calentamiento global haya podido tener en el pasado o vaya a tener en el inmediato futuro en ese magnífico arenal que es La Concha. Hace unos días, me llegó una noticia sobre la publicación por científicos españoles de <a href="https://www.mdpi.com/2076-3263/13/6/160"><i>un artículo</i></a> sobre la evolución histórica de los mareógrafos costeros españoles, lo que me ha hecho tirar del hilo y encontrar sin querer una interesante historia sobre viejos mareógrafos que me apetece contar.<br />
<br />En Donosti no hay ningún mareógrafo que esté registrado en <a href="https://tidesandcurrents.noaa.gov/sltrends/sltrends.html"><i>la página</i></a> que la NOAA americana (National Oceanic and Atmospheric Administration) dedica a estos asuntos. Tampoco aparece en <a href="https://psmsl.org/data/obtaining/"><i>la de su homólogo europeo</i></a> conocido bajo el acrónimo PSMSL (Permanent Service for Mean Sea Level). Pero en esta última base de datos europea se pueden encontrar los de dos mareógrafos situados en el cercano puerto de <b>Pasajes</b>. Desgraciadamente el primitivo mareógrafo pasaitarra solo estuvo en servicio entre 1948 y 1963 y el que ahora gestiona el Centro Tecnológico AZTI solo tiene datos desde el año 2007. Así que hay que ir algo más lejos para obtener series más largas. Los dos mareógrafos más cercanos están en Sokoa (cerca de San Juan de Luz) y en Santander. En el PSMSL el de Sokoa aparece como operativo desde 1942 y el de Santander desde 1943. Si queremos datos aún más antiguos podemos fijarnos en el mareógrafo de Brest, en la Bretaña francesa con datos desde 1807.<br />
<br />Pero tanto el mareógrafo de Sokoa como el de Santander tienen una historia mucho más larga que la que parecen indicar los datos contenidos en las bases de datos antes mencionadas. Y hace unos pocos días he localizado <a href="https://essd.copernicus.org/preprints/essd-2022-443/essd-2022-443.pdf"><i>un artículo</i></a> que trata de ir más atrás en el tiempo en el historial del mareógrafo de Sokoa (de ahí lo de "arqueología" en el título de la entrada). Ese mareógrafo ha pasado por diversas etapas desde su instalación, en el mismo sitio que está ahora, nada menos que en el año 1875. Entre ese año y finales de mayo de 1920, existen registros de sus medidas, usando para ello un flotador que, al subir y bajar la marea, transmitía su movimiento a una pluma que escribía sobre un papel. Ese tipo de mareógrafo era conocido por el nombre de su fabricante (Chazalon). Después se produce un parón en los registros hasta 1942, cuando se reiniciaron las medidas pero solo durante dos años. En diciembre de 1950 se instala el flotador que en esos años se había hecho habitual, el Brillie, para ser sustituido, posteriormente, con los medidores actuales por radar.<br />
<br />En conjunto tenemos una más o menos continuada serie de medidas, salpicadas con las interrupciones mencionadas, incluido el período de la segunda guerra mundial, donde los alemanes instalaron otro mareógrafo al otro lado de la bahía de Sokoa y cuyos registros se encontraron en Brest al final de la guerra. En el artículo que menciono, los investigadores se han tomado el trabajo de digitalizar los archivos existente anteriores a 1942 y tratar de reconciliarlos con los existentes en épocas más modernas. Además, los han comparado con los existentes en Brest y con una similar reconstrucción de los datos de Santander realizada en <a href="https://rmets.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/gdj3.112"><i>un artículo</i></a> de 2021, que abarca a los allí registrados desde 1872. Y de esa comparación surge un razonable acuerdo entre los archivos de los tres mareógrafos. Tomando un período común entre en 1900 y 2018, la subida del nivel del mar en Sokoa ha sido 2.1 (±0.1) milímetros por año, en Brest 1.5 (±0.1) y en Santander 2.0 (±0.1), con un comportamiento que puede considerarse como lineal (véase <a href="https://tidesandcurrents.noaa.gov/sltrends/sltrends_station.shtml?id=190-091"><i>aquí</i></a> la serie histórica completa de Brest).<br />
<br />Unos resultados que no dejan de sorprenderme por su similitud en cuanto a valor medio y desviación estándar. Porque si uno navega un poco en las página de la NOAA o el PSMSL constata que el mar no sube igual en todos los sitios. Por ejemplo, aunque en la mayoría de los mareógrafos se constata un aumento continuo en el nivel del mar, en sitios como Helsinki el nivel del mar está bajando a una velocidad de -2.2 mm/año. El que ocurran estas diferencias tan sorprendentes se puede explicar sobre la base de otros factores diferentes a la propia fusión del hielo en los polos y el progresivo calentamiento del agua. Entre esos factores están los movimientos geológicos del entorno donde está el mareógrafo, que elevan o bajan el terreno, aportes hidrológicos de ríos próximos, extracción de aguas subterráneas que compactan el terreno, etc. Así que las variaciones de estación a estación pueden ser importantes, aunque no parece ser el caso de las que estamos considerando.<br />
<br />Tengo la casi certeza de que las cosas van a seguir más o menos igual hasta que me muera y no voy a ver una transformación radical del arenal donostiarra. Si llego a los cien (que no espero) la subida en La Concha en 2052 andaría por los 6 centímetros con respecto al nivel actual. Aunque el artículo que menciono al principio sostiene (igual que el último informe del IPCC de 2021) que, a nivel global, la subida del nivel del mar se está acelerando en los últimos años y ahora estaríamos en un valor por encima de los 3.0 mm/año. Una parte de esa afirmación se basa en las medidas que, desde 1993, se están realizando con satélites.<br />
<br />No soy quien para discutir con climatólogos sobre estas cosas. Pero como experimentador viejo que sí soy, algo de estadística conozco y, a la vista de series históricas de casi 120 años que dan las coincidentes velocidades medias y las estrechas desviaciones estándar que vemos en los casos de Brest, Santander y Sokoa, preferiría ver series igual de largas, provenientes de satélites, para comprobar esa aceleración. Pero, como en otras cosas, ya no me queda tiempo.
</span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-3875619527429276452023-06-07T12:41:00.002+02:002023-06-08T10:41:17.507+02:00Meterólogos y plásticos<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKFQ2KtStaqiNahoIiWJrPiazYed4TyA6ghkdZMpA6o03fW6sSPl2n6CAbm9O9Qn5OECzQyURs-cKXAp8gfjth2f3irwAH4hHw_z1PqgTYG4DczYpxU3QtCbbpxhvc9yqRyoa0v2IXP7HmpRCt6QMTWYCPyblMceHGYdPbDSUBpNAfLV-bJ8PwiZFMxA/s631/Film%20barrera.png" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="435" data-original-width="631" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKFQ2KtStaqiNahoIiWJrPiazYed4TyA6ghkdZMpA6o03fW6sSPl2n6CAbm9O9Qn5OECzQyURs-cKXAp8gfjth2f3irwAH4hHw_z1PqgTYG4DczYpxU3QtCbbpxhvc9yqRyoa0v2IXP7HmpRCt6QMTWYCPyblMceHGYdPbDSUBpNAfLV-bJ8PwiZFMxA/s320/Film%20barrera.png" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;">Hasta no hace muchos años, los meteorólogos eran los encargados de describir y predecir, en la medida de lo posible, <b>el tiempo</b> o, lo que es lo mismo, los fenómenos atmósféricos. Luego, muchos de ellos, se convirtieron en climatólogos u observadores del tiempo meteorológico a largo plazo. Con la preocupación por el cambio climático, algunos han pasado a ser estrellas mediáticas y han ampliado su campo a todo lo que tenga que ver con la problemática del medio ambiente, incluido el efecto de la contaminación por plásticos. Y claro, con tantos temas en el portafolio y tan complejos, a veces los tratamientos que realizan para el gran público dejan mucho que desear.</div><div style="text-align: justify;"><span id="fullpost">
<br /><b>Viernes 26 de mayo de 2023</b>, televisión pública, hora de mucha audiencia (antes del telediario de la noche) y en un <a href="https://www.rtve.es/play/videos/aqui-la-tierra/26-05-23/6900368/"><i>programa</i></a> que ya lleva muchos años en ese segmento horario. Pongo el minutaje de lo que allí se decía pero no sé cuánto tiempo se va a mantener ese enlace en la web de la tele.<br />
<br /><b>Minuto 16: 41</b>. Se inicia una noticia que va a versar sobre contaminación marina de plásticos y una posible solución mediante el uso de un “nuevo plástico”. El afamado presentador habla en su introducción de generalidades sobre la cantidad de plástico que va al mar y luego de las llamadas <b>islas de plástico</b>, con imágenes y valoraciones de su tamaño, que no se corresponden ni con lo que ya se contó en una <i><a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2019/07/a-la-busqueda-del-plastico-perdido-en.html">anterior entrada</a></i> de este Blog ni con <a href="https://oceanservice.noaa.gov/facts/garbagepatch.html"><i>la definición</i></a> de “islas de plástico” de la prestigiosa agencia medioambiental americana NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration):<br />
<br /><span><div style="text-align: center;"><i>El nombre de "Isla de Basura del Pacífico" ha hecho creer a muchos que esta zona es una mancha grande y continua de desechos marinos fácilmente visibles, como botellas y otros desperdicios, algo así como una isla literal de basura que debería ser visible con fotografías aéreas o por satélite. <b>Pero no es así</b>. Aunque en esta zona se pueden encontrar grandes concentraciones de basura, gran parte de los desechos son en realidad <b>pequeños trozos de plástico flotante </b>que no son inmediatamente evidentes <b>a simple vista</b>.</i><br />
<br /><div style="text-align: justify;">Tras esa introducción a la sección del programa, una colaboradora del mismo y otra persona que lleva una camiseta con el anagrama CAMM, se van a una playa de Massalfassar (Valencia) a recoger desechos plásticos. Y en la conversación que mantienen mientras los recogen, sale el tema de que la bolsa de recogida que están usando es biodegradable, compostable y soluble en agua. Y, de pasada, la persona con la camiseta y el logo pregunta a la colaboradora del programa si sabe que los humanos venimos a ingerir el equivalente a una tarjeta de crédito de plástico a la semana.<br />
<br />Sobre este último tema no voy a daros mucho la turrada ya que, no hace mucho tiempo, publiqué <a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2022/02/microplasticos-y-tarjetas-de-credito.html"><i>una entrada</i></a> en la que creo que quedó claro que esa noticia provenía de un estudio <b>pagado</b> por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, la que conocíamos antes como Adena en España), una organización ecologista particularmente activa en la lucha contra el plástico. Y que sus evaluaciones sobre la tarjeta, o lo que es igual, los 5 gramos de plástico que los humanos vendríamos a ingerir a la semana, estaban fuera del intervalo (percentil 100%) de las cifras que se han ido publicando en otros estudios. A pesar de lo cual y como también mostraba la entrada, algún grupo del CSIC las ha usado como válidas en otros estudios.<br />
<br />Algo más adelante (más o menos en el <b>minuto 18:40</b>) el programa se traslada a una empresa denominada CAMM, la que figuraba en la camiseta de una de las participantes en la recogida de plásticos (¿publicidad encubierta?) que, según se puede ver <a href="https://www.lasexta.com/noticias/sociedad/camm-alternativa-plastico-que-disuelve-agua-dejar-rastro_2023042064415ab27adfa80001c3ad94.html"><i>en los medios</i></a>, ha empezado a comercializar un plástico conocido como polivinil alcohol o PVA. En el video nos muestran cómo se procesa ese material y qué productos pueden conformarse con él. Para, después, pasar a hacer un sencillo experimento, de esos que gustan en las ferias de Ciencia, en el que una bolsa de ese plástico se llena con unas canicas y se mete en un matraz con agua para ver cómo se destruye (disuelve) casi inmediatamente. Y acaban haciendo beber a la presentadora del programa ese agua con el plástico disuelto.<br />
<br />Vamos a dejarlo claro. El PVA es más viejo en la historia de los polímeros que mear en pared (con perdón). Fue preparado por primera vez en el laboratorio en 1924 por los científicos Hermann y Haehnel, hidrolizando otro plástico bien conocido, el poliacetato de vinilo. Y a partir de los 50 se empezó ya a vender de forma comercial por una empresa japonesa. Y no ha servido ni sirve para casi nada que tenga que ver con los usos habituales de los plásticos más vendidos.<br />
<br />El PVA forma filmes muy fácilmente y es uno de los plásticos más resistente a que el oxígeno pase a través de él, por lo que, en principio, sería muy útil en envases para productos sensibles al oxígeno (carne, quesos, entre otros). Pero como absorbe rápidamente la humedad ambiente se convierte en una especie de chicle que, además, ya no es tan barrera al oxígeno. Así que lo que se suele hacer con él es un sandwich entre dos filmes de Polietileno, muy hidrofóbico, que lo protegen frente al vapor de agua para que siga cumpliendo su misión de barrera al oxígeno, tal y como se ve en la figura que ilustra esta entrada. También se usa en la producción de polivinil butiral, el polímero que se usa en los <i><a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2017/04/del-parabrisas-una-alfombra.html">parabrisas laminados</a>.</i><br />
<br />En el ámbito médico se usa como cubierta externa de ciertas cápsulas que, de nuevo, hay que protegerlas en algún material hidrófobo o se desintegran. Disuelto en agua se usa en lágrimas para los ojos en oftalmología. Y poco más, aunque yo tengo bien guardadas en una bolsa de PE unas bolas de golf que dan en los cruceros para que los golfistas maten el gusanillo tirándolas al mar donde desaparecen, algo sobre lo que escribí <a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2011/06/cosas-de-golfistas.html"><i>una entrada</i></a> hace tiempo en este Blog. Diré también que los plásticos biodegradables y compostables no suponen más allá del 0,3% de todos los plásticos que se producen en el mundo (datos de 2020) y en la lista de los seis biodegradables y compostables que más se producen, el PVA no aparece, lo cual implica su limitada repercusión en el actual mercado.<br />
<br />Supongo que el programa de TV en cuestión tendrá otras luces para llegar a la difusión que tiene en esa hora tan deseada (yo no lo sigo habitualmente) porque, si en el resto de temas tiene la seriedad con la que han abordado el tema de los microplásticos y los plásticos biodegradables, vamos bien…
</div></div></span></span></div>
Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-35938347056174485742023-05-29T12:00:00.002+02:002023-05-29T13:57:59.269+02:00Bisfenol A (una vez más)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBsLAKzp3Q__0-_deFZc9F3xcoBqCY_ENlniLo7diI2QRy_Q0gtJlTado9GX4NvxiVPQWYHa4qpFhTeU8NdCkOsdhuabx3Tl23Us0l0gh9uLuqZOwOMZspcF5wllRUfNxNm3o53CxzB7GSaZRaqa8gwnAZYzqMJW8_XuEseKb3LxpD1EewyKP_LOBMbg/s600/Bisfenol%20cans.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="600" data-original-width="400" height="261" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBsLAKzp3Q__0-_deFZc9F3xcoBqCY_ENlniLo7diI2QRy_Q0gtJlTado9GX4NvxiVPQWYHa4qpFhTeU8NdCkOsdhuabx3Tl23Us0l0gh9uLuqZOwOMZspcF5wllRUfNxNm3o53CxzB7GSaZRaqa8gwnAZYzqMJW8_XuEseKb3LxpD1EewyKP_LOBMbg/w174-h261/Bisfenol%20cans.jpg" width="174" /></a></div><div style="text-align: justify;">Este pasado 19 de abril, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicaba su <i><a href="https://efsa.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.2903/j.efsa.2023.6857">nueva revaluación</a></i> de los riesgos para la salud pública relacionados con la presencia de <b>Bisfenol A (BPA)</b> en los alimentos. La noticia que ha saltado a los medios es que, en esa revaluación, se ha producido una espectacular rebaja en la dosis segura o ingesta diaria tolerable (TDI) de ese compuesto. La TDI es, resumiendo y según las agencias que cuidan de nuestra salud, la cantidad de una sustancia que podemos ingerir sin que ello nos cause problemas de salud. Pues bien, la nueva TDI para el Bisfenol A es ahora 0,2 nanogramos por kilo de peso corporal y día, 20.000 veces más pequeña que la que la propia EFSA estableció en 2015.<br /><span id="fullpost">
<br /> El documento de la EFSA arriba mencionado no es fácil de leer si no eres un científico altamente implicado en la cuestión. Pero uno es perro viejo leyendo literatura científica y algo he podido entender de lo que en él se dice. Y creo que debo explicar aquí lo que he entendido (aunque pudiera estar equivocado) porque tengo una cierta obligación moral con mis lectores, dada la vara que he dado sobre el Bisfenol A y sobre <i><a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2014/12/no-me-toque-los-plasticos.html">algún insigne detractor</a></i> del mismo. Por otro lado, esto es mi diario personal y quiero dejar constancia en él de mis pesquisas sobre el asunto porque, como decía mi amiga Ana Molinos <i><a href="https://www.cosasqmepasan.com/2023/05/apuntes-si-no-cuentas-tu-historia-la.html">recientemente</a></i>, un blog o un diario están "<i>para recordar, recordarte y que te recuerden</i>".<br />
<br />Sobre los problemas ligados al uso del Bisfenol A en general y en el caso de alimentos y bebidas en contacto con él en particular, podéis leer <i><a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2017/02/sobre-el-bisfenol-otra-vez.html">esta entrada</a></i> (algo larga) de febrero de 2017. Pero para lo que aquí interesa, a la hora centrar el tema, casi el 50% de la producción global de Bisfenol A se emplea en la fabricación de un plástico conocido como <b>policarbonato</b> y de las llamadas <b>resinas epoxi</b>. Y son estas últimas en las que más se ha focalizado el problema del contacto con alimentos, por ser constitutivas del interior de las latas de bebidas y conservas que, evidentemente, entran en contacto con esas resinas. En esos revestimientos, el bisfenol A <u>no está libre</u>, sino que ha desaparecido como tal como consecuencia de la reacción química que forma las largas cadenas de esas resinas poliméricas. Aunque es un hecho que algo de BPA libre siempre puede quedar atrapado entre esas cadenas y puede migrar del revestimiento a la bebida o al alimento enlatados.<br />
<br />Esta reciente revisión de abril de 2023 de la EFSA europea continúa la saga de las dos realizadas sobre el BPA a lo largo de lo que va de siglo. En la anterior de 2015 establecían para esa sustancia como ingesta diaria tolerable (TDI) la cantidad de 4 microgramos por kilo de peso y día, sustancialmente inferior a los 50 microgramos establecidos en 2006. Y lo hacían así porque, en 2015, la EFSA consideró, por primera vez, exposiciones al BPA no ligadas a la alimentación y que incluía, por ejemplo, el problema relativo a la posible transmisión a través de la piel del <b>BPA libre</b> existente en el papel térmico o en algunos cosméticos. Y como había entonces poca información sobre cuánto BPA puede transmitirse por la piel o cómo metabolizamos lo que entra por esa vía, la EFSA se puso, como casi siempre hacen estas Agencias, en un escenario conservador y estableció a la baja esa nueva tasa de dosis segura, doce veces más pequeña que la anterior de 2006.<br />
<br />Sin embargo, lo de ahora es completamente diferente. En el <i><a href="https://www.efsa.europa.eu/es/news/bisphenol-food-health-risk">comunicado de prensa</a></i> de la EFSA de abril de 2023 queda claro que la espectacular bajada en la TDI se debe a que han observado que el Bisfenol A provoca, literalmente "<i>un incremento porcentual de un tipo de glóbulo blanco, denominado T helper, en el bazo. Desempeña un papel esencial en nuestros mecanismos inmunitarios celulares y un incremento de este tipo </i><u style="font-style: italic;">podría</u> (el subrayado es mío)<i> dar lugar al desarrollo de inflamaciones pulmonares alérgicas y trastornos autoinmunes</i>”. Tomando como base la cantidad de BPA que provoca esos efectos en los glóbulos blancos en cuestión y tras la introducción de una serie de factores preventivos, habituales en el establecimiento de la Ingesta Diaria Tolerable, se llega al minúsculo valor de 0,2 nanogramos por kilo de peso corporal y día antes mencionado.<br />
<br />Dentro del complejo procedimiento que ha conducido a esta revaluación, la EFSA ha debatido la metodología y los resultados con otros organismos científicos para aclarar o resolver las diferencias que surgieron entre ellos durante el proceso. En ese contexto, simultáneamente al informe de la EFSA, se han publicado dos informes conjuntos con la <i><a href="https://www.ema.europa.eu/en/documents/report/report-divergent-opinion-between-efsa-ema-bisphenol_en.pdf">Agencia Europea de Medicamentos (EMA)</a></i> y con el <i><a href="https://www.efsa.europa.eu/sites/default/files/2023-04/bfr-efsa-art-30.pdf">Instituto Federal Alemán de Evaluación del Riesgo (BfR)</a></i>. Aunque esos documentos son mucho más cortos que el propio informe de la EFSA siguen siendo para especialistas pero, es obvio al leerlos detenidamente, que la principal discrepancia está precisamente en el exclusivo uso que se hace de los riesgos ligados al T helper arriba mencionado, un resultado que proviene prácticamente de un único artículo <i><a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/27693988/">publicado en 2016</a></i> por investigadores chinos que estudiaban efectos del BPA en crías de ratones expuestas a él durante las fases de gestación y lactancia.<br />
<br /> Entienden tanto la EMA como el BfR que ese efecto observado es un efecto <b>intermedio y no definitivo</b> a la hora de establecer las consecuencias adversas preocupantes del BPA. Dicho de otra manera, el que se haya observado que el BPA provoca la proliferación de esos glóbulos blancos <u>en ratones</u> no implica que de ahí se pueda deducir que genere inflamaciones pulmonares o trastornos autoinmunes <u>en humanos</u>. Y la propia EFSA deja opciones a esa discrepancia en su nota de prensa con el "podría" que yo he subrayado un par de párrafos más arriba. Además, la EMA y el BfR tampoco están de acuerdo sobre el método usado por la EFSA para cuantificar el riesgo y establecer a qué niveles de exposición puede considerarse seguro el BPA en los seres humanos.<br />
<br />La pelota está ahora en el tejado de la Union Europea, que tendrá que darse por enterada de la revaluación de la EFSA y tomar nota y legislar al respecto. Lo que puede tener efectos dramáticos para los industriales que venden cosas enlatadas y que procurarán dar aire a las divergencias anteriores. Un capítulo más en las ya antiguas polémicas relativas a los riesgos para la salud del BPA, sobre los que existe una vastísima literatura. Y que, en el pasado, han estado provocadas por las diferencias de opinión entre los toxicólogos y los endocrinólogos. Los primeros se aferran al clásico concepto de Paracelso de que "el veneno está en la dosis" y, por tanto, al ir descendiendo la dosis, los efectos van progresivamente desapareciendo. Los segundos propugnan que, en el caso de las sustancias tenidas por disruptores endocrino, como es el caso del BPA, puede existir un comportamiento <b>no lineal</b> entre la dosis y los efectos perjudiciales observados (respuesta no monotónica a las dosis o NMDR como acrónimo en inglés) lo que puede hacer que, a bajas concentraciones, el efecto pueda ser incluso superior al que se produce a altas concentraciones.<br />
<br />Y ese es otro aspecto del que quiero dejar constancia en esta entrada. El tratar de solventar la controversia arriba indicada, entre otras, estuvo en el origen del programa <b>BPA Clarity,</b> en el que se hizo un estudio a lo largo de dos años sobre el efecto de diferentes dosis de BPA en ratones y cuyos resultados <i><a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0278691519305186">se publicaron</a></i> en octubre de 2019. El Programa Clarity constaba de dos partes. Un informe general (Core Study, al que hace referencia el anlace anterior) y una serie de estudios financiados por el Programa en diversas Universidades americanos (denominados Grantee studies). Uno de estos últimos se realizó en la Universidad de Tufts, cerca de Boston, liderado por la Prof. Ana Soto, una defensora de las tesis de las respuestas no monotónicas a las dosis.<br />
<br />Pues bien, en el informe EFSA de este abril, se dedica un apéndice (Apéndice B) a <i><a href="https://ehp.niehs.nih.gov/doi/epdf/10.1289/EHP6301">un trabajo concreto (Montévil et al., 2020)</a></i> derivado de esa "beca" a la Universidad de Tufts. La conclusión no puede ser más clara: "<i>Según los análisis del grupo de trabajo de la EFSA, la respuesta no monotónica a las dosis (NMDR) significativa que generaron los autores <b>no parece ser muy sólida</b>; se puede suponer que la diferencia significativa encontrada para el grupo de ratones sometidos a la dosis de 25 μg/kg de peso corporal al día es <b>un hallazgo casual</b>, ya que no se observa ningún patrón biológicamente reconocible en los datos. Además, en términos bioestadísticos, las pruebas de NMDR en el estudio de Montévil et al. parecen <b>débiles y no concluyentes</b></i>." Así que las tesis de los endocrinólogos no salen bien paradas en ese apéndice.<br />
<br />Me temo que la lista de entradas sobre el BPA en este Blog va a seguir creciendo. </span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-3685555511410589302023-05-19T11:52:00.055+02:002023-05-19T20:39:22.193+02:00Gazapos plastifóbicos<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKqBqTql5Acf8PuP5FeWTSZrRR7Pru1IhkoP-PdCSkhGDF6Ejb8IA7QW4oX9GBtLZqiwBVGF2Bcj2_6RuFDZ7LDc_VaexQ4o3Dh0duNQcMQ20mu-N9HUFb1_xwB3hGXEImcgW55VmYvGfflnF7_GbAAiLKjmaTgK3DLwPP71r56j7vNOukBivrlXaOEA/s676/PVC%20pipes.jpeg" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="395" data-original-width="676" height="199" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKqBqTql5Acf8PuP5FeWTSZrRR7Pru1IhkoP-PdCSkhGDF6Ejb8IA7QW4oX9GBtLZqiwBVGF2Bcj2_6RuFDZ7LDc_VaexQ4o3Dh0duNQcMQ20mu-N9HUFb1_xwB3hGXEImcgW55VmYvGfflnF7_GbAAiLKjmaTgK3DLwPP71r56j7vNOukBivrlXaOEA/w320-h199/PVC%20pipes.jpeg" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;">"<i>Demasiado azúcar y demasiado plástico en bebidas, de acuerdo con el CSIC</i>", clamaba <i><a href="https://spainsnews.com/too-much-sugar-and-plastic-in-some-drinks-according-to-the-csic/">un titular de una revista</a></i> que pretende informar a las gentes de habla inglesa sobre la vida en España. Y en el que se hacía referencia a <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S016041202300209X"><i>un artículo</i></a> recientemente publicado por investigadores del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA), un Centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) radicado en Barcelona. En otras publicaciones, como La Vanguardia, <i>el <a href="https://www.lavanguardia.com/vida/20230503/8938986/bebidas-azucaradas-niveles-plastificantes-100-veces-superiores-agua.html">titular</a></i> era bastante similar, aunque no aparecía la palabra plástico sino <b>plastificante</b> que, para el común de los mortales, no anda muy lejos.<br /><span id="fullpost">
<br />El artículo del IDAEA va sobre la presencia de <b>ésteres organofosforados</b> en agua y bebidas envasadas. Los ésteres organofosforados (OPEs) son unos compuestos químicos que se suelen usar como <b>retardantes a la llama</b> en diferentes tipos de plásticos para prevenir así incendios fortuitos en electrodomésticos, fibras, muebles y una larga lista de cosas. Entraron en el mercado a principios de este siglo como consecuencia de la prohibición de otra familia de retardantes, los polibromo difenil éteres (PBDEs). Y, hoy en día, están bajo sospecha, ya que algunos consideran que pueden ser aún más peligrosos que los propios PBDEs y, como ellos, ubicuos en el medio ambiente merced, entre otras cosas, al polvo que se genera a partir de objetos y procesos industriales que los contienen o usan y que, finalmente, arrastra la lluvia. Los OPEs también se pueden usar como plastificantes, es decir, para hacer que un plástico rígido se vuelva más blandito y es el término que aparecía en La Vanguardia. <br />
<br /> En el artículo se ha estudiado la presencia de OPEs en agua de grifo, agua embotellada, bebidas de cola, zumos, vino y bebidas calientes. Nada que objetar, en principio. El artículo ha pasado el filtro de los censores de la revista que lo ha publicado (relevante en el campo medioambiental) y en este Blog ya hemos puesto ejemplos de que lo que vende e interesa divulgar, tanto por los investigadores como por las oficinas de prensa de las Instituciones, son aquellos resultados que pueden impactar en los lectores de los medios de comunicación. Dando lugar, en algunos casos, a dislates como el titular mencionado al principio. Porque, obviamente, en esas bebidas no había plásticos sino, en todo caso, plastificantes. Pero algunos, en lugar de creernos a pie juntillas lo que se cuenta en esos medios, nos gusta curiosear el artículo original e incluso, tirando del hilo, artículos relacionados. Y, en este caso, más que en las cantidades de OPEs en bebidas azucaradas, nos vamos a centrar en su presencia en el agua que bebemos, ya sea de grifo o embotellada.<br />
<br />Según el artículo, el agua de grifo de Barcelona (que es la que estudian) contiene una cantidad de OPEs <b>ocho veces superior</b> a la encontrada en diversas muestras de agua embotellada compradas en esa ciudad. Los autores atribuyen ese hecho a que el agua de grifo se distribuye <b>por tuberías de PVC</b>, que conforma una parte importante de la red. Y es esta última afirmación la que hizo saltar las alarmas de <b>Rafael Erro</b>, un antiguo alumno y entonces y ahora amigo, una de las personas que más sabe sobre tuberías de PVC en la distribución de agua potable y recogida de aguas residuales. Rafa dejó constancia de su enfado en la página de Instagram del IDAEA y, como consecuencia de ello, la mención al PVC desapareció inmediatamente de esa página, pero sigue quedando constancia en el artículo publicado, tanto en el Resumen (Abstract) como en el texto completo del mismo.<br />
<br />Y es que en el mundo mundial en el que Rafa vende tuberías de PVC, y en el que exista un mínimo control sobre la distribución de agua potable, ninguna de esas tuberías lleva OPEs, ni como retardantes a la llama ni como plastificantes (en este caso no se necesitan porque las tuberías son <b>rígidas</b>). Quizás a los autores se les ha cruzado el cable por aquello de que los PVCs <b>flexibles</b> llevan unos plastificantes llamados <b>ftalatos</b>, a los que el PVC debe parte de su mala prensa. Pero en este caso no es así y los OPEs del agua de Barcelona deben provenir de otra fuente, probablemente del agua de los ríos Ter y Llobregat, que atraviesan zonas muy pobladas e industrializadas, donde puede que acumulen estas sustancias antes de llegar a las cuatro estaciones de tratamiento de agua potable (ETAP), desde las que el agua se distribuye por la ciudad. De acuerdo con la bibliografía que los autores citan, es probable que esas estaciones de tratamiento no eliminen del todo los OPEs, aunque es difícil saberlo porque, si uno mira los análisis completos del agua de Barcelona en <i><a href="https://www.aiguesdebarcelona.cat/es/servicio-agua/calidad-del-agua/buscador-calidad-del-agua#/">este buscador</a></i>, se puede comprobar que, entre las muchas sustancias que se analizan, no están los OPEs.<br />
<br />En el caso de las catorce aguas embotelladas investigadas, las diez envasadas en PET (un plástico) daban concentraciones totales de OPEs muy dispares, entre indetectables por la técnica analítica hasta 15,5 nanogramos por litro, mientras las cuatro envasadas en vidrio daban entre 1,9 y 4. De media, las concentraciones de las envasadas en plástico eran más altas que las envasadas en vidrio, pero todas ellas, como ya se ha mencionado, mucho más bajas que el agua de grifo. Resulta sorprendente que los autores pasen de puntillas sobre la gran disparidad de concentraciones encontradas en uno y otro tipo de envases (particularmente en los de plástico). Pero cuando vuelven a encontrarse con el mismo problema en las bebidas de cola y zumos envasadas en PET y vidrio, optan por hacer un análisis de los tapones que cerraban esas botellas como posible fuente de contaminación, sobre todo en los envases de vidrio, donde no es posible echar la culpa al "plástico" de los OPEs encontrados.<br />
<br />En un diseño inteligente de experimentos hubiera sido mucho más lógico analizar los tapones de esas catorce botellas de agua (de vidrio y PET), puesto que las otras bebidas que se investigan en el artículo llevan componentes, como el azúcar o los edulcorantes, que los autores demuestran posteriormente que contienen cantidades variables de OPEs. Pero en el artículo solo se analizan dos tapones de plástico (aunque no especifican su naturaleza química) de bebidas de cola envasadas en vidrio, un tapón metálico barnizado en una botella de zumo envasado en vidrio y dos corchos de vino envasado en botellas también de vidrio.<br />
<br />Solo los dos tapones de plástico (y no el de metal barnizado, como dice la investigadora principal en una nota de prensa) tienen cantidades importantes de OPEs (Tabla S13), que provienen casi exclusivamente de uno de ellos, bautizado como EHDPP. Curiosamente, <i><a href="https://pubs.acs.org/doi/10.1021/acs.est.2c07254">un artículo</a></i> publicado en febrero de este año, viene a demostrar que ese OPE particular se genera en diversos materiales plásticos sometidos a procesos de <b>reciclado</b>. Y entre los materiales sujetos a estudio está el polipropileno, muy habitual en tapones de plástico para botellas. Un resultado que, si se confirmara, puede resultar cuando menos incómodo para los partidarios del reciclado a tope. En una <i><a href="https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2021/06/nias-y-envases-alimentarios.html">entrada anterior</a></i> ya se apuntaba que los procesos de reciclado pueden generar en los plásticos nuevas sustancias no añadidas intencionadamente (NIAS).<br />
<br />Finalmente, un comentario para los que os preguntéis si los niveles encontrados en las bebidas por el Grupo de IDAEA son peligrosos para la salud. Para saberlo, hay que bucear un poco en el artículo, donde se calcula esa peligrosidad en forma de los llamados Cocientes de riesgo (HQ), que comparan la cantidad de OPEs que los autores estiman que ingerimos diariamente vía las bebidas estudiadas, con respecto a las cantidades que se consideran peligrosas por agencias como la EPA americana. Un valor de más de 1 en HQ quiere decir que la población está consumiendo por encima de lo considerado peligroso. Lo que no es el caso de lo analizado por los investigadores catalanes. Las cantidades que, según ellos, estamos ingiriendo con esas bebidas son desde miles hasta miles de millones de veces más pequeñas que las consideradas peligrosas. Y en el caso de las aguas que nos han ocupado en esta entrada, entre diez mil y diez millones de veces más pequeñas. Aunque es verdad, como dice el artículo, que las bebidas no son la única fuente de nuestra exposición a los OPEs. Ni la mayoritaria, añado yo.<br />
<br />Don Rafael y un servidor esperamos que los de IDAEA tomen nota del asunto, sobre todo de cara a la divulgación que hacen en escuelas catalanas, donde son <i><a href="https://www.idaea.csic.es/newspost/idaea-leads-the-citizen-science-project-be-plastic-free-on-human-exposure-to-plasticizers/">particularmente activos</a></i> contra el uso de los plásticos. Porque de aire y agua sabrán un montón pero de plásticos, y sus aditivos, parecen tener alguna que otra laguna.
</span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-23376648466930089072023-05-12T09:15:00.017+02:002023-05-12T15:35:45.166+02:00Maceración carbónica: una versión moderna del vino de siempre<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5TN58rCI5ubVCFUXvP6hWNMSq8OdeWXRIKNhv7znOpcd0OMtNgp_wi6TAnYsY8XLRPA9bJKVdof0S8JgE-iaxt2Qs7JDNY5ykTTTVu0zOmv0DuqePXf2up9bTsNruU1fAqHOFcXEOfChexxeL84CK9apQ4x6Viv04DJHUcJCRrikIbLEL1q-HUJCj2g/s1230/Maceracio%CC%81n.png" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1230" data-original-width="1196" height="242" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5TN58rCI5ubVCFUXvP6hWNMSq8OdeWXRIKNhv7znOpcd0OMtNgp_wi6TAnYsY8XLRPA9bJKVdof0S8JgE-iaxt2Qs7JDNY5ykTTTVu0zOmv0DuqePXf2up9bTsNruU1fAqHOFcXEOfChexxeL84CK9apQ4x6Viv04DJHUcJCRrikIbLEL1q-HUJCj2g/w235-h242/Maceracio%CC%81n.png" width="235" /></a></div><div style="text-align: justify;">Hay constancia arqueológica desde hace al menos siete mil años de que, en regiones como Irán, Georgia o Armenia, los humanos hemos recolectado uvas y hemos fabricado vinos con ellas. No sabemos mucho de las técnicas de vinificación empleadas en épocas tan pretéritas pero, probablemente, implicarían que los racimos de uvas evolucionaran en recipientes de arcilla según su leal saber y entender, sin mucha música antropogénica. Cuando yo era jovencito y me iniciaba en el vino de la mano de la familia de la Búha, nadie (o casi nadie) llamaba en La Rioja vinos de <b>maceración carbónica </b>a los vinos del año (o vinos de cosechero). Ahora muchas bodegas anuncian sus vinos del año con el término maceración carbónica en sus etiquetas y alguno de ellos se vende a precios bastante elevados. Y, por lo que he podido ver en mi entorno próximo, no mucha gente sabe qué significa esa denominación y, sobre todo, cómo ha evolucionado ese método de vinificación. Voy a ver si cuento algo de ella, tratando de emparentarla con esos vinos del Neolítico.</div><div style="text-align: justify;"><span id="fullpost">
<br />Además de a los vinos del año riojanos, el término maceración carbónica se aplica también a los vinos franceses de la región del Beaujolais, donde cada mes de noviembre, el tercer jueves, se proclama aquello de "<i>le Beaujolais nouveau est arrivé!"</i>, presentándose en sociedad un vino joven proveniente de la cosecha de ese año. Ese evento ha popularizado en todo el mundo, y desde los cincuenta, el nombre de esa región vinícola aunque, como pasa en el caso de La Rioja, la región tiene una tradición vinícola desde tiempos de los romanos. En una y otra, se sigue manteniendo un método ancestral de vinificación que consiste en que los racimos de uvas se emplean tal y como se colectan en las viñas, con raspón (la parte leñosa del racimo en la que se sustentan las uvas) incluido.<br />
<br />Ambas regiones emplean también procesos hoy considerados "convencionales" de obtención de vino, introducidos en la Rioja a finales del siglo XVIII cuando se implantó el <b>sistema bordelés</b> de eliminar el raspón (despalillado), antes o durante el estrujado de las uvas para obtener el mosto que, en primer lugar, se deja macerar con los hollejos o pieles de las uvas para extraer el color de las mismas. Para, posteriormente, dar paso a la <b>fermentación alcohólica</b>, en la que los azúcares de las uvas se transforman en alcohol y en CO<span style="font-size: x-small;">2</span>, merced a las levaduras presentes en la piel de las mismas (o a levaduras añadidas por el viticultor). Eso produce lo que los riojanos llamaron vinos "finos", precisamente para distinguirlos de los obtenidos con el sistema milenario de las uvas con raspón. Entendido lo cual, nos vamos a centrar el resto de la entrada en las peculiaridades de la maceración carbónica.<br />
<br />El estudio científico de la maceración carbónica arranca con una sugerencia de <b>Louis Pasteur</b> (como no podía ser de otra manera) quien, en 1872, planteó la hipótesis (que él no parece que comprobó experimentalmente) del posible interés enológico de sumergir uvas integras (no rotas) en atmósferas de CO<span style="font-size: x-small;">2</span>. 60 años después, en 1934, <a href="https://fr.wikipedia.org/wiki/Michel_Flanzy"><i>Michel Flanzy</i></a>, que había empezado por utilizar atmósferas de CO<span style="font-size: x-small;">2</span> como una forma de preservar las uvas frente a la agresión ambiental, obtuvo una serie de resultados que le llevaron a reconsiderar la hipótesis de Pasteur. Tras una serie de experiencias en una bodega cerca de Narbona, presentó sus resultados en la Academia Francesa de Agricultura en 1935. Algunos lo consideraron una revolución enológica, aunque también hubo escepticismo al respecto, escepticismo que Flanzy fue eliminando en años y estudios subsiguientes. El término maceración carbónica fue acuñado como tal y por primera vez en 1940.<br />
<br />La maceración carbónica, en los estrictos términos descritos por Flanzy, debe llevarse a cabo con el 100% de raspones con sus uvas y con la piel de estas sin romper, algo que, como comprenderéis, exige una delicadeza en las labores de cosecha casi imposible de conseguir. El conjunto de racimos de uvas integras se debe colocar en un recipiente herméticamente cerrado, en el que se ha creado una atmósfera de CO<span style="font-size: x-small;">2</span> gas. El gas iría penetrando en las uvas a través de la piel y desalojando al oxígeno presente en ellas. En esas condiciones, cada grano de uva se transforma en un pequeño reactor, donde ocurren reacciones sin oxígeno (<b>anaerobias</b>), proceso que también se denomina fermentación (o respiración) intracelular. Son procesos catalizados por <b>enzimas</b> que producen una pequeña cantidad de alcohol (un 2%) en la semana que transcurre el proceso a una temperatura de unos 35º. <br />
<br />Pero además de la formación de ese pequeño porcentaje de alcohol, el proceso intracelular tiene una serie de consecuencias que resultan importantes. Por ejemplo, se generan sustancias químicas que proporcionan ciertos aromas distintivos a los vinos en los que se ha empleado este procedimiento. Se aumenta la cantidad de glicerol. Se elimina casi la mitad del ácido málico, que se metaboliza para dar lugar a nuevos ácidos que, con el alcohol presente, dan lugar a ésteres muy distintivos. O se ajusta el pH a valores ligeramente más altos, lo que viene bien para el color. Una vez que se alcanza ese 2% de alcohol en las uvas, estas empiezan a deteriorarse, a romperse, con lo que van perdiendo su jugo, aunque lo más normal es que se estrujen por parte del productor, y al mosto resultante se le deje seguir el proceso de fermentación que hemos llamado convencional o bordelés, gracias a la acción de las <b>levaduras</b>, que hemos descrito arriba. <br />
<br />Sin embargo, la mayoría de los vinos comercializados bajo la denominación de maceración carbónica (Beaujolais y Rioja incluidos) no se ajustan al procedimiento de Flanzy y esa variante podría denominarse de <b>semi-maceración carbónica</b>, que tiene su origen en las milenarias prácticas de vinificación de ambas regiones. Se emplean, dentro de lo posible, uvas enteras, raspón incluido, que se colocan en un recipiente pero, generalmente, sin la creación de la atmósfera de CO<span style="font-size: x-small;">2</span> antes mencionada. Debido al propio peso de las uvas y una cierta presión mecánica añadida, parte de los granos de uva que están en el fondo se rompen, sueltan su jugo o mosto y, con él, se inicia la fermentación alcohólica merced a las levaduras que, como se mencionaba antes, produce alcohol y CO<span style="font-size: x-small;">2</span>. Es ahora ese CO<span style="font-size: x-small;"><span>2</span> </span>producido en el fondo el que, al ir ascendiendo, desaloja al aire presente en el recipiente, crea una atmósfera "carbónica" y penetra en las uvas que aún no se han roto, situadas en partes más altas del recipiente, desplazando como antes al oxígeno y permitiendo la fermentación anaerobia o intracelular, ya mencionada. El resto del proceso es similar al descrito en el párrafo anterior.<br />
<br /> Esto no pretende ir más allá de los fundamentos del asunto, para que conozcáis los detalles mínimos de esta forma de producir el vino. Luego cada productor tiene sus trucos. Por ejemplo, como lo interesante de la maceración carbónica es que proporciona aromas muy distintivos y como muchos de ellos son bastante volátiles, hay autores como Jackson (1994), que recomiendan que la fermentación alcohólica posterior a la maceración carbónica se lleve a cabo a temperaturas no muy altas (20º), para preservar así las fragancias obtenidas con ella. Otros juegan con los tiempos de la maceración. Por ejemplo, en el caso de los vinos del Beaujolais, el Nouveau, el más madrugador en el mercado, solo tiene, por término medio, cuatro días de maceración carbónica mientras los Beaujolais Crus pueden estar macerando diez días.<br />
<br />Quizás porque he bebido mucho vino de cosechero desde hace tiempo, tengo una cierta memoria vinícola que me hace disfrutar de los buenos vinos que ahora llaman de maceración carbónica. Y si es oyendo <i><a href="https://youtu.be/Dfz89UVbLAA">In taberna Quando sumus</a></i> de Carmina Burana de Carl Orff mejor.</span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-5366553945440014613.post-53788829454107188282023-04-28T09:19:00.145+02:002023-04-28T15:00:19.263+02:00Oxígeno. Casi inextinguible y traicionero.<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-16IUvQdKBPhGfGIXaeH5bgW32hmSFpCXX46iuTQp6esY5IVhdspZDAM54v4bBNHTRnE3D5E2Z5hexw3NiIvGBiBrrjnYAZcCCVne2i0U8caQO3sXPEx9_LLW8uaE3Rh8CHOJXMMIQiJ0KmsjISTb8X7BgpvVCEgSqP-J7_8tawDDqz6cEo4Yjge_Yg/s960/Oxygen.jpeg" style="clear: left; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="640" data-original-width="960" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-16IUvQdKBPhGfGIXaeH5bgW32hmSFpCXX46iuTQp6esY5IVhdspZDAM54v4bBNHTRnE3D5E2Z5hexw3NiIvGBiBrrjnYAZcCCVne2i0U8caQO3sXPEx9_LLW8uaE3Rh8CHOJXMMIQiJ0KmsjISTb8X7BgpvVCEgSqP-J7_8tawDDqz6cEo4Yjge_Yg/s320/Oxygen.jpeg" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;">El oxígeno es el segundo gas más abundante en la atmósfera (21%) solo por debajo del nitrógeno que constituye el 78%. Es también el elemento más abundante en la corteza terrestre aunque, en este caso, combinado en diversas sustancias químicas que como el agua, los carbonatos, los silicatos o los óxidos lo incluyen en su composición. El oxígeno contenido en el aire nos sirve, obviamente, para respirar, un proceso sin el cual no continuaríamos vivos, aunque andan por el mundo pirados que compiten por ver quién es el campeón mundial de la apnea. Así que si el oxígeno se acabara, nos podríamos dar por muertos. Pero no parece que eso vaya a ocurrir. Desde hace 2.500 millones de años, cuando las llamadas <b>cianobacterias</b> existentes en los océanos empezaron a emitir oxígeno, éste se empezó a acumular en la atmósfera y su concentración en ella, durante los últimos 500 millones de años, ha oscilado entre un mínimo de un 15% y un máximo de un 35%, hasta descender al mencionado nivel actual del 21%, que se mantiene bastante constante.</div><div style="text-align: justify;"><span id="fullpost">
<br />Aunque, acorde con el nivel catastrofista imperante, hay gente que piensa que podemos quedarnos sin oxígeno como consecuencia de la quema de combustibles fósiles. No en vano, el CO<span style="font-size: x-small;">2</span> es el resultado de la combustión del carbón con oxígeno. Entre las sonoras proclamas que he visto en las redes sobre esta cuestión, ninguna como un mensaje en Twitter del presidente francés Macron. En agosto de 2019, en tono dramático, decía que los incendios que asolaban en esa época la selva tropical del Amazonas, estaban quemando "<i>el pulmón <b>que genera el 20% del oxígeno</b> de nuestro planeta</i>"y abogaba por una reunión de emergencia de los miembros del G7. <br />
<br />Pues va a ser que no, Monsieur. Con todo lo terrible y condenable que son esos incendios en una área privilegiada como la Amazonía, su efecto en la concentración estacionaria del oxígeno en el aire que respiramos es ridículo. Según un cálculo de <b>Vaclav Smil</b> en su libro "<i>Harvesting the Biosphere</i>", la masa forestal terrestre contiene 500.000 millones de toneladas de carbono y aunque se quemara toda a la vez, consumiría alrededor del 0,1% del oxígeno de la atmósfera. Además, los árboles y otros vegetales actúan tanto de fuentes como de sumideros del oxígeno. Produciendo oxígeno (y carbohidratos) durante el proceso diurno de la fotosíntesis y consumiendo casi la misma cantidad de oxígeno durante su respiración nocturna, en la que los carbohidratos generados durante la fotosíntesis son utilizados para la producción de energía y los compuestos necesarios para el crecimiento vegetal. Así que en lo que se refiere a las plantas y en lo relativo al oxígeno, lo comido por lo servido.<br />
<br />Es también cierto que, merced a precisas técnicas instrumentales a nuestra disposición, estamos detectando una disminución muy pequeña pero sostenida de las concentraciones de oxígeno en el aire que, cuantitativamente, puede correlacionarse con el incremento en la combustión de combustibles fósiles y las emisiones antropogénicas de CO<span style="font-size: x-small;">2. </span><span>E</span>se descenso hasta ahora es minúsculo, del orden de un 0,002% anual, según <a href="https://scrippso2.ucsd.edu"><i>ha ido midiendo</i></a> la Scripps Institution of Oceanography. Así que podemos estar tranquilos en cuanto a disponibilidad de oxígeno para respirar. De ahí lo de (casi) inextinguible del título de la entrada. Por cierto, la palabra inextinguible siempre me recuerda a la sinfonía nº 4 del compositor danés Carl Nielsen. <a href="https://youtu.be/4NaVzAoa0nQ"><i>Aquí</i></a> podéis escuchar su primer movimiento. <br />
<br />Pero ese "gas de la vida" que es el oxígeno es también muy peligroso para ella. Respiramos del orden de diez/doce veces por minuto y respirar es un peligro casi tan notorio (o más) que tomar el sol sin protección. Aproximadamente el 20% de la población mundial muere o morirá por cáncer y la principal causa última es respirar oxígeno. El daño provocado en nuestro organismo por ese gas sin olor, color o sabor proviene de la formación de <b>radicales libres</b> (nombre con el que ganan mucho dinero empresas de cosmética, farmacias y los suplementos dominicales de los principales periódicos).<br />
<br />Esos radicales libres son moléculas químicas de una extraordinaria reactividad, que tratan de combinarse con todo lo que se les pone a tiro. A partir del oxígeno que ingerimos, ocurre a veces que éste, por alguna razón, da lugar al denominado <b>ion superóxido </b>(una molécula igual a la del oxígeno, O<span style="font-size: x-small;">2</span>, pero con una carga negativa), lo que le convierte en más reactivo que el propio oxígeno y que, además, puede evolucionar hasta dar origen a los radicales hidroxilo OH·, los oxidante naturales más importantes en la química troposférica.<br />
<br />Uno de los procesos en los que ocurre esa transformación del oxígeno en ion superóxido y posteriormente en radicales libres, se da durante el funcionamiento normal de nuestro organismo. En él, la reacción con oxígeno (en este caso no la llamamos combustión, porque no hay llama, sino respiración celular) de algunas sustancias que ingerimos en nuestra alimentación, tiene lugar en las llamadas <b>mitocondrias</b>, pequeñísimas cápsulas existentes en cada una de los miles de millones de células que nos conforman. El resultado final es la obtención de la energía necesaria para el funcionamiento de las células y los órganos que las albergan. Pero, en esa respiración celular, aparecen como subproductos pequeñas cantidades de productos indeseables entre los que, al final, tenemos los radicales de marras. Hay estimaciones que sugieren que entre el 1 y el 2% del oxígeno disponible por las células se convierte en iones superóxido, llegando hasta un 10% cuando se está practicando un ejercicio vigoroso, al respirar más aceleradamente.<br />
<br />Esos radicales se escapan de las mitocondrias, con lo que su presencia en nuestro organismo es absolutamente ubicua. Al ser extraordinariamente reactivos atacan a casi cualquier molécula con la que se encuentran, dañando, por ejemplo, todo el intrincado entramado de nuestra carga genética, como el ADN que programa y construye nuevas células. Casi todos los daños son reparados por un evolucionado conjunto de <b>enzimas</b> pero, inevitablemente, algún radical se les despista de vez en cuando y, de esos errores en la reparación, nacen células defectuosas que, tras complejos mecanismos en los que no entraré y que implican incluso el suicidio de algunas de ellas (algo que siempre me ha fascinado), dan lugar a células cancerosas, totalmente incontrolables por nuestro sistema de seguridad.<br />
<br /> Y contra ese hecho hay poco que hacer. Así como en el caso de las peligrosas radiaciones solares podemos poner los medios para que eso no ocurra (cremas solares), de respirar no hay forma de librarse. O si lo intentamos todavía es peor como, con cierta ironía, ya explicó el Premio Nobel de Medicina 2001, Timothy Hunt, hace tiempo <a href="https://www.elcorreo.com/vizcaya/20070417/sociedad/nobel-medicina-hunt-dice_200704171351.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F"><i>en una rueda de prensa</i></a> en Bilbao en 2007: "<i>Podemos intentar dejar de respirar y, entonces, seguro que no nos morimos de cáncer</i>". E ironizó también sobre el que una alimentación rica en verduras y frutas sea una fórmula para evitar el cáncer, con un argumento que a mi en esa lejana fecha me impactó: quien come bien, vive más y si se vive más, se respira más tiempo y hay más posibilidades de que el cáncer haga de las suyas. <br />
<br />Así que, queridos míos, no os comáis la olla con soluciones mágicas. </span></div>Yanko Iruinhttp://www.blogger.com/profile/02087037205982023485noreply@blogger.com7