Granza en playas gallegas: una primera aproximación
Granza es la denominación en castellano de lo que los anglosajones (y ahora todo quisque en España) llaman pellets, esas pequeñas bolitas blanquecinas que están apareciendo en las costas gallegas desde finales del mes pasado y que han causado la natural alarma entre su población, tan dependiente del mar que le rodea. La inminencia de las elecciones en ese territorio ha hecho que el manejo de la crisis esté siendo un pequeño guirigay entre políticos de uno y otro signo, jaleados por los clásicos palmeros de los medios de comunicación afines. En esta entrada quiero contar, lo más resumidamente posible, una serie de cuestiones que me han ido planteando algunos amigos y que, yo mismo, he tenido que resolver ante la falta de transparencia de las instituciones a la hora de gestionar el problema. La evolución de los acontecimientos puede que me hagan cambiar algunas cosas en los próximos días.
La granza es la forma más habitual con la que los grandes fabricantes de diferentes tipos de plásticos venden el material a los llamados transformadores, las empresas que fabrican objetos de plástico en morfologías variadas (desde envases de todo tipo a filmes, desde tuberías a redes de pesca). Para ello, esos transformadores toman esa granza, la funden a temperatura más o menos elevada y tras introducir el fundido en moldes, los enfrían para recuperar el objeto en cuestión.
Dado que la producción mundial de plástico anda por encima de los 400 millones de toneladas anuales, es lógico que las granzas se distribuyan a lo largo y ancho del mundo por tierra, mar y aire. Así que, como en otras actividades globales, parece lógico que se produzcan accidentes como el que nos ocupa, aunque deberían minimizarse en lo posible (luego hablaremos sobre el asunto).
Como consecuencia de la pérdida de seis contenedores en medio de una tormenta por parte de un buque llamado Toconao, uno de los cuales iba lleno de bolsas de granza, algunos medios han hablado de que millones de partículas de granza se han diseminado por las costas portuguesas y españolas. Otros hablan de decenas de millones. En realidad, este vuestro Búho, mediante un cálculo sencillo, puede deciros que bastante más.
Un grano de granza, en promedio y sea del plástico que sea, puede pesar entre 20-25 miligramos. La naviera que ha causado el problema y la Xunta están hablando de unos 1000-1100 sacos de 25 kg cada uno, lo que cuadra con el hecho de que la carga máxima habitual de los contenedores anda en torno a las 30 toneladas. Así que, redondeando y tirando por alto, podemos estimar en 30.000 kilos (30 toneladas) la granza transportada por el contenedor que se fue al mar. Considerando de nuevo el escenario más desfavorable (que una granza pese 20 mg), unas simples cuentas proporcionan que el contenedor ha podido diseminar un total de mil quinientos millones de pequeñas bolitas.
Aunque, todo hay que decirlo, no todas han acabado vagando por el mar. Hoy (10 de enero) he oído en RNE al alcalde de Cedeira decir que, solo en su pueblo, se habían recuperado 65 sacos íntegros.
Debido al rifirrafe político (y quizás a que todo el mundo andaba de vacaciones), no ha estado muy clara la composición química de esa granza hasta ayer día 9 de enero, cuando se conoció un informe pedido por la Xunta. Poco antes, y aunque a simple vista las fotos parecían indicar que se trataba de granza de polietileno, responsables políticos hablaban de polietilen tereftalato (PET), la granza que se usa para fabricar botellas. Pero había un pequeño problema con esa atribución, el PET es más denso que el agua salada del mar y, por tanto, ni la granza individual ni los sacos de granza podían flotar, cosa que ocurre con el polietileno.
La nota arriba mencionada, haciendo uso de las fichas técnica y de seguridad que obran en poder de la Xunta, nos aclaraba que la composición de esa granza era un 88-90% de polietileno mientras que el 10-12% restante era de un aditivo usado para proteger al polietileno de los rayos UV, aditivo conocido como UV622, a base de un compuesto químico de la familia de los HALS (Hindered Amine Light Stabilizers o Estabilizantes de Luz de Aminas Impedidas), compuestos con una larga tradición como aditivos poliméricos.
Antes de hablar sobre la posible toxicidad de esa granza, voy a hacer una precisión técnica. Cuando un estabilizante a la luz se emplea, por ejemplo, en un polietileno que se vaya a usar en la cubierta de un invernadero para proteger al plástico de los rayos del sol, la concentración de ese estabilizante en el filme no suele sobrepasar el 2%. Así que es razonable plantearse por qué, en la granza que nos ocupa, su concentración llega hasta al 10%. Pues probablemente (pero no tengo información para afirmarlo tajantemente) porque esa granza es lo que técnicamente se denomina un masterbatch. Muchas veces, los fabricantes de plástico venden mezclas de sus productos con aditivos como colorantes, protectores a la llama o estabilizantes a la luz (como es aquí el caso), en concentraciones relativamente elevadas. Luego, el transformador lo mezcla con más polímero virgen para conseguir los colores o las concentraciones que desee para su producto final.
Introducido el matiz anterior hay que decir que el polietileno es un plástico inerte que llevamos usando para todo tipo de usos y no hay muchas dudas sobre su posible seguridad. En cuanto al aditivo es, como ya he mencionado, conocido desde hace tiempo y, por el momento, no se han reportado estudios significativos sobre su toxicidad. Tiene además la peculiaridad de tener un peso molecular elevado (3000), lo que dificulta su migración desde el interior del plástico que lo contiene. Esto puede tener la ventaja de que tarde en migrar de la granza al agua, en la que además es muy poco soluble (del orden del miligramo por litro). Una descripción detallada de su toxicidad puede verse en esta hoja de seguridad, aunque fijándose en el producto cuya etiqueta CAS es 65447-77-0.
Hay una cuestión un tanto chusca que no me puedo resistir a comentar. En el informe publicado por la Xunta, al que hacía arriba referencia, el especialista firmante, en una corta línea, decía que la granza vertida era apta para uso alimentario a lo que, nada menos que el Secretario de Estado de Medio Ambiente, respondió diciendo que “El plástico no es comestible”. Y en las redes hubo gente que se sumó a ignorancia tan palmaria haciendo chistes sobre la posibilidad de hacer tortillas de granza.
Un plástico para uso alimentario es el que se puede poner en contacto con alimentos sin inconvenientes para la salud humana. En ese sentido, llevamos usando polietileno en forma de los famosos tupperwares desde hace 70 años y ya hemos mencionado que el aditivo HALS que lleva esa granza es de peso molecular alto lo que dificulta su migración. Además, el experto no hace sino recoger lo que dicen fichas técnicas como esta, en la que se dice que “las legislaciones de algunos países permite su uso como aditivo en envases de plástico para uso alimentario”. En cualquier caso, y por lo explicado arriba, no creo que esa granza iba destinada a la fabricación de recipientes o filmes para uso alimentario.
Como ocurre con cualquier vertido, lo importante es que no tendría que estar ahí y, por tanto, hay que hacer todo lo posible por revertir la situación a su estado previo. Aparte del impacto visual en las maravillosas playas gallegas, la fauna marina, peces y aves, pueden ingerir esa granza confundiéndola con posibles presas, lo que puede obstruir sus conductos gastrointestinales y causarles problemas de todo tipo, incluida la muerte, si no los logran expulsar, aunque la bibliografía es bastante clara en el sentido de que la mayoría de lo que ingieren se expulsa con las heces. Y, a pesar de lo que se dice en redes y en medios de comunicación, es difícil que una de esas granzas acabe en nosotros por comer pescado que lo contenga. Una de las labores de nuestros eficientes pescateros es eviscerar el pescado antes de venderlo.
En redes sociales y medios de comunicación se están comparando los vertidos de este contenedor con el del Prestige en 2002, hablándose ahora de marea blanca. La comparación no se sustenta en los datos que hasta ahora conocemos. En el desastre del Prestige se vertieron en torno a 70.000 toneladas de petróleo crudo, una compleja mezcla de hidrocarburos aromáticos, alifáticos y asfaltenos. Algunos volátiles y otros muy viscosos en los que los animales resultaban atrapados. Y muchos de ellos tóxicos o altamente tóxicos (como los hidrocarburos aromáticos) para la fauna marina e incluso para los humanos (las afecciones entre las brigadas de limpieza están bien documentadas). Aquí estamos hablando de menos de 30 toneladas de un material cuya composición química es muy concreta y poco peligrosa, como hemos mencionado arriba, por lo que es difícil que afecten a los que ahora se están empeñando en su recogida.
A pesar de lo que ayer decía en El País un activista medioambiental sobre que la granza “se transporta como si fuera arroz” y que ese transporte no está regulado, lo cierto es que el problema de los vertidos de granza en el mar es algo que preocupa a las Instituciones desde finales de los 60 cuando, en las playas americanas, la granza empezó a hacer su irrupción. Incluida desde 2004 en el término general de Microplásticos, lo cierto es que su contribución a la basura marina así denominada es actualmente un porcentaje muy pequeño, que no llega al 1%.
La aparición de granza estuvo en los orígenes de lo que hoy se conoce como Convención OSPAR, un mecanismo por el que 15 gobiernos y la UE cooperan para proteger el medio marino en el entorno del Atlántico nororiental. OSPAR comenzó en 1972 con la Convención de Oslo contra vertidos por parte de las flotas y se amplió para abarcar las fuentes terrestres de contaminación marina mediante el Convenio de París de 1974. Estos dos convenios fueron unificados, actualizados y ampliados por la Convención OSPAR de 1992.
Entre los objetivos de la OSPAR está el conseguir que sus medidas hagan que, en el plazo más breve posible, solo el 10% de los fúlmares del Norte o petreles (un pájaro usado como “chivato” de la contaminación en ese área geográfica) tengan en su tracto gastrointestinal más de 100 miligramos de microplásticos de todo tipo (incluida la granza) por individuo. Un reciente artículo (2021) estimaba que ahora debemos andar por un 50% de los petreles superando esos 100 miligramos, con un contenido medio de 260 miligramos por pájaro, pero los datos evidencian un progresivo descenso de ese porcentaje de fúlmares con microplásticos.
Por otro lado, este pasado octubre, la Comisión Europea presentó una propuesta para prevenir los vertidos de granza plástica, como forma de reducir la contaminación general de microplásticos.
Y creo que, por ahora, no me he dejado nada de las cosas que he ido acumulando y os quería contar. Como os decía arriba, quizás lo vaya actualizando con las noticias que se produzcan y, siempre que sea capaz de hacerlo, estaré encantado de contestar a vuestras preguntas, si me las dejáis en los comentarios.
La granza es la forma más habitual con la que los grandes fabricantes de diferentes tipos de plásticos venden el material a los llamados transformadores, las empresas que fabrican objetos de plástico en morfologías variadas (desde envases de todo tipo a filmes, desde tuberías a redes de pesca). Para ello, esos transformadores toman esa granza, la funden a temperatura más o menos elevada y tras introducir el fundido en moldes, los enfrían para recuperar el objeto en cuestión.
Dado que la producción mundial de plástico anda por encima de los 400 millones de toneladas anuales, es lógico que las granzas se distribuyan a lo largo y ancho del mundo por tierra, mar y aire. Así que, como en otras actividades globales, parece lógico que se produzcan accidentes como el que nos ocupa, aunque deberían minimizarse en lo posible (luego hablaremos sobre el asunto).
Como consecuencia de la pérdida de seis contenedores en medio de una tormenta por parte de un buque llamado Toconao, uno de los cuales iba lleno de bolsas de granza, algunos medios han hablado de que millones de partículas de granza se han diseminado por las costas portuguesas y españolas. Otros hablan de decenas de millones. En realidad, este vuestro Búho, mediante un cálculo sencillo, puede deciros que bastante más.
Un grano de granza, en promedio y sea del plástico que sea, puede pesar entre 20-25 miligramos. La naviera que ha causado el problema y la Xunta están hablando de unos 1000-1100 sacos de 25 kg cada uno, lo que cuadra con el hecho de que la carga máxima habitual de los contenedores anda en torno a las 30 toneladas. Así que, redondeando y tirando por alto, podemos estimar en 30.000 kilos (30 toneladas) la granza transportada por el contenedor que se fue al mar. Considerando de nuevo el escenario más desfavorable (que una granza pese 20 mg), unas simples cuentas proporcionan que el contenedor ha podido diseminar un total de mil quinientos millones de pequeñas bolitas.
Aunque, todo hay que decirlo, no todas han acabado vagando por el mar. Hoy (10 de enero) he oído en RNE al alcalde de Cedeira decir que, solo en su pueblo, se habían recuperado 65 sacos íntegros.
Debido al rifirrafe político (y quizás a que todo el mundo andaba de vacaciones), no ha estado muy clara la composición química de esa granza hasta ayer día 9 de enero, cuando se conoció un informe pedido por la Xunta. Poco antes, y aunque a simple vista las fotos parecían indicar que se trataba de granza de polietileno, responsables políticos hablaban de polietilen tereftalato (PET), la granza que se usa para fabricar botellas. Pero había un pequeño problema con esa atribución, el PET es más denso que el agua salada del mar y, por tanto, ni la granza individual ni los sacos de granza podían flotar, cosa que ocurre con el polietileno.
La nota arriba mencionada, haciendo uso de las fichas técnica y de seguridad que obran en poder de la Xunta, nos aclaraba que la composición de esa granza era un 88-90% de polietileno mientras que el 10-12% restante era de un aditivo usado para proteger al polietileno de los rayos UV, aditivo conocido como UV622, a base de un compuesto químico de la familia de los HALS (Hindered Amine Light Stabilizers o Estabilizantes de Luz de Aminas Impedidas), compuestos con una larga tradición como aditivos poliméricos.
Antes de hablar sobre la posible toxicidad de esa granza, voy a hacer una precisión técnica. Cuando un estabilizante a la luz se emplea, por ejemplo, en un polietileno que se vaya a usar en la cubierta de un invernadero para proteger al plástico de los rayos del sol, la concentración de ese estabilizante en el filme no suele sobrepasar el 2%. Así que es razonable plantearse por qué, en la granza que nos ocupa, su concentración llega hasta al 10%. Pues probablemente (pero no tengo información para afirmarlo tajantemente) porque esa granza es lo que técnicamente se denomina un masterbatch. Muchas veces, los fabricantes de plástico venden mezclas de sus productos con aditivos como colorantes, protectores a la llama o estabilizantes a la luz (como es aquí el caso), en concentraciones relativamente elevadas. Luego, el transformador lo mezcla con más polímero virgen para conseguir los colores o las concentraciones que desee para su producto final.
Introducido el matiz anterior hay que decir que el polietileno es un plástico inerte que llevamos usando para todo tipo de usos y no hay muchas dudas sobre su posible seguridad. En cuanto al aditivo es, como ya he mencionado, conocido desde hace tiempo y, por el momento, no se han reportado estudios significativos sobre su toxicidad. Tiene además la peculiaridad de tener un peso molecular elevado (3000), lo que dificulta su migración desde el interior del plástico que lo contiene. Esto puede tener la ventaja de que tarde en migrar de la granza al agua, en la que además es muy poco soluble (del orden del miligramo por litro). Una descripción detallada de su toxicidad puede verse en esta hoja de seguridad, aunque fijándose en el producto cuya etiqueta CAS es 65447-77-0.
Hay una cuestión un tanto chusca que no me puedo resistir a comentar. En el informe publicado por la Xunta, al que hacía arriba referencia, el especialista firmante, en una corta línea, decía que la granza vertida era apta para uso alimentario a lo que, nada menos que el Secretario de Estado de Medio Ambiente, respondió diciendo que “El plástico no es comestible”. Y en las redes hubo gente que se sumó a ignorancia tan palmaria haciendo chistes sobre la posibilidad de hacer tortillas de granza.
Un plástico para uso alimentario es el que se puede poner en contacto con alimentos sin inconvenientes para la salud humana. En ese sentido, llevamos usando polietileno en forma de los famosos tupperwares desde hace 70 años y ya hemos mencionado que el aditivo HALS que lleva esa granza es de peso molecular alto lo que dificulta su migración. Además, el experto no hace sino recoger lo que dicen fichas técnicas como esta, en la que se dice que “las legislaciones de algunos países permite su uso como aditivo en envases de plástico para uso alimentario”. En cualquier caso, y por lo explicado arriba, no creo que esa granza iba destinada a la fabricación de recipientes o filmes para uso alimentario.
Como ocurre con cualquier vertido, lo importante es que no tendría que estar ahí y, por tanto, hay que hacer todo lo posible por revertir la situación a su estado previo. Aparte del impacto visual en las maravillosas playas gallegas, la fauna marina, peces y aves, pueden ingerir esa granza confundiéndola con posibles presas, lo que puede obstruir sus conductos gastrointestinales y causarles problemas de todo tipo, incluida la muerte, si no los logran expulsar, aunque la bibliografía es bastante clara en el sentido de que la mayoría de lo que ingieren se expulsa con las heces. Y, a pesar de lo que se dice en redes y en medios de comunicación, es difícil que una de esas granzas acabe en nosotros por comer pescado que lo contenga. Una de las labores de nuestros eficientes pescateros es eviscerar el pescado antes de venderlo.
En redes sociales y medios de comunicación se están comparando los vertidos de este contenedor con el del Prestige en 2002, hablándose ahora de marea blanca. La comparación no se sustenta en los datos que hasta ahora conocemos. En el desastre del Prestige se vertieron en torno a 70.000 toneladas de petróleo crudo, una compleja mezcla de hidrocarburos aromáticos, alifáticos y asfaltenos. Algunos volátiles y otros muy viscosos en los que los animales resultaban atrapados. Y muchos de ellos tóxicos o altamente tóxicos (como los hidrocarburos aromáticos) para la fauna marina e incluso para los humanos (las afecciones entre las brigadas de limpieza están bien documentadas). Aquí estamos hablando de menos de 30 toneladas de un material cuya composición química es muy concreta y poco peligrosa, como hemos mencionado arriba, por lo que es difícil que afecten a los que ahora se están empeñando en su recogida.
A pesar de lo que ayer decía en El País un activista medioambiental sobre que la granza “se transporta como si fuera arroz” y que ese transporte no está regulado, lo cierto es que el problema de los vertidos de granza en el mar es algo que preocupa a las Instituciones desde finales de los 60 cuando, en las playas americanas, la granza empezó a hacer su irrupción. Incluida desde 2004 en el término general de Microplásticos, lo cierto es que su contribución a la basura marina así denominada es actualmente un porcentaje muy pequeño, que no llega al 1%.
La aparición de granza estuvo en los orígenes de lo que hoy se conoce como Convención OSPAR, un mecanismo por el que 15 gobiernos y la UE cooperan para proteger el medio marino en el entorno del Atlántico nororiental. OSPAR comenzó en 1972 con la Convención de Oslo contra vertidos por parte de las flotas y se amplió para abarcar las fuentes terrestres de contaminación marina mediante el Convenio de París de 1974. Estos dos convenios fueron unificados, actualizados y ampliados por la Convención OSPAR de 1992.
Entre los objetivos de la OSPAR está el conseguir que sus medidas hagan que, en el plazo más breve posible, solo el 10% de los fúlmares del Norte o petreles (un pájaro usado como “chivato” de la contaminación en ese área geográfica) tengan en su tracto gastrointestinal más de 100 miligramos de microplásticos de todo tipo (incluida la granza) por individuo. Un reciente artículo (2021) estimaba que ahora debemos andar por un 50% de los petreles superando esos 100 miligramos, con un contenido medio de 260 miligramos por pájaro, pero los datos evidencian un progresivo descenso de ese porcentaje de fúlmares con microplásticos.
Por otro lado, este pasado octubre, la Comisión Europea presentó una propuesta para prevenir los vertidos de granza plástica, como forma de reducir la contaminación general de microplásticos.
Y creo que, por ahora, no me he dejado nada de las cosas que he ido acumulando y os quería contar. Como os decía arriba, quizás lo vaya actualizando con las noticias que se produzcan y, siempre que sea capaz de hacerlo, estaré encantado de contestar a vuestras preguntas, si me las dejáis en los comentarios.
27 comentarios:
En cuanto empezó a haber noticias sobre el tema, pensé: voy a esperar a ver lo que dice mi amigo Yanko…
Gracias por tu concreción!
Muy interesante, de lo más riguroso que he leído estos días. Gracias por tu trabajo.
Menos mal que has dejado claro- entre muchos otros conceptos- que hay que utilizar la palabra “granza”. Estos periodistas!
Se agradece un poco de claridad entre tanta demagogia politiquera
Manda una copia q la cadera Ser
Urgente !!!
Increíble! Pero e tu artículo es lo más coherente que he leído, oído o visto desde que empezó la crisis. Tan difícil es tener un poco de rigor?
Mil gracias por tus post
Las evidencias son evidencias
Y lo que quieran utilizar nuestros políticos y medios de comunicación depende de ellos
Mercie por la información
Gracias a todos.
Cuando leo tus artículos, siempre me hace remontarme a cuando me dabas clase en la Uni y eso que ya han pasado más de 20 años.
Yo ya me había hecho mi opinión pero sabia que pronto publicarías algo.....
Que bien lo explicas todo!!!!
¡Para enmarcar!
Muy bien documentado Búho y clarísimo, se han despejado todas mis dudas.
Estaría bien que los medios de comunicación aprendieran un poquito de este Blog como gestionar este tipo de noticias. Gracias.
No esperaba menos de nuestro querido Buho...
Conocimiento, claridad, certeza; básicamente, un maestro de la ciencia.
con un poco de suerte, hasta lo lee alguno de los que dicen barbaridades.
Gracias Yanko
Como siempre certero y con datos irrefutables. Gracias por la información
Yo también pensé: "¿Qué opinará El Búho sobre este asunto?". Ahora ya lo sé, y me ha hecho comprender mucho mejor la situación. Un trabajo excelente, de los que no publica la prensa ni se comentan en los medios. En fin...
Muchas gracias por la exposición tan clara del problema. Echo mucho de menos por parte de las autoridades un planteamiento serio de la solución, que a mi juicio pasaría primeramente por la consulta a otros países afectados de cual es la estrategia mas efectiva para la recogida. El sistema manual me parece loable pero una lamentable pérdida de tiempo.
Espero ansiosamente que nos ilumines también sobre este punto 😊
Bon dia: LLevo siguiendo al Maestro Sensei Yanko desde el año 2012 (guardando todos sus aleccionadores comentarios)
En la entrada del 28/08/2015 ·El bisfenol, oblicuo, hace referencia en la ciudad de Los Ángeles sobre el "vertido" a propósito 96 millones de bolas negras de plástico, como supuesta estrategia municipal para mitigar la evaporación de agua en una California con la mayor sequía de su historia... La noticia (igual que ahora con la granza) genero un sin fin de opiniones altamente alarmantes y con poco rigor. Hay varias aclaraciones en la recopilación de "Búho" como por ejemplo el plástico ... ni tocarlo.
Resumiendo; Altamente efectivo las conclusiones de la granza en forma de bolitas (fabricado entre otras por empresa BASF) y descritas excelentemente con prudencia y rigor por nuestro apreciado Bloquero. Gracias y felicidades por vuestra noble y didáctica labor.
Esperaba tu entrada con cierta ansiedad, y como no, ha superado todas mis expectativas, me ha encantado la exposición del tema, milla esker.
Gracias otra vez por vuestros comentarios
Magnífico artículo, Yanko. Gracias por aclarar las cosas.
Fenomenal artículo, te felicito… y te doy las gracias.
Enhorabuena Yanko, cuando las cosas se explican bien, se entienden de maravilla. Gracias por compartir tu sabiduría.
Yanko Iruin! Otro colega del que no habia oido desde hace 50 años! Pero tenia un nombre sonoro que no se olvida.
Hoy he tenido una experiencia curiosa con los pellets.
Hemos ido Arantxa y yo al arenal de Liencres a pasear con mi perra. En el parking, normalmente solitario en invierno, habia un nutrido grupo de personas incluyendo un par de operadores de camara.
Arantxa, siempre perspicaz, rapidamente ha concluido que eran politicos locales.
Paseando por la playa nos hemos ido cruzando con unos cuantos operarios, con las tipicas zamarras fosforito, que deambulaban con aire aburrido, regresando de una mision crucial: recoger bolitas.
Todos, salvo uno, venian de vacio. Este, el mas eficiente, traia una bolsita con unas bolitas. Quiza hasta treinta o cuarenta. Me ha dicho que llevaba casi una hora de cosecha. Los demas, como digo, nada de nada.
Gracias Búho!
Esta granza, ¿brilla bajo luz negra?
Quizás eso serviría para verla mejor en el crepúsculo, aunque tiritemos.
Salut,
Toni M.P.
Toni, eres un crack...
Excelente comentario, Yanko, como todos los tuyos. He consultado el diccionario DLE de la RAE y no incluye en la palabra "granza" ninguna acepción que se refiera a polímeros, aunque creo recordar que sí estaba en el diccionario de términos científico-técnicos.
Tienes razón, Jose Manuel. Yo también consulté el diccionario de la RAE y vi que no se hacia referencia a granza polimérica. Pero viejos poliméricos como tu y yo sabemos que lo que ahora llaman peleas ha sido granza para nosotros toda la vida. Y por eso decidí, intencionadamente usarlo en el título y en el primer párrafo. Así que, a ver si aprenden nuestros académicos de la lengua.
Querido Búho.
Un post tan completo, es de agradecer. En realidad, gracias por los datos sobre el tema, y gracias por lo tranquilizadoras que son tus palabras, porque al medir, pesar y calcular, ya son datos acotados y reales que nos alejan de la fantasía y la especulación.
Esa coherencia, ese rigor que te caracterizan, nos hacen acercarnos para leer y entender diferentes temas que nos inquietan y que dejan en claro tu alma de maestro.
Muchas gracias, Anónimo.
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