lunes, 15 de agosto de 2022

Microplásticos y otras micropartículas en el mar


Uno puede pensar que los microplásticos son unos recién llegados a los océanos y que, antes de ellos, todo era limpio y natural: agua salada, peces y otros organismos vivos que viven en el mar. Y, por tanto, la irrupción de las partículas microscópicas de plásticos, a mediados del siglo XX, es un desastre en si mismo, con implicaciones visuales, ecológicas e incluso morales para los ciudadanos que vemos su crecimiento continuado en las últimas décadas. Siendo todo ello verdad, lo cierto es que en el mar se encuentran dispersas muchas otras micropartículas, algunas naturales y otras antropogénicas (derivadas de la actividad humana) que tienen una ubicuidad similar o mayor a la de los microplásticos y unos efectos adversos en los seres vivos que compiten con los tradicionalmente atribuidos a los microplásticos.

Eso es al menos lo que se deriva de un reciente artículo publicado este febrero en la revista Nature en su sección Reviews. Los autores identifican primero micropartículas omnipresentes en el mar, en el aire o en el suelo que no son lo que entendemos por microplásticos. Como las micropartículas de tipo inorgánico o mineral, como  la arena, el limo, la sílice o las arcillas. Materia orgánica, constituida fundamentalmente por compuestos de carbono y que se deriva de la descomposición de algas, detritus producidos por el fitoplancton y el zooplancton (como pretende ilustrar la figura que ilustra esta entrada) y microfibras naturales ( como el algodón, la lana, la seda, etc.) que, como ya vimos en otra entrada, parecen predominar en el mar sobre las de origen sintético. Finalmente, materia constituida casi exclusivamente por carbón, como los hollines o el carbón orgánico, derivados de la combustión incompleta de combustibles fósiles o de biomasa.

Los riesgos derivados de la presencia de los microplásticos en el mar, que se suelen leer en los medios, se pueden resumir en unas pocas lineas. Primero, se les atribuye una persistencia en el medio ambiente de decenas, centenares o miles de años. Si tenemos en cuenta que la mayoría de los plásticos llevan solo unas decenas de años en la faz de la Tierra, es preciso extrapolar ensayos de laboratorio para poderles atribuir esas largas persistencias, algo que conlleva una gran incertidumbre. Otro riesgo ya comprobado, sobre todo en experimentos de laboratorio y muchas veces en condiciones lejanas a las que se dan en el mar, es que pueden causar todo tipo de problemas a los organismos que los ingieren, sobre todo si el tamaño que presentan puede generar obstrucciones a nivel del tracto digestivo. 

Pero los riesgos más publicitados sobre los microplásticos tienen una faceta indiscutiblemente química. Aunque intrínsecamente son inertes, esos microplásticos pueden lixiviar (soltar al mar) sustancias no poliméricas en ellos contenidas, como restos de los monómeros empleados en su fabricación, plastificantes como los ftalatos para hacerlos más moldeables u otras sustancias añadidas (colorantes, protectores contra el fuego, etc.). El otro riesgo "químico" de los microplásticos es que, como ya contamos aquí,  puedan actuar como vectores químicos de sustancias peligrosas ya existentes en el mar, derivadas de pasadas actividades humanas, como el DDT, los PCBs, PBDEs y otros. Esas sustancias, denominadas de manera global Compuestos Orgánicos Persistentes (COPs), disueltas en pequeña cantidad en el agua de mar, tienen una alta tendencia a absorberse en los microplásticos. Si luego un pez, confundiéndolos con una presa, se los come, pudiera ocurrir que en el intervalo de tiempo que los microplásticos permanecen en el cuerpo del animal, esas sustancias químicas se absorbieran en la materia grasa del mismo y acabaran en nuestro organismo si consumimos ese pescado.
Pues bien, todas las micropartículas arriba mencionadas y que se encuentran en el mar, compartiendo espacio con las partículas de microplásticos, tienen características muy similares a ellas, como puede verse en la tabla de la derecha, que podéis ampliar clicando en ella y que proviene del artículo mencionado arriba. Y así, su tamaño medio está en el orden de las micras, su permanencia en el mar es de centenares o miles de años, sus densidades son similares a las de los plásticos, entre 1 y 2 gramos por centímetro cúbico, lo que les permite ocupar igual que ellos la totalidad de la columna de agua. Y, finalmente, las concentraciones en las que se encuentran en el agua son similares o superiores a las de los propios microplásticos. Es decir, esas micropartículas no son muy distintas de los microplásticos ni lo son sus potenciales riesgos para los habitantes del mar.

Y así, la sola presencia de micropartículas inorgánicas en el interior de los organismos vivos pueden causar similares problemas a los causados por los microplásticos. Para entenderlo basta con considerar los problemas causados en los humanos por el polvo de amianto o la silicosis causada por el polvo de carbón. O, fuera de exposiciones ligadas a ámbitos de trabajo u ocupacionales, la preocupación se manifiesta en el seguimiento que hacemos en las ciudades de las micropartículas existentes en el aire, las famosas PM10 y PM2,5, como forma de prevenir ciertas enfermedades respiratorias o el propio cáncer.

Pero es que, además, las partículas de materia carbonosa, como los hollines, contienen y pueden soltar en el agua del mar (lixiviar) cantidades sustanciales de hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs), sustancias peligrosas que, fuera del mar, causaron los cánceres infantiles en niños dedicados a deshollinar chimeneas y están presentes en la combustión del tabaco. Y, para terminar, todas las micropartículas de naturaleza orgánica y carbonosa arriba descritas pueden absorber y actuar como vectores de los mismos Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs) que los microplásticos.

Así que los autores del artículo arriba mencionado concluyen que el estudio de los riesgos de los microplásticos en los océanos no se pueden estudiar por separado, sino que es preciso un enfoque conjunto con la totalidad de micropartículas existentes en los mares y que pueden afectar igualmente a la vida marina.

Solo así podremos evaluar adecuadamente los verdaderos riesgos de los microplásticos.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Es interesante el enfoque conjunto que muestras. Gracias!

A mi me gusta el deporte/recreo de cuidar el medio marino. Disfruto recogiendo sus plásticos, buscando sus ventanas de oportunidades. Porque en las orillas se acumula una buena parte del plástico, y a veces se oculta, o se rompe rápido.

Buenos deseos Búho y buena mar!

Toni M.P. 'Tord blau'
en Mallorca

Unai dijo...

Me ha parecido muy interesante y me ha cambiado pa perspectiva que tenía sobre las micropartículas. Si no fuera por fuentes como esta, dudo que lo hubiera encontrado.
Gracias!

Carlo Ubide dijo...

La primera vez que subí al monte (Pirineos, año 1960) alguien me dijo: “Cuando te vayas, deja el monte igual que te lo has encontrado”. De acuerdo con el blog parece que hay dos problemas: por una parte hay un problema ya existente de micropartículas y, por otro, que algunas de ellas dependen exclusivamente de nosotros. Intentemos abordar el problema general y minimicemos nuestra parte en el mismo, dejando el monte como lo hemos encontrado. ¡Como en el año 60!

Ricard M. dijo...

Gracias por un artículo muy interesante sobre un paper del que, desafortunadamente, sólo puedo leer el sumario. Como muy bien explicas, la toxicidad de las micropartículas puede deberse a caracterìsticas físicas como tamaño y forma, pero también a sustancias embebidas o absorbidas que puedan liberarse en el organismo. En animales superiores el tamaño de las micropartículas tiene escasa relevancia excepto en el caso de las nanopartículas (las más pequeñas), ya que pueden ser interiorizadas por la células provocando muerte celular. La degradación de los polímeros plásticos tiende a formar partículas cada vez más pequeñas, hasta las nanoplásticos. Y, más allá de los aspectos estéticos, és este el mayor riesgo toxicológico de los residuos plásticos, del que se conoce bien poco a nivel de humanos. Me imagino que menos datos se tienen aún de los riesgos de las nanopartículas "no-plásticas".

Un artículo que me incita a profundizar en el tema. Saludos.

Ricard.

Yanko Iruin dijo...

Gracias Ricard. A mi también me costó conseguir el paper porque en la EHu no están suscritos. Pero gracias a una antigua estudiante que anda por el mundo tengo el pdf. Si me pasas tu dirección de correo a la mía, jj.iruin@gmail.com, te lo hago llegar.

Yanko Iruin dijo...

Gracias Carlo(s). Y tienes toda la razón, aunque lo mismo se aplica a las fiestas de San Juan en las playas o a los botellones en cualquier sitio. Y la solución, ironía modo ON, es que las Comunidades Autónomas respectivas creen el cuerpo de barrenderos de Pirineos que se encarguen de su limpieza a costa del erario público.

Yanko Iruin dijo...

Gracias Unai. Es lo que me mantiene entretenido. Y si de paso un amigo cambia su perspectiva sobre el tema, miel sobre hojuelas...

gabriela dijo...

Cuando juntamos las micropartículas que vertemos en agua, tierra y aire...vemos que no tenemos escapatoria. Somos la peste para el planeta. No hay hígado capaz de procesarlas y hacerlas desaparecer...

Yanko Iruin dijo...

O yo no lo explicado bien o tu no me has entendido, Gabriela.

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