Sobre el jabón en tiempos difíciles
Como dice un amigo mío, no tengo la cabeza para muchas tonterías. Y entre esas tonterías está el redactar entradas en el Blog. Pero tengo que ir recomponiendo mi día a día y como esto no deja de ser un diario muy personal, no queda más remedio que dedicar una entrada al tema que estos días nos asola (y nos va asolar), para que quede constancia posterior. Eso si, desde la óptica de un químico en confinamiento. O eso espero...
Entre las labores que me distraen estos días está la de fregar todo lo que se me ponga por delante. Algo que viene de lejos, porque siempre he sido muy fregón ya que, en muchas ocasiones, me sirve de terapia contra el tedio. Y ahora más. Para ello me armo, además de con un Spontex, con pequeñas dosis de Fairy diluido, que me ayudan a acabar con prontitud con los restos de grasa y aceite, probablemente los más engorrosos de eliminar. Es verdad que no hace falta sofisticarse tanto para fregar. Una pastilla de un jabón antiguo y popular como Lagarto, Chimbo o similares produce efectos parecidos en lo que a eliminación de grasas se refiere.
El aceite y otras grasas, debido a sus estructuras químicas, son casi incompatibles con una molécula de estructura radicalmente distinta como es el agua. Lo cual se ilustra fácilmente tratando de limpiar el culo de una sartén, llena de aceite u otras grasas, sólo con agua. Pero algo muy distinto es añadir a ese agua un poco de detergente. Y la diferencia radica en que los detergentes son moléculas conocidas como anfifílicas, que es algo así como moléculas de doble alma. Moléculas que, en las representaciones más simplificadas, se suelen presentar con una cierta apariencia de espermatozoides. Con una cola larga constituida por repetidos grupos CH2, los mismos que están en los componentes la gasolina y, por tanto, de carácter hidrófobo (que repelen el agua). Y, en un extremo, una cabeza que contiene un grupo iónico hidrofílico (al que le gusta estar rodeado de moléculas de agua). En ese doble carácter radican las potencialidades de los detergentes para ayudar al agua a llevarse la grasa.
El mecanismo puede resultar interesante para quien lo oye contar por primera vez (o eso espero). Cuando ponemos jabón en agua, los “espermatozoides” jabonosos se encuentran ante una disyuntiva complicada. La parte de la cola huiría del agua cual gato persa. Y la cabeza iónica perdería el culo por la misma. Pero están indisolublemente unidos y hay que resolver el dilema. Y, para hacerlo, varias moléculas de ese tipo se asocian en estructuras supramoleculares conocidas como micelas, una de las cuales se muestra en la figura adjunta.
En ellas, las cabezas de cada molécula de jabón se colocan en el exterior, facilitando así su contacto con las moléculas de agua que rodean la micela (esas cosas pequeñas que se ven en la Figura). Por el contrario, la "atmósfera" interior está llena de las colas, que así están juntas en un ambiente exento de agua. Y ese interior, en tanto que un ambiente constituido por grupos CH2, es un sitio adecuado para albergar moléculas de aceites y grasas que huyen del agua y que, una vez ahí albergadas, pueden ser arrastradas con más agua en el proceso de limpieza. Esa doble acción de confinar la grasa en el interior de las micelas formadas por el jabón y el posterior arrastre de ellas con el agua de grifo es lo que se suele llamar acción detersiva del jabón. Quizás una excesiva vulgarización del tema pero creo que se entiende.
Pues bien, en estos días en los que, con más miedo que otra cosa, entro a leer artículos de la pandemia en sitios que considero serios, he encontrado varios de ellos en los que se explica por qué funciona el lavado de manos con simple jabón a la hora de protegernos del virus de marras. Por citar alguno, mencionaré un hilo en Twitter que leí, hace casi dos semanas, al periodista y físico Alberto Sicilia (@pmarsupia en Twitter). Si queréis leeros el hilo completo os dejo aquí el enlace. Pero si no andáis muy duchos en lo de las redes sociales, os lo resumo muy fácil.
Si observáis la imagen que encabeza esta entrada (podéis aumentar el tamaño clicando en ella), la parte derecha es un corte del coronavirus de la izquierda. Ahí se ven las proteínas que, como una coronita, decoran la esfera y que son los puntos de enganche que usa el virus en nuestro organismo para colonizarnos. Dentro queda el material genético del propio virus, en forma de esa espiral interior, bien protegido por una envuelta de color rojo que lo aísla. Pues bien, esa envuelta tiene, básicamente, un carácter de grasa y es ahí donde el jabón puede atacar y destruir el coronavirus al llevarse esa grasa, y también algunas proteínas, para albergarlas dentro de micelas como las que acabo de enseñar en el párrafo anterior, micelas que arrastramos cuando nos enjuagamos las manos debajo del grifo despues de lavarlas concienzudamente. Si queréis ver un infograma resumen de lo dicho, publicado en el New York Times el pasado viernes, podéis picar aquí. Pero no sé cuanto tiempo estará disponible sin pagar.
Y ya, cuando tenía esta entrada preparada para publicarla, me encuentro con este artículo de ayer de mi amiga Deborah García Bello, con mucha más información sobre la acción de diferentes productos de limpieza en el coronavirus. Puede que sea hablar de lo mismo, pero dado que no tenemos exactamente la misma "clientela", no creo que sea reiterativo comunicar estas cosas por varias vías.
Hoy, más que nunca, os quiero agradecer que, leyéndome, seáis la razón que me impulsa a seguir escribiendo.
Entre las labores que me distraen estos días está la de fregar todo lo que se me ponga por delante. Algo que viene de lejos, porque siempre he sido muy fregón ya que, en muchas ocasiones, me sirve de terapia contra el tedio. Y ahora más. Para ello me armo, además de con un Spontex, con pequeñas dosis de Fairy diluido, que me ayudan a acabar con prontitud con los restos de grasa y aceite, probablemente los más engorrosos de eliminar. Es verdad que no hace falta sofisticarse tanto para fregar. Una pastilla de un jabón antiguo y popular como Lagarto, Chimbo o similares produce efectos parecidos en lo que a eliminación de grasas se refiere.
El aceite y otras grasas, debido a sus estructuras químicas, son casi incompatibles con una molécula de estructura radicalmente distinta como es el agua. Lo cual se ilustra fácilmente tratando de limpiar el culo de una sartén, llena de aceite u otras grasas, sólo con agua. Pero algo muy distinto es añadir a ese agua un poco de detergente. Y la diferencia radica en que los detergentes son moléculas conocidas como anfifílicas, que es algo así como moléculas de doble alma. Moléculas que, en las representaciones más simplificadas, se suelen presentar con una cierta apariencia de espermatozoides. Con una cola larga constituida por repetidos grupos CH2, los mismos que están en los componentes la gasolina y, por tanto, de carácter hidrófobo (que repelen el agua). Y, en un extremo, una cabeza que contiene un grupo iónico hidrofílico (al que le gusta estar rodeado de moléculas de agua). En ese doble carácter radican las potencialidades de los detergentes para ayudar al agua a llevarse la grasa.
El mecanismo puede resultar interesante para quien lo oye contar por primera vez (o eso espero). Cuando ponemos jabón en agua, los “espermatozoides” jabonosos se encuentran ante una disyuntiva complicada. La parte de la cola huiría del agua cual gato persa. Y la cabeza iónica perdería el culo por la misma. Pero están indisolublemente unidos y hay que resolver el dilema. Y, para hacerlo, varias moléculas de ese tipo se asocian en estructuras supramoleculares conocidas como micelas, una de las cuales se muestra en la figura adjunta.
En ellas, las cabezas de cada molécula de jabón se colocan en el exterior, facilitando así su contacto con las moléculas de agua que rodean la micela (esas cosas pequeñas que se ven en la Figura). Por el contrario, la "atmósfera" interior está llena de las colas, que así están juntas en un ambiente exento de agua. Y ese interior, en tanto que un ambiente constituido por grupos CH2, es un sitio adecuado para albergar moléculas de aceites y grasas que huyen del agua y que, una vez ahí albergadas, pueden ser arrastradas con más agua en el proceso de limpieza. Esa doble acción de confinar la grasa en el interior de las micelas formadas por el jabón y el posterior arrastre de ellas con el agua de grifo es lo que se suele llamar acción detersiva del jabón. Quizás una excesiva vulgarización del tema pero creo que se entiende.
Pues bien, en estos días en los que, con más miedo que otra cosa, entro a leer artículos de la pandemia en sitios que considero serios, he encontrado varios de ellos en los que se explica por qué funciona el lavado de manos con simple jabón a la hora de protegernos del virus de marras. Por citar alguno, mencionaré un hilo en Twitter que leí, hace casi dos semanas, al periodista y físico Alberto Sicilia (@pmarsupia en Twitter). Si queréis leeros el hilo completo os dejo aquí el enlace. Pero si no andáis muy duchos en lo de las redes sociales, os lo resumo muy fácil.
Si observáis la imagen que encabeza esta entrada (podéis aumentar el tamaño clicando en ella), la parte derecha es un corte del coronavirus de la izquierda. Ahí se ven las proteínas que, como una coronita, decoran la esfera y que son los puntos de enganche que usa el virus en nuestro organismo para colonizarnos. Dentro queda el material genético del propio virus, en forma de esa espiral interior, bien protegido por una envuelta de color rojo que lo aísla. Pues bien, esa envuelta tiene, básicamente, un carácter de grasa y es ahí donde el jabón puede atacar y destruir el coronavirus al llevarse esa grasa, y también algunas proteínas, para albergarlas dentro de micelas como las que acabo de enseñar en el párrafo anterior, micelas que arrastramos cuando nos enjuagamos las manos debajo del grifo despues de lavarlas concienzudamente. Si queréis ver un infograma resumen de lo dicho, publicado en el New York Times el pasado viernes, podéis picar aquí. Pero no sé cuanto tiempo estará disponible sin pagar.
Y ya, cuando tenía esta entrada preparada para publicarla, me encuentro con este artículo de ayer de mi amiga Deborah García Bello, con mucha más información sobre la acción de diferentes productos de limpieza en el coronavirus. Puede que sea hablar de lo mismo, pero dado que no tenemos exactamente la misma "clientela", no creo que sea reiterativo comunicar estas cosas por varias vías.
Hoy, más que nunca, os quiero agradecer que, leyéndome, seáis la razón que me impulsa a seguir escribiendo.
10 comentarios:
Yo te agradezco que sigas escribiendo. Ayer me pasé toda la mañana limpiando mi cuarto tan a fondo que casi no lo reconozco. Sigue escribiendo que me das calma.
Muchas gracias por hacernos entender de forma tan apasionante y didáctica, cómo funcionan las moléculas de jabón contra el dichoso "enano" perverso que nos quiere invadir.
La divulgación del conocimiento es una de las herramientas más eficaces que existen no solo para mejorar la comprensión de los hechos, también para entretener a quienes nos gusta saber un poco de todo. Muchas gracias por la entrada.
Buho, leer sus entradas nuevas y antiguas ahora ayudaran mucho más. Entretienen y orientan a quien esté confinado y busque sitios con las lecturas más curiosas y entrañables de la WWWW.
Por si sirve,para complementar corespondo con sugerencia sobre jabón: mezcladlo con azúcar, o mejor cocinad un almíbar. I probad de hacer BURBUJAS GRANDES :-) Y duraderas si no hay viento, humo, calor o sequedad.
Cuidado que el suelo luego patina, y si cuesta de limpiar a mi un poco de sal me funcionaba bien. Unas pocas desde las ventanas quizás lleven un bonito mensaje a vecinos, pero no sé quizás controlad que no les lleguen cerca, por el virus?
Gracias Buho por tu web :-)
Salut i força des de Mallorca, ToniMP lector esporádico :-)
Oops, me olvidava de la receta. Gracias por inspirar a gente, Buho.
Hay muchas, y varía mucho, y cuanto más concentrado mayor burbuja.
Por ejemplo, unas 10 partes de agua, 2-4 de detergente concentrado o 4-5 de jabón, 3-5 de almíbar o 5-7 de azúcar refinado.
O sinó buscad webs, p.ej mirad wikihow.com/hacer-solucion-para-hacer-burbujas
Si reposa unas horas mejor, o ir removiendo y reposar mucho.
Un aro con dedos de las manos mojadas ya sirve, o con un alambre, lana, cinta... Las manos secas las explotan, mojadas las podeis sostener, mover, jugar a empujarlas con aire, abanicando...
Las primeras grandotas, infadas con el movimiento basculante no suelen salir hasta que en unos intentos se coge el tempo, el ritmo del movimiento para inflarlas.
Hace unas décadas a mi este arte derivado de mi abuelo, algo quimico, me sirvió para obtener algunas lentejas o educar. Y ahora vienen tiempos nuevos, quizás sirva a alguien..
Ah, el humo o polvo creo que tampoco va bien.
Ideal para algún niño, aunque sea ya con canas :-)
Gracias Buho por motivar y inspirar
Salut, :-) tonimp
Gracias por publicar! Siempre un placer leerte Buho!
Te visito ocasionalmente y consigues atraparme
Tras una semana en casa te he buscado y me he leído tu nueva entrada y los links...
Me estoy poniendo al día en tantas cosas!!
Sé que va de jabones, pero espero me permitas una duda sobre la lejía:
¿Su capacidad desinfectante depende de la temperatura del agua en que se diluye?
Antes ponía la lejía en el cubo de agua caliente y tan contenta, pero alguien me dijo que era mejor el agua fría, para que la lejía no se evapore y pierda potencia.
¿Pasaría lo mismo con la lavadora? ¿Mejor 30, 60 ó 90°?
Espero que sigas motivado para mantenernos informados de un modo ameno sobre temas que de normal me resultarían farragosos. ¡Tú pones el ritmo!
Eskerrik asko, Búho!!
Miren
Eskerrik asko Miren! (vaya anónima más fácil de identificar),
EL CDC (centro para el Control de Enfermedades) americano tiene unas norma sobre las condiciones óptimas para el empleo de diversos desinfectantes baratos y habituales en las casas. Para el caso de la lejía, dice claramente dos cosas:
1. Que la capacidad desinfectantes de la lejía mejora con la temperatura, requiriendo así menos tiempo de aplicación.
2. Pero si sobrepasamos una cierta temperatura que ellos estiman en unos 50ºC, la cosa puede ir perdiendo eficacia por la razón que tu aduces. Químicamente se puede explicar mejor pero no hace falta.
En cuanto a la lavadora, a partir de 60º, la propia agua caliente y el detergente hacen su papel. Y así lo recomiendan las normas actuales para lavar ropas de personas infectadas por el Coronavirus.
Yo sigo este blog desde hace solo unas semanas, pero ya soy un fan incondicional. Me parece admirable la equilibrada relación entre rigor científico y didáctica de los artículos, además de la utilidad en la vida cotidiana de algunos de ellos. Yo agradezco sinceramente que alguien como usted nos regale su tiempo y su conocimiento, y le animo a seguir haciéndolo. Un saludo.
Desde hace tiempo que vengo leyendo que no hay mejor manera de deshacernos de las bacterias por ejemplo, que lavándonos las manos con harta espumita de jabón...lo mismo que ahora nos cuentan de este coronavirus, y es muy bueno publicarlo en todos los frentes, porque mucha gente acaparó alcohol gel pensando que era la única manera de desinfectarse las manos...y no, pues...el jabón es mejor! El alcohol gel es para cuando no tenemos agua y jabón cerca, solamente.
Muy buena tu explicación, Búho. Así debe ser. Entendible para tofo el mundo. Gracias de nuevo.
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