Plásticos y futbolistas
Una de las cosas que no me gustan de las redes sociales es que ciertos colectivos de famosos, en virtud del número de seguidores que tienen, se aventuren a hablar de cosas que les exceden. Eso es lo que ocurrió con el comentario que el ciudadano de la foto colocó hace días en Twitter (clicando en ella podéis ver en grande la imagen y el comentario). Con una bolsa de plástico negro entre las manos, animaba a otros colegas suyos (tan afamados como él en el exquisito arte de golpear un balón) a hacer lo mismo y convertir el gesto en algo viral en las redes, en lo que pretendía ser una denuncia contra el uso abusivo de los plásticos (véase la etiqueta #PlanetaOPlastico de su mensaje). Recibió casi de inmediato un buen zasca de mi antiguo alumno y buen amigo Sufi Garmendia y esta entrada, que hemos escrito al alimón, pretende desarrollar con más detalle esa respuesta contundente de Sufi. Y que podríamos resumir diciéndole al Sr. Fàbregas (nótese mi dominio del acento catalán) que, sin los plásticos, tendría que salir al campo de fútbol en pelotas, no dispondría de balón al que pegarle patadas ni tampoco de red en la que alojar el mismo. Pero, vayamos por partes.
Las bolsas de basura pueden ser icónicas en la lucha contra la contaminación por residuos plásticos, pero no es la fuente más importante de los mismos ni de lejos, como ya se trató de poner de manifiesto en este Blog hace ya diez años. Pero vayamos a lo que nos ocupa. Si empezamos por lo que toca la piel de nuestro concienciado futbolista, cuando éste y sus colegas salen al campo, resulta que ocultan relativamente su desnudez gracias a las fibras sintéticas (plásticos), mucho más sofisticadas y por ende más confortables que la lana o el algodón usados en las camisolas de hace años. Y que les evita, por ejemplo, estar mucho más mojados que sus ancestros, porque una camiseta de algodón puede llegar a absorber hasta un 7% de su peso en agua, mientras que una de poliéster sólo lo hace en un 0,4%. Esas mismas camisetas llevan generalmente incorporados otros plásticos, como los poliuretanos que dan forma a la propaganda que les da dinerito o los que se añaden a las fibras para mejorar su capacidad aislante frente al frío.
En la edición del año 1986, el balón de la Copa del Mundo dejó de ser de cuero para pasar a ser de poliuretano y, hasta el día de hoy, la confección del balón oficial es un auténtico derroche de tecnología a la hora de elegir los materiales plásticos más adecuados. Por ejemplo, en el reciente mundial de Rusia, el balón oficial (denominado Telstar 2018) estaba compuesto en su parte externa por seis paneles de poliuretano, unidos entre sí por simple calentamiento. En la cara interna de esos paneles había una fina capa de poliamida (o nylon) en contacto, a su vez, con lo que se ha presentado como la auténtica revolución de ese balón. El globo hinchable que le da su forma, fabricado a partir de un caucho, un copolímero (conocido como EPDM) a base de etileno, propileno y un dieno y que han querido vendernos como ecológico por aquello de emplear gas etileno proveniente de caña de azúcar en su fabricación. Pero, como ya he explicado aquí, eso no resuelve qué hacer con el plástico (polietileno) resultante, que sigue teniendo las mismas dificultades como residuo plástico que el que lleva el Sr. Fàbregas en la boca.
Los guantes del portero son un componente fundamental del equipamiento de cualquier club. Tienen que amortiguar balones a velocidades que pueden llegar a 120 km/h y permitir cazarlos de forma eficaz, con todo lo que eso conlleva, por ejemplo, en ambientes húmedos. La variedad de guantes que hay en el mercado destinados a porteros aficionados y profesionales es muy extensa. Como también los materiales que en ellos se emplean y que, fundamentalmente, implican a plásticos como poliuretanos, poliésteres, poliamidas y elastómeros. La exacta composición de los elementos de un guante es celosamente guardada por los fabricantes, dada la feroz competencia existente.
Y, ¿qué me dicen del calzado?. Si elegir un guante de portero es complicado, la cosa raya ya lo imposible en el caso de las zapatillas. Botas ultraligeras para delanteros veloces, más protegidas para defensas contundentes o supertécnicas para los mediocentros que tienen que suministrar pases con precisión milimétrica. Es difícil imaginar toda la ciencia y tecnología implicada en una zapatilla de un jugador de élite como el que nos ocupa. Y que, a diferencia de las usadas en décadas pretéritas, no llevan casi nada del cuero con el que gentes como Pelé o mi amigo Carmelo Amas golpeaban balones también de cuero.
Una parte importante de una zapatilla de fútbol es la suela y sus tacos. Hasta el mundial de Brasil, ambos estaban hechos también de poliuretano y se moldeaban en una sola pieza. En algunos casos llevaban fibra de carbono como refuerzo. Pero, desde el Mundial de Brasil, casi todas las suelas se fabrican con un copolímero denominado PEBAX a base de poliamidas y poliésteres. Los tacos se siguen fabricando, por ahora y en su mayoría, con poliuretano y luego se pegan con un adhesivo (también polimérico) a la suela de PEBAX.
Y luego están los sitios donde los colegas del Sr. Fàbregas ofician o entrenan su distinguido arte. Campos con hierba artificial que, en un principio, estaban constituidos por fibras de poliamida embutidas en un suelo de poliuretano. Las poliamidas fueron luego reemplazadas como "hierba" por fibras de polietileno (el mismo que el de la bolsa negra de la foto) y de polipropileno (el mismo que muchos envases de alimentos o tapones de botellas), recubiertas de silicona (otro polímero) y embutidas en un "campo" a base de polipropileno expandido y gránulos de caucho provenientes del reciclado de neumáticos de automóviles. Y me cuenta mi amigo Domingo Merino (que de estas cosas sabe un montón) que, actualmente, la mayoría de los campos de primera división en España son a base de mezclas de hierba natural y artificial y lo mismo pasa en el reino de Su Majestad Británica. Me ha enseñado fotos de la instalación de tepes de la mezcla natural-artificial en el Bernabeu y me asegura que hay varios viveros que los preparan.
Esos estadios tiene cubiertas que protegen a los espectadores, fabricadas en sofisticados plásticos como el ETFE del que hablamos aquí hace poco. Y todo campo que se precie alberga porterías, cuyas redes vuelven a ser de fibras de polietileno o polipropileno.
Pero la inconsistencia intelectual del Sr. Fàbregas y sus colegas bolsa en boca va aún más lejos, si uno piensa en la procedencia de muchos de los equipamientos empleados en el fútbol y otros deportes de élite como el tenis, el golf (aquí no tiro para casa) o similares. Se trata de relevantes empresas que, en muchos casos, tienen factorías en países en desarrollo donde, en algunos casos todavía, se sigue empleando como mano de obra barata a niños de corta edad. Y en muchos de esos países, y en otros incluso más pobres, no es raro encontrar niños que no tiene agua saludable para beber pero llevan una camiseta como las usadas por nuestros "preocupados" futbolistas, que seguro que no han pensado donde acaban esas prendas cuando ya no están para que nadie las use.
Y, para terminar, sería bueno anotar que al Sr. Fàbregas le paga Yokohama, una compañía de neumáticos (muy difíciles de reciclar) y Nike que usa plásticos por un tubo en sus múltiples productos. El presidente de su club es uno de los mayores productores de petróleo, materia prima para la mayoría de estos materiales y para los combustibles de los potentes coches, yates y algunos casos hasta aviones que usan estos privilegiados y que nos ponen el ambiente perdido de CO2 y otros gases contaminantes. Y lo mismo pasa con otros colegas financiados por países del Golfo y empresas como Adidas o similares.
O sea que ¿qué me cuenta Sr. Fábregas...?. Su bien abultada cartera proviene de las mismas fuentes que las que dan origen a esa bolsa de plástico que se ha puesto en la boca. Si la usara para hablar menos de lo que no sabe...
Las bolsas de basura pueden ser icónicas en la lucha contra la contaminación por residuos plásticos, pero no es la fuente más importante de los mismos ni de lejos, como ya se trató de poner de manifiesto en este Blog hace ya diez años. Pero vayamos a lo que nos ocupa. Si empezamos por lo que toca la piel de nuestro concienciado futbolista, cuando éste y sus colegas salen al campo, resulta que ocultan relativamente su desnudez gracias a las fibras sintéticas (plásticos), mucho más sofisticadas y por ende más confortables que la lana o el algodón usados en las camisolas de hace años. Y que les evita, por ejemplo, estar mucho más mojados que sus ancestros, porque una camiseta de algodón puede llegar a absorber hasta un 7% de su peso en agua, mientras que una de poliéster sólo lo hace en un 0,4%. Esas mismas camisetas llevan generalmente incorporados otros plásticos, como los poliuretanos que dan forma a la propaganda que les da dinerito o los que se añaden a las fibras para mejorar su capacidad aislante frente al frío.
En la edición del año 1986, el balón de la Copa del Mundo dejó de ser de cuero para pasar a ser de poliuretano y, hasta el día de hoy, la confección del balón oficial es un auténtico derroche de tecnología a la hora de elegir los materiales plásticos más adecuados. Por ejemplo, en el reciente mundial de Rusia, el balón oficial (denominado Telstar 2018) estaba compuesto en su parte externa por seis paneles de poliuretano, unidos entre sí por simple calentamiento. En la cara interna de esos paneles había una fina capa de poliamida (o nylon) en contacto, a su vez, con lo que se ha presentado como la auténtica revolución de ese balón. El globo hinchable que le da su forma, fabricado a partir de un caucho, un copolímero (conocido como EPDM) a base de etileno, propileno y un dieno y que han querido vendernos como ecológico por aquello de emplear gas etileno proveniente de caña de azúcar en su fabricación. Pero, como ya he explicado aquí, eso no resuelve qué hacer con el plástico (polietileno) resultante, que sigue teniendo las mismas dificultades como residuo plástico que el que lleva el Sr. Fàbregas en la boca.
Los guantes del portero son un componente fundamental del equipamiento de cualquier club. Tienen que amortiguar balones a velocidades que pueden llegar a 120 km/h y permitir cazarlos de forma eficaz, con todo lo que eso conlleva, por ejemplo, en ambientes húmedos. La variedad de guantes que hay en el mercado destinados a porteros aficionados y profesionales es muy extensa. Como también los materiales que en ellos se emplean y que, fundamentalmente, implican a plásticos como poliuretanos, poliésteres, poliamidas y elastómeros. La exacta composición de los elementos de un guante es celosamente guardada por los fabricantes, dada la feroz competencia existente.
Y, ¿qué me dicen del calzado?. Si elegir un guante de portero es complicado, la cosa raya ya lo imposible en el caso de las zapatillas. Botas ultraligeras para delanteros veloces, más protegidas para defensas contundentes o supertécnicas para los mediocentros que tienen que suministrar pases con precisión milimétrica. Es difícil imaginar toda la ciencia y tecnología implicada en una zapatilla de un jugador de élite como el que nos ocupa. Y que, a diferencia de las usadas en décadas pretéritas, no llevan casi nada del cuero con el que gentes como Pelé o mi amigo Carmelo Amas golpeaban balones también de cuero.
Una parte importante de una zapatilla de fútbol es la suela y sus tacos. Hasta el mundial de Brasil, ambos estaban hechos también de poliuretano y se moldeaban en una sola pieza. En algunos casos llevaban fibra de carbono como refuerzo. Pero, desde el Mundial de Brasil, casi todas las suelas se fabrican con un copolímero denominado PEBAX a base de poliamidas y poliésteres. Los tacos se siguen fabricando, por ahora y en su mayoría, con poliuretano y luego se pegan con un adhesivo (también polimérico) a la suela de PEBAX.
Y luego están los sitios donde los colegas del Sr. Fàbregas ofician o entrenan su distinguido arte. Campos con hierba artificial que, en un principio, estaban constituidos por fibras de poliamida embutidas en un suelo de poliuretano. Las poliamidas fueron luego reemplazadas como "hierba" por fibras de polietileno (el mismo que el de la bolsa negra de la foto) y de polipropileno (el mismo que muchos envases de alimentos o tapones de botellas), recubiertas de silicona (otro polímero) y embutidas en un "campo" a base de polipropileno expandido y gránulos de caucho provenientes del reciclado de neumáticos de automóviles. Y me cuenta mi amigo Domingo Merino (que de estas cosas sabe un montón) que, actualmente, la mayoría de los campos de primera división en España son a base de mezclas de hierba natural y artificial y lo mismo pasa en el reino de Su Majestad Británica. Me ha enseñado fotos de la instalación de tepes de la mezcla natural-artificial en el Bernabeu y me asegura que hay varios viveros que los preparan.
Esos estadios tiene cubiertas que protegen a los espectadores, fabricadas en sofisticados plásticos como el ETFE del que hablamos aquí hace poco. Y todo campo que se precie alberga porterías, cuyas redes vuelven a ser de fibras de polietileno o polipropileno.
Pero la inconsistencia intelectual del Sr. Fàbregas y sus colegas bolsa en boca va aún más lejos, si uno piensa en la procedencia de muchos de los equipamientos empleados en el fútbol y otros deportes de élite como el tenis, el golf (aquí no tiro para casa) o similares. Se trata de relevantes empresas que, en muchos casos, tienen factorías en países en desarrollo donde, en algunos casos todavía, se sigue empleando como mano de obra barata a niños de corta edad. Y en muchos de esos países, y en otros incluso más pobres, no es raro encontrar niños que no tiene agua saludable para beber pero llevan una camiseta como las usadas por nuestros "preocupados" futbolistas, que seguro que no han pensado donde acaban esas prendas cuando ya no están para que nadie las use.
Y, para terminar, sería bueno anotar que al Sr. Fàbregas le paga Yokohama, una compañía de neumáticos (muy difíciles de reciclar) y Nike que usa plásticos por un tubo en sus múltiples productos. El presidente de su club es uno de los mayores productores de petróleo, materia prima para la mayoría de estos materiales y para los combustibles de los potentes coches, yates y algunos casos hasta aviones que usan estos privilegiados y que nos ponen el ambiente perdido de CO2 y otros gases contaminantes. Y lo mismo pasa con otros colegas financiados por países del Golfo y empresas como Adidas o similares.
O sea que ¿qué me cuenta Sr. Fábregas...?. Su bien abultada cartera proviene de las mismas fuentes que las que dan origen a esa bolsa de plástico que se ha puesto en la boca. Si la usara para hablar menos de lo que no sabe...
5 comentarios:
Un repaso concienzudo a todo lo que se emplea en un campo de fútbol.
No conocía esta faceta tuya futbolística!
Muy interesante, como siempre
Documentadísimo y con total puntería, como siempre, pero ... un detallito: ¿'embebidas' las fibras en el suelo? Es correcto, porque 'embeber' también significa encajar, embutir o meter algo dentro de otra cosa, aunque su significado más común sea absorber o empapar, pero me suena mucho a una castellanización del inglés 'embedded', que es el término exacto para este caso.
¿Te gusta más embutidas?.
No hay duda de que los plásticos han mejorado nuestro nivel de vida, pero debemos ser conscientes de que también crean problemas que deberemos intentar evitar o, al menos, controlar. Cesc Fàbregas hace un alegato contra "el uso abusivo de los plásticos", yo quiero subrayar lo de "abusivo" y estoy de acuerdo con él. De acuerdo, también, con que las bolsas de plástico son una parte insignificante del problema, pero por algún sitio habrá que empezar para que nos demos cuenta de que hay que poner freno a un uso descontrolado de los plásticos. Yo creo que la campaña para limitar el uso de bolsas de plástico va en la buena dirección.
Gracias Unknown por el comentario. Estoy de acuerdo en casi todo lo que dices. Pero me mantengo en la inconsistencia del Fàbregas para decir nada al respecto. Y sobre el problema de los plásticos voy a volver a dar la tabarra en corto, medio plazo. Así que manténte atento a tu pantalla.
Un saludo.
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