El Gorila busca nuevos mercados
Cuando hace más de siete años me hice con mi primer iPhone, motivo suficiente para un macquero de pro como yo, os lo comuniqué en una entrada en la que os cantaba las excelencias del maravilloso cristal empleado en las superficies anterior y posterior del iPhone 4. Y que han aguantado casi sin una raya hasta que hace menos de dos años lo cambié por un iPhone SE. Su predecesor sigue en mi casa en perfecto estado de revista y lo uso para casos de urgencia o para prestárselo a amigos a los que trato de convencer de que se pasen a los terminales Apple y se dejen de tonterías. Poco a poco voy catequizando a mi entorno más próximo, aunque algún recalcitrante se resiste.
En la entrada arriba mencionada os contaba que el origen del llamado vidrio Gorila (como se denomina comercialmente al vidrio especial de los iPhones y otros dispositivos) se basa en un vidrio a base de silicato de aluminio y sodio, introducido en 1964 por la compañía Corning bajo el nombre de Chemcor. A partir de 2005, con la irrupción de las pantallas táctiles, los de Corning descubrieron un nuevo nicho de mercado para su producto. Al igual que pasa con los vidrios convencionales, obtenidos éstos a partir de la fusión conjunta de una mezcla de sílice (arena), carbonato sódico y carbonato cálcico, es posible incrementar las propiedades de estos materiales mediante un proceso en el que el vidrio, ya formado, se introduce en un baño de nitrato potásico fundido a unos 450 ºC. Ello genera un intercambio de iones sodio, que han quedado atrapados durante la formación del vidrio, por los iones potasio presentes en la sal fundida. Los iones potasio, más grandes, ocupan un mayor espacio en el interior del vidrio, lo que hace que, al enfriarlo a temperatura ambiente, se creen unas fuerzas de compresión que refuerzan la superficie, al bloquear las rutas a lo largo de las cuales las grietas que destrozan el vidrio suelen propagarse.
Pero ahora, como dice el título, el vidrio Gorila anda buscando nuevos mercados y qué nicho más jugoso que el de los parabrisas de los millones y millones de automóviles que se fabrican en el mundo. Corning, en colaboración con la compañía Ford, ha estado desarrollando estos últimos años parabrisas laminados más finos y resistentes, en los que nuestro vidrio Gorila juega su papel. Como ya he contado en otra entrada (recientemente renovada), los llamados parabrisas laminados de los automóviles han estado y están constituidos, tradicionalmente, por dos láminas de vidrio convencional, reforzado por el procedimiento del baño de sales de potasio antes mencionado, que hacen un sandwich en el interior del cual hay una fina lámina de un plástico llamado polivinil butiral, que impide que el vidrio se rompa en mil pedazos ante un impacto y dañe a los ocupantes. Pues bien, la vuelta de tuerca de Corning y Ford es sustituir la lámina del parabrisas tradicional que queda en el interior del vehículo, por una tres veces más fina del vidrio Gorila, dejando la lámina exterior y el filme de polivinil butiral sin cambios. El resultado hace que se disminuye el peso de los parabrisas en un 30%, lo que supone unos 7 kilos de promedio, con las consecuencias que eso tiene para el consumo de combustible.
La introducción de la lámina de Gorila tiene también consecuencias en la solución de un problema bastante habitual con los parabrisas. A veces, una pequeña grieta provocada por una piedra en el mismo pasa casi inadvertida. Pero, en muchos casos, un cambio térmico importante, como el de regar con agua fría un coche que ha estado expuesto a altas temperaturas, puede hacer que esa grieta se expanda en muchas direcciones, acabando con el parabrisas. Los ensayos realizados con estos nuevos que incorporan el vidrio Gorila en la capa interna, parecen indicar que resisten mejor que los convencionales esos cambios térmicos.
La noticia, publicada en el Chemical and Engineering News de este lunes por Mitch Jacoby de su redacción de Chicago, no habla de precios, pero su introducción en el superexclusivo Ford GT Sport ya da una pista de que los pobres seguiremos con parabrisas convencionales durante algún tiempo.
En la entrada arriba mencionada os contaba que el origen del llamado vidrio Gorila (como se denomina comercialmente al vidrio especial de los iPhones y otros dispositivos) se basa en un vidrio a base de silicato de aluminio y sodio, introducido en 1964 por la compañía Corning bajo el nombre de Chemcor. A partir de 2005, con la irrupción de las pantallas táctiles, los de Corning descubrieron un nuevo nicho de mercado para su producto. Al igual que pasa con los vidrios convencionales, obtenidos éstos a partir de la fusión conjunta de una mezcla de sílice (arena), carbonato sódico y carbonato cálcico, es posible incrementar las propiedades de estos materiales mediante un proceso en el que el vidrio, ya formado, se introduce en un baño de nitrato potásico fundido a unos 450 ºC. Ello genera un intercambio de iones sodio, que han quedado atrapados durante la formación del vidrio, por los iones potasio presentes en la sal fundida. Los iones potasio, más grandes, ocupan un mayor espacio en el interior del vidrio, lo que hace que, al enfriarlo a temperatura ambiente, se creen unas fuerzas de compresión que refuerzan la superficie, al bloquear las rutas a lo largo de las cuales las grietas que destrozan el vidrio suelen propagarse.
Pero ahora, como dice el título, el vidrio Gorila anda buscando nuevos mercados y qué nicho más jugoso que el de los parabrisas de los millones y millones de automóviles que se fabrican en el mundo. Corning, en colaboración con la compañía Ford, ha estado desarrollando estos últimos años parabrisas laminados más finos y resistentes, en los que nuestro vidrio Gorila juega su papel. Como ya he contado en otra entrada (recientemente renovada), los llamados parabrisas laminados de los automóviles han estado y están constituidos, tradicionalmente, por dos láminas de vidrio convencional, reforzado por el procedimiento del baño de sales de potasio antes mencionado, que hacen un sandwich en el interior del cual hay una fina lámina de un plástico llamado polivinil butiral, que impide que el vidrio se rompa en mil pedazos ante un impacto y dañe a los ocupantes. Pues bien, la vuelta de tuerca de Corning y Ford es sustituir la lámina del parabrisas tradicional que queda en el interior del vehículo, por una tres veces más fina del vidrio Gorila, dejando la lámina exterior y el filme de polivinil butiral sin cambios. El resultado hace que se disminuye el peso de los parabrisas en un 30%, lo que supone unos 7 kilos de promedio, con las consecuencias que eso tiene para el consumo de combustible.
La introducción de la lámina de Gorila tiene también consecuencias en la solución de un problema bastante habitual con los parabrisas. A veces, una pequeña grieta provocada por una piedra en el mismo pasa casi inadvertida. Pero, en muchos casos, un cambio térmico importante, como el de regar con agua fría un coche que ha estado expuesto a altas temperaturas, puede hacer que esa grieta se expanda en muchas direcciones, acabando con el parabrisas. Los ensayos realizados con estos nuevos que incorporan el vidrio Gorila en la capa interna, parecen indicar que resisten mejor que los convencionales esos cambios térmicos.
La noticia, publicada en el Chemical and Engineering News de este lunes por Mitch Jacoby de su redacción de Chicago, no habla de precios, pero su introducción en el superexclusivo Ford GT Sport ya da una pista de que los pobres seguiremos con parabrisas convencionales durante algún tiempo.
2 comentarios:
El Blog del Búho es muy bueno, pero, con cariño, apúntate un tanto negativo por ser fan y promotor de Apple. De mucho marketing abusan ellos, como diría Yoda, y en su tiempo efectivamente fueron icónicos. Pero hoy sus terminales fallan como los de los demás y dejan muy claro constantemente que sus clientes no son tan importantes. Por cierto, yo voy ya por mi segundo iphone, muy a mi pesar.
Gracias...y también con cariño, cómprate un Android. Sería lo más consistente.
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