En este tiempo en el que lo nano y lo molecular priva, le tenía que llegar su oportunidad al asunto del ayuntamiento carnal o cópula. Esta entrada es el resultado de algunas de mis cualidades intrínsecas, como la de fijarse como un Búho y tener una memoria de elefante para casi todo menos para los nombres y los números de teléfono. Cuando ambas propiedades tienen la oportunidad de trabajar al unísono pueden suceder eventos muy curiosos, como el que me pasó este sábado, cuando al atardecer del último día oficial de la Semana Grande donostiarra disipaba los efluvios de una buena comida en Rekondo hojeando (que no leyendo) El País.
En una de las páginas interiores descubrí una noticia sobre un gel desarrollado para usarse como preservativo femenino. Al leer la noticia en cuestión me dí cuenta de que se hablaba de unos geles poliméricos sobre los que, el pasado mes de octubre, había leído un artículo en la revista Macromolecules, con un título tan técnico como "Chemorheology of Phenylboronate-Salycylhidroxamate Cross-Linked Hydrogel Network with a Sulfonated Polymer Backbone". El que en ese título descubra la más mínima relación con aplicaciones como la que menciono, que levante el dedo. Bastante habitual por otro lado. Una cosa es publicar resultados de carácter científico en revistas al uso y otra muy distinta patentar las aplicaciones interesantes que de esos estudios se derivan. Vi que el Grupo de investigación coincidía y, de inmediato, se me ocurrieron cuatro cosillas relacionadas para pergeñar una entrada agosteña.
Cuando hablo de geles poliméricos hablo de cosas blanditas que se comportan en muchos aspectos como un sólido. Por ejemplo, son geles como los que aquí me interesan los que se generan cuando algunos polímeros como los que se emplean en pañales, compresas y otras variantes se ponen en contacto con el agua. La cosa puede resultar tan curiosa como puede verse en este vídeo (no os lo perdais, es cortito), en el que una sal sódica del poliácido acrílico se mezcla con agua. El resultado no es una disolución, como uno pudiera esperar, sino una cosa que, para sorpresa de los enanos que se solazan con la experiencia, se comporta prácticamente como un sólido (It's a solid!!, dice uno de los chavales), pero que cuando se aprieta con los dedos es como una plastilina.
Sobre geles ya he escrito varias cosas. Por ejemplo, cuando me metí con el Santi Santamaría tras acusar a algunos cocineros, colegas suyos, por emplear en sus preparados metil celulosa. Veíamos allí que la metil celulosa se disuelve mejor en agua fría que en caliente, formando geles a temperaturas elevadas, algo que aprovechó el conocido chef Heston Blumenthal para la preparación de sus "helados calientes". Se sirve al cliente una cosa con apariencia de un helado convencional pero bien calentito y cuando uno se lo mete en la boca, que está más fría, el "helado" caliente se funde como lo hace el tradicional helado frío. Ese es un ejemplo de lo que se denomina un gel termoreversible, un gel que pasa de uno a otro estado con el concurso de la temperatura. La mayor parte de los geles empleados en gastronomía se vuelven líquidos al subir la temperatura, aunque a algunos bichos raros, como los geles de metil celulosa, les da por empreñar y lo hacen al enfriarse.
Hay otros geles que funden (y al revés) al variar el pH del medio. Por ejemplo, cuando uno prepara compotas y mermeladas, aprovecha las propiedades de la pectina, un complejo polisacárido (otro polímero), existente en muchas frutas. A la hora de preparar una mermelada más o menos compacta, tras cortar y cocer la fruta que nos sirve de base, uno de los trucos para que aquello gelifique convenientemente es añadir zumos de naranja o limón, que rebajan el pH a valores entre 2,8 y 3,5, lo que hace que se neutralicen las cargas eléctricas de las pectinas, permitiendo la unión entre las largas cadenas de las mismas y dando lugar al semisólido que llamamos gel.
Unos investigadores de la Universidad de Utah en Estados Unidos han preparado unos geles reversibles al pH que pueden utilizarse a la hora de prevenir el contagio del Sida en las relaciones sexuales. Se trata de polímeros de metacrilamida, no muy lejanos de la sal de poliácido acrílico que aparece en el vídeo de los chavales. Yo no lo sabía hasta leer la nota de prensa que la Universidad de Utah ha publicado al respecto (analfabeto químico que es uno), pero parece que el pH natural de la vagina es ácido (en torno a un valor de 4.8) mientras el del semen es ligeramente básico (7.6). Aprovechando este cambio, el gel se puede aplicar internamente en forma líquida y sólo cuando entra en contacto con el semen solidifica, creando una especie de malla o tamiz molecular (de ahí lo de condón "molecular") cuyo tamaño de poro es de unos pocos nanometros, bloqueando el paso del virus. Es evidente que si bloquea a los virus del Sida, que miden alrededor de 100 nanometros, lo hará mucho más fácilmente con los espermatozoides que son entre 50 y 100 veces más grandes, con lo que matamos dos pájaros de un tiro. Y encima se lo podemos "vender" al macho de turno como un adecuado lubricante. Los autores entienden que este tipo de producto puede ser una buena herramienta para luchar contra el Sida en países donde prevenciones culturales, sociales y religiosas hacen difícil que las mujeres puedan negociar el uso de las gomitas convencionales antes de ponerse a la faena. Lo que no es ninguna broma, ni por las repercusiones sanitarias ni por las monetarias (buenos son de la Universidad de Utah para estas cosas del dinero).
En una de las páginas interiores descubrí una noticia sobre un gel desarrollado para usarse como preservativo femenino. Al leer la noticia en cuestión me dí cuenta de que se hablaba de unos geles poliméricos sobre los que, el pasado mes de octubre, había leído un artículo en la revista Macromolecules, con un título tan técnico como "Chemorheology of Phenylboronate-Salycylhidroxamate Cross-Linked Hydrogel Network with a Sulfonated Polymer Backbone". El que en ese título descubra la más mínima relación con aplicaciones como la que menciono, que levante el dedo. Bastante habitual por otro lado. Una cosa es publicar resultados de carácter científico en revistas al uso y otra muy distinta patentar las aplicaciones interesantes que de esos estudios se derivan. Vi que el Grupo de investigación coincidía y, de inmediato, se me ocurrieron cuatro cosillas relacionadas para pergeñar una entrada agosteña.
Cuando hablo de geles poliméricos hablo de cosas blanditas que se comportan en muchos aspectos como un sólido. Por ejemplo, son geles como los que aquí me interesan los que se generan cuando algunos polímeros como los que se emplean en pañales, compresas y otras variantes se ponen en contacto con el agua. La cosa puede resultar tan curiosa como puede verse en este vídeo (no os lo perdais, es cortito), en el que una sal sódica del poliácido acrílico se mezcla con agua. El resultado no es una disolución, como uno pudiera esperar, sino una cosa que, para sorpresa de los enanos que se solazan con la experiencia, se comporta prácticamente como un sólido (It's a solid!!, dice uno de los chavales), pero que cuando se aprieta con los dedos es como una plastilina.
Sobre geles ya he escrito varias cosas. Por ejemplo, cuando me metí con el Santi Santamaría tras acusar a algunos cocineros, colegas suyos, por emplear en sus preparados metil celulosa. Veíamos allí que la metil celulosa se disuelve mejor en agua fría que en caliente, formando geles a temperaturas elevadas, algo que aprovechó el conocido chef Heston Blumenthal para la preparación de sus "helados calientes". Se sirve al cliente una cosa con apariencia de un helado convencional pero bien calentito y cuando uno se lo mete en la boca, que está más fría, el "helado" caliente se funde como lo hace el tradicional helado frío. Ese es un ejemplo de lo que se denomina un gel termoreversible, un gel que pasa de uno a otro estado con el concurso de la temperatura. La mayor parte de los geles empleados en gastronomía se vuelven líquidos al subir la temperatura, aunque a algunos bichos raros, como los geles de metil celulosa, les da por empreñar y lo hacen al enfriarse.
Hay otros geles que funden (y al revés) al variar el pH del medio. Por ejemplo, cuando uno prepara compotas y mermeladas, aprovecha las propiedades de la pectina, un complejo polisacárido (otro polímero), existente en muchas frutas. A la hora de preparar una mermelada más o menos compacta, tras cortar y cocer la fruta que nos sirve de base, uno de los trucos para que aquello gelifique convenientemente es añadir zumos de naranja o limón, que rebajan el pH a valores entre 2,8 y 3,5, lo que hace que se neutralicen las cargas eléctricas de las pectinas, permitiendo la unión entre las largas cadenas de las mismas y dando lugar al semisólido que llamamos gel.
Unos investigadores de la Universidad de Utah en Estados Unidos han preparado unos geles reversibles al pH que pueden utilizarse a la hora de prevenir el contagio del Sida en las relaciones sexuales. Se trata de polímeros de metacrilamida, no muy lejanos de la sal de poliácido acrílico que aparece en el vídeo de los chavales. Yo no lo sabía hasta leer la nota de prensa que la Universidad de Utah ha publicado al respecto (analfabeto químico que es uno), pero parece que el pH natural de la vagina es ácido (en torno a un valor de 4.8) mientras el del semen es ligeramente básico (7.6). Aprovechando este cambio, el gel se puede aplicar internamente en forma líquida y sólo cuando entra en contacto con el semen solidifica, creando una especie de malla o tamiz molecular (de ahí lo de condón "molecular") cuyo tamaño de poro es de unos pocos nanometros, bloqueando el paso del virus. Es evidente que si bloquea a los virus del Sida, que miden alrededor de 100 nanometros, lo hará mucho más fácilmente con los espermatozoides que son entre 50 y 100 veces más grandes, con lo que matamos dos pájaros de un tiro. Y encima se lo podemos "vender" al macho de turno como un adecuado lubricante. Los autores entienden que este tipo de producto puede ser una buena herramienta para luchar contra el Sida en países donde prevenciones culturales, sociales y religiosas hacen difícil que las mujeres puedan negociar el uso de las gomitas convencionales antes de ponerse a la faena. Lo que no es ninguna broma, ni por las repercusiones sanitarias ni por las monetarias (buenos son de la Universidad de Utah para estas cosas del dinero).
Hablando de geles acabo de traerme de una bodega de San Sadurni (Agfustí Torelló) un cava sólido que han desarrollado conjuntamente con la cocina de Roca. Consiste en añadir goma xantana al cava en el momento del deguello. Ya te contaré el resultado.
ResponderEliminarEl problema estará en escanciarlo.
ResponderEliminar...son entre 50 y 100 veces más grandes, con lo que matamos dos pájaros de un tiro..... ¿Por qué sigues queriendo deshacerte de tus congéneres?
ResponderEliminarYo no mato ni a una mosca cojonera, cariño.
ResponderEliminar¿Y cómo se sacará ese "lubricante" solidificado, una vez que ha cumplido su misión?
ResponderEliminarComo se menciona en la entrada el gel es pH- reversible, así que cuando se restaura el pH habitual aquello vuelve a ser un gel. Que se elimina como otros geles que se emplean en ese mismo "ámbito".
ResponderEliminarPero entonces...los virus...¿qué pasa con ellos? Y debe ser incómodo andar goteando geles...digo yo...jaja
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