domingo, 16 de julio de 2023

Aspartamo y cáncer

Si los medios de comunicación no tuvieran la manía de usar la palabra cáncer como reclamo visual para que los lectores se decidan a leer o seguir una noticia, la publicación por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de los resultados de su evaluación del riesgo y la peligrosidad del aspartamo, un edulcorante sintético que sustituye al azúcar en muchos productos, no hubiera pasado de ser una noticia más o menos anodina. Pero claro, si un medio supuestamente serio como La Vanguardia titula "El edulcorante aspartamo podría causar cáncer de hígado a dosis elevadas", la gente se preocupa, como no es de extrañar. Y si además, el artículo está escrito de forma que induce tanto a la alarma como a la tranquilidad, la gente (y alguno de mis lectores) se mosquea.

El pasado viernes, 14 de julio, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, en su acrónimo en inglés), dependiente de la OMS y el Comité Mixto de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA), que depende de la propia OMS y de la FAO (el organismo de la ONU para la Agricultura y la Alimentación), publicaron conjuntamente este texto que había venido siendo anunciado por los medios de comunicación desde semanas atrás, asociándolo otra vez a la palabra cáncer.

En el marco del IARC, grupos de expertos internacionales evalúan o reevalúan los conocimientos científicos disponibles en cada momento para hacer una valoración del riesgo que supone un determinado agente químico o biológico, o una actividad en ciertos casos, para producir cáncer. Como resultado, cualquiera de esas sustancias o agentes se clasifica en uno de los cuatro grupos en los que el IARC coloca a las sustancias y actividades susceptibles de provocar cáncer en los humanos. El Grupo 1 engloba a las sustancias cancerígenas para los humanos, el Grupo 2A implica que la sustancia es probablemente cancerígena para el ser humano. El Grupo 2B engloba sustancias posiblemente cancerígenas para los humanos y el Grupo 3, finalmente, agrupa a las no clasificables por su carcinogenicidad para los humanos. Esto es hilar fino con el lenguaje.

La clasificación refleja el nivel de seguridad de los conocimientos que tenemos sobre que un agente sea cancerígeno. Pero no establece en qué cuantía lo es. Tampoco asegura que un agente cause un determinado u otro tipo de cáncer. Sólo refleja que alguien en la literatura, con mayor o menor evidencia, lo haya dicho. La tarea encomendada al IARC es la correcta identificación de riesgos, esto es la identificación de productos o actividades que constituyen un peligro según la literatura, no la valoración de esos riesgos.

Por ejemplo, la clasificación del IARC no implica que los agentes del Grupo 1 sean más peligrosos que los del Grupo 2B, solo que de los primeros existe una evidencia más fiable de que puedan producir cáncer. Tampoco implica que todos los incluidos en un mismo Grupo sean igual de cancerígenos. Por ejemplo, aunque la carne procesada (bacon, por citar algo) y el tabaco están en el mismo Grupo 1, sabemos que fumar es muchísimo más peligroso que comer bacon. Si el periodista de La Vanguardia tuviera esto claro no hubiera escrito el titular que ha escrito, porque el IARC no puede decir que el aspartamo podría causar cáncer de hígado, solo que ha encontrado literatura científica que relaciona lo uno con lo otro. Que no es lo mismo.

Y si ya nos vamos al caso que nos ocupa, el aspartamo es una molécula relativamente complicada para alguien no versado en Química pero que, cuando es asimilada por nuestro organismo, se hidroliza (se rompe) para dar tres moléculas más pequeñas y bien conocidas, dos de las cuales, el ácido aspártico y la fenil alanina, son dos aminoácidos esenciales, es decir, aminoácidos que nuestro organismo necesita si o si, pero que no puede sintetizar por si mismo y que, por tanto, los tiene que extraer a partir del metabolismo de los alimentos. La tercera de las sustancias es el metanol o alcohol de madera, el hermano pequeño del alcohol que ingerimos en las bebidas alcohólicas (etanol).

El ácido aspártico, y algunas de sus sales, se generan en nuestro cuerpo cuando metabolizamos alimentos como los espárragos, los aguacates, los copos de avena, ciertas carnes y un sin fin más. La fenil alanina se produce cuando se metaboliza la leche materna de los mamíferos, pero también cuando consumimos cosas como carne, pescado, huevos, legumbres, frutos secos o soja. Del metanol hablaremos enseguida pero lo más importante es que esas tres sustancias que la ruptura del aspartamo genera en nuestro cuerpo son exactamente las mismas que las que entran en él vía el consumo de alimentos.

Las personas afectados por la enfermedad genética conocida como fenilcetonuria tienen un inconveniente grave si ingieren alimentos que proporcionen fenil alanina. En virtud de ese defecto genético, no disponen de las enzimas que degradan la fenilalanina para producir tirosina, inocua para nuestro organismo. Por el contrario, en esos pacientes, la fenilalanina se degrada para producir otra molécula, el fenil piruvato, una sustancia neurotóxica que afecta gravemente al cerebro durante su desarrollo, de ahí la peligrosidad de consumir alimentos que produzcan fenil alanina en niños de corta edad con esa enfermedad genética. Si os fijáis en las bebidas que llevan aspartamo suele haber un aviso que previene a esos enfermos sobre la peligrosidad de ingerirlo, pero hay otras muchas cosas que, desgraciadamente, ellos no pueden comer.

El metanol es otra cosa. Al generarse por la ruptura del aspartamo se metaboliza después en el hígado dando formaldehído y, posteriormente, ácido fórmico, lo que puede causar muchos problemas en un ser humano, incluida la ceguera, algo que ha pasado en muchos casos con bebidas alcohólicas contaminadas con metanol. Pero hay que aclarar que los humanos estamos ingiriendo metanol continuamente cuando consumimos verduras, legumbres, sidra o zumo de tomate, por mencionar solo algunos, sin que ocurran trastornos dignos de mención, dadas las cantidades que ingerimos. Por ejemplo, hace ya años (en el 2000), investigadores asturianos publicaron un artículo en el que analizaban químicamente las sidras de su región, incluyendo el metanol (denominado MeOH en la tabla 3). Y algunas de esas sidras y sus derivados espirituosos tenían niveles de metanol que podrían inducir a una cierta preocupación si nos pusiéramos en plan medio de comunicación.

Dicho lo cual, volvamos al último informe del IARC sobre aspartamo y cáncer. La importante (y casi única) novedad es que el IARC ha clasificado al aspartamo como posiblemente carcinógeno para los seres humanos, encuadrándolo consiguientemente en el Grupo 2B ya mencionado. En ese grupo están, por ejemplo, los vapores de gasolina y los gases del escape de motores que la usen, los humos de soldadura, las verduras en escabeche o los extractos de hojas de aloe vera. Y se ha incluido al aspartamo en ese Grupo tras establecer "que hay una evidencia limitada para el cáncer en los seres humanos. También se observó evidencia limitada para el cáncer en animales de experimentación y evidencia limitada relacionada con los posibles mecanismos propuestos en literatura por los que el aspartamo pudiera provocar cáncer". Todo ello se ha derivado del estudio llevado a cabo por 25 científicos de 12 países que, paralelamente a la noticia con la que iniciábamos esta entrada, publicaron en The Lancet un artículo del que os dejo el enlace. El artículo se puede bajar gratuitamente pero hay que registrarse para poder hacerlo.

Pero al mismo tiempo, y en el mismo documento en el que se anunciaba esa clasificación del aspartamo por parte del IARC, está lo que decía el JECFA, un comité conjunto OMS/FAO que se dedica a evaluar cuantitativamente el riesgo de las sustancias usadas en alimentación y cosas relacionadas, estableciendo las llamadas ingestas diarias admisibles o cantidades máximas de una determinada sustancia que un adulto de peso medio de 70 kilos puede consumir sin riesgo durante todos los días de una vida media de 70 años.

Pues bien, en esta última entrega el JECFA concluye que los datos evaluados indicaban que no había ninguna razón para cambiar la ingesta diaria admisible del aspartamo, previamente establecida en 40 miligramos por kilo de peso corporal. Por debajo de ese límite el JECFA reconoce que el aspartamo es "inocuo". Y pone como ejemplo que "con una lata de refresco dietético (330 mL) y que contenga 200 o 300 mg de aspartamo, un adulto que pese 70 kg necesitaría consumir más de 9-14 latas (o sea, entre 3 y 4,5 litros al día) de esas bebidas para exceder la ingesta diaria admisible, si no se consumen otros alimentos". De nuevo ese consumo se refiere "a todos los días de una vida de 70 años". Y no se dice tampoco que esas ingestas están calculadas con unos criterios de prevención con respecto a las dosis que realmente causan los primeros daños en animales de experimentación. Así que es casi seguro que ingestas más abundantes tampoco resultarían dañinas.

Esa dosis estaba ya establecida desde hace años, concretamente desde 1981. Años más tarde, una de mis entradas de 2013 se publicó días después de que la Autoridad Europea de Salud Alimentaria (EFSA), reevaluara la toxicidad del aspartamo y confirmara a nivel europeo esa misma cifra. No parece por tanto que la nueva evidencia científica haya cambiado en nada lo que se estableció como seguro hace ya cuarenta años. Lo que el IARC ha hecho es cambiar el estatus del aspartamo en virtud de una evidencia científica que ellos mismos denominan como "no convincente" sobre el cáncer en seres humanos. Utilizando así el principio de precaución en sus decisiones, según el cual más vale prevenir que curar y añadir algo a su lista de carcinógenos.

Pero ya vemos la que montan con ello y con la ayuda de los tribuletes.

7 comentarios:

  1. La comparacion con el tabaco no es nada acertada. Cuando se habla de acumulaciones de consumo no debemos olvidar que todas las acumulaciones son muy dañinas y que no este estudiada más variables depende fundamentalmente de los recursos de que se disponen para las investigaciones. No debemos olvidar que el primer estudio mundial sobre el tabaco buscaba asociar el cancer en Londres de los medicos con el asfaltado de las calles y anda la casualidad que habia una asociacion automatica de Cancer-fumadores y solamente estudiaba a medicos o sea personas con recursos bastante mas altos que la media.

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  2. Muchas gracias al Buho por la excelente clarificación de noticias con medias verdades. Este fiel seguidor del Blog no puede evitar mosquearse con la forma irresponsable de tratar la información.
    Jatorrena

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  3. Gracias R.J. pero no entiendo qué tiene que ver tu comentario con lo que yo he escrito sobre lo que el IARC puede o no puede valorar en un potencial cancerígeno.

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  4. Como escribi al principio, la comparacion con el tabaco no es muy acertada. El tabaco causa 12 millones de muertes anticipadas en el mundo actualmente, en España 60.000 personas mueren anticipadamente por el consumo del tabaco. Cuando se presentaron los estudios el idiota de Winston Churchil se reia de los estudios y no adopto ninguna medida, quizas estubiera muy influenciado por las multinacionales tabaqueras. En palabras sencillas lo compraron.

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  5. Desgraciadamente muchos titulares de la Vanguardia dejan que desear, y las entrevistas de la contraportada más. Desde la Sociedad Catalana de Comunicación Científica nos hemos quejado muchas veces de titulares y de personajes esotéricos entrevistados, pero sin resultado alguno. Como decía en nóbel Henry Taube, es más llamativo un titular "las patatas contienen un potente cancerígeno" que otro basado en los mismos datos "las patatas son un alimento razonablemente seguro"...

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  6. Gracias Claudi, es importante saber que alguien desde el terreno corrobora lo que uno piensa.

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  7. Muy tranquilizador, tu artículo. Es de agradecer, que alguien con toda propiedad nos explique la química que resulta cuando llega una sustancia a nuestro cuerpo, y sobretodo, de la manera clara y sencilla en que lo haces. Ya sabemos el pavor que nos provoca la palabra cáncer , y por lo mismo, una explicación sencilla se agradece.

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