Aunque soy consciente de que alguna fiel seguidora del Blog me va a saltar al cuello, voy a seguir con la saga de entradas dedicadas a los cigarrillos electrónicos que se inició en agosto de 2008 y que, posteriormente, ha seguido con entradas en noviembre de 2013, abril de 2014 y abril de 2019. Todas ellas estaban relacionadas con esa forma de meterse nicotina al cuerpo que podemos denominar vapeo. Básicamente, una disolución de nicotina y saborizantes, se calienta con un sistema electrónico y el fumador inhala el vapor que se genera de esa manera. El que quiera más detalles que se revise las entradas antes mencionadas. Pero desde mediados de la década pasada, Philip Morris (PM) (y otras tabaqueras) se ha gastado una pasta importante en una nueva alternativa, que es la que pretendo explicar aquí.
Para empezar con una descripción aclaratoria, el nuevo dispositivo electrónico de PM, a diferencia de los vapeadores, contiene tabaco real, la misma fuente de nicotina que en un cigarrillo convencional. Pero, a diferencia de lo que ocurre en este último, el tabaco del dispositivo de PM no se quema sino que se calienta a una temperatura que no supera los 350ºC. Por el contrario, el tabaco en el extremo de un cigarrillo tradicional, una vez encendido, se quema (arde) gracias al oxígeno del aire, produciendo temperaturas por encima de 600ºC. En esas condiciones de temperatura y oxígeno se producen cientos y cientos de nuevas sustancias químicas y partículas que se sabe que tienen consecuencias dramáticas en la salud de los fumadores. La idea que subyace tras la apuesta de PM es que, si no hay combustión y la temperatura es más baja, la producción de todas esas sustancias se reduce.
En la anterior generación de dispositivos de Philip Morris para calentar el tabaco, se utilizaba un sistema como el que se ve en la figura de arriba (que podéis ampliar clicando en ella). El cigarro, más corto que uno tradicional, se coloca en el dispositivo de forma y manera que una especie de lanceta (heating blade en la figura) se inserta en la zona donde está el tabaco. Esa lanceta se calienta con el dispositivo electrónico (pila recargable incluida) y transmite el calor al tabaco, permitiendo al fumador un número determinado de caladas hasta que el dispositivo se apaga. En los dispositivos más modernos, que se han empezado a comercializar en España hace pocas semanas, el calentamiento se produce sin necesidad de la lanceta. Una pequeña lámina de metal (aluminio) está en el centro del tabaco y esa lámina se calienta por un proceso de inducción electromagnética (los de PM no se privan de tecnologías).
En cuanto al tabaco que se calienta hay que decir que, a diferencia de un cigarrillo convencional donde se usan hojas de tabaco cortadas en pedazos pequeños, el tabaco del dispositivo de PM se muele y se reconstituye en láminas o hebras como las que veis en la foto de la izquierda, obtenida tras abrir un cigarro ya utilizado y donde también se ve la lámina metálica que ha calentado el tabaco. Las hebras de tabaco de uno de estos cigarros pesan del orden de 320 mg frente a los 550-700 mg de los cigarrillos convencionales. Otros componentes del cigarrillo, que podéis ver en la figura del inicio son un filtro de polímero para enfriar el aerosol (humo) y un filtro de boquilla de acetato de celulosa que imita el aspecto del de un cigarrillo convencional. Además, un tubo también de acetato pero hueco separa la zona de tabaco y el filtro de polímero.
Todo lo anterior figura en el marketing sobre el producto de la tabaquera y, dada la mala fama de todas ellas por su gestión en tiempos pasados de las evidencias científicas que relacionaban el cáncer y el tabaquismo, puede hacer que muchos vean en estos dispositivos un último intento de esas empresas por no desaparecer por completo, ante regulaciones cada vez más exigentes en torno al tabaco. Y puede que no les falte razón.
Pero hay que contar aquí que Philip Morris recibió un importante respaldo en julio de 2020, que se ha actualizado el 11 de marzo de 2021, cuando la Food and Drug Administration (FDA) americana emitía una orden de concesión de riesgo modificado autorizando a la tabaquera la comercialización de un dispositivo, que en la orden llaman IQOS 3, como consecuencia de que existía evidencia científica de las tres aseveraciones siguientes: "Ese sistema calienta el tabaco, pero no lo quema. Esto reduce significativamente la producción de productos químicos nocivos y potencialmente dañinos. Y los estudios científicos han demostrado que cambiar completamente de los cigarrillos convencionales al sistema IQOS reduce significativamente la exposición a productos químicos dañinos o potencialmente dañinos". Esa orden de riesgo modificado es efectiva hasta el 7 de julio de 2024. Habrá que ver qué pasa después. Y, como no podría ser de otra manera, en el documento que os he enlazado, la FDA deja claro, literalmente, que esta acción no significa que este producto sea seguro o "aprobado por la FDA". No hay productos de tabaco seguros y aquellos que no los consumen no deben empezar.
Supongo que no necesito aclarar que no recibo estipendio alguno de Philip Morris por contaros estas cosas curiosas. Mas bien al contrario, es la tabaquera la que recibe mi dinero cada vez que compro un paquete de Marlboro.
Para empezar con una descripción aclaratoria, el nuevo dispositivo electrónico de PM, a diferencia de los vapeadores, contiene tabaco real, la misma fuente de nicotina que en un cigarrillo convencional. Pero, a diferencia de lo que ocurre en este último, el tabaco del dispositivo de PM no se quema sino que se calienta a una temperatura que no supera los 350ºC. Por el contrario, el tabaco en el extremo de un cigarrillo tradicional, una vez encendido, se quema (arde) gracias al oxígeno del aire, produciendo temperaturas por encima de 600ºC. En esas condiciones de temperatura y oxígeno se producen cientos y cientos de nuevas sustancias químicas y partículas que se sabe que tienen consecuencias dramáticas en la salud de los fumadores. La idea que subyace tras la apuesta de PM es que, si no hay combustión y la temperatura es más baja, la producción de todas esas sustancias se reduce.
En la anterior generación de dispositivos de Philip Morris para calentar el tabaco, se utilizaba un sistema como el que se ve en la figura de arriba (que podéis ampliar clicando en ella). El cigarro, más corto que uno tradicional, se coloca en el dispositivo de forma y manera que una especie de lanceta (heating blade en la figura) se inserta en la zona donde está el tabaco. Esa lanceta se calienta con el dispositivo electrónico (pila recargable incluida) y transmite el calor al tabaco, permitiendo al fumador un número determinado de caladas hasta que el dispositivo se apaga. En los dispositivos más modernos, que se han empezado a comercializar en España hace pocas semanas, el calentamiento se produce sin necesidad de la lanceta. Una pequeña lámina de metal (aluminio) está en el centro del tabaco y esa lámina se calienta por un proceso de inducción electromagnética (los de PM no se privan de tecnologías).
En cuanto al tabaco que se calienta hay que decir que, a diferencia de un cigarrillo convencional donde se usan hojas de tabaco cortadas en pedazos pequeños, el tabaco del dispositivo de PM se muele y se reconstituye en láminas o hebras como las que veis en la foto de la izquierda, obtenida tras abrir un cigarro ya utilizado y donde también se ve la lámina metálica que ha calentado el tabaco. Las hebras de tabaco de uno de estos cigarros pesan del orden de 320 mg frente a los 550-700 mg de los cigarrillos convencionales. Otros componentes del cigarrillo, que podéis ver en la figura del inicio son un filtro de polímero para enfriar el aerosol (humo) y un filtro de boquilla de acetato de celulosa que imita el aspecto del de un cigarrillo convencional. Además, un tubo también de acetato pero hueco separa la zona de tabaco y el filtro de polímero.
Todo lo anterior figura en el marketing sobre el producto de la tabaquera y, dada la mala fama de todas ellas por su gestión en tiempos pasados de las evidencias científicas que relacionaban el cáncer y el tabaquismo, puede hacer que muchos vean en estos dispositivos un último intento de esas empresas por no desaparecer por completo, ante regulaciones cada vez más exigentes en torno al tabaco. Y puede que no les falte razón.
Pero hay que contar aquí que Philip Morris recibió un importante respaldo en julio de 2020, que se ha actualizado el 11 de marzo de 2021, cuando la Food and Drug Administration (FDA) americana emitía una orden de concesión de riesgo modificado autorizando a la tabaquera la comercialización de un dispositivo, que en la orden llaman IQOS 3, como consecuencia de que existía evidencia científica de las tres aseveraciones siguientes: "Ese sistema calienta el tabaco, pero no lo quema. Esto reduce significativamente la producción de productos químicos nocivos y potencialmente dañinos. Y los estudios científicos han demostrado que cambiar completamente de los cigarrillos convencionales al sistema IQOS reduce significativamente la exposición a productos químicos dañinos o potencialmente dañinos". Esa orden de riesgo modificado es efectiva hasta el 7 de julio de 2024. Habrá que ver qué pasa después. Y, como no podría ser de otra manera, en el documento que os he enlazado, la FDA deja claro, literalmente, que esta acción no significa que este producto sea seguro o "aprobado por la FDA". No hay productos de tabaco seguros y aquellos que no los consumen no deben empezar.
Supongo que no necesito aclarar que no recibo estipendio alguno de Philip Morris por contaros estas cosas curiosas. Mas bien al contrario, es la tabaquera la que recibe mi dinero cada vez que compro un paquete de Marlboro.
Gracias por compartir tus conocimientos!!! ¿Te has planteado hacerte una cuenta en IG y subir este tipo de publicaciones? Genial tu contenido, así podrías llegar a más personas amantes de la Ciencia
ResponderEliminarGracias anónimo pero sinceramente no se qué es IG.
ResponderEliminar