Hace tiempo que no escribo nada sobre el golf y la Ciencia que le rodea. Pero de hoy no pasa. Que mi amigo Marcelo, riojano de Préjano como seña de identidad publicable, me recriminaba ayer que no había cumplido mi promesa de escribir algo sobre unos palos de golf que andan en los mentideros desde hace más de tres años (al menos en USA). Parece que la gente consigue distancias sustancialmente mayores con ellos y que la causa que se aduce es que el interior de las cabezas que golpean las bolas, especialmente las de las maderas de salida en cada hoyo como la que veis en la foto, están rellenas de nitrógeno a una cierta presión. Así que, revisada la "bibliografía" correspondiente y la web de la empresa fabricante de estas maravillas, allí va la entrada prometida.
En esa web, y para reforzar el mensaje del nitrógeno, aparece un ciudadano que explica las bondades de ese gas en los neumáticos de coches de competición. Es una aplicación bastante antigua. Y no sólo en coches de Fórmula 1 y similares, sino que también es corriente rellenar con nitrógeno puro las ruedas de los aviones. Y ello a pesar de que, como sabéis, el aire que respiramos y con el que se inflan la mayoría de las ruedas del parque móvil global, está constituido en un 78% por el propio nitrógeno, además de un 21% de oxígeno y un 1% de otros gases, entre los que están el anhídrido carbónico y el vapor de agua. Así que, en principio, la disyuntiva es aire (nitrógeno al 78%) o nitrógeno al 100%.
Sin embargo, esa pequeña cantidad de agua en forma gaseosa a la que he hecho mención, es un incordio para los aviones que vuelan a gran altitud, a la que las temperaturas pueden ser tan bajas como -40 ºC. En esas condiciones, el agua en forma de vapor primero licúa y luego congela y el hielo así formado puede causar problemas de vibración y adecuado control de la estabilidad durante el aterrizaje. Para evitar esos efectos se usa el nitrógeno puro o, alternativamente, lo que en los laboratorios llamamos aire seco, es decir, aire al que se ha eliminado esa pequeña cantidad de agua. Por el contrario, en el mundo del motor, la eliminación del vapor de agua (y empleo de nitrógeno puro o aire seco) puede ayudar a reducir la temperatura que alcanzan los neumáticos en las condiciones extremas en las que se usan en competición. Se ha propuesto también inflar los neumáticos de los coches y camiones normales con nitrógeno, sobre la base de menor corrosión de las estructuras metálicas en el interior de los neumáticos y, sobre todo, porque el nitrógeno es una molécula más grande que escapa cuatro veces más dificilmente que el oxígeno a través del propio neumático, ralentizando el que éste se desinfle. Ahora bien, de cara a implantar esa solución en nuestros neumáticos corrientes, sale más cara "la salsa que los caracoles", como dicen en la Rioja de Marcelo.
Pero en la cabeza de un palo de golf la cosa es distinta. Las temperaturas a las que se manejan no dan como para que el vapor de agua se convierta en hielo y nos moleste durante la ejecución del golpe. Y el propio golpe no calienta esa cabeza (lo que es fácilmente comprobable) como para que haya sustanciales diferencias de comportamiento con las cabezas rellenas de aire normal. Así que, si el palo funciona mejor, debe ser porque los ingenieros de la marca en cuestión han conseguido un diseño superior al el de la competencia. De hecho, en una revisión que he visto en una conocida revista de golf americana, se atribuye una parte de la mejora a que la cara sobre la que impacta la bola es más delgada, lo que facilita el llamado efecto trampolín, que no es sino conseguir que esa superficie funcione como un resorte elástico en el momento del impacto. Eso es algo que los profesionales consiguen siempre por la mayor velocidad que imprimen a la cara del palo en el momento del impacto, pero que no parece ocurrir con un amateur medio y los palos existentes hasta la irrupción de los que estamos hablando.
Hoy en día es fácil comparar resultados de diferentes palos y, por tanto, obtener resultados bastante objetivos. Pero esas comparativas son muy complicadas de entender para el golfista medio por la terminología que en ellas se emplea y, en ese momento, es donde entra en acción lo que yo llamo marketing perverso que, en muchas ocasiones, utiliza jerga aparentemente científica para vendernos el producto. Y, en mi opinión, este es un caso más. En la web antes mencionada del fabricante de estas cabezas al nitrógeno, se responde a una pregunta genérica sobre ¿Por qué nitrógeno? con una serie de afirmaciones que vulneran principios bien establecidos de la Química y la Termodinámica. Así que, una de dos, o los ingenieros que han conseguido ese eficaz diseño ni huelen los documentos de los de marketing o (menos probable pero posible) sus conocimientos de Química y Termodinámica dejan bastante que desear.
Dicen en la web que usan nitrógeno porque el aire que respiramos tiene un 78% de nitrógeno y un 21% de oxígeno. ¿Y?. ¿Qué tiene que ver el culo con las témporas?. Intuyo que esta primera frase es un recurso a lo "verde", como habitualmente. Pero lo más grave es cuando aducen que usando nitrógeno puro hay menos fluctuaciones de presión en la cabeza que cuando está llena de aire normal y, además, que ese gas es menos sensible a cambios de presión y temperatura (lo cual viene a ser algo redundante con lo anterior). Habría que preguntar en primer lugar de qué cambios de esas variables (presión y temperatura) hablan porque, en las condiciones de juego de un día cualquiera, poco cambian una y otra. Y aunque cambiaran algo más apreciablemente, el nitrógeno puro y el aire cumplen ambos la ley de los gases ideales de forma bastante parecida, entre otras cosas por ese 78% de nitrógeno que contiene el pobre aire, así que sensibilidades las justas y parecidas. Y lo de que el nitrógeno es una molécula más grande que el oxígeno del aire normal es cierto. Pero como no sea de cara a evitar que el gas se pierda con una relativa mayor facilidad a través de las juntas que sellan la cabeza del palo, en un proceso similar al desinflado de las ruedas, no se me ocurre ninguna otra ventaja.
Así que le voy a decir a Marcelo que si se quiere comprar uno de estos drivers que se lo compre, que ya le hace falta sustituir al que lleva en la bolsa que ya atesora excesiva "solera". Además, como tiene hija por las Américas, le puede salir muy barato al cambio. Y que compruebe si a él le funciona, sumándose así a los satisfechos usuarios que he encontrado en mi repaso de revistas de golf americanas. Pero que quede claro que, si eso ocurre, habrá que dar el mérito a los ingenieros y su diseño y no al nitrógeno ni a los que hacen marketing con él. Que el golf es un juego muy de sensaciones personales y, a veces, todo no funciona igual a todo el mundo. Y, aprovechándose de eso y de un cierto efecto placebo que también aquí existe, ya nos quisieron vender en el pasado brazaletes metálicos y pulseras PowerBalance, con efectos "milagrosos" en la calidad de nuestro swing. Y con acreditados profesionales haciendo publicidad de ello.
En esa web, y para reforzar el mensaje del nitrógeno, aparece un ciudadano que explica las bondades de ese gas en los neumáticos de coches de competición. Es una aplicación bastante antigua. Y no sólo en coches de Fórmula 1 y similares, sino que también es corriente rellenar con nitrógeno puro las ruedas de los aviones. Y ello a pesar de que, como sabéis, el aire que respiramos y con el que se inflan la mayoría de las ruedas del parque móvil global, está constituido en un 78% por el propio nitrógeno, además de un 21% de oxígeno y un 1% de otros gases, entre los que están el anhídrido carbónico y el vapor de agua. Así que, en principio, la disyuntiva es aire (nitrógeno al 78%) o nitrógeno al 100%.
Sin embargo, esa pequeña cantidad de agua en forma gaseosa a la que he hecho mención, es un incordio para los aviones que vuelan a gran altitud, a la que las temperaturas pueden ser tan bajas como -40 ºC. En esas condiciones, el agua en forma de vapor primero licúa y luego congela y el hielo así formado puede causar problemas de vibración y adecuado control de la estabilidad durante el aterrizaje. Para evitar esos efectos se usa el nitrógeno puro o, alternativamente, lo que en los laboratorios llamamos aire seco, es decir, aire al que se ha eliminado esa pequeña cantidad de agua. Por el contrario, en el mundo del motor, la eliminación del vapor de agua (y empleo de nitrógeno puro o aire seco) puede ayudar a reducir la temperatura que alcanzan los neumáticos en las condiciones extremas en las que se usan en competición. Se ha propuesto también inflar los neumáticos de los coches y camiones normales con nitrógeno, sobre la base de menor corrosión de las estructuras metálicas en el interior de los neumáticos y, sobre todo, porque el nitrógeno es una molécula más grande que escapa cuatro veces más dificilmente que el oxígeno a través del propio neumático, ralentizando el que éste se desinfle. Ahora bien, de cara a implantar esa solución en nuestros neumáticos corrientes, sale más cara "la salsa que los caracoles", como dicen en la Rioja de Marcelo.
Pero en la cabeza de un palo de golf la cosa es distinta. Las temperaturas a las que se manejan no dan como para que el vapor de agua se convierta en hielo y nos moleste durante la ejecución del golpe. Y el propio golpe no calienta esa cabeza (lo que es fácilmente comprobable) como para que haya sustanciales diferencias de comportamiento con las cabezas rellenas de aire normal. Así que, si el palo funciona mejor, debe ser porque los ingenieros de la marca en cuestión han conseguido un diseño superior al el de la competencia. De hecho, en una revisión que he visto en una conocida revista de golf americana, se atribuye una parte de la mejora a que la cara sobre la que impacta la bola es más delgada, lo que facilita el llamado efecto trampolín, que no es sino conseguir que esa superficie funcione como un resorte elástico en el momento del impacto. Eso es algo que los profesionales consiguen siempre por la mayor velocidad que imprimen a la cara del palo en el momento del impacto, pero que no parece ocurrir con un amateur medio y los palos existentes hasta la irrupción de los que estamos hablando.
Hoy en día es fácil comparar resultados de diferentes palos y, por tanto, obtener resultados bastante objetivos. Pero esas comparativas son muy complicadas de entender para el golfista medio por la terminología que en ellas se emplea y, en ese momento, es donde entra en acción lo que yo llamo marketing perverso que, en muchas ocasiones, utiliza jerga aparentemente científica para vendernos el producto. Y, en mi opinión, este es un caso más. En la web antes mencionada del fabricante de estas cabezas al nitrógeno, se responde a una pregunta genérica sobre ¿Por qué nitrógeno? con una serie de afirmaciones que vulneran principios bien establecidos de la Química y la Termodinámica. Así que, una de dos, o los ingenieros que han conseguido ese eficaz diseño ni huelen los documentos de los de marketing o (menos probable pero posible) sus conocimientos de Química y Termodinámica dejan bastante que desear.
Dicen en la web que usan nitrógeno porque el aire que respiramos tiene un 78% de nitrógeno y un 21% de oxígeno. ¿Y?. ¿Qué tiene que ver el culo con las témporas?. Intuyo que esta primera frase es un recurso a lo "verde", como habitualmente. Pero lo más grave es cuando aducen que usando nitrógeno puro hay menos fluctuaciones de presión en la cabeza que cuando está llena de aire normal y, además, que ese gas es menos sensible a cambios de presión y temperatura (lo cual viene a ser algo redundante con lo anterior). Habría que preguntar en primer lugar de qué cambios de esas variables (presión y temperatura) hablan porque, en las condiciones de juego de un día cualquiera, poco cambian una y otra. Y aunque cambiaran algo más apreciablemente, el nitrógeno puro y el aire cumplen ambos la ley de los gases ideales de forma bastante parecida, entre otras cosas por ese 78% de nitrógeno que contiene el pobre aire, así que sensibilidades las justas y parecidas. Y lo de que el nitrógeno es una molécula más grande que el oxígeno del aire normal es cierto. Pero como no sea de cara a evitar que el gas se pierda con una relativa mayor facilidad a través de las juntas que sellan la cabeza del palo, en un proceso similar al desinflado de las ruedas, no se me ocurre ninguna otra ventaja.
Así que le voy a decir a Marcelo que si se quiere comprar uno de estos drivers que se lo compre, que ya le hace falta sustituir al que lleva en la bolsa que ya atesora excesiva "solera". Además, como tiene hija por las Américas, le puede salir muy barato al cambio. Y que compruebe si a él le funciona, sumándose así a los satisfechos usuarios que he encontrado en mi repaso de revistas de golf americanas. Pero que quede claro que, si eso ocurre, habrá que dar el mérito a los ingenieros y su diseño y no al nitrógeno ni a los que hacen marketing con él. Que el golf es un juego muy de sensaciones personales y, a veces, todo no funciona igual a todo el mundo. Y, aprovechándose de eso y de un cierto efecto placebo que también aquí existe, ya nos quisieron vender en el pasado brazaletes metálicos y pulseras PowerBalance, con efectos "milagrosos" en la calidad de nuestro swing. Y con acreditados profesionales haciendo publicidad de ello.
Como siempre, hoy he aprendido algo nuevo...porque desconocía eso del vapor de agua en los neumáticos de aviones, porque yo hubiera pensado que es tan poco, que no influye aunque se congele...pero de ahí a llevar estos conocimientos a un palo de golf que está a ras de tierra...es que me ha dado risa, Búho...Hay gente especialista en meternos el dedo en la boca...
ResponderEliminarHola. me gusta el artículo. Es muy interesante. Dirijo "Sportcentral.com" un portal deportivo donde se puede encontrar a un amigo para hacer deportes. Un saludo. :) http://www.sportcentral.com/
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