No es oro todo lo que reluce en este Blog. A veces os meto unas trolas, por lo general inofensivas, del carajo. Todo sea por la prestancia del conjunto. Sin ir más lejos, hace menos de tres meses, colgué una entrada sobre una "increíble" bolsa hecha 100% de puro bambú, aunque nuestros estudiantes constataron que su composición contenía polietileno corriente y carbonato cálcico para abaratar el precio. Ahora tengo que entonar el mea culpa de esa entrada porque, para novelarla un poco y no descubrir a los encubridores de semejante patraña, identificaba a la dueña de la tienda ecológica que proporcionaba las bolsitas como una amiga mía. Un recurso literario. No tengo el placer de su perfil físico, aunque reconoceré que, trás conocer la composición de la bolsa, le llamé por teléfono para hacerle partícipe de nuestros resultados e, incluso, le dejé en la tienda un sobre con los espectros infrarrojos que evidenciaban la composición de la interfecta. Resultado: mutis total de la airada empresaria.
El caso es que no es el único fraude detectado. En la misma tienda se venden mermeladas de diversas frutas. Una de ellas a base de kiwi, contiene kiwi (pues sólo faltaba), fructosa de maíz (de la que también podríamos hablar), pectina como gelificante y ácido cítrico como regulador de acidez. Todo muy natural desde un punto de vista fonético. Pero mira por donde la cosa (como la vida misma) es algo más complicada. Mi primera idea fue colocar el link a la página de la tienda donde aparece esa mermelada, pero he optado por no hacerlo, que este es un pueblo muy pequeño y nos conocemos todos. En cualquier caso, la web está llena de casos similares.
La pectina está en muchas frutas como los membrillos y las manzanas. Podría entenderse de la etiqueta que los fabricantes de la citada mermelada andan, manzana va membrillo viene, usando esas frutas para proporcionar la pectina adecuada a su mermelada. Nada más lejos de la realidad. La pectina es un producto derivado de la perversa actividad industrial de algunos humanos que, finalmente, la venden en frascos como el que se muestra en la foto de arriba. Empleando alguno o varios de los diversos frutos que contienen pectina, sus pulpas se tratan con disoluciones ácidas de pHs entre 1.5 y 4. Despues de varias horas de tratamiento en los que las cadenas de pectina (un polímero que nosotros llamamos ramificado) pierde parte de su ramificación y se rompe en trozos más pequeños, el resultado se disuelve finalmente en agua. De esa disolución acuosa, la pectina comercial se precipita usando etanol o isopropanol. Hace años se usaban, eficientemente, sales de aluminio pero, dada la mala prensa del aluminio, se ha optado por eliminarlas y emplear los alcoholes mencionados. El precipitado así obtenido se separa, se seca y se vende en forma de un polvo blanco.
Algo similar pasa con el ácido cítrico de la etiqueta de nuestra mermelada tipo. Uno podría pensar que la empresa fabricante de la misma se pasa el día exprimiendo limones para adicionar su jugo a la mermelada. ¡Craso error!. El ácido cítrico que se añade como regulador de acidez es un producto industrial, en este caso vendido con el código alimentario E-330. Se obtiene en un proceso que se conoce desde finales de los años veinte del siglo pasado y que implica la fermentación de mezclas ricas en glucosa y sacarosa por un hongo llamado Aspergillus niger. De la mezcla resultante de la fermentación, el ácido cítrico se precipita en forma de citrato cálcico, mediante la adición de hidróxido cálcico. Una parte pequeña de citrato cálcico también se vende como aditivo alimentario (E-333), pero la mayor parte se destina a obtener ácido cítrico puro, en forma de cristales, mediante su tratamiento con un producto químico que todo el mundo identifica como "inofensivo" y que llamamos ácido sulfúrico (¡toma química natural!).
Esa es la verdad de dos de los componentes de la mermelada ecológica que vende "mi amiga". Al menos en este caso no nos mete un gol como el de la bolsa de bambú. Pectina y ácido cítrico están ciertamente en la mermelada que venden. Sus suministradores han preferido obviar el (pequeño) detalle de incluir, tras sus nombres, el código europeo de ambos aditivos alimentarios. La legislación europea les ampara, ya que es obligatorio indicar la categoría funcional (p.e., gelificante), seguido del nombre específico o el código E asignado (gracias, Jesús). Pero el optar por la primera de las posibilidades no deja de ser una perversidad más de eso que algunos llaman marketing, cuyas paridas nadie parece controlar. No andan lejos de auditores que solo ven la paja en el ojo ajeno, agencias de rating a las que se les escapó la quiebra de Lehman Brothers o las que conceden las Q de calidad. ¿Quien controla al controlador?.
Good night, folks!.
El caso es que no es el único fraude detectado. En la misma tienda se venden mermeladas de diversas frutas. Una de ellas a base de kiwi, contiene kiwi (pues sólo faltaba), fructosa de maíz (de la que también podríamos hablar), pectina como gelificante y ácido cítrico como regulador de acidez. Todo muy natural desde un punto de vista fonético. Pero mira por donde la cosa (como la vida misma) es algo más complicada. Mi primera idea fue colocar el link a la página de la tienda donde aparece esa mermelada, pero he optado por no hacerlo, que este es un pueblo muy pequeño y nos conocemos todos. En cualquier caso, la web está llena de casos similares.
La pectina está en muchas frutas como los membrillos y las manzanas. Podría entenderse de la etiqueta que los fabricantes de la citada mermelada andan, manzana va membrillo viene, usando esas frutas para proporcionar la pectina adecuada a su mermelada. Nada más lejos de la realidad. La pectina es un producto derivado de la perversa actividad industrial de algunos humanos que, finalmente, la venden en frascos como el que se muestra en la foto de arriba. Empleando alguno o varios de los diversos frutos que contienen pectina, sus pulpas se tratan con disoluciones ácidas de pHs entre 1.5 y 4. Despues de varias horas de tratamiento en los que las cadenas de pectina (un polímero que nosotros llamamos ramificado) pierde parte de su ramificación y se rompe en trozos más pequeños, el resultado se disuelve finalmente en agua. De esa disolución acuosa, la pectina comercial se precipita usando etanol o isopropanol. Hace años se usaban, eficientemente, sales de aluminio pero, dada la mala prensa del aluminio, se ha optado por eliminarlas y emplear los alcoholes mencionados. El precipitado así obtenido se separa, se seca y se vende en forma de un polvo blanco.
Algo similar pasa con el ácido cítrico de la etiqueta de nuestra mermelada tipo. Uno podría pensar que la empresa fabricante de la misma se pasa el día exprimiendo limones para adicionar su jugo a la mermelada. ¡Craso error!. El ácido cítrico que se añade como regulador de acidez es un producto industrial, en este caso vendido con el código alimentario E-330. Se obtiene en un proceso que se conoce desde finales de los años veinte del siglo pasado y que implica la fermentación de mezclas ricas en glucosa y sacarosa por un hongo llamado Aspergillus niger. De la mezcla resultante de la fermentación, el ácido cítrico se precipita en forma de citrato cálcico, mediante la adición de hidróxido cálcico. Una parte pequeña de citrato cálcico también se vende como aditivo alimentario (E-333), pero la mayor parte se destina a obtener ácido cítrico puro, en forma de cristales, mediante su tratamiento con un producto químico que todo el mundo identifica como "inofensivo" y que llamamos ácido sulfúrico (¡toma química natural!).
Esa es la verdad de dos de los componentes de la mermelada ecológica que vende "mi amiga". Al menos en este caso no nos mete un gol como el de la bolsa de bambú. Pectina y ácido cítrico están ciertamente en la mermelada que venden. Sus suministradores han preferido obviar el (pequeño) detalle de incluir, tras sus nombres, el código europeo de ambos aditivos alimentarios. La legislación europea les ampara, ya que es obligatorio indicar la categoría funcional (p.e., gelificante), seguido del nombre específico o el código E asignado (gracias, Jesús). Pero el optar por la primera de las posibilidades no deja de ser una perversidad más de eso que algunos llaman marketing, cuyas paridas nadie parece controlar. No andan lejos de auditores que solo ven la paja en el ojo ajeno, agencias de rating a las que se les escapó la quiebra de Lehman Brothers o las que conceden las Q de calidad. ¿Quien controla al controlador?.
Good night, folks!.
Felicidades por el artículo. Y gracias por tu activismo anti-quimiofóbico.
ResponderEliminarDeberíamos colgar copias del post en todas las tiendas de productos ecológicos/naturalistas.
"Tu amiga" o su suministrador ha cometido varios delitos, al menos estos:
1) Publicidad engañosa
2) Saltarse a la torera las normas europeas de alimentación
He escrito en mi blog sobre tu "pelea" contra la quimiofobia:
http://www.madrimasd.org/blogs/quimicaysociedad/2011/07/17/132471
He recomenado el artículo en mi web:
http://www.losavancesdelaquimica.com/ (Sección "post recomendados")
Lo he twitteado (https://twitter.com/#!/QuimicaSociedad/status/92506426018250752) y lo he colgado en mi muro de Facebook (http://www.facebook.com/profile.php?id=604379454)
Un abrazo.
Bernardo Herradón
Gracias colega. Diez como tú y me hago famoso en un plis plas.
ResponderEliminarYa te digo, que deberíamos emprender una campaña (¿cruzada?) colgando carteles en las tiendas del ramo.
ResponderEliminarEspero que algún periodista se haga eco del post y lo comente en los medios.
Iremos quitando el miedo a los núemros E- de los aditivos alimentarios. Si además supieran que muchos de ellos tiene su querido adjetivo "natural".
Da gusto leerte Yanko.
ResponderEliminarEn cada reunión de amigos siempre se describe alguna vez lo mala que es la química, y es terrible ver como todos llevan esto tan incrustado en el cerebro. Ya puedes intentar explicarles que hay muchas verdades aceptadas socialmente que son humo (o marketing), razonándoles con datos ó citando textos de personas más respetables científicamente que uno mismo, que todo parece ser en vano. De todas maneras voy a dispersar tus comentarios a unas páginas web.
Pd: Un saludo de un exalumno de Termodinámica de 2º ;)
Gracias. Con ese nick no te identifico pero siempre es un placer que antiguos estudiantes le sigan a uno.
ResponderEliminarSoy Jokin Hidalgo. Hace ya unos 5 años que no paso por la facultad tras terminar la carrera, con lo que hace aún más que fuiste mi profesor. Es más fácil para un alumno acordarse de un profesor que a la inversa ;)
ResponderEliminarDesde que terminé trabajo en CIDEMCO, ahora parte de TECNALIA. Trabajo con materiales compuestos, principalmente termoplásticos, procesándolos y analizando sus propiedades en la medida de lo posible, aunque si no hay proyectos suficientes en este campo toca apoyar en otros. En la empresa estamos unos cuantos compañeros de facultad de distintas promociones, y teniendo en cuenta como está el mercado laboral no nos podemos quejar.
Gracias Jokin y que la crisis nos sea leve a todos...
ResponderEliminarCuando quedemos para tomar esa cerveza que tenemos pendiente, te llevaré un bote de mermelada de mora verdaderamente natural: mora + azúcar. Reconozco que el azúcar está comprada en Eroski por lo que desconozco la "naturalidad" de su origen. No tengo duda que algún químico habrá enredado en la azucarera con la remolacha pero, eso creo, no tendrá excesiva repercusión.
ResponderEliminarUn abrazo, FFR
El azúcar, sacarosa pura, un compuesto químico importantísimo.
ResponderEliminarUna mora, una mezcla de más de 500 compuestos químicos, algunos de ellos usados como aditivos alimentarios (¡los terribles números E!), como el E-300 (¡que mal suena!) también llamado ácido ascórbico (suena algo menos malo) o vitamina C (así suena mejor).
O el E-160a, también conocido como beta-caroteno, el responsable del color naranja de las zanahorias (y de que los conejos no lleven gafas), que es el precursor de la vitamina A, esencial para nuestra visión. ¡Hay que hacer caso a las madres y comer mucha zanahoria!
Y muchos mas,....
En definitiva, natural o sintético (artificial), ¿qué más da?
TODO ES QUÍMICA
http://www.losavancesdelaquimica.com/blog/2011/07/17/divulgacion-conferencias/¿natural-¿sintetico-¡todo-es-quimica/
Hola Buho. El etiquetado de los aditivos es uno de los temas docentes que más juego me da en mis clases de Higiene de Alimentos y esta entrada tuya ejemplifica muchos de los malentendidos que hay en torno a estas sustancias (por ejemplo, esos anuncios donde dicen a grandes voces "sin colorantes ni conservantes", pero sí con reguladores de acidez, espesantes y emulgentes).
ResponderEliminarSolamente un comentario adicional: según la norma general de etiquetado, en los aditivos hay que indicar la categoría funcional a la que pertenecen y después se designan "con el nombre específico o con el número E", pero no es obligatorio indicar el número.
Un saludo
Fantástico como siempre. Estamos estos días de campus científico con los jóvenes de la ESO o Bachillerato. Auténticas perlas (realmente buenos y entusiastas) que esperemos en algún caso acaben en esta Ciencia nuestra (ni que decir tiene que la mayoría quiere bioalgo). Me toca una charla sobre el futuro de los polímeros y, si no tienes inconveniente, voy a recomendar fervientemente tu blog. ¡Feliz verano!
ResponderEliminarPara Jesús: Muchísimas gracias por hacerme ver mi error sobre la necesidad de mostrar los E- en las etiquetas.Voy a corregir la entrada.
ResponderEliminarPara mi amigo de los Pirineos (Luis): Ud. sabe que puede hacer con mis entradas sobre polímeros lo que le venga en gana. Y yo, encima, agradecido.
Pues tienes planta y salero para dejarle a la dueña de una tienda naturista unos espectros infrarrojos!!!
ResponderEliminarRealmente escudriñar en una tienda de productos "bio" puede matar de risa por la sarta de contrasentidos y patrañas que se esconden en muchos de los empaques. Es terreno abonado para publicidad falsa y medias verdades, pues buena parte del público de estos establecimientos "quiere creer" y por ello aceptan sin dudas lo que se les ofrece.
Te sugiero un tema para incluir en tu sección de "patrañas": la agricultura biodinámica, mezcla de agricultura ecológica con astrología y ciencias esotéricas.
Flat, es cierto, lo de los biodínamicos es mucho.
ResponderEliminarUna vez me invitaron a una cata de este tipo de vinos, que promocionaban unos distribuidores (que, por cierto, cuando hablabas con ellos en privado, se carcajeaban de las soplapolleces que contaban los productores). Por supuesto, había vinos magníficos, pero las razones que argüían para su calidad eran espectaculares: la dirección de las corrientes de agua subterráneas, recolectar en noches de luna llena, abonar y hacer los tratamientos fitosanitarios con abono natural diluido... De lo más divertido.
Saludos