Mis amigos ya saben que sufro de astenias cíclicas. O algo que se le parezca. Aunque particularmente centradas en la primavera y el otoño, hay muchas veces que pienso que soy un asténico crónico. Pero desde hoy, gracias a unos sesudos japoneses, he empezado a adivinar el por qué. La culpa parece tenerla la Química de mis amores y el insalubre despacho que ocupo desde hace años en mi Facul, rodeado de una chusmarra de químicos que no hacen sino atufarme con multitud de compuestos orgánicos volátiles (COVs para los amigos), que se cuelan en mi paupérrimo cubículo a la mínima ocasión que deje la puerta o la ventana abiertas.
Pero que no cunda el pánico entre mis seguidores más acérrimos. La entradilla del post es sólo una sibilina estrategia de marketing para incrementar el número de visitas a mi Blog. Lo cierto es que en este sábado lluvioso, en el que me siento particularmente propenso a la molicie, me ha llegado una alerta de la Royal Society of Chemistry que hace referencia a un artículo que se publicará en breve [Kiyoshi Sakai, Michihiro Kamijima, Eiji Shibata, Hiroyuki Ohno and Tamie Nakajima, J. Environ. Monit., 2009 DOI: 10.1039/b910558a], en el que se resumen los resultados de un extenso estudio realizado en numerosas oficinas y centros de trabajo japoneses, monitorizando la presencia de 2-etil hexanol en el aire del ambiente y relacionando la mayor o menor concentración de esa molécula con diversos síntomas próximos a la astenia, que los que han confeccionado la alerta han preferido titular como "¿Alergia al trabajo?".
La siguiente pregunta lógica es de dónde salen esas concentraciones de 2-etil hexanol. Los autores del trabajo prometen ulteriores estudios para contestar la mencionada pregunta (uno no debe fiarse nunca de lo que un científico promete en un artículo de cara a otro futuro). Pero para marcar el terreno y que nadie se lo pise, aventuran la hipótesis de que la culpa la tiene el PVC empleado en revestir suelos y paredes de muchas oficinas. Ya en mis tiempos de chaval ilustrado se empleaba un producto que se llamaba Sintasol, que se colocaba en forma de losetas en muchos cuartos de baño y que era un PVC aditivado con ciertas sustancias llamadas plastificantes que lo hacían más blandito. Cosas similares se siguen hoy vendiendo, Se limpian bien y duran decenios. Para más detalles sobre el PVC y sus plastificantes pueden visitarse otras entradas de mi Blog, como la de los balones de Villatuerta u otra entrada previa en la anterior fase del Blog del Búho.
Pues bien, el 2-etil hexanol se emplea en la fabricación de uno de esos plastificantes del PVC, el bis(2-etilhexil) ftalato y, sin muchos detalles, los japoneses parecen aventurar que esa molécula puede descomponerse regenerando el asténico 2-etil hexanol.
El suelo de mi despacho es de terrazo puro, así que voy a tener difícil justificar mis astenias con esa hipótesis. Y puesto a elaborar teorías que me pongan de moda, yo también podría proponer la mía. Cada día es mayor el número de féminas y varones que se aplican todo tipo de potingues tras la ducha (y algunos hasta sin ducharse). Muchas cremas de día contienen protectores contra los rayos solares. Y entre las "moléculas pantalla" contra las radiaciones ultravioleta del sol está el octocrileno, un éster en cuya producción se emplea también el 2-etil hexanol. Uno podría especular sobre el hecho de que muchos airados ejecutivos/as de las firmas japonesas se embadurnen con cremas que contengan esa molécula y que el calor de las oficinas, o sus propios sofocos, generen la posibilidad de que esa "pantalla" se descomponga y genere el alcohol en cuestión. Por más que repaso mi argumento no le veo más pegas que al del plastificante. Ambos me parecen igual de infundados.
Por si acaso, voy a ver si en nuestros armarios hay 2-etil hexanol. Y voy a comprobar las existencias en las próximas semanas. No vaya a ser que alguien se lea esta entrada, esparza el mencionado reactivo por los laboratorios y luego se pida una baja aduciendo altos niveles del mismo en el ambiente. Que el 2-etil hexanol no se si será el causante del efecto pero cierto segmento de la población tampoco es que se pegue por hincarla .
Pero que no cunda el pánico entre mis seguidores más acérrimos. La entradilla del post es sólo una sibilina estrategia de marketing para incrementar el número de visitas a mi Blog. Lo cierto es que en este sábado lluvioso, en el que me siento particularmente propenso a la molicie, me ha llegado una alerta de la Royal Society of Chemistry que hace referencia a un artículo que se publicará en breve [Kiyoshi Sakai, Michihiro Kamijima, Eiji Shibata, Hiroyuki Ohno and Tamie Nakajima, J. Environ. Monit., 2009 DOI: 10.1039/b910558a], en el que se resumen los resultados de un extenso estudio realizado en numerosas oficinas y centros de trabajo japoneses, monitorizando la presencia de 2-etil hexanol en el aire del ambiente y relacionando la mayor o menor concentración de esa molécula con diversos síntomas próximos a la astenia, que los que han confeccionado la alerta han preferido titular como "¿Alergia al trabajo?".
La siguiente pregunta lógica es de dónde salen esas concentraciones de 2-etil hexanol. Los autores del trabajo prometen ulteriores estudios para contestar la mencionada pregunta (uno no debe fiarse nunca de lo que un científico promete en un artículo de cara a otro futuro). Pero para marcar el terreno y que nadie se lo pise, aventuran la hipótesis de que la culpa la tiene el PVC empleado en revestir suelos y paredes de muchas oficinas. Ya en mis tiempos de chaval ilustrado se empleaba un producto que se llamaba Sintasol, que se colocaba en forma de losetas en muchos cuartos de baño y que era un PVC aditivado con ciertas sustancias llamadas plastificantes que lo hacían más blandito. Cosas similares se siguen hoy vendiendo, Se limpian bien y duran decenios. Para más detalles sobre el PVC y sus plastificantes pueden visitarse otras entradas de mi Blog, como la de los balones de Villatuerta u otra entrada previa en la anterior fase del Blog del Búho.
Pues bien, el 2-etil hexanol se emplea en la fabricación de uno de esos plastificantes del PVC, el bis(2-etilhexil) ftalato y, sin muchos detalles, los japoneses parecen aventurar que esa molécula puede descomponerse regenerando el asténico 2-etil hexanol.
El suelo de mi despacho es de terrazo puro, así que voy a tener difícil justificar mis astenias con esa hipótesis. Y puesto a elaborar teorías que me pongan de moda, yo también podría proponer la mía. Cada día es mayor el número de féminas y varones que se aplican todo tipo de potingues tras la ducha (y algunos hasta sin ducharse). Muchas cremas de día contienen protectores contra los rayos solares. Y entre las "moléculas pantalla" contra las radiaciones ultravioleta del sol está el octocrileno, un éster en cuya producción se emplea también el 2-etil hexanol. Uno podría especular sobre el hecho de que muchos airados ejecutivos/as de las firmas japonesas se embadurnen con cremas que contengan esa molécula y que el calor de las oficinas, o sus propios sofocos, generen la posibilidad de que esa "pantalla" se descomponga y genere el alcohol en cuestión. Por más que repaso mi argumento no le veo más pegas que al del plastificante. Ambos me parecen igual de infundados.
Por si acaso, voy a ver si en nuestros armarios hay 2-etil hexanol. Y voy a comprobar las existencias en las próximas semanas. No vaya a ser que alguien se lea esta entrada, esparza el mencionado reactivo por los laboratorios y luego se pida una baja aduciendo altos niveles del mismo en el ambiente. Que el 2-etil hexanol no se si será el causante del efecto pero cierto segmento de la población tampoco es que se pegue por hincarla .