Perdón por lo irrespetuoso del título pero es que vamos a hablar de refilón de una vasta familia de materiales conocidos como siliconas. Cada vez que tengo que referirme a ellas, mi cerebro me hace un guiño malicioso y me cuesta un Congo no sonreir, recordando a mi amigo León V., cuya historia profesional se inició vendiendo estos materiales. Para León siempre serán silicoñas y no siliconas, a pesar de que le hicieron ganar sus primeros duros (aunque también generaron sus primeros cabreos y tener que viajar, a menudo, a muchos kilómetros de donde le esperaba su chica del alma).
Tenía el asunto de las siliconas en mi agenda de temas posibles desde hace tiempo pero, mira por donde, el tiro ha salido por el flanco más insospechado. Hace pocos días tuve que ir a una ferretería a comprar un destornillador y, trasteando por el local, me encontré con un anuncio relativo a unas sartenes "ecológicas". Fabricadas por firmas nórdicas "de reconocido prestigio", la propaganda con la que se anuncian presenta a estos nuevos instrumentos de los cocinillas como alternativas sostenibles a las ya clásicas sartenes antiadherentes basadas en películas de Teflon, cuyos potenciales problemas ya vimos hace unas cuantas entradas.
No me va a quedar más remedio que comprarme una un día de estos. No es que yo esté preocupado por la posible degradación del Teflón a altas temperaturas y los subproductos de ella derivados en relación con mi salud. Me preocupan bastante más los Marlboros que me fumo cada día y los Riojas, Riberas del Duero y demás lamparillas que trasiego a discreción. Pero siempre hay que confiar ciegamente en el progreso. Así que habrá que hacer un estudio comparativo al efecto con las sartenes de los últimos años, sacar conclusiones y si ganan las nuevas adoptarlas sin miramientos. En primera instancia, corresponde al Búho investigar de qué están hechos esos nuevos recubrimientos, que aparecen bajo el nombre comercial de Thermolon, nombre con el que ya parece obvio que se quiere entrar en batalla y conflicto con el "viejo" Teflon.
Porque cuando uno revisa la documentación del fabricante del revestimiento en cuestión, parece desprenderse de ella, como no podría ser de otra manera, que el Teflón es el lobo y el Thermolon la oveja. Todo es mejor en este último, cosa que habrá que comprobar. Pero cuando se trata de dar datos sobre las características químicas del mencionado revestimiento, todo es más o menos secreto (como también es natural). ¡No saben la que les espera en cuanto yo suelte una de las sartenes a mis colegas espectroscopistas!. En menos que nos fumamos un cigarro destripan el recubrimiento. (N.B.: el cigarro lo fumamos en el exterior de la Facultad que, si no, nuestro Administrador nos expedienta).
Dice el fabricante del Thermolon que mientras que el Teflón es un compuesto orgánico a base de carbono (¡y de flúor, añadiría yo), el nuevo recubrimiento antiadherente es un compuesto inorgánico, similar a la arena de playa, constituido casi exclusivamente por cadenas de átomos de silicio y oxígeno. Me temo que no es así, porque la estructura química que la propaganda muestra es del tipo de la que se ve en el gráfico de la izquierda. Se trataría de una cadena en la que el silicio y el oxígeno se van alternando, pero la hoja comercial no dice nada de lo que cuelga de los dos enlaces remanentes del silicio. Si hubiera dos metilos (CH3) estaríamos ante el polidimetilsiloxano, la silicona por excelencia, que se ha venido usando, en diversas variantes y modificaciones químicas, como fluidos de silicona para baños que tienen que estar a temperaturas de hasta 300º C, como sellantes de las rendijas de ventanas, cocinas o fregaderos. Como moldes para hornear bizcochos, como tubos por los que circulan todo tipo de fluidos, como geles que rellenan las prótesis de mama, como lubricantes, como aditivos en muchos productos de cosmética y una larga retahila más. En fin, que lo mismo valen para un roto que un descosido.
Pero pudiera ser que la cosa no fuera así. En nuestro Grupo de investigación, la Tesis Doctoral de Itsaso Berra se ha basado en gran parte en compuestos como el TEOS, un precursor de la sílice, a la que da lugar mediante procesos denominados sol-gel, dependiendo del medio (ácido o básico) en el que se verifique el proceso. Hoy por hoy, nos parece difícil que se haya depositado, sobre la superficie metálica de la sartén, una capa de sílice (arena) pura y dura que proporcione las características antiadherentes que impidan que se nos pegue una tortilla.
Pero tiempo al tiempo. Ya lo sabremos. Si mientras tanto, la crisis os da para probar estas nuevas sartenes, no lo dudeis y regalaros una por Navidad. Avanzar es probar con sabiduría y sacar conclusiones inteligentes.
Tenía el asunto de las siliconas en mi agenda de temas posibles desde hace tiempo pero, mira por donde, el tiro ha salido por el flanco más insospechado. Hace pocos días tuve que ir a una ferretería a comprar un destornillador y, trasteando por el local, me encontré con un anuncio relativo a unas sartenes "ecológicas". Fabricadas por firmas nórdicas "de reconocido prestigio", la propaganda con la que se anuncian presenta a estos nuevos instrumentos de los cocinillas como alternativas sostenibles a las ya clásicas sartenes antiadherentes basadas en películas de Teflon, cuyos potenciales problemas ya vimos hace unas cuantas entradas.
No me va a quedar más remedio que comprarme una un día de estos. No es que yo esté preocupado por la posible degradación del Teflón a altas temperaturas y los subproductos de ella derivados en relación con mi salud. Me preocupan bastante más los Marlboros que me fumo cada día y los Riojas, Riberas del Duero y demás lamparillas que trasiego a discreción. Pero siempre hay que confiar ciegamente en el progreso. Así que habrá que hacer un estudio comparativo al efecto con las sartenes de los últimos años, sacar conclusiones y si ganan las nuevas adoptarlas sin miramientos. En primera instancia, corresponde al Búho investigar de qué están hechos esos nuevos recubrimientos, que aparecen bajo el nombre comercial de Thermolon, nombre con el que ya parece obvio que se quiere entrar en batalla y conflicto con el "viejo" Teflon.
Porque cuando uno revisa la documentación del fabricante del revestimiento en cuestión, parece desprenderse de ella, como no podría ser de otra manera, que el Teflón es el lobo y el Thermolon la oveja. Todo es mejor en este último, cosa que habrá que comprobar. Pero cuando se trata de dar datos sobre las características químicas del mencionado revestimiento, todo es más o menos secreto (como también es natural). ¡No saben la que les espera en cuanto yo suelte una de las sartenes a mis colegas espectroscopistas!. En menos que nos fumamos un cigarro destripan el recubrimiento. (N.B.: el cigarro lo fumamos en el exterior de la Facultad que, si no, nuestro Administrador nos expedienta).
Dice el fabricante del Thermolon que mientras que el Teflón es un compuesto orgánico a base de carbono (¡y de flúor, añadiría yo), el nuevo recubrimiento antiadherente es un compuesto inorgánico, similar a la arena de playa, constituido casi exclusivamente por cadenas de átomos de silicio y oxígeno. Me temo que no es así, porque la estructura química que la propaganda muestra es del tipo de la que se ve en el gráfico de la izquierda. Se trataría de una cadena en la que el silicio y el oxígeno se van alternando, pero la hoja comercial no dice nada de lo que cuelga de los dos enlaces remanentes del silicio. Si hubiera dos metilos (CH3) estaríamos ante el polidimetilsiloxano, la silicona por excelencia, que se ha venido usando, en diversas variantes y modificaciones químicas, como fluidos de silicona para baños que tienen que estar a temperaturas de hasta 300º C, como sellantes de las rendijas de ventanas, cocinas o fregaderos. Como moldes para hornear bizcochos, como tubos por los que circulan todo tipo de fluidos, como geles que rellenan las prótesis de mama, como lubricantes, como aditivos en muchos productos de cosmética y una larga retahila más. En fin, que lo mismo valen para un roto que un descosido.
Pero pudiera ser que la cosa no fuera así. En nuestro Grupo de investigación, la Tesis Doctoral de Itsaso Berra se ha basado en gran parte en compuestos como el TEOS, un precursor de la sílice, a la que da lugar mediante procesos denominados sol-gel, dependiendo del medio (ácido o básico) en el que se verifique el proceso. Hoy por hoy, nos parece difícil que se haya depositado, sobre la superficie metálica de la sartén, una capa de sílice (arena) pura y dura que proporcione las características antiadherentes que impidan que se nos pegue una tortilla.
Pero tiempo al tiempo. Ya lo sabremos. Si mientras tanto, la crisis os da para probar estas nuevas sartenes, no lo dudeis y regalaros una por Navidad. Avanzar es probar con sabiduría y sacar conclusiones inteligentes.
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