Esto de tener suscriptores comprometidos tiene su morbo. Le halagan el ego a uno con sus comentarios (hasta ahora por correo electrónico, espero que los vayais colgando en el propio Blog), pero también le crean compromisos a los que es difícil resistirse. Hace unos días recibí un email de un fiel seguidor del Blog. Me reenviaba un correo basura, en el que se clamaba contra el uso de los condones. Nada nuevo bajo el sol, pensaba yo al empezar a leer el asunto. Algun católico radical o algún miembro de alguna secta para los que la procreación está en la base de sus creencias. Pero mi inteligente amigo y colega no me reenviaba un spam cualquiera. Si lo había hecho es porque, entre los argumentos que allí se esgrimían, se usaba el nombre de un supuesto (no lo he encontrado en base de datos alguna) experto en polímeros que proclamaba que los condones no son seguros por estar fabricados con látex de caucho o poliuretano. Y tales materiales, al igual que les pasa al resto de los polímeros, son permeables a los fluidos, debido a su inherente volumen libre. Y claro, mentar el volumen libre a un viejo profesor de Química Física Macromolecular es como ponerle un pincho el culo. Y aquí vamos.
Comenzaremos con un toque conceptual. Imaginemos un zulo de unos pocos metros cuadrados y un metro de altura en el que queremos meter a todos los vasquitos que podamos. Los empujamos a conciencia, cual cerrador de puertas del metro de Tokio. Los apretamos unos contra otros, hasta la promiscuidad más obscena. El resultado final es que, lo hagamos como lo hagamos, siempre quedarán huecos entre los cuerpos. Como consecuencia de ello, el volumen del zulo será siempre más grande que la suma de los volúmenes físicamente ocupados por las atribuladas humanidades de los vasquitos. La diferencia entre ambos es el volumen libre de ese sistema, volumen que corresponde precisamente a los espacios no ocupados por el "material" humano.
Cuando tenemos una membrana como la que constituye la pared de un condón, la idea es la misma. Las largas cadenas de átomos de carbono que constituyen al poliisopreno del látex de caucho, "empaquetadas" hasta formar esa membrana, no ocupan todo el volumen de la misma. Quedan huecos sin llenar por el volumen físico de las cadenas. Queda volumen libre. Y el argumento del científico promotor de familias numerosas es que, por esos huecos que dejan los polímeros, pueden pasar los fluidos. Y, dicho así, es verdad. Por esa precisa razón, cuando inflamos un globo con aire y lo cerramos con un buen nudo, el globo se acaba deshinchando al cabo de unos días. Por idéntico motivo, una botella de Coca Cola, fabricada con otro polímero, el polietilen tereftalato (PET), deja pasar por sus paredes, poco a poco, el anhídrico carbónico o CO2 que el brebaje contiene y, al cabo de un cierto tiempo, la famosa chispa de la vida desaparece. Pero, en el caso de los fluidos intervinientes en un affaire sexual, el argumento está cogido con alfileres y es preciso matizarlo debidamente.
Tengo datos suficientes sobre superficie y espesor de los condones, volumen libre de un caucho reticulado como el que en ellos se emplea, dimensiones de los espermatozoides, ecuaciones ligadas a los procesos de difusión de un fluido a través de un caucho y unas cuantas cosas más, como para poder calcular, de manera bastante fiable y en términos de probabilidad que, de los veinte millones de espermatozoides que hay por mililitro de un eyaculado, la cantidad de ellos que pueden pasar a través del látex, en unos diez minutos post-eyaculación (que ya es echarle tiempo al asunto), es sustancialmente inferior al número de ellos que muchos hombres, con graves problemas de infertilidad, colocan en cada relación sin conseguir diana fiable en su objetivo.
La razón de por qué pasan tan pocos bichitos a través de las paredes del condón es que, en términos del volumen libre arriba mencionado, la cabeza del espermatozoide es mucho más grande que los huecos disponibles en ese volumen libre. Para hacerse una idea, el volumen de la cabeza de un espermatozoide es nueve o diez órdenes de magnitud más grande que el volumen de moléculas como las del agua, el anhídrido carbónico de la Coca Cola o los gases del aire del globo, fluidos que, con mayor o menor dificultad, pueden atravesar las paredes del condón. Así que los cabezones no encuentran literalmente sitio por el que pasar. En cualquier caso, tampoco hay que darle muchas más vueltas al asunto. Hay una inconsistencia tan evidente entre los pretendidos peligros proclamados en el email que ha dado pie a esta entrada y los diez mil millones de condones que se fabrican anualmente.... Si fueran tan poco seguros, el negocio que se ha generado en torno a ellos estaría finiquitado hace tiempo.
Como complemento y reafirmación de la seguridad de tan simple e inocuo dispositivo, podeis ver una página de YouTube en la que aparece un vídeo en el que se explica todo el proceso de fabricación de un condón. Se muestran también los procesos de control que se llevan a cabo, llenándolos con aire hasta dimensiones espectaculares, o usando agua para demostrar que, cualquier pequeño defecto por el que ese agua pudiera escapar, es detectable gracias a un sistema electrónico.
Comenzaremos con un toque conceptual. Imaginemos un zulo de unos pocos metros cuadrados y un metro de altura en el que queremos meter a todos los vasquitos que podamos. Los empujamos a conciencia, cual cerrador de puertas del metro de Tokio. Los apretamos unos contra otros, hasta la promiscuidad más obscena. El resultado final es que, lo hagamos como lo hagamos, siempre quedarán huecos entre los cuerpos. Como consecuencia de ello, el volumen del zulo será siempre más grande que la suma de los volúmenes físicamente ocupados por las atribuladas humanidades de los vasquitos. La diferencia entre ambos es el volumen libre de ese sistema, volumen que corresponde precisamente a los espacios no ocupados por el "material" humano.
Cuando tenemos una membrana como la que constituye la pared de un condón, la idea es la misma. Las largas cadenas de átomos de carbono que constituyen al poliisopreno del látex de caucho, "empaquetadas" hasta formar esa membrana, no ocupan todo el volumen de la misma. Quedan huecos sin llenar por el volumen físico de las cadenas. Queda volumen libre. Y el argumento del científico promotor de familias numerosas es que, por esos huecos que dejan los polímeros, pueden pasar los fluidos. Y, dicho así, es verdad. Por esa precisa razón, cuando inflamos un globo con aire y lo cerramos con un buen nudo, el globo se acaba deshinchando al cabo de unos días. Por idéntico motivo, una botella de Coca Cola, fabricada con otro polímero, el polietilen tereftalato (PET), deja pasar por sus paredes, poco a poco, el anhídrico carbónico o CO2 que el brebaje contiene y, al cabo de un cierto tiempo, la famosa chispa de la vida desaparece. Pero, en el caso de los fluidos intervinientes en un affaire sexual, el argumento está cogido con alfileres y es preciso matizarlo debidamente.
Tengo datos suficientes sobre superficie y espesor de los condones, volumen libre de un caucho reticulado como el que en ellos se emplea, dimensiones de los espermatozoides, ecuaciones ligadas a los procesos de difusión de un fluido a través de un caucho y unas cuantas cosas más, como para poder calcular, de manera bastante fiable y en términos de probabilidad que, de los veinte millones de espermatozoides que hay por mililitro de un eyaculado, la cantidad de ellos que pueden pasar a través del látex, en unos diez minutos post-eyaculación (que ya es echarle tiempo al asunto), es sustancialmente inferior al número de ellos que muchos hombres, con graves problemas de infertilidad, colocan en cada relación sin conseguir diana fiable en su objetivo.
La razón de por qué pasan tan pocos bichitos a través de las paredes del condón es que, en términos del volumen libre arriba mencionado, la cabeza del espermatozoide es mucho más grande que los huecos disponibles en ese volumen libre. Para hacerse una idea, el volumen de la cabeza de un espermatozoide es nueve o diez órdenes de magnitud más grande que el volumen de moléculas como las del agua, el anhídrido carbónico de la Coca Cola o los gases del aire del globo, fluidos que, con mayor o menor dificultad, pueden atravesar las paredes del condón. Así que los cabezones no encuentran literalmente sitio por el que pasar. En cualquier caso, tampoco hay que darle muchas más vueltas al asunto. Hay una inconsistencia tan evidente entre los pretendidos peligros proclamados en el email que ha dado pie a esta entrada y los diez mil millones de condones que se fabrican anualmente.... Si fueran tan poco seguros, el negocio que se ha generado en torno a ellos estaría finiquitado hace tiempo.
Como complemento y reafirmación de la seguridad de tan simple e inocuo dispositivo, podeis ver una página de YouTube en la que aparece un vídeo en el que se explica todo el proceso de fabricación de un condón. Se muestran también los procesos de control que se llevan a cabo, llenándolos con aire hasta dimensiones espectaculares, o usando agua para demostrar que, cualquier pequeño defecto por el que ese agua pudiera escapar, es detectable gracias a un sistema electrónico.
Acepto la sugerencia de El Búho de hacer el comentario in situ. Así puedo difundir lo muy interesantes y atinados que me parecen sus temas y glosas. Y la envidia (insana) que me da, por encontrar tiempo para tantas cosas que hace bien.
ResponderEliminarEsto es la tonelada de cal, ahora viene el gramo de arena, motivo del comentario.
Tenemos que cuidar la expresión en español, sobre todo cuando son traducciones de palabras inglesas. Y en el blog no es la primera vez que me chirría algún término en casi “spanglish”. En esta entrada de los condones (perdón, eso de entrada se refiere al tema, no a la acción) se debería sustituir polietilen tereftalato por poli(tereftalato de etileno).
Por lo demás, Búho, sigue escribiendo, que leerte es un placer.
Touché. Prometo corregirme en la terminología.
ResponderEliminarNo soy anónima pero no me aclaro con esto de enviar mensajes. Búho, que sepas que me divierto un montón con el Blog. Y ya que hablas de condones de látex y poliuretano me gustaría que hicieras una comparación entre los dos tipos
ResponderEliminarHola anónima. No tengo muchos datos experimentales sobre los de poliuretano. Son mucho más nuevos que los de látex y aunque lo intenté cuando preparaba la entrada no encontré gran cosa.
ResponderEliminarQuedé plop con esta entrada....Si los cabezones no pueden pasar a través del látex, ¿pueden los virus?
ResponderEliminarNo pasan los espermatozoides y no pasan los virus del tipo VIH. En esto del volumen libre, lo del tamaño es importante.
ResponderEliminar