Canas y colorantes
El Búho es aficionado al ciclismo (que no practicante) desde la niñez, cuando llegué a animar en vivo y en directo a D. Federico Martín Bahamontes en el col du Tourmalet, el año que ganó el Tour (1959). Ahora no me pierdo en la tele las grandes vueltas, donde disfruto de las hazañas de los corredores y de los paisajes que se nos muestran. En las últimas ediciones de estas vueltas participa el equipo Alpecin, financiado por una marca que comercializa un champú cuyos reclamos publicitarios son llevar cafeína como componente para fortalecer el cabello y que puede usarse para hacer que desaparezcan las canas. He querido probarlo para las mías, pero la Búha ha sido más partidaria de que use otro champú que evita que esas canas adquieran un tono amarillento debido, según he leído, a la acción de los rayos UV del sol. He cumplido órdenes y la cuestión estaba zanjada hasta que, recientemente, con ocasión de la actuación de Bruce Springsteen en Donosti, he tenido en mi casa a una amiga, forofa del Boss donde las haya, que se vanagloria de su pelo blanco y es la autora de uno de los Blogs más veteranos y afamados de este país. Compartiendo ratos juntos salió el asunto de nuestras respectivas canas y sus tonos y quedé con ella en contar algo sobre la química implicada en el proceso de evitar los tonos amarillos. Y al documentarme, he aprendido muchas cosas.
Los colores amarillo y violeta son tonos opuestos en la rueda cromática. Por ello, los ingredientes químicos más usados en champús destinados a eliminar los mencionados tonos amarillos son colorantes con nombres como Violet 2, Basic Violet 16 o Acid Violet 43. Este último es el que figura en la composición del champú que está en mi ducha y es un clásico en la formulación de muchos otros productos de este tipo. Químicamente es una molécula compleja, de fórmula general C₂₄H₃₄ClN₃, que data de finales del siglo XIX, cuando se adjudicó a un tal Hugo Hassencamp, residente en Elberfeld, Alemania, una patente que incluía esa sustancia entre una serie de colorantes parecidos, derivados de los subproductos de petróleo. Se trata de un producto cuya seguridad ha sido evaluada tanto por la Unión Europea (EU) a través del denominado Comité Científico de Seguridad de los Consumidores de la UE (SCCS) como en EEUU por parte de la FDA. Ambos comités autorizan el uso de esa sustancia para uso cosmético, pero únicamente en productos capilares no permanentes (como es el caso de champús o acondicionadores que se enjuagan con agua), productos donde no debe sobrepasar la concentración del 0.5%.
Toxicológicamente hablando, no se considera mutagénico ni cancerígeno a las dosis permitidas. Tampoco se acumula en el cuerpo y tiene un bajo coeficiente de penetración dérmica (especialmente si se enjuaga, como ocurre en su uso habitual), aunque puede causar reacciones alérgicas en personas sensibles (siempre hay un alérgico para algo). Si usas un champú de este tipo y lo compras por internet, sería bueno que revisaras su composición porque un colorante muy similar, el Basic Violet 16, está prohibido en la UE por su posible carácter mutagénico.
Como estamos en tiempos en los que todo debe de ser natural, estoy seguro que muchos de mis lectores y lectoras estarán ya preguntándome en la distancia si no hay champús de este tipo que empleen sustancias que no sean sintéticas. Pues os confirmo que los hay pero, como también ocurre en el caso de los colorantes de uso alimentario de los que hablábamos en la anterior entrada, los sintéticos ganan por goleada, al menos frente a los de origen natural que se están vendiendo ahora. Estos últimos son productos extraídos de las más variadas plantas, frutas y flores como la zanahoria, el hibisco o los arándanos (entre otros) pero, en general, son poco duraderos cuando se exponen a la luz, el calor o el pH del champú. Además, algunos tiene efectos impredecibles en el color que finalmente proporcionan a las canas y, lo que es más importante, no están regulados como están los sintéticos.
Un adecuado inciso, llegados a este punto de la regulación, es que los colorantes usados en cosmética y los usados en alimentación tienen un marco legal distinto. En el caso de Europa, los primeros se rigen por el Reglamento (CE) Nº 1223/2009, mientras que a los segundos se les aplica el Reglamento (CE) Nº 1333/2008. El seguimiento del cumplimiento de esa normativa lo hace el ya mencionado SCCS (Comité Científico de Seguridad del Consumidor) en el caso de los colorantes de uso cosmético, mientras que es la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria), la que es competente en el caso de los colorantes de uso alimentario. En el ámbito europeo, los colorantes cosméticos se identifican con un código que empieza por las letras CI ( de Color Index) seguidas de una serie de cinco números, mientras que los alimentarios se denotan por los famosos números E-. Y así, por ejemplo, nuestro Acid Violet 43 también es conocido con el número CI 44055.
Es curioso mencionar que, en algunos casos, un mismo colorante está permitido tanto para uso cosmético como para uso alimentario. Como el denominado rojo cochinilla, que ya usaba Stradivarius para dar el ligero tono rojizo a sus violines, como contábamos en esta entrada. Pues bien, el rojo cochinilla está permitido como colorante cosmético bajo las siglas CI 75470 y como colorante alimentario con la numeración E-120.
Pero siguiendo con el asunto del amarilleamiento de las canas, podemos retomar el origen de esta entrada y hablar un poco del champú que patrocina al equipo ciclista Alpecin. Existen estudios, algunos incluso muy recientes, que parecen evidenciar las posibilidades de la cafeína en el control de la caída del cabello, aunque la cosa no está clara del todo. Lo que si parece es que en lo relativo al control de las canas, Alpecin no combate el amarilleamiento de las mismas, sino que busca el que literalmente desparezcan, al menos en cierta medida. Para ello emplea colorantes como el CI 47005 y otros, que depositan un pigmento oscuro en el cabello gris que se une al mismo por adsorción en la superficie y hace que las canas desaparezcan temporalmente, sobre todo si no hay muchas. Intuyo que la dama que me visitó a finales de junio, orgullosa como está del tono de su pelo, no quiere esa solución. Y la Búha tampoco la quiere para mi caso. En resumen, ambos colorantes tienen un efecto cosmético temporal, no permanente, pero mientras el Acid Violet 43 corrige tonos amarillos no deseados, el CI47005 oscurece levemente las canas para reducir su visibilidad.
Cumplida la misión encomendada con una entrada de tipo veraniego que corresponde al mes de julio, acabamos con música relajante: de Sergei Rachmaninov: Rapsodia sobre un tema de Paganini con Nikolai Lugansky al piano y Tugan Sokhiev dirigiendo a la Filarmónica de Berlín.
Los colores amarillo y violeta son tonos opuestos en la rueda cromática. Por ello, los ingredientes químicos más usados en champús destinados a eliminar los mencionados tonos amarillos son colorantes con nombres como Violet 2, Basic Violet 16 o Acid Violet 43. Este último es el que figura en la composición del champú que está en mi ducha y es un clásico en la formulación de muchos otros productos de este tipo. Químicamente es una molécula compleja, de fórmula general C₂₄H₃₄ClN₃, que data de finales del siglo XIX, cuando se adjudicó a un tal Hugo Hassencamp, residente en Elberfeld, Alemania, una patente que incluía esa sustancia entre una serie de colorantes parecidos, derivados de los subproductos de petróleo. Se trata de un producto cuya seguridad ha sido evaluada tanto por la Unión Europea (EU) a través del denominado Comité Científico de Seguridad de los Consumidores de la UE (SCCS) como en EEUU por parte de la FDA. Ambos comités autorizan el uso de esa sustancia para uso cosmético, pero únicamente en productos capilares no permanentes (como es el caso de champús o acondicionadores que se enjuagan con agua), productos donde no debe sobrepasar la concentración del 0.5%.
Toxicológicamente hablando, no se considera mutagénico ni cancerígeno a las dosis permitidas. Tampoco se acumula en el cuerpo y tiene un bajo coeficiente de penetración dérmica (especialmente si se enjuaga, como ocurre en su uso habitual), aunque puede causar reacciones alérgicas en personas sensibles (siempre hay un alérgico para algo). Si usas un champú de este tipo y lo compras por internet, sería bueno que revisaras su composición porque un colorante muy similar, el Basic Violet 16, está prohibido en la UE por su posible carácter mutagénico.
Como estamos en tiempos en los que todo debe de ser natural, estoy seguro que muchos de mis lectores y lectoras estarán ya preguntándome en la distancia si no hay champús de este tipo que empleen sustancias que no sean sintéticas. Pues os confirmo que los hay pero, como también ocurre en el caso de los colorantes de uso alimentario de los que hablábamos en la anterior entrada, los sintéticos ganan por goleada, al menos frente a los de origen natural que se están vendiendo ahora. Estos últimos son productos extraídos de las más variadas plantas, frutas y flores como la zanahoria, el hibisco o los arándanos (entre otros) pero, en general, son poco duraderos cuando se exponen a la luz, el calor o el pH del champú. Además, algunos tiene efectos impredecibles en el color que finalmente proporcionan a las canas y, lo que es más importante, no están regulados como están los sintéticos.
Un adecuado inciso, llegados a este punto de la regulación, es que los colorantes usados en cosmética y los usados en alimentación tienen un marco legal distinto. En el caso de Europa, los primeros se rigen por el Reglamento (CE) Nº 1223/2009, mientras que a los segundos se les aplica el Reglamento (CE) Nº 1333/2008. El seguimiento del cumplimiento de esa normativa lo hace el ya mencionado SCCS (Comité Científico de Seguridad del Consumidor) en el caso de los colorantes de uso cosmético, mientras que es la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria), la que es competente en el caso de los colorantes de uso alimentario. En el ámbito europeo, los colorantes cosméticos se identifican con un código que empieza por las letras CI ( de Color Index) seguidas de una serie de cinco números, mientras que los alimentarios se denotan por los famosos números E-. Y así, por ejemplo, nuestro Acid Violet 43 también es conocido con el número CI 44055.
Es curioso mencionar que, en algunos casos, un mismo colorante está permitido tanto para uso cosmético como para uso alimentario. Como el denominado rojo cochinilla, que ya usaba Stradivarius para dar el ligero tono rojizo a sus violines, como contábamos en esta entrada. Pues bien, el rojo cochinilla está permitido como colorante cosmético bajo las siglas CI 75470 y como colorante alimentario con la numeración E-120.
Pero siguiendo con el asunto del amarilleamiento de las canas, podemos retomar el origen de esta entrada y hablar un poco del champú que patrocina al equipo ciclista Alpecin. Existen estudios, algunos incluso muy recientes, que parecen evidenciar las posibilidades de la cafeína en el control de la caída del cabello, aunque la cosa no está clara del todo. Lo que si parece es que en lo relativo al control de las canas, Alpecin no combate el amarilleamiento de las mismas, sino que busca el que literalmente desparezcan, al menos en cierta medida. Para ello emplea colorantes como el CI 47005 y otros, que depositan un pigmento oscuro en el cabello gris que se une al mismo por adsorción en la superficie y hace que las canas desaparezcan temporalmente, sobre todo si no hay muchas. Intuyo que la dama que me visitó a finales de junio, orgullosa como está del tono de su pelo, no quiere esa solución. Y la Búha tampoco la quiere para mi caso. En resumen, ambos colorantes tienen un efecto cosmético temporal, no permanente, pero mientras el Acid Violet 43 corrige tonos amarillos no deseados, el CI47005 oscurece levemente las canas para reducir su visibilidad.
Cumplida la misión encomendada con una entrada de tipo veraniego que corresponde al mes de julio, acabamos con música relajante: de Sergei Rachmaninov: Rapsodia sobre un tema de Paganini con Nikolai Lugansky al piano y Tugan Sokhiev dirigiendo a la Filarmónica de Berlín.
4 comentarios:
No probaré ese champú, más que nada porque no me gustan los equipos de esprinters, aunque este ya se ha llevado 2 etapas.
PS: yo vi a Bahamontes en la Romareda, donde pusieron un "tablao" a modo de pista y creo que aun conservo una foto suya dando la vuelta de honor
Qué viejos somos , Benito.
Muy bien. Efectivamente esta vieja dama no tiene ninguna intención de oscurecer las canas porque, además, a estas alturas sería imposible. No sabia que te gustaba el ciclismo, te voy a mandar una sorpresita.
A la espera quedo
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