Hace unos pocos años, era habitual ver vídeos de National Geographic, que mostraban a magníficos osos polares intentando desesperadamente saltar de un témpano de hielo a otro en el Océano Ártico. Las imágenes se aderezaban con comentarios (entre otros) de David Attenborough sobre el futuro de los osos polares en el contexto del cambio climático y el deshielo del Océano Ártico. En diciembre de 2017 y en este contexto, se hizo viral un vídeo de un pobre oso esquelético que, posteriormente, la propia National Geographic reconoció que era un viejo oso enfermo a punto de fallecer.
Creo que algunas de las reacciones a ese vídeo, y el propio reconocimiento de la revista, dieron inicio al declive de la hipótesis subyacente en todos esos reportajes previos. Y que no es otra que el deshielo del Océano Ártico, debido al cambio climático, dificulta cada vez más la caza de focas para los osos polares. En consecuencia, pasan hambre y corren el peligro de desaparecer.
A menudo, estos documentales sobre el medio ambiente son deprimentes a pesar de sus magníficas fotografías, porque siempre nos transmiten el sombrío mensaje de la extinción de las especies y la destrucción de la naturaleza. Sin embargo, sabemos que tanto los activistas medioambientales como sus oponentes (por ejemplo, los pueblos que habitan esas extremas latitudes y que viven en contacto con las poblaciones de osos) suelen exagerar sus percepciones. Los mensajes de unos y otros tienden a tener sus raíces más en intereses políticos que en la ciencia y es difícil conocer la verdad de lo que está pasando.
Este vuestro Búho tenía la mosca detrás de la oreja sobre el asunto desde que, de forma casual, caí en el Blog que Susan Crockford, una Doctora en Zoología que ha dedicado más de dos décadas al estudio de la ecología y la evolución de los osos polares. No siempre me ha gustado el tono agresivo con el que la Dra. Crockford escribe sus post, pero como me conozco su tormentosa historia académica, tampoco me extraña.
Además de seguir a la Crockford, yo había buscado por mi cuenta información al respecto en diversas fuentes. Y casi todas coincidían en que mientras que en la década de los setenta, la población de osos polares en el Ártico había caído hasta una cifra preocupante de entre 5000 y 8000 individuos , esa población se había recuperado posteriormente y, ya en 2008, las cifras oscilaban entre 22 000 y 26 000 ejemplares, un aumento del 300% en tres décadas.
Y la razón no es otra que, en 1973, se promulgó una prohibición mundial de la caza de osos polares. Como los osos polares solo se encuentran en cuatro países y todos ellos son países prósperos, la aplicación de esta prohibición tuvo bastante éxito. El resultado fue el aumento del 300% arriba mencionado. Es un ejemplo más que demuestra que los animales son lo suficientemente resistentes como para soportar las variaciones naturales de su hábitat, pero no pueden hacer frente fácilmente a la matanza indiscriminada por parte del hombre, utilizando armas de alta tecnología.
Y cuando yo ya tenía toda esa información en mi mano y casi coincidiendo con el video viral que mencionaba arriba (2017), compré y leí el libro de la Crockford titulado Polar Bear Facts and Myths: A Science Summary for All Ages. El libro se estructura sobre la base de 18 afirmaciones relacionadas con los osos polares que, para esa época, eran habituales en los medios de comunicación, mostrando cuáles de esas afirmaciones responden a hechos reales y cuáles son simples leyendas.
Desde entonces se han producido cada vez menos noticia sobre los osos polares en los medios y RRSS, excepto algunas que describen enfrentamientos entre ellos y los humanos que viven cerca de sus lares. Pero me da la sensación de que, desde el punto de vista de los activistas climáticos, el objetivo osos polares se da por amortizado. De hecho, un artículo publicado el 30 de agosto por The Guardian (conocido por sus tesis pro activas sobre el calentamiento global), lo declara hasta en el título. Y a mi me ha bastado leerlo para darme cuenta de que otros expertos en osos polares, consultados por el periódico, no están muy lejos de las ideas de la Crockford.
Esa declaración de The Guardian no parece casual cuando, en esos mismos días de agosto de 2023, el interés se había focalizado en las colonias de pingüinos emperador que viven en el otro extremo del globo, en las proximidades del continente antártico. Un artículo publicado el día 24 de ese mes hablaba de la muerte de hasta 10.000 polluelos de esa especie en los últimos meses, artículo que tuvo una amplia repercusión en todos los grandes medios de comunicación y redes sociales, como base para extender la idea de que esa especie está en peligro de extinción.
Pero como ya hizo hace unos años en el caso de los osos polares y el tiempo parece haberle dado la razón, la Dra. Crockford, en su tono habitual, parece discrepar. Resumiendo lo dicho en una entrada en su Blog el pasado 27 de agosto (las negritas son mías):
A pesar de la expectación suscitada la semana pasada por el artículo recientemente publicado por Peter Fretwell y sus colegas, no existe ningún fundamento ecológico plausible para proponer que el fracaso reproductivo de una sola temporada en cuatro pequeñas colonias de pingüinos emperador (Aptenodytes fosteri), debido a las condiciones de La Niña -fenómenos no relacionados con las emisiones de dióxido de carbono- sean signos de una futura "cuasi extinción" de la especie. Ninguna de las 282.150 parejas reproductoras de emperadores adultos que se calcula existen frente a la Península Antártica se perdieron en 2022 y los polluelos nacidos en varias docenas de otras colonias de emperadores alrededor del continente antártico sobrevivieron, lo que significa que se trató de un pequeño bache en el camino y no de una catástrofe para la especie.
Falta por ver ahora, si el asunto de los pingüinos evoluciona de manera similar al de los osos polares o, en este caso, la Crockford ha metido la pata. Cosas a seguir para un jubilado a tiempo completo, como un servidor.
Creo que algunas de las reacciones a ese vídeo, y el propio reconocimiento de la revista, dieron inicio al declive de la hipótesis subyacente en todos esos reportajes previos. Y que no es otra que el deshielo del Océano Ártico, debido al cambio climático, dificulta cada vez más la caza de focas para los osos polares. En consecuencia, pasan hambre y corren el peligro de desaparecer.
A menudo, estos documentales sobre el medio ambiente son deprimentes a pesar de sus magníficas fotografías, porque siempre nos transmiten el sombrío mensaje de la extinción de las especies y la destrucción de la naturaleza. Sin embargo, sabemos que tanto los activistas medioambientales como sus oponentes (por ejemplo, los pueblos que habitan esas extremas latitudes y que viven en contacto con las poblaciones de osos) suelen exagerar sus percepciones. Los mensajes de unos y otros tienden a tener sus raíces más en intereses políticos que en la ciencia y es difícil conocer la verdad de lo que está pasando.
Este vuestro Búho tenía la mosca detrás de la oreja sobre el asunto desde que, de forma casual, caí en el Blog que Susan Crockford, una Doctora en Zoología que ha dedicado más de dos décadas al estudio de la ecología y la evolución de los osos polares. No siempre me ha gustado el tono agresivo con el que la Dra. Crockford escribe sus post, pero como me conozco su tormentosa historia académica, tampoco me extraña.
Además de seguir a la Crockford, yo había buscado por mi cuenta información al respecto en diversas fuentes. Y casi todas coincidían en que mientras que en la década de los setenta, la población de osos polares en el Ártico había caído hasta una cifra preocupante de entre 5000 y 8000 individuos , esa población se había recuperado posteriormente y, ya en 2008, las cifras oscilaban entre 22 000 y 26 000 ejemplares, un aumento del 300% en tres décadas.
Y la razón no es otra que, en 1973, se promulgó una prohibición mundial de la caza de osos polares. Como los osos polares solo se encuentran en cuatro países y todos ellos son países prósperos, la aplicación de esta prohibición tuvo bastante éxito. El resultado fue el aumento del 300% arriba mencionado. Es un ejemplo más que demuestra que los animales son lo suficientemente resistentes como para soportar las variaciones naturales de su hábitat, pero no pueden hacer frente fácilmente a la matanza indiscriminada por parte del hombre, utilizando armas de alta tecnología.
Y cuando yo ya tenía toda esa información en mi mano y casi coincidiendo con el video viral que mencionaba arriba (2017), compré y leí el libro de la Crockford titulado Polar Bear Facts and Myths: A Science Summary for All Ages. El libro se estructura sobre la base de 18 afirmaciones relacionadas con los osos polares que, para esa época, eran habituales en los medios de comunicación, mostrando cuáles de esas afirmaciones responden a hechos reales y cuáles son simples leyendas.
Desde entonces se han producido cada vez menos noticia sobre los osos polares en los medios y RRSS, excepto algunas que describen enfrentamientos entre ellos y los humanos que viven cerca de sus lares. Pero me da la sensación de que, desde el punto de vista de los activistas climáticos, el objetivo osos polares se da por amortizado. De hecho, un artículo publicado el 30 de agosto por The Guardian (conocido por sus tesis pro activas sobre el calentamiento global), lo declara hasta en el título. Y a mi me ha bastado leerlo para darme cuenta de que otros expertos en osos polares, consultados por el periódico, no están muy lejos de las ideas de la Crockford.
Esa declaración de The Guardian no parece casual cuando, en esos mismos días de agosto de 2023, el interés se había focalizado en las colonias de pingüinos emperador que viven en el otro extremo del globo, en las proximidades del continente antártico. Un artículo publicado el día 24 de ese mes hablaba de la muerte de hasta 10.000 polluelos de esa especie en los últimos meses, artículo que tuvo una amplia repercusión en todos los grandes medios de comunicación y redes sociales, como base para extender la idea de que esa especie está en peligro de extinción.
Pero como ya hizo hace unos años en el caso de los osos polares y el tiempo parece haberle dado la razón, la Dra. Crockford, en su tono habitual, parece discrepar. Resumiendo lo dicho en una entrada en su Blog el pasado 27 de agosto (las negritas son mías):
A pesar de la expectación suscitada la semana pasada por el artículo recientemente publicado por Peter Fretwell y sus colegas, no existe ningún fundamento ecológico plausible para proponer que el fracaso reproductivo de una sola temporada en cuatro pequeñas colonias de pingüinos emperador (Aptenodytes fosteri), debido a las condiciones de La Niña -fenómenos no relacionados con las emisiones de dióxido de carbono- sean signos de una futura "cuasi extinción" de la especie. Ninguna de las 282.150 parejas reproductoras de emperadores adultos que se calcula existen frente a la Península Antártica se perdieron en 2022 y los polluelos nacidos en varias docenas de otras colonias de emperadores alrededor del continente antártico sobrevivieron, lo que significa que se trató de un pequeño bache en el camino y no de una catástrofe para la especie.
Falta por ver ahora, si el asunto de los pingüinos evoluciona de manera similar al de los osos polares o, en este caso, la Crockford ha metido la pata. Cosas a seguir para un jubilado a tiempo completo, como un servidor.
gracias Yanko, muy esclarecedor. A partir de ahora estaremos atentos a lo que se publique sobre el tema.
ResponderEliminarCreo que después de Gámez y Mulet, vas a ser el tercer pensador crítico al que llamo la atención sobre el blog de Susan Crockford, aficionada que jamás ha publicado un artículo académico. Si a eso le añades sus colaboraciones habituales con thinktanks negacionistas, ya tienes una idea de la fiabilidad de lo que dice. Cito:
ResponderEliminar"Crockford has neither conducted any original research nor published any articles in the peer-reviewed literature on the effects of sea ice on the population dynamics of polar bears. However, she has published notes and “briefings” through a conservative think tank, the Global Warming Policy Foundation (GWPF), and is described by them as “an expert on polar bear evolution.” Similarly, the Heartland Institute, another conservative think tank that downplays AGW, describes her as “one of the world's foremost experts on polar bears.” Prominent among blogs giving Crockford's blog disproportionate attention are WUWT and CD, suggesting that her blog reaches a large audience."
Fuente: https://academic.oup.com/bioscience/article/68/4/281/4644513
CarbonBrief tiene una revisión basada (esta vez sí) en bibliografía académica de la de verdad.
https://interactive.carbonbrief.org/polar-bears-climate-change-what-does-science-say/
Y si quieres leer y/o preguntar a un auténtico experto que lleva publicando sobre poblaciones de osos polares más de dos décadas (desgraciadamente todavía usando X)
https://nitter.net/AEDerocher/
saludos
Cada vez más evidente la utilización política del llamado "cambio climático". Releyendo "NO HAY APOCALIPSIS" de Michael Shellenberger podemos ver como la ciencia desmonta la superchería que políticos de toda laya difunden sobre el tema. El cambio existe (siempre ha existido) pero ni está provocado por el ser humano ni puede ser arreglado por el ser humano. Se trata de vivir del cuento: reuniones, foros, convenciones, subvenciones... La nueva religión.
ResponderEliminarMuchas gracias Pedro por tus comentarios.. Es un honor que me metas en el Grupo de Gámez y JM, jejeje. Ahora hablando más en serio, conozco muy bien la historia académica de la Crackford, conozco desde 2017 lo que escribieron de ella un insigne manipulador, Michael Mann, y sus coautores en Bioscience y soy lector habitual de CarbonBrief y atento seguidor en Substack y X de algunos de los que ahí escriben, como Hausfather. Pero yo leo lo que quiero y saco mis propias conclusiones con independencia de otras opiniones. Y llamar la atención a un septuagenario como yo es inadecuado porque, como sabrás, los viejos no hacemos caso a nadie.
ResponderEliminarPara mi la prueba más concluyente de que algo se ha estado haciendo mal en este asunto de los osos es el artículo de The Guardian que menciono en la entrada y lo que dicen algunos de los expertos que ellos mencionan en el texto.
Gracias jukebox por recalar en este Blog. No soy tan radical como tú en este tema porque tiene muchas aristas y casi nada es blanco o negro.
ResponderEliminar" Pero yo leo lo que quiero y saco mis propias conclusiones con independencia de otras opiniones. Y llamar la atención a un septuagenario como yo es inadecuado porque, como sabrás, los viejos no hacemos caso a nadie."
ResponderEliminarPor supuesto, celebraré que sigas escribiendo lo que te apetezca, faltaría más. Estoy de hecho suscrito a tu blog desde hace años. Y con llamar la atención me refería a, literalmente llamar la atención sobre lo que se piensa en círculos académicos del blog de Crockford, pero ya veo que eras suficientemente consciente de quién es esta autora.
saludos
Gracias Pedro por tu consideración.
ResponderEliminarSaludos.
Pues no se muy bien por qué pasa eso pero no es la primera vez que me ocurre. Pero tu primer comentario ya está otra vez visible. Y me miro lo que me mandas.
ResponderEliminar¿Qué quieres decir con eso de que los pingüinos emperador viven en las proximidades del continente antartico´ , Búho? Me generó una duda, como también con eso de que las parejas reproductoras que existen frente a la Península Antártica, y alrededor del continente antártico...
ResponderEliminarPues tendrás que especificar más, Gabriela. La Antártida es un continente y la península antártica es la porción de tierra más septentrional de ese continente. En cualquier caso, son frases de la Crockford.
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