En agosto de 2006, cuando yo era un incipiente bloguero, (mi Blog nació a finales de febrero de ese año), leí en el periódico de mi pueblo (el Diario Vasco) un artículo de opinión de una representante de un colectivo que se oponía a la instalación de una incineradora en las proximidades de Irún y Hondarribia. El artículo hacia referencia a una noticia publicada meses atrás por el diario francés Le Figaro, relativa a la contaminación por dioxinas en huevos producidos en granjas cercanas a la incineradora de Besançon, una ciudad francesa próxima a la frontera suiza. Fue mi primer encuentro con el asunto de las dioxinas y los huevos. Yo quería publicar una entrada al respecto, pero me pareció mejor ceder la tribuna a mi colega y amigo Javier Ansorena, en la época Jefe de Servicio de Medio Ambiente de la Diputación Foral de Gipuzkoa, que del asunto sabía mucho. El fue quien escribió la entrada que podéis visitar aquí y hoy (16 años después) la leo y creo que sigue vigente. Javier desmontaba, con su contundencia habitual, los argumentos del artículo de opinión.
Hace pocas semanas, el mismo Diario Vasco recogía otra noticia, en la que se aludía, una vez más, a huevos y dioxinas. En ella se mencionaban los análisis realizados por una Fundación holandesa denominada ToxicoWatch en el entorno de la planta incineradora situada en Zubieta, la única que funciona en Gipuzkoa, análisis realizados antes y después de su puesta en marcha definitiva en 2020. La noticia aludía a altos contenidos de dioxinas en huevos de una granja de Andoain, que se habían cuadruplicado desde el inicio del funcionamiento de la planta. El informe mencionado en la noticia, hasta donde yo he podido encontrar, no es un informe al uso sino, como podéis ver aquí, un compendio de tablas, datos en formato Excel y fotografías que me ha costado entender. Supongo que tarde o temprano habrá un informe más convencional.
Esta Fundación apareció en la prensa europea como consecuencia de su colaboración con otra organización medioambiental, Zero Waste Europe, en el estudio de diversas incineradoras situadas en Europa. Una de las primeras en ser estudiada fue la de Harlingen (Holanda). Una incineradora que se puso en marcha en 2011 y de la que, en 2018, publicaron un estudio titulado Emisiones Escondidas, redactado de forma convencional, no como el de Zubieta. En él, se hacía un seguimiento de las emisiones de esa planta holandesa y se analizaba el contenido en diversas sustancias químicas, entre ellas dioxinas, furanos y bifenilos policlorados (PCBs), en huevos de gallinas criadas en el entorno de la incineradora, así como en musgos, agujas de pinos y hojas de acebos y otras plantas, también cercanas a las instalaciones.
Ciñéndonos al estudio del contenido en dioxinas de los huevos cercanos a Harlingen, ToxicoWatch hacía referencia a un artículo publicado en 2014 y firmado por el que luego sería el redactor del informe sobre la incineradora (A. Arkenbout). Allí se decía que “Todos los huevos de gallinas de pequeñas granjas cercanas a Harlingen, en un radio de 2 km desde la incineradora, mostraron una concentración de dioxinas mucho más alta que la permitida por la legislación europea”. Algo que no es del todo correcto a la vista de lo que se ve en la Figura 1 del estudio de ToxicoWatch mencionado en el párrafo anterior.
Además, en un estudio, posterior a ese de 2014, llevado a cabo en ese tipo de granjas por varias Instituciones y cubriendo todo el territorio holandés, se llegó a la conclusión de que "los niveles observados anteriormente alrededor de Harlingen (Arkenbout, 2014) no eran inusuales para las gallinas de propietarios privados en otros lugares de los Países Bajos". Estos últimos autores lanzan la hipótesis de que el origen de esas dioxinas puede estar en la realización de pequeñas hogueras y/o en el uso de las cenizas en ellas generadas como abono rico en potasio, hierro, calcio, etc en tierras de cultivo y que podrían contener dioxinas.
En lo que se refiere al contenido en dioxinas y sus primos (furanos y PCBs) de los huevos de granjas próximas a Zubieta, ya en 2019, sin la planta en funcionamiento, los huevos de tres granjas próximas tenían niveles por encima del límite establecido por la Union Europea. El propio estudio de ToxicoWatch aducía para explicarlo que, en el entorno de la incineradora, hay otras plantas industriales y mucho tráfico que pueden estar en el origen de esas cifras. En las muestras tomadas a lo largo de 2021, tras la puesta en marcha de la incineradora, solo una granja situada en Andoain, la que mencionaba la nota del Diario Vasco, había casi cuadruplicado su nivel de dioxinas y se situaba por encima del límite permitido. La granja está a 3,6 km de la incineradora y, además de la Nacional I, tiene cerca una planta de asfalto y otra de reciclado de plásticos, todas ellas potenciales fuentes de dioxinas. Pero, curiosamente, otras granjas que en el 2019 se pasaban del limite de la Unión Europea, en las muestras tomadas en 2021, con la incineradora funcionando, no lo hacían.
Abundando en la contaminación de huevos por dioxinas, furanos y PCBs, en la zona de la incineradora después de su puesta en marcha, Biodonostia, un Instituto de Investigación Sanitaria, radicado en Donosti, publicó, en octubre de 2022 y en la web de Medio Ambiente del Diputación Foral de Gipuzkoa, un informe en el que se analizaban muestras de huevos, leche y suelos, recogidas en caseríos próximos a la incineradora de Zubieta. En 2021 se recogieron y se analizaron 54 muestras (21 de leche, 17 de huevos y 16 de suelo) y en 2022 otras 57 muestras (22 de leche, 18 de huevos y 17 de suelo). Solo la leche de un caserío de Lasarte sobrepasaba los límites de la Unión Europea pero, en lo que se refiere a los huevos, las 35 muestras analizadas estaban todas por debajo de los contenidos establecidos por la legislación europea. Así que algo raro pasaba en ese caserío concreto.
Hace pocas semanas, el mismo Diario Vasco recogía otra noticia, en la que se aludía, una vez más, a huevos y dioxinas. En ella se mencionaban los análisis realizados por una Fundación holandesa denominada ToxicoWatch en el entorno de la planta incineradora situada en Zubieta, la única que funciona en Gipuzkoa, análisis realizados antes y después de su puesta en marcha definitiva en 2020. La noticia aludía a altos contenidos de dioxinas en huevos de una granja de Andoain, que se habían cuadruplicado desde el inicio del funcionamiento de la planta. El informe mencionado en la noticia, hasta donde yo he podido encontrar, no es un informe al uso sino, como podéis ver aquí, un compendio de tablas, datos en formato Excel y fotografías que me ha costado entender. Supongo que tarde o temprano habrá un informe más convencional.
Esta Fundación apareció en la prensa europea como consecuencia de su colaboración con otra organización medioambiental, Zero Waste Europe, en el estudio de diversas incineradoras situadas en Europa. Una de las primeras en ser estudiada fue la de Harlingen (Holanda). Una incineradora que se puso en marcha en 2011 y de la que, en 2018, publicaron un estudio titulado Emisiones Escondidas, redactado de forma convencional, no como el de Zubieta. En él, se hacía un seguimiento de las emisiones de esa planta holandesa y se analizaba el contenido en diversas sustancias químicas, entre ellas dioxinas, furanos y bifenilos policlorados (PCBs), en huevos de gallinas criadas en el entorno de la incineradora, así como en musgos, agujas de pinos y hojas de acebos y otras plantas, también cercanas a las instalaciones.
Ciñéndonos al estudio del contenido en dioxinas de los huevos cercanos a Harlingen, ToxicoWatch hacía referencia a un artículo publicado en 2014 y firmado por el que luego sería el redactor del informe sobre la incineradora (A. Arkenbout). Allí se decía que “Todos los huevos de gallinas de pequeñas granjas cercanas a Harlingen, en un radio de 2 km desde la incineradora, mostraron una concentración de dioxinas mucho más alta que la permitida por la legislación europea”. Algo que no es del todo correcto a la vista de lo que se ve en la Figura 1 del estudio de ToxicoWatch mencionado en el párrafo anterior.
Además, en un estudio, posterior a ese de 2014, llevado a cabo en ese tipo de granjas por varias Instituciones y cubriendo todo el territorio holandés, se llegó a la conclusión de que "los niveles observados anteriormente alrededor de Harlingen (Arkenbout, 2014) no eran inusuales para las gallinas de propietarios privados en otros lugares de los Países Bajos". Estos últimos autores lanzan la hipótesis de que el origen de esas dioxinas puede estar en la realización de pequeñas hogueras y/o en el uso de las cenizas en ellas generadas como abono rico en potasio, hierro, calcio, etc en tierras de cultivo y que podrían contener dioxinas.
En lo que se refiere al contenido en dioxinas y sus primos (furanos y PCBs) de los huevos de granjas próximas a Zubieta, ya en 2019, sin la planta en funcionamiento, los huevos de tres granjas próximas tenían niveles por encima del límite establecido por la Union Europea. El propio estudio de ToxicoWatch aducía para explicarlo que, en el entorno de la incineradora, hay otras plantas industriales y mucho tráfico que pueden estar en el origen de esas cifras. En las muestras tomadas a lo largo de 2021, tras la puesta en marcha de la incineradora, solo una granja situada en Andoain, la que mencionaba la nota del Diario Vasco, había casi cuadruplicado su nivel de dioxinas y se situaba por encima del límite permitido. La granja está a 3,6 km de la incineradora y, además de la Nacional I, tiene cerca una planta de asfalto y otra de reciclado de plásticos, todas ellas potenciales fuentes de dioxinas. Pero, curiosamente, otras granjas que en el 2019 se pasaban del limite de la Unión Europea, en las muestras tomadas en 2021, con la incineradora funcionando, no lo hacían.
Abundando en la contaminación de huevos por dioxinas, furanos y PCBs, en la zona de la incineradora después de su puesta en marcha, Biodonostia, un Instituto de Investigación Sanitaria, radicado en Donosti, publicó, en octubre de 2022 y en la web de Medio Ambiente del Diputación Foral de Gipuzkoa, un informe en el que se analizaban muestras de huevos, leche y suelos, recogidas en caseríos próximos a la incineradora de Zubieta. En 2021 se recogieron y se analizaron 54 muestras (21 de leche, 17 de huevos y 16 de suelo) y en 2022 otras 57 muestras (22 de leche, 18 de huevos y 17 de suelo). Solo la leche de un caserío de Lasarte sobrepasaba los límites de la Unión Europea pero, en lo que se refiere a los huevos, las 35 muestras analizadas estaban todas por debajo de los contenidos establecidos por la legislación europea. Así que algo raro pasaba en ese caserío concreto.
Muy bien aclarado Yanko
ResponderEliminarEs una gozada leerte. ¡Zorionak!
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