La pasada semana, una vez más, se me preguntó por mi opinión sobre unos aparatos (ionizadores de agua) que cuestan unos miles de eurillos y que transforman el agua de grifo en ese "milagro" terapéutico que es el agua alcalina, es decir, agua con un pH superior a 7 unidades. Sobre este asunto hay ya una entrada en este Blog que podéis leer para comprobar así que se trata de uno más de los muchos timos que pululan por la red y que tienen de protagonista a una de las sustancias químicas más importantes de nuestro mundo, el agua. Como apuntaba el final de la entrada mencionada, la producción de agua alcalina en los ionizadores lleva aparejada la génesis de pequeñas cantidades de hidrógeno en el cátodo del dispositivo electroquímico que constituye el corazón de esos aparatos, hidrógeno que se disuelve parcialmente en el agua y da lugar al agua hidrogenada. Hay que aclarar también que no hay hidrógeno en aguas embotelladas que uno puede encontrar en el mercado con pH por encima de 7 ( esto es, tan alcalinas como las que proporcionan los ionizadores).
En 1985, la clínica japonesa Kyowa, de la mano del Dr. Hidemitsu Hayashi y usando uno de esos ionizadores, comenzó a estudiar las propiedades del agua por él producida, utilizándola como bebida habitual y para la preparación de comidas de pacientes que sufrían trastornos gastrointestinales y otras patologías, pacientes que parecían experimentar con ella claras mejoras de sus dolencias. En 1995, Hayashi propuso la hipótesis de que esas mejoras se producían como consecuencia de que el hidrógeno generado en los ionizadores ejercía un activo papel de "cazador" de los radicales libres que nuestro organismo genera como consecuencia del oxígeno que continuamente estamos inspirando.
Esa hipótesis pareció confirmarse con una serie de trabajos sobre células humanas cultivadas y también sobre ratas vivitas y coleando que, a partir de 1997, fueron publicados por el grupo de otro investigador japonés, S. Shirahata, quién ajustó un poco más la hipótesis de Hayashi, viniendo a decir que lo que realmente hacía el papel de cazador de radicales libres no era el hidrógeno molecular (H2) sino el hidrógeno activo, hidrógeno monoatómico (H), que también pudiera generarse en el cátodo del ionizador. Esa idea fue utilizada enseguida por diversos fabricantes japoneses de ionizadores como parte de su marketing de venta. Sin embargo, en 2004 un artículo de un grupo de investigadores (también japoneses) desmontó la mayor parte de las hipótesis empleadas por Shirahata y sus colegas en lo relativo a la existencia de ese "hidrógeno activo".
A partir de ese momento algo cambió en el mundillo del hidrógeno como agente terapéutico, especialmente después de la publicación en 2007 y en la prestigiosa revista Nature de un trabajo del grupo del Prof. Shigeo Ohta (habéis acertado, también es japonés). Los autores estudiaban el papel curativo del hidrógeno tras inducir un estrés oxidativo en sueros de fetos bovinos y en el cerebro de ratas. Los sueros se cultivaban en un medio acuoso saturado con hidrógeno proveniente de una clásica bombona del gas y, en el caso de las ratas, las pobres inhalaban hidrógeno de similar procedencia tras provocarles una isquemia cerebral. Los resultados parecían indicar que el hidrógeno es selectivo a la hora de cazar a los radicales más dañinos y dejar intactos a otros con funciones fisiológicas en los organismos.
Desde ese artículo de Nature, la actividad investigadora en este campo se ha acelerado, con la publicación de cientos de artículos que han estudiado el posible uso medicinal del hidrógeno, administrado en muy diversas formas que van desde agua con hidrógeno proveniente de ionizadores a la inhalación de hidrógeno gas, pasando por cremas con hidrógeno, inyecciones de suero salino saturado con hidrógeno, etc. El hito bibliográfico más reciente es la publicación en 2021 de un número especial de la revista Current Pharmaceutical Design en la que bajo la supervisión del propio Ohta se publicaron 18 contribuciones sobre el papel del hidrógeno en Medicina y Biología.
Paralelamente a ese incremento de producción científica, han aparecido muchas webs que promocionan el uso del hidrógeno como herramienta terapéutica. Aunque algunas proclaman no tener ánimo de lucro, como el llamado Molecular Hydrogen Institute, de cuyo Panel Asesor forma parte el propio Prof. Ohta, la búsqueda en Google de "agua hidrogenada" o similares, devuelve muchas páginas de medicina no convencional o de venta de preparados con hidrógeno. Por ejemplo, el famoso Dr. Mercola, un partidario de la medicina alternativa y declarado antivacunas, vende un "suplemento dietético" consistente en tabletas con magnesio puro y otras cosas. Según su propaganda, una tableta adicionada a un vaso de agua proporciona un agua hidrogenada con una concentración de 8 ppm de hidrógeno, que aparece en el agua como consecuencia de la reacción del magnesio con el agua. Algo difícil pues el agua a temperatura ambiente prácticamente no reacciona con el magnesio. El artículo del enlace que os acabo de poner no tiene desperdicio. Está en inglés pero supongo que ya sabéis que ahora se puede traducir automáticamente casi cualquier página en los mas conocidos navegadores de internet.
Y ahora viene la pregunta del millón que mis lectores se estarán guardando: ¿qué opina este humilde Búho de la Ciencia que parece estar detrás de este asunto del agua hidrogenada?. Pues, por ahora, mantengo un prudente escepticismo cercano a la incredulidad. Y aquí van mis razones. Primero, y sobre todo, porque los tratamientos con hidrógeno en general y agua hidrogenada en particular parecen servir para todo, como puede comprobarse en el número especial del Current Pharmaceutical Design arriba mencionado. Da lo mismo que queramos tratar inflamaciones crónicas, protegernos contra radiaciones ionizantes, tratar desórdenes mentales, enfermedades cardiovasculares, problemas oftalmológicos, problemas derivados del estrés oxidativo de una práctica intensiva de deporte, enfermedades de piel... En la introducción que el Prof. Ohta hace de ese número especial, habla hasta de la multifuncionalidad del hidrógeno a la hora de tratar aspectos ligados al envejecimiento (Alzheimer, demencia, cáncer...)
Por otro lado, las concentraciones de hidrógeno en las diversas formas de administrarlo a los pacientes son muy pequeñas, del orden de las partes por millón (ppm), como hemos visto en las píldoras del Dr. Mercola, y el hidrógeno es, además, extraordinariamente volátil desde cualquier medio. Recordemos, por otro lado, que nuestro organismo puede producir hasta 10 litros de hidrógeno diario que, en su casi totalidad, expulsamos en las flatulencias, así que hidrógeno disponible tenemos. El Dr. Mercola argumenta que tenemos que beber agua con hidrógeno, aunque estemos produciendo mucho de él en el cuerpo, porque según un estudio japonés (jejeje) que no mencionan, cuando se produce hidrógeno continuamente tu cuerpo se habitúa a esa exposición constante. Pero los investigadores han descubierto que el gas hidrógeno es "un "modulador de señal", que funciona mejor cuando se toma de forma intermitente o se "pulsa".
Finalmente, me mosquea el que los partidarios de esta terapia sean esencialmente japoneses, ligados en muchos casos a empresas que han desarrollado los ionizadores. Y que muchos de los artículos que se citan al respecto en la literatura están publicados en revistas sin mucha relevancia (como la india Medical Gas Research) o en revistas de grupos editoriales "depredadores" que ganan dinero a costa de investigadores que tiene que hacer curriculum científico o perecer en el complicado mundo de la ciencia académica actual (como es el caso de la editorial que ha publicado el número especial arriba mencionado).
Pero como siempre os digo no me hagáis mucho caso. Soy ya un viejo desconfiado.
En 1985, la clínica japonesa Kyowa, de la mano del Dr. Hidemitsu Hayashi y usando uno de esos ionizadores, comenzó a estudiar las propiedades del agua por él producida, utilizándola como bebida habitual y para la preparación de comidas de pacientes que sufrían trastornos gastrointestinales y otras patologías, pacientes que parecían experimentar con ella claras mejoras de sus dolencias. En 1995, Hayashi propuso la hipótesis de que esas mejoras se producían como consecuencia de que el hidrógeno generado en los ionizadores ejercía un activo papel de "cazador" de los radicales libres que nuestro organismo genera como consecuencia del oxígeno que continuamente estamos inspirando.
Esa hipótesis pareció confirmarse con una serie de trabajos sobre células humanas cultivadas y también sobre ratas vivitas y coleando que, a partir de 1997, fueron publicados por el grupo de otro investigador japonés, S. Shirahata, quién ajustó un poco más la hipótesis de Hayashi, viniendo a decir que lo que realmente hacía el papel de cazador de radicales libres no era el hidrógeno molecular (H2) sino el hidrógeno activo, hidrógeno monoatómico (H), que también pudiera generarse en el cátodo del ionizador. Esa idea fue utilizada enseguida por diversos fabricantes japoneses de ionizadores como parte de su marketing de venta. Sin embargo, en 2004 un artículo de un grupo de investigadores (también japoneses) desmontó la mayor parte de las hipótesis empleadas por Shirahata y sus colegas en lo relativo a la existencia de ese "hidrógeno activo".
A partir de ese momento algo cambió en el mundillo del hidrógeno como agente terapéutico, especialmente después de la publicación en 2007 y en la prestigiosa revista Nature de un trabajo del grupo del Prof. Shigeo Ohta (habéis acertado, también es japonés). Los autores estudiaban el papel curativo del hidrógeno tras inducir un estrés oxidativo en sueros de fetos bovinos y en el cerebro de ratas. Los sueros se cultivaban en un medio acuoso saturado con hidrógeno proveniente de una clásica bombona del gas y, en el caso de las ratas, las pobres inhalaban hidrógeno de similar procedencia tras provocarles una isquemia cerebral. Los resultados parecían indicar que el hidrógeno es selectivo a la hora de cazar a los radicales más dañinos y dejar intactos a otros con funciones fisiológicas en los organismos.
Desde ese artículo de Nature, la actividad investigadora en este campo se ha acelerado, con la publicación de cientos de artículos que han estudiado el posible uso medicinal del hidrógeno, administrado en muy diversas formas que van desde agua con hidrógeno proveniente de ionizadores a la inhalación de hidrógeno gas, pasando por cremas con hidrógeno, inyecciones de suero salino saturado con hidrógeno, etc. El hito bibliográfico más reciente es la publicación en 2021 de un número especial de la revista Current Pharmaceutical Design en la que bajo la supervisión del propio Ohta se publicaron 18 contribuciones sobre el papel del hidrógeno en Medicina y Biología.
Paralelamente a ese incremento de producción científica, han aparecido muchas webs que promocionan el uso del hidrógeno como herramienta terapéutica. Aunque algunas proclaman no tener ánimo de lucro, como el llamado Molecular Hydrogen Institute, de cuyo Panel Asesor forma parte el propio Prof. Ohta, la búsqueda en Google de "agua hidrogenada" o similares, devuelve muchas páginas de medicina no convencional o de venta de preparados con hidrógeno. Por ejemplo, el famoso Dr. Mercola, un partidario de la medicina alternativa y declarado antivacunas, vende un "suplemento dietético" consistente en tabletas con magnesio puro y otras cosas. Según su propaganda, una tableta adicionada a un vaso de agua proporciona un agua hidrogenada con una concentración de 8 ppm de hidrógeno, que aparece en el agua como consecuencia de la reacción del magnesio con el agua. Algo difícil pues el agua a temperatura ambiente prácticamente no reacciona con el magnesio. El artículo del enlace que os acabo de poner no tiene desperdicio. Está en inglés pero supongo que ya sabéis que ahora se puede traducir automáticamente casi cualquier página en los mas conocidos navegadores de internet.
Y ahora viene la pregunta del millón que mis lectores se estarán guardando: ¿qué opina este humilde Búho de la Ciencia que parece estar detrás de este asunto del agua hidrogenada?. Pues, por ahora, mantengo un prudente escepticismo cercano a la incredulidad. Y aquí van mis razones. Primero, y sobre todo, porque los tratamientos con hidrógeno en general y agua hidrogenada en particular parecen servir para todo, como puede comprobarse en el número especial del Current Pharmaceutical Design arriba mencionado. Da lo mismo que queramos tratar inflamaciones crónicas, protegernos contra radiaciones ionizantes, tratar desórdenes mentales, enfermedades cardiovasculares, problemas oftalmológicos, problemas derivados del estrés oxidativo de una práctica intensiva de deporte, enfermedades de piel... En la introducción que el Prof. Ohta hace de ese número especial, habla hasta de la multifuncionalidad del hidrógeno a la hora de tratar aspectos ligados al envejecimiento (Alzheimer, demencia, cáncer...)
Por otro lado, las concentraciones de hidrógeno en las diversas formas de administrarlo a los pacientes son muy pequeñas, del orden de las partes por millón (ppm), como hemos visto en las píldoras del Dr. Mercola, y el hidrógeno es, además, extraordinariamente volátil desde cualquier medio. Recordemos, por otro lado, que nuestro organismo puede producir hasta 10 litros de hidrógeno diario que, en su casi totalidad, expulsamos en las flatulencias, así que hidrógeno disponible tenemos. El Dr. Mercola argumenta que tenemos que beber agua con hidrógeno, aunque estemos produciendo mucho de él en el cuerpo, porque según un estudio japonés (jejeje) que no mencionan, cuando se produce hidrógeno continuamente tu cuerpo se habitúa a esa exposición constante. Pero los investigadores han descubierto que el gas hidrógeno es "un "modulador de señal", que funciona mejor cuando se toma de forma intermitente o se "pulsa".
Finalmente, me mosquea el que los partidarios de esta terapia sean esencialmente japoneses, ligados en muchos casos a empresas que han desarrollado los ionizadores. Y que muchos de los artículos que se citan al respecto en la literatura están publicados en revistas sin mucha relevancia (como la india Medical Gas Research) o en revistas de grupos editoriales "depredadores" que ganan dinero a costa de investigadores que tiene que hacer curriculum científico o perecer en el complicado mundo de la ciencia académica actual (como es el caso de la editorial que ha publicado el número especial arriba mencionado).
Pero como siempre os digo no me hagáis mucho caso. Soy ya un viejo desconfiado.
Escribo solo para alabarte, Búho, por tu constancia y ánimo (aparte de por tu magisterio), sin frustrarte tras los comentarios que siguieron a tu artículo anterior sobre este asunto, carentes de la lógica y el lenguaje de los que haces gala.
ResponderEliminarTranquila, amiga. Nunca me han atacado de malos modos (excepto un homeópata) como para no publicar los comentarios que me hacen.
ResponderEliminarHola, Yanko:
ResponderEliminarAquí una cántabra preguntando sobre qué agua beber. Hay ideas en el mercado que van desde el precio de una jarrita, hasta el bambú quemado, pasando por la ósmosis y Kangen de los más caros. Yo no me fio porque compré algunos y los destripe para ver el interior. No te digo nada de lo que vi, pero sí cambió mi idea de agua saludable y bebo la del grifo que dejo reposar unas horas porque dicen que el cloro desaparece. También oí a un médico, paisano tuyo, que se podía congelar y oxigenar a modo de sidra con lo que cambiaba la molécula y era mejor. Bueno, otros muchos más caminos sobre el agua que, según mi opinión, nos deja como estábamos. ¿Qué recomiendas? Gracias y aprendiendo todos los días un poco de este mundo tan "líquido ".
Viviendo en Cantabria será difícil que tu agua de grifo sea mala. Pero si me dices dónde vives investigo de dónde llega tu agua de grifo y, si hay suerte, podremos encontrar analíticas de la misma.
ResponderEliminarComo ejemplo, te pongo la que llega a mi grifo:
ResponderEliminarhttps://elblogdebuhogris.blogspot.com/2015/11/el-agua-de-mi-grifo.html.
"Natural", "ligera" y tirada de precio. Algo ha subido desde hace 7 años pero aún y así, tirada.