Hace ya años que no veo informativos de la TV por una serie de razones que no vienen al caso. Eso hace que no me entere de algunas de las cosas que publicitan. Como pasó la pasada semana, con una noticia relativa a un estudio del CSIC en el que se analizaban los posibles peligros en nuestra flora intestinal de los microplásticos que ingerimos en nuestra dieta. Un amigo, Javier Ansorena, ocasional autor en este Blog y fiel seguidor, me alertó de que en el Telediario de TVE, ilustrando la noticia, se habló de que nos metemos al coleto TODAS LAS SEMANAS una cantidad de microplásticos que equivale al peso de una tarjeta de crédito (cinco gramos más o menos). Algo que es un poco viejuno y de lo que ya hablamos en este Blog hace casi tres años. Pero que ahora vuelve a aflorar merced al estudio arriba mencionado.
Firmado por una serie de investigadores del Instituto en Ciencias de los Alimentos, CIAL, un Centro Mixto entre el CSIC y la Autónoma de Madrid, su objetivo declarado es "evaluar los riesgos potenciales de los microplásticos a nivel digestivo", para lo que se simuló el paso de una dosis de polietilentereftalato (PET, el plástico de las botellas de agua) a través del tracto gastrointestinal. Los autores utilizaron para esa simulación estudios in vitro y una especie de reactores que "recrean las diferentes regiones del tracto digestivo en condiciones fisiológicas". Debe quedar claro, por tanto, que no se usan humanos, excepto para extraer de las heces de dos voluntarios los microorganismos a los que se somete a una dosis de microplásticos a base de PET.
No pretendo analizar el artículo en cuestión, que para eso ha sido sometido a una revisión por pares antes de su publicación y yo tengo poco de par en estas cosas de los bichos intestinales. Solo diré que, de lo que se pueda concluir de esos ensayos a lo que ocurre en mi tracto gastrointestinal, hay buen trecho. Y, sobre todo, que tengo un problema serio con la dosis de PET elegida para realizar los ensayos en cuestión, a la vista de la más reciente (y para mi fiable) bibliografía. Los autores seleccionan esa dosis tomando como base lo establecido en un artículo publicado en octubre de 2020.
Dicho artículo está firmado por cuatro investigadores de las australianas Universidades de Newcastle y Macquary. Un quinto autor es Simon Attwood que, desde hace años, ha sido el Director de la filial en Singapur del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, la que conocíamos antes como Adena en España), una de las más importantes ONGs del mundo, con un claro activismo contra los plásticos. De hecho, en los agradecimientos del artículo, se dice expresamente que el proyecto fue encargado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) - Singapur, que proporcionó financiación parcial para la investigación. Resultados similares pero con mucho menos detalle se presentaron antes en un folleto elaborado por WWF en el que, en uno de los titulares resaltados desde el principio, aparecía algo que desde entonces se ha difundido en muchos medios y redes sociales: nos comemos el equivalente al plástico de una tarjeta de crédito (5 gramos) cada semana. Y esa misma mítica cifra vuelve a aparecer en el artículo de octubre de 2020 arriba mencionado y es la que ha usado el Grupo del CSIC/UAM en sus simulaciones.
Son varias las entradas que he publicado en este Blog sobre microplásticos, que se pueden ver escribiendo esa palabra, con acento, en el buscador de arriba a la izquierda. En las publicadas en el verano de 2019 hice referencia a la figura del Profesor Albert A. Koelmans de la Universidad de Wageningen en Holanda, quien además de haber publicado muchas contribuciones científicas sobre el tema, coordinó un informe publicado en 2019, encargado por la Unión Europea a la denominada SAPEA (Science Advice Policy from European Academies), en el que se abordaban los aspectos estrictamente científicos del tema que nos ocupa, de cara a la toma de decisiones políticas para paliar el problema. Pues bien, ese mismo Koelmans es el autor de un nuevo trabajo publicado en marzo de 2021, en el que, entre otras cosas, se trata de evaluar la masa de microplásticos ingerida per cápita y día por niños y adultos.
Los resultados de ese trabajo están muy lejos de la pretensión de que nos podamos comer una tarjeta de crédito semanalmente (lo que supondría unos 700 miligramos por persona y día) que, todo hay que decirlo, es la cantidad que ingeriríamos en el peor de los escenarios posibles considerados por el grupo financiado por la WWF. La incertidumbre en este tipo de evaluaciones es muy alta, dada su dificultad. Para daros una idea, la conclusión de Koelmans y colaboradores, en el caso de los niños, es que pueden ingerir (por persona y día) desde 7.5 miligramos hasta menos de una millonésima de miligramo, con un valor medio estimado de 0.0002 miligramos. Incluso seleccionando en estos datos el peor escenario de los posibles (7.5 miligramos por persona y día) eso es casi cien veces menos que los 700 que corresponderían a la tarjeta semanal. O, lo que es lo mismo, no comeríamos una tarjeta por semana sino una tarjeta cada dos años.
Y no debemos olvidar que tanto en el artículo financiado por la WWF como en el de Koelmans y colaboradores, estamos hablando del peor de los escenarios y con una gran incertidumbre en la ingesta real. Por ejemplo, en el caso del trabajo de Koelmans si, en lugar del peor escenario posible, cogiéramos la media del valor estimado para la ingesta en niños (0.0002 miligramos por persona y día), necesitaríamos toda una vida de 68 años para ingerir una cantidad de microplásticos que pesen como la tarjeta de marras.
Voy a pensar que a los investigadores del CSIC se les había escapado el reciente artículo de Koelmans antes de aparecer la nota de prensa que anunciaba el suyo. Pero incluso en este caso, recurrir al icono de la tarjeta de crédito como reclamo para publicitar su artículo, cuando ellos saben que ese no es el dato más representativo del estudio de la WWF que ellos usan, me parece un ejemplo más de la creciente tendencia entre científicos y Universidades de usar un alarmismo sin fundamento para promocionarse en los medios y redes.
Firmado por una serie de investigadores del Instituto en Ciencias de los Alimentos, CIAL, un Centro Mixto entre el CSIC y la Autónoma de Madrid, su objetivo declarado es "evaluar los riesgos potenciales de los microplásticos a nivel digestivo", para lo que se simuló el paso de una dosis de polietilentereftalato (PET, el plástico de las botellas de agua) a través del tracto gastrointestinal. Los autores utilizaron para esa simulación estudios in vitro y una especie de reactores que "recrean las diferentes regiones del tracto digestivo en condiciones fisiológicas". Debe quedar claro, por tanto, que no se usan humanos, excepto para extraer de las heces de dos voluntarios los microorganismos a los que se somete a una dosis de microplásticos a base de PET.
No pretendo analizar el artículo en cuestión, que para eso ha sido sometido a una revisión por pares antes de su publicación y yo tengo poco de par en estas cosas de los bichos intestinales. Solo diré que, de lo que se pueda concluir de esos ensayos a lo que ocurre en mi tracto gastrointestinal, hay buen trecho. Y, sobre todo, que tengo un problema serio con la dosis de PET elegida para realizar los ensayos en cuestión, a la vista de la más reciente (y para mi fiable) bibliografía. Los autores seleccionan esa dosis tomando como base lo establecido en un artículo publicado en octubre de 2020.
Dicho artículo está firmado por cuatro investigadores de las australianas Universidades de Newcastle y Macquary. Un quinto autor es Simon Attwood que, desde hace años, ha sido el Director de la filial en Singapur del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, la que conocíamos antes como Adena en España), una de las más importantes ONGs del mundo, con un claro activismo contra los plásticos. De hecho, en los agradecimientos del artículo, se dice expresamente que el proyecto fue encargado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) - Singapur, que proporcionó financiación parcial para la investigación. Resultados similares pero con mucho menos detalle se presentaron antes en un folleto elaborado por WWF en el que, en uno de los titulares resaltados desde el principio, aparecía algo que desde entonces se ha difundido en muchos medios y redes sociales: nos comemos el equivalente al plástico de una tarjeta de crédito (5 gramos) cada semana. Y esa misma mítica cifra vuelve a aparecer en el artículo de octubre de 2020 arriba mencionado y es la que ha usado el Grupo del CSIC/UAM en sus simulaciones.
Son varias las entradas que he publicado en este Blog sobre microplásticos, que se pueden ver escribiendo esa palabra, con acento, en el buscador de arriba a la izquierda. En las publicadas en el verano de 2019 hice referencia a la figura del Profesor Albert A. Koelmans de la Universidad de Wageningen en Holanda, quien además de haber publicado muchas contribuciones científicas sobre el tema, coordinó un informe publicado en 2019, encargado por la Unión Europea a la denominada SAPEA (Science Advice Policy from European Academies), en el que se abordaban los aspectos estrictamente científicos del tema que nos ocupa, de cara a la toma de decisiones políticas para paliar el problema. Pues bien, ese mismo Koelmans es el autor de un nuevo trabajo publicado en marzo de 2021, en el que, entre otras cosas, se trata de evaluar la masa de microplásticos ingerida per cápita y día por niños y adultos.
Los resultados de ese trabajo están muy lejos de la pretensión de que nos podamos comer una tarjeta de crédito semanalmente (lo que supondría unos 700 miligramos por persona y día) que, todo hay que decirlo, es la cantidad que ingeriríamos en el peor de los escenarios posibles considerados por el grupo financiado por la WWF. La incertidumbre en este tipo de evaluaciones es muy alta, dada su dificultad. Para daros una idea, la conclusión de Koelmans y colaboradores, en el caso de los niños, es que pueden ingerir (por persona y día) desde 7.5 miligramos hasta menos de una millonésima de miligramo, con un valor medio estimado de 0.0002 miligramos. Incluso seleccionando en estos datos el peor escenario de los posibles (7.5 miligramos por persona y día) eso es casi cien veces menos que los 700 que corresponderían a la tarjeta semanal. O, lo que es lo mismo, no comeríamos una tarjeta por semana sino una tarjeta cada dos años.
Y no debemos olvidar que tanto en el artículo financiado por la WWF como en el de Koelmans y colaboradores, estamos hablando del peor de los escenarios y con una gran incertidumbre en la ingesta real. Por ejemplo, en el caso del trabajo de Koelmans si, en lugar del peor escenario posible, cogiéramos la media del valor estimado para la ingesta en niños (0.0002 miligramos por persona y día), necesitaríamos toda una vida de 68 años para ingerir una cantidad de microplásticos que pesen como la tarjeta de marras.
Voy a pensar que a los investigadores del CSIC se les había escapado el reciente artículo de Koelmans antes de aparecer la nota de prensa que anunciaba el suyo. Pero incluso en este caso, recurrir al icono de la tarjeta de crédito como reclamo para publicitar su artículo, cuando ellos saben que ese no es el dato más representativo del estudio de la WWF que ellos usan, me parece un ejemplo más de la creciente tendencia entre científicos y Universidades de usar un alarmismo sin fundamento para promocionarse en los medios y redes.
Yo creo que es un poco lo de siempre. ¿Hubieran aceptado el artículo en Scientific Reports si el estudio se hubiera hecho cogiendo cantidades más conservadoras?
ResponderEliminarPorque sospecho que el efecto en la microbiota de microgramos o nanogramos de PET no serán muy significativos comparados con los de un solo filete a la brasa de carbón. Y (casi) nadie publica resultados negativos.
En este mundo de publica o desaparece, ¿se están diseñando los estudios (escogiendo el valor más alto justificable, por ejemplo) con un resultado fijo en mente?.
Amigo Búho. No sé de dónde sacaste este nombre, pero te viene que ni pintado. Te imagino posado en la rama de una gran encina, vigilante, al acecho de todo lo que se mueva en el sotobosque de la sinrazón. Y allá que te lanzas cuando encuentras presa. Pobrecito seudocientífico, encandilado por las tendencias, buscando el reconocimiento popular.
ResponderEliminarSe vende más si publicitas miedo, y en ese mecanismo han incurrido hasta los que se supone deben ser los más férreos defensores del razonamiento: los científicos. Y es que pienso que, por desgracia, es el dinero el foco de todo, incluso si para ello hay que mentir, exagerar o no decir toda la verdad en nombre de la ciencia.
Gracias una vez más por darnos luz y velar, desde lo alto de tu encina, porque no se cuele ninguna alimaña que nos confunda.
Un abrazo.
Muy bien traído. Escríbeles y mándales tus datos. O no se lo merecen?
ResponderEliminarNo pienso hacerlo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Don Paco de Caravaca. Me has sonrojado.
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarInteresante, y ayyy, la de plásticos que me encuentro nadando... Es un tema intrigante.
No miré las citas pero...
Me pregunto, o supongo, que la absorción por las células del intestino es mucho mayor si el plástico es de tamaño nanométrico y no micrométrico... O ji, ji... de un centímetro! ;)
Y también me pregunto qué cantidad consumimos de cada tamaño. Desde pocos micrómetros hasta los de pocos nanómetros...
Salutacions Buho i lector@s,
Toni :)
Dos cosas del todo dispares.
ResponderEliminar1.- Andaba preocupado por no saber de nuevas entradas en el blog desde el asunto de los tamarindos donostiarras, creo que era. Hasta entonces recibía puntualmente el aviso de que había aparecido una nueva entrada, pero de entonces acá nada de nada. Un colega me informó de que seguías activo, como pude comprobar pasando por el enlace. Ya me he puesto al día (y he renovado mi entrada en la lista de correo, o eso espero). Te lo digo porque de cuando anduve metido en asuntos de informáticas recuerdo que uno de los problemas era que con determinados problemas era preciso que alguien te dijera que existían ya que si no, pasaban desapercibidos. Tal vez sea el caso.
2.- En segundo lugar doy en apoyar la prevención contra noticias supuestamente basadas en ciencia real y que no pasan de alarmismos exagerados que parten de unos dogmas "de facto" del todo perjudiciales para el progreso de la sociedad y que buscan, a lo sumo, un interés muy particular y, si se me permite, mezquino. Podría nombrar unos cuantos que me lo parecen desde hace tiempo pero vamos, hay unos cuantos. La ciencia debería ser algo más serio. Y la divulgación de la misma, también. Por suerte, hay gente como tú que trata de devolver cierta cordura a un panorama que yo diría devastador desde hace una larga temporada.
Gracias otra vez, pues no es la primera vez que te las doy. Y a seguir.
1. Mañana recibirás una nueva alerta porque voy a publicar una. Espero. Si has introducido tu email en la ventana arriba a la derecha, la aplicación que gestiona estas cosas te habrá metido en la lista de correo
ResponderEliminar2. Muchas gracias.