El llamado caucho natural es un polímero que los químicos llamamos poli(isopreno). Como su nombre indica se trata de una sustancia química cuya molécula está constituida por cientos, miles de unidades de otra molécula mucho más pequeña, el isopreno, unidas entre si por enlaces químicos. Lo del calificativo natural se debe a que ese caucho puede extraerse de diversos árboles y arbustos, entre los que destaca el conocido en Botánica como Hevea Brasiliensis. Practicando incisiones en los troncos del Hevea y sus congéneres, los árboles reaccionan segregando un líquido o látex, cuya finalidad es la cicatrización de las heridas inferidas. Ese látex está constituido por una dispersión en agua de partículas sólidas del mencionado poli(isopreno). Sobre este y otros miembros de la familia de los cauchos naturales podéis leer aquí una vieja entrada de 2006.
Desde hace mucho tiempo, los humanos hemos recogido ese látex para fabricar los más variados objetos, empezando por la "pelota" que llamó la atención a Cristobal Colón y con la que jugaban a una especie de fútbol los aborígenes de La Española, la isla donde hoy se sitúan Haití y la República Dominicana. En tiempos más recientes, cosas como los neumáticos de los automóviles, los guantes o los condones, se fabrican tomando como materia prima el mencionado látex. Y sobre condones va hoy la entrada. Para fabricar los productos arriba mencionados, el látex tiene que sufrir una serie de procesos físicos y químicos dependiendo de la aplicación para la que se empleen pero, en general, la transformación implica un proceso llamado vulcanización, lo que se consigue con tratamientos con compuestos de azufre y calor. Eso transforma al látex líquido en un sólido muy peculiar, con un alto carácter elástico, una propiedad que para el caso específico de los condones y su uso es fundamental. Si tenéis paciencia y queréis ver un vídeo de 8 minutos de una de las mayores multinacionales del condón (Billy Boy), en el que se explica detalladamente cómo se pasa del látex a un preservativo metido en su envase, podéis clicar en este enlace. El vídeo explica también cómo se chequean las propiedades que hacen que el preservativo fabricado sea seguro.
Este pasado lunes, 15 de marzo, he cumplido 69 tacos y algunos amigos me han hecho bromas con lo erótico del número. Pero la disculpa para esta entrada no viene de una devolución de la broma conmemorativa. Otra amiga llamaba el jueves a la Búha, dilecta comadrona jubilada, para consultarle sobre unos condones que le habían recomendado usar para prevenir alergias al látex. Un problema ampliamente documentado en literatura científica y que se ha solido asociar, sobre todo, al uso extendido por parte de los sanitarios de guantes de látex, confeccionados por procedimientos muy similares a los que se muestran en el vídeo anterior. Y aunque, en general, nadie usa los condones un tiempo tan prolongado también se han descrito similares problemas en el uso de los mismos.
Parece que a nuestra amiga, una persona de piel delicada, alguien le ha puesto en la pista de unos preservativos de una conocida marca, promocionados como solución definitiva a las alergias al látex (véase este enlace). Si leéis el enlace, veréis que se nos ofrecen condones de poli(isopreno) como la mejor opción "para las personas que tienen alergia a las proteínas del látex de caucho natural". Al leer esto, alguno de mis lectores pensará que estoy bajo los efectos del alcohol. ¿No habíamos quedado en que el látex que proviene de los árboles como el Hevea son, básicamente, partículas de poli(isopreno)?.
La aparente contradicción es fácil de resolver. El condón que se nos ofrece como libre de peligros alérgicos, está fabricado con un poli(isopreno) que no proviene de árboles como el Hevea, sino con un poli(isopreno) sintético que los químicos aprendimos a fabricar, a principios de los sesenta del siglo pasado, gracias a desarrollos de empresas como Shell y Goodyear. La diferencia entre ambos polímeros (uno natural y otro sintético) es que el primero de ellos, en tanto que producido por los árboles, contiene en esa dispersión acuosa a la que llamamos látex un 1% de una serie de proteínas que son las causantes de los efectos alérgicos descritos en la literatura científica. Mientras que el poli(isopreno) de síntesis es poli(isopreno) puro. Un ejemplo elegante para desmontar la dialéctica entre lo natural (bueno) y lo sintético (malo).
Pero no sólo de poli(isopreno) viven los fabricantes de condones. Desde hace años, diversas empresas venden preservativos fabricados a base de otra familia de polímeros conocidos como poliuretanos. Y, más recientemente, se han empezado a comercializar otros a base de una variante de un clásico en el mundo polimérico: el polietileno. Aunque sobre estos últimos no he conseguido información suficiente para saber cuál es la gracia de este polietileno tan especial que permite usarlo en estos íntimos asuntos. Se queda en mi libreta de pendientes.
Lo que si puede uno encontrar, sin curiosear mucho en internet, son algunas comparativas entre los preservativos fabricados a base de poli(isopreno) y de poliuretano. Estos últimos parecen conducir mejor el calor y ser más finos, lo que se aduce como evidentes ventajas. Pero también se ajustan peor y pueden tener un mayor riesgo de ruptura durante los intercambios eróticos. Y son más caros.
Pero sobre estas comparativas hay que ser muy cauto, porque es difícil encontrar literatura fiable en la que fundamentar esas supuestas diferencias.
Desde hace mucho tiempo, los humanos hemos recogido ese látex para fabricar los más variados objetos, empezando por la "pelota" que llamó la atención a Cristobal Colón y con la que jugaban a una especie de fútbol los aborígenes de La Española, la isla donde hoy se sitúan Haití y la República Dominicana. En tiempos más recientes, cosas como los neumáticos de los automóviles, los guantes o los condones, se fabrican tomando como materia prima el mencionado látex. Y sobre condones va hoy la entrada. Para fabricar los productos arriba mencionados, el látex tiene que sufrir una serie de procesos físicos y químicos dependiendo de la aplicación para la que se empleen pero, en general, la transformación implica un proceso llamado vulcanización, lo que se consigue con tratamientos con compuestos de azufre y calor. Eso transforma al látex líquido en un sólido muy peculiar, con un alto carácter elástico, una propiedad que para el caso específico de los condones y su uso es fundamental. Si tenéis paciencia y queréis ver un vídeo de 8 minutos de una de las mayores multinacionales del condón (Billy Boy), en el que se explica detalladamente cómo se pasa del látex a un preservativo metido en su envase, podéis clicar en este enlace. El vídeo explica también cómo se chequean las propiedades que hacen que el preservativo fabricado sea seguro.
Este pasado lunes, 15 de marzo, he cumplido 69 tacos y algunos amigos me han hecho bromas con lo erótico del número. Pero la disculpa para esta entrada no viene de una devolución de la broma conmemorativa. Otra amiga llamaba el jueves a la Búha, dilecta comadrona jubilada, para consultarle sobre unos condones que le habían recomendado usar para prevenir alergias al látex. Un problema ampliamente documentado en literatura científica y que se ha solido asociar, sobre todo, al uso extendido por parte de los sanitarios de guantes de látex, confeccionados por procedimientos muy similares a los que se muestran en el vídeo anterior. Y aunque, en general, nadie usa los condones un tiempo tan prolongado también se han descrito similares problemas en el uso de los mismos.
Parece que a nuestra amiga, una persona de piel delicada, alguien le ha puesto en la pista de unos preservativos de una conocida marca, promocionados como solución definitiva a las alergias al látex (véase este enlace). Si leéis el enlace, veréis que se nos ofrecen condones de poli(isopreno) como la mejor opción "para las personas que tienen alergia a las proteínas del látex de caucho natural". Al leer esto, alguno de mis lectores pensará que estoy bajo los efectos del alcohol. ¿No habíamos quedado en que el látex que proviene de los árboles como el Hevea son, básicamente, partículas de poli(isopreno)?.
La aparente contradicción es fácil de resolver. El condón que se nos ofrece como libre de peligros alérgicos, está fabricado con un poli(isopreno) que no proviene de árboles como el Hevea, sino con un poli(isopreno) sintético que los químicos aprendimos a fabricar, a principios de los sesenta del siglo pasado, gracias a desarrollos de empresas como Shell y Goodyear. La diferencia entre ambos polímeros (uno natural y otro sintético) es que el primero de ellos, en tanto que producido por los árboles, contiene en esa dispersión acuosa a la que llamamos látex un 1% de una serie de proteínas que son las causantes de los efectos alérgicos descritos en la literatura científica. Mientras que el poli(isopreno) de síntesis es poli(isopreno) puro. Un ejemplo elegante para desmontar la dialéctica entre lo natural (bueno) y lo sintético (malo).
Pero no sólo de poli(isopreno) viven los fabricantes de condones. Desde hace años, diversas empresas venden preservativos fabricados a base de otra familia de polímeros conocidos como poliuretanos. Y, más recientemente, se han empezado a comercializar otros a base de una variante de un clásico en el mundo polimérico: el polietileno. Aunque sobre estos últimos no he conseguido información suficiente para saber cuál es la gracia de este polietileno tan especial que permite usarlo en estos íntimos asuntos. Se queda en mi libreta de pendientes.
Lo que si puede uno encontrar, sin curiosear mucho en internet, son algunas comparativas entre los preservativos fabricados a base de poli(isopreno) y de poliuretano. Estos últimos parecen conducir mejor el calor y ser más finos, lo que se aduce como evidentes ventajas. Pero también se ajustan peor y pueden tener un mayor riesgo de ruptura durante los intercambios eróticos. Y son más caros.
Pero sobre estas comparativas hay que ser muy cauto, porque es difícil encontrar literatura fiable en la que fundamentar esas supuestas diferencias.