sábado, 20 de marzo de 2021

Sin polímeros no hay condones

El llamado caucho natural es un polímero que los químicos llamamos poli(isopreno). Como su nombre indica se trata de una sustancia química cuya molécula está constituida por cientos, miles de unidades de otra molécula mucho más pequeña, el isopreno, unidas entre si por enlaces químicos. Lo del calificativo natural se debe a que ese caucho puede extraerse de diversos árboles y arbustos, entre los que destaca el conocido en Botánica como Hevea Brasiliensis. Practicando incisiones en los troncos del Hevea y sus congéneres, los árboles reaccionan segregando un líquido o látex, cuya finalidad es la cicatrización de las heridas inferidas. Ese látex está constituido por una dispersión en agua de partículas sólidas del mencionado poli(isopreno). Sobre este y otros miembros de la familia de los cauchos naturales podéis leer aquí una vieja entrada de 2006.

Desde hace mucho tiempo, los humanos hemos recogido ese látex para fabricar los más variados objetos, empezando por la "pelota" que llamó la atención a Cristobal Colón y con la que jugaban a una especie de fútbol los aborígenes de La Española, la isla donde hoy se sitúan Haití y la República Dominicana. En tiempos más recientes, cosas como los neumáticos de los automóviles, los guantes o los condones, se fabrican tomando como materia prima el mencionado látex. Y sobre condones va hoy la entrada. Para fabricar los productos arriba mencionados, el látex tiene que sufrir una serie de procesos físicos y químicos dependiendo de la aplicación para la que se empleen pero, en general, la transformación implica un proceso llamado vulcanización, lo que se consigue con tratamientos con compuestos de azufre y calor. Eso transforma al látex líquido en un sólido muy peculiar, con un alto carácter elástico, una propiedad que para el caso específico de los condones y su uso es fundamental. Si tenéis paciencia y queréis ver un vídeo de 8 minutos de una de las mayores multinacionales del condón (Billy Boy), en el que se explica detalladamente cómo se pasa del látex a un preservativo metido en su envase, podéis clicar en este enlace. El vídeo explica también cómo se chequean las propiedades que hacen que el preservativo fabricado sea seguro.

Este pasado lunes, 15 de marzo, he cumplido 69 tacos y algunos amigos me han hecho bromas con lo erótico del número. Pero la disculpa para esta entrada no viene de una devolución de la broma conmemorativa. Otra amiga llamaba el jueves a la Búha, dilecta comadrona jubilada, para consultarle sobre unos condones que le habían recomendado usar para prevenir alergias al látex. Un problema ampliamente documentado en literatura científica y que se ha solido asociar, sobre todo, al uso extendido por parte de los sanitarios de guantes de látex, confeccionados por procedimientos muy similares a los que se muestran en el vídeo anterior. Y aunque, en general, nadie usa los condones un tiempo tan prolongado también se han descrito similares problemas en el uso de los mismos.

Parece que a nuestra amiga, una persona de piel delicada, alguien le ha puesto en la pista de unos preservativos de una conocida marca, promocionados como solución definitiva a las alergias al látex (véase este enlace). Si leéis el enlace, veréis que se nos ofrecen condones de poli(isopreno) como la mejor opción "para las personas que tienen alergia a las proteínas del látex de caucho natural". Al leer esto, alguno de mis lectores pensará que estoy bajo los efectos del alcohol. ¿No habíamos quedado en que el látex que proviene de los árboles como el Hevea son, básicamente, partículas de poli(isopreno)?.

La aparente contradicción es fácil de resolver. El condón que se nos ofrece como libre de peligros alérgicos, está fabricado con un poli(isopreno) que no proviene de árboles como el Hevea, sino con un poli(isopreno) sintético que los químicos aprendimos a fabricar, a principios de los sesenta del siglo pasado, gracias a desarrollos de empresas como Shell y Goodyear. La diferencia entre ambos polímeros (uno natural y otro sintético) es que el primero de ellos, en tanto que producido por los árboles, contiene en esa dispersión acuosa a la que llamamos látex un 1% de una serie de proteínas que son las causantes de los efectos alérgicos descritos en la literatura científica. Mientras que el poli(isopreno) de síntesis es poli(isopreno) puro. Un ejemplo elegante para desmontar la dialéctica entre lo natural (bueno) y lo sintético (malo).

Pero no sólo de poli(isopreno) viven los fabricantes de condones. Desde hace años, diversas empresas venden preservativos fabricados a base de otra familia de polímeros conocidos como poliuretanos. Y, más recientemente, se han empezado a comercializar otros a base de una variante de un clásico en el mundo polimérico: el polietileno. Aunque sobre estos últimos no he conseguido información suficiente para saber cuál es la gracia de este polietileno tan especial que permite usarlo en estos íntimos asuntos. Se queda en mi libreta de pendientes.

Lo que si puede uno encontrar, sin curiosear mucho en internet, son algunas comparativas entre los preservativos fabricados a base de poli(isopreno) y de poliuretano. Estos últimos parecen conducir mejor el calor y ser más finos, lo que se aduce como evidentes ventajas. Pero también se ajustan peor y pueden tener un mayor riesgo de ruptura durante los intercambios eróticos. Y son más caros.

Pero sobre estas comparativas hay que ser muy cauto, porque es difícil encontrar literatura fiable en la que fundamentar esas supuestas diferencias.

lunes, 8 de marzo de 2021

Perfumes y dióxido de carbono

Hace unas pocas entradas, al contaros la historia de los aromas característicos de la Rosa Damascena, os mencionaba el caso de la fragancia La Rose Jacqueminot, que apareció en el mercado en 1904 de la mano del perfumista François Cotty. Es el prototipo de las llamadas fragancias monoflorales, ya difíciles de encontrar, que han utilizado aromas provenientes de una sola flor, en este caso la rosa. En esa misma entrada os colocaba un enlace a la pequeña historia que la web del actual imperio de cosmética que se esconde tras el nombre Coty, cuenta de su fundador. Un hombre de armas tomar que, para promocionar su fragancia en unos grandes almacenes parisinos (los conocidos como la Samaritaine o Almacenes del Louvre), no dudo en plantarse en un mostrador de su sección de perfumería y romper una botella parecida a la que veis en la imagen. Una forma drástica de marketing pero que parece que, en la época y en su caso, no le fue mal a nuestro perfumista.

Cotty fue también el creador de una línea mítica en perfumería, los perfumes llamados chypres. El término Chypre es el que se usa en francés para la isla de Chipre. Coty lanzó en 1917 un perfume con ese nombre en el que combinó aromas derivados de cosas como la bergamota, el labdanum o ládano y el musgo de roble, abundantes en el Mediterráneo en general y en Chipre en particular. Ese perfume resultó muy influyente en su época y fue imitado por otros perfumistas, dando lugar a esa familia de Chypres que he mencionado antes.

La historia de la perfumería tuvo un hito importante cuando los alquimistas árabes de hace más de mil años, descubrieron que destilando uvas de vid podían obtener un líquido, el alcohol etílico o etanol, el producto de la fermentación por microorganismos de ciertos productos vegetales como la propia uva, cereales, etc. Bautizado como aqua vitae(Eau de vie en francés) en Europa, el término alcohol proviene del árabe al-kuhul. Pronto se demostró que el alcohol era muy eficaz para extraer aromas característicos de vegetales o incluso de animales como el ámbar gris del cachalote. Hasta el advenimiento del alcohol, esos compuestos aromáticos se extraían con aceites, generalmente no volátiles, que se quedaban depositados en la piel y se acababan degradando, proporcionando notas rancias poco agradables. Frente a ello, cuando los aromas extraídos con alcohol y que, posteriormente, podían destilarse se aplicaban sobre la piel, el alcohol se evaporaba, dando una cierta sensación de frescura y dejando sobre la zona aplicada únicamente los aromas característicos de la fragancia.

El alcohol, desde ese tiempo, se hizo imprescindible en el ámbito de la perfumería. Como probablemente sepáis, cuando un maestro perfumista crea una fragancia característica para una marca, mezclando un número a veces importante de aromas provenientes de fuentes naturales (plantas, flores, cortezas, semillas, etc) pero también, y sobre todo, sustancias de síntesis creadas por el hombre, el siguiente paso es diluir esa fragancia con diferentes cantidades de alcohol etílico o etanol para dar lugar a los característicos nombres que llenan las estanterías de una perfumería: perfume (Parfum), agua de perfume (Eau de Parfum), agua de tocador (Eau de Toilette), Agua de Colonia (Eau de Cologne) y Colonia (Eau Fraiche). Las concentraciones de alcohol en esta familia de fragancias suelen oscilar entre un 70 u 80% en el caso del perfume hasta el 97 o 99% de una Eau Fraiche. Es decir, lo que hay sobre todo en una fragancia es alcohol. No es de extrañar por tanto que haya gente que beba agua de colonia. Es mucho más cercano al alcohol puro y duro que un vodka (que suele tener una concentración de alcohol del 40%). Sin ir más lejos, Scarlett O’Hara (interpretada por Vivien Leigh en "Lo que el viento se llevó") se ponía ciega bebiendo un agua de colonia preparada con una naranja dulce de Florida.

La actual preocupación por los efectos que pueda tener el aumento continuo de la concentración de CO2 en la atmósfera está haciendo que tratemos de eliminar en lo posible las emisiones de este gas desde cualquier ámbito de nuestra actividad Pero esta preocupación está también fomentando el desarrollo de tecnologías para tratar de atraparlo o capturarlo en aquellos procesos en los que se produzca de forma masiva, bien para utilizarlo en la producción de otras sustancias o simplemente para almacenarlo hasta que sepamos qué hacer con él. LanzaTech, por ejemplo, es una empresa americana, radicada en Illinois, que se dedica a la captura de gases como el monóxido o el dióxido de carbono, provenientes de de grandes factorías del acero y a utilizarlos para producir entre otras cosas etanol.

Y como los ejecutivos de la actual Coty deben tener en los genes las habilidades del marketing de su fundador, se les ha ocurrido la idea de llegar a un acuerdo con las gentes de LanzaTech para utilizar ese alcohol proveniente del dióxido de carbono ambiental capturado como componente de sus diferentes fragancias. Y nos anuncian que esperan que para 2023 la casi totalidad de los productos de su portafolio contengan etanol proveniente de esa única fuente. La noticia, publicada este pasado miércoles en la revisa digital Perfumer and Flavorist, contiene declaraciones de altos ejecutivos de Coty y LanzaTech que insisten en que, de esa forma, están promoviendo la sostenibilidad de sus perfumes para hacerlos más limpios y verdes y además contribuir a un menor impacto en el cambio climático. Sospecho que cuando lancen las primeras fragancias con ese CO2 capturado tendrán una repercusión similar a la de su fundador rompiendo botellas en La Samaritaine.

A este vuestro Búho le hubiera gustado ver un análisis en profundidad del verdadero impacto en el medio ambiente de ese etanol de las futuras fragancias Coty, pero de eso no se habla. El perfume, como el vino, se presta a muchas prácticas de lo que yo suelo llamar marketing perverso y este no sé si no será otro ejemplo más.

Pero no me hagáis mucho caso que ya estoy muy mayor.