lunes, 29 de junio de 2020

Anchoas, sardinas y microplásticos

Cuando la anchoa que pesca la flota artesanal de bajura de los puertos vascos está en temporada (ahora acaba de terminarse), soy un consumidor bastante compulsivo de esos peces. Me da igual que las anchoas estén simplemente fritas en aceite muy caliente, rebozadas o, si sobran de unas y otras, desmenuzadas para hacer con ellas un revuelto. Cuando la temporada está cerrada y tengo mono de anchoas suelo comprar anchoa del Mediterráneo, aunque eso pasa pocas veces a lo largo del año porque, al menos para mí, hay diferencias notables entre las anchoas de ambas procedencias. Lo cual no ha sido óbice para que este finde me saltaran las alarmas cuando varios medios de comunicación se hicieron eco de un artículo publicado en la web de la revista Marine Pollution Bulletin. Un artículo que, por lo que veo, fue inmediata y eficazmente trasmitido por los investigadores implicados a los medios que, en grandes trazos, lo resumieron en titulares diciendo que, aproximadamente, el 60% de las sardinas y anchoas de Mediterráneo Occidental llevan microplásticos en sus intestinos.

Dice en El País una de las investigadoras implicadas en el trabajo que todo empezó cuando el grupo investigador (del que forman parte españoles, brasileños y franceses) buscaba potenciales causas del descenso poblacional de sardinas y anchoas, las dos especies más comercializadas en el Noroeste del Mediterráneo, representando el 39% de las capturas. Y entre las posibles causas llegaron a la conclusión de que los microplásticos podrían jugar un cierto papel, algo que se trata de documentar en el artículo. Para ello, los investigadores capturaron anchoas y sardinas en diversas zonas del Mediterráneo próximas a la frontera entre España y Francia. Y básicamente, y en lo que a mis comentarios se refiere, contabilizaron los microplásticos presentes en los intestinos de los peces tras extraerlos del cuerpo de los mismos. Para llevar a cabo esas determinaciones numéricas han utilizado un estereomicroscopio que les ha permitido la identificación de los posibles microplásticos. La Tabla 1, en la cuarta página cuarta del pdf que me he bajado del sitio de la revista, es el resumen total de los datos que sirven para la discusión del trabajo (el artículo es de pago, pero el que lo quiera tener puede pedírmelo).

Centrándome en el caso de las anchoas (el de las sardinas difiere poco), la primera columna de esa Tabla recoge las tres áreas geográficas en la que se han recolectado especímenes de Engraulis encrasicolus (el nombre científico de la anchoa). La segunda columna divide los ejemplares de cada zona en juveniles y adultos. La tercera muestra el número de peces considerados en cada caso. En lo relativo a las anchoas se han estudiado un total de 103 anchoas, de las cuales 70 son ejemplares juveniles y el resto adultas. La cuarta columna da las longitudes de los ejemplares, mientras la quinta es un parámetro estadístico que no me voy a entretener en describir.

La sexta columna es la que proporciona el dato que la mayoría de los titulares de los medios que yo he consultado han resaltado. En el caso de las anchoas, el porcentaje de ellas que contiene microplásticos en los intestinos oscila entre un 31% y un 73 % dependiendo de la zona de captura y de la condición de adultas o juveniles. Resumiendo, 60 de las 103 anchoas investigadas (un 62%) contenía algún genérico microplástico en sus intestinos. Las siguientes tres columnas evidencian que lo que se ha encontrado fundamentalmente en esos intestinos pueden clasificarse como fibras, la casi totalidad de las cuales han sido conceptuadas por los investigadores como microfibras, con tamaños inferiores a 5 milímetros, mientras que fibras más largas que ese valor (mesofibras) o microplásticos de otras morfologías son prácticamente inexistentes. Eso corrobora, una vez más, lo que en los últimos tiempos están evidenciando muchos estudios llevados a cabo en ríos y océanos de países occidentales con estrategias adecuadas de recogida de basura plástica, en los que son las fibras y no los trozos de recipientes plásticos los principales componentes de la basura marina. Fibras que provienen, en primer lugar, de los tejidos que vestimos (ya sean fibras naturales, semisintéticas o sintéticas), que se encuentran en suspensión en el aire y son transportadas por las corrientes de aire hasta sitios inhóspitos (sobre las fibras prometo una entrada en breve). También son fibras las provenientes de las artes de pesca (redes, sedales) que las flotas abandonan en el mar.

La séptima columna da el número medio de microfibras encontradas en cada anchoa investigada y es la que a mí me ha llamado la atención. Ese parámetro solo ha merecido una corta referencia en el artículo original y, que yo sepa, no ha sido mencionado en los artículos difundidos en los medios. Ahí se puede constatar que ese número no va más allá de una o dos microfibras por intestino (los valores oscilan entre 1.55 y 2.00, dependiendo de las zonas de captura y la edad de las anchoas). La captura es un episodio aleatorio en la vida de una anchoa concreta, lo que vendría a decir que esas anchoas, en ese momento, tenían una o dos fibras en su intestino y, probablemente, las tendrían varias horas o días después. Mi conclusión es que esas dos fibras estaban ahí como consecuencia de procesos digestivos cortos en los que las anchoas están digiriendo cosas y defecando los restos. Y en promedio, en cada instante, solo tienen dos fibras en su intestino. En caso contrario, si las fibras se acumularan en la anchoa, tendría que haber muchas más. Eso también está de acuerdo con la mayoría de la bibliografía existente sobre el efecto de los microplásticos en peces y aves marinas. En la mayoría de los casos, los microplásticos se comen y se devuelven al mar en forma de heces. Algo parecido a lo que hacemos nosotros con muchas de las fibras y otras partículas que ingerimos o inhalamos cada día como consecuencia de la contaminación atmosférica o la comida que comemos y bebemos. Y eso mismo pasará cuando el bonito o el atún se coma la anchoa (su presa favorita).

En el artículo de El País arriba mencionado, la investigadora implicada habla de que una próxima etapa en sus investigaciones es estudiar el impacto que esos microplásticos detectados en estos peces puedan tener en las personas que se alimentan de ellos. Yo tengo claro (aunque puedo equivocarme) que un impacto mínimo, por no decir inexistente. Cuando yo compro anchoas, mi pescatero, un auténtico cirujano eviscerando los cuerpos de cualquiera de los pescados que le compro, se preocupa de que no me coma las tripas de las anchoas. Así que difícilmente me voy a comer la una o dos fibras que, en promedio, pudieran almacenar los pescados investigados. Las posibles fuentes de preocupación podrían ser dos. Una proveniente de la duda (razonable) de que si las fibras fueran suficientemente pequeñas (nanofibras) pudieran pasar las paredes celulares e incorporarse a la musculatura del pez. La otra fuente de preocupación estaría motivada por el hecho de que esas fibras se constituyeran en "almacenes" de sustancias tóxicas existentes en el mar y que pudieran transferirse a la grasa o la musculatura del pez, entrando así en una cadena que pudiera alcanzarnos. Pero ninguna respuesta a esas preocupaciones pueden desprenderse de los datos proporcionados por los autores, así que, en su caso, los comentarios al respecto recogidos en los medios, son simples especulaciones. Y, además, en este Blog ya se ha documentado que, en el caso de los nanoplásticos, estamos muy lejos de tener datos al respecto y que en lo relativo a los microplásticos como vectores de sustancias tóxicas, los últimos trabajos de grupos relevantes consideran que esa es una conclusión poco fundamentada. Véase, por ejemplo, esta entrada o esta otra.

En definitiva, que no tengo nada contra artículos como el mencionado, que tiene su interés de cara a monitorizar el efecto de la contaminación por plásticos u otros contaminantes en las poblaciones de peces en el Mediterráneo. Pero lo que me molesta (y sobremanera) es que de los datos reales expuestos en el mismo y que tienen su mérito, solo se publiciten las conclusiones más fácilmente vendibles a los medios de comunicación, se escondan otras (como la aquí comentada) y se difundan opiniones que los datos del trabajo concreto no avalan.

Y ahora a convencer a los amigos que, cuando se pueda, sigan comiendo anchoas.

3 comentarios:

  1. Vaya pues han fastidiado a los aficionados a delicatesen del garum!

    Lo de encontrar nanoplásticos en intestinos filtradores de anchoas debe llevar trabajo extra. Un trabajo de sensaciones rarotas...

    Con esos titulares de prensa es bueno poder leer sus comentarios de  investigación de lujo. Con humor pues podemo hackear filtros de cafetera en la lavadora.
    O con los calores i humor, proponer que vuelvan modas de tangas naturales de las hippies de los 70s, que si eran sanotas, de peque estaba encantado i boquiabierto
    : - D  
    Que tal una próxima entrada de nanoplasticos en vegetales? Sobre plantas 'infectadas' y afectadas, algo vi, ya lo rebusco ynsi lo encuentro lo adjunto en otro comentario.  

    Siempre es un lujo poder saber mejor de investigaciones y que no nos confundan los titulares sensacionalistas. Aunque nos recuerde a salsas de tripas delicatessen al estilo antiguo, y sonriamos por tanta curiosidad

    Saludets i admiració,
    : - )
    toni m.p. a mallorca
    : - )

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  2. Uep,
    Lo de investigacion d plantas y nanoplasticos, esta en
    noticiasdelaciencia punto com
    una noticia de hace poco si se busca en su buscador por
    'nanoplasticos dentro de plantas terrestres'

    Ya puestos con humor distópico, imagino futuro anuncio 'Compre lo mejor para su Kit de pecera fria autosuficiente y con cubierta de lechugas. Tierra Lunar 100%nanoplastic free de TheMartianPotatoes!
    Salut, tonimp
    : - )

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  3. Si tenéis ocasión echad un vistazo al webinar de Chris DeArmitt "WEBINAR VIDEO AND PRESENTATION - PLASTICS & THE ENVIRONMENT: DISPELLING POPULAR MYTHS WITH SCIENTIFIC FACTS"
    https://www.4spe.org/i4a/pages/index.cfm?pageid=5725

    Es una charla larga, pero se hace amena.

    Un abrazo de un antiguo alumno Búho ;)

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