miércoles, 22 de abril de 2020

Flatología

Uno de los comentaristas habituales de este Blog es un amigo que responde al seudónimo de Flatólogo. Nos conocimos virtualmente haciendo comentarios en el delicioso Blog lamargaritaseagita que mantiene Jorge Ruiz-Carrascal sobre gastronomía y alimentos. Aunque ahora lleva parado desde finales de 2016 y muchos lo echamos de menos y esperamos que se reactive. Tanto a Flatólogo (Manuel Romera) como a Jorge, a los que considero amigos (si ellos me dejan), los he conocido después personalmente, compartiendo mesa y mantel y aprendiendo de lo que saben. Es una de las ventajas de las Redes Sociales, que conoces gente estupenda (y sabia) que, de otra manera, no hubieras conocido nunca.

El caso es que en las ocasiones en las que he hablado o me he escrito con Flatólogo, nunca se me ha ocurrido preguntarle por qué ha elegido ese seudónimo. Flatólogo quiere decir experto en flatos (o pedos, o cuescos, que diría Cela) y resulta que Manuel ejerce la Medicina pero como oftalmólogo (lo de experto en cuestiones gastronómicas es su vicio). Igual nos aclara el asunto cuando este post se publique. Viene a cuento tal escatológica entradilla porque otro amigo, el ilustre palentino Néstor Núñez, me mandaba ya hace tiempo un interesante email en el que me preguntaba cosas sobre la composición química de las flatulencias, por qué arden y otras interesantes cuestiones ligadas a sus recuerdos juveniles y sus preocupaciones actuales. Quise contestarle enseguida pero luego me lié con un par de charlas que tenía que dar y que llevaba mal preparadas. Y mas tarde me empecé a agobiar con el asunto del COVID-19, semanas antes de que el Gobierno se dignara hacer lo mismo, y no tenía el cuerpo para estas cosas. Pero ya ando algo mejor de ánimo y vamos a contarle algo de lo que preguntaba, antes de que sea muy tarde.

La composición de una flatulencia es una compleja combinación de una serie de factores que varían mucho de una persona a otra y que tienen que ver con la comida que uno ingiere, la colección de bacterias que pueblan su colon además de un largo etcétera que podríamos denominar la bioquímica de cada uno. Pero, al final, los mayores componentes de un pedo son gases que no huelen, como el nitrógeno y el oxígeno del aire, que ingerimos continuamente, u otros como el hidrógeno, el metano o el dióxido de carbono (CO2) que provienen bien de la digestión o de la actividad de las bacterias en el intestino.

Los gases que huelen (y algunos francamente mal, como es obvio) son otros, generalmente sustancias en cuya molécula hay algún átomo de azufre (metanotiol, dimetil sulfuro o ácido sulfhídrico) o nitrógeno (indol, escatol). Pueden estar en cantidades pequeñas, a veces hasta ridículas pero, como ya hablamos aquí en el caso de los perfumes o los vinos, nuestra nariz en un sensor particularmente eficaz para detectar algunas moléculas y estas están entre ellas. La mayor o menor presencia de estos gases pestilentes depende de nuestra dieta (de ahí la foto que ilustra la entrada, el brócoli contiene mucho azufre) o de nuestra salud (de hecho, hay estudios tratando de correlacionar niveles de algunos de los gases presentes en flatulencias y heces, con ciertas enfermedades del tracto intestinal).

Internet está lleno de vídeos en los que la gente prende fuego a sus pedos. Y ello se debe, sobre todo, a la presencia en los mismos del hidrógeno y del metano (altamente inflamables). Además, la cantidad de hidrógeno que se produce en nuestras digestiones en un día puede llegar a ser de varios litros, merced a la acción de ciertas bacterias sobre los carbohidratos que ingerimos. Afortunadamente para los que acercan cerillas y mecheros a su culo mientras se pean (del verbo peer, ver RAE), otras bacterias hacen reaccionar el hidrógeno con los sulfatos para producir ácido sulfhídrico (el del clásico olor a huevos podridos), mientras que unos microorganismos (las arqueas) ayudan a convertir ese hidrogeno en metano y agua al reaccionar con el anhídrido carbónico. Porque si así no fuera, y evacuáramos todo el hidrógeno producido, el porcentaje de quemados por estas prácticas sería más alto del que actualmente es.

Otra de las dudas de mi amigo palentino está relacionada con sus experiencias juveniles, según las cuales las flatulencias quemadas no olían como el pedo original. La Química también tiene explicación para ese extremo. Cuando aplicamos la cerilla o el mechero a nuestro trasero, lo que fundamentalmente quemamos es hidrógeno y metano en las clásicas reacciones de combustión de ambos, reacciones que solo producen agua en el primer caso y CO2 y agua en el segundo. Ni los gases originales ni los que se producen en esas reacciones huelen, así que el cambio tiene que provenir de la combustión de algunos gases odoríferos que, al quemarse, desaparecen como tales.

En las combustiones mas relevantes (las del hidrógeno y el metano), otro matiz es el color de la llama generada en estas divertidas (y peligrosas) prácticas. En vídeos grabados en la oscuridad usualmente se ve una llamarada azul, debida a la combustión del metano. Pero no todo el mundo produce la misma cantidad de metano en sus cañerías y muchos ni siquiera lo producen en cantidades adecuadas para el efecto, debido a la ausencia de los microorganismos que he mencionado en el párrafo anterior. En ese caso, uno puede seguir quemando pedos gracias al hidrogeno pero, en ausencia de metano, la llama producida es más bien amarilla o anaranjada.

Finalmente, Néstor me preguntaba sobre los niveles de flatulencia en veganos y carnívoros convictos y las repercusiones que eso pueda tener sobre los gases de efecto invernadero y el cambio climático. Una cuestión harto complicada sobre la que este vuestro Búho sabe poco o nada. Una revisión bibliográfica rápida en estos días de cocinamiento (como dice una amiga), me ha revelado que el tipo de investigación más habitual en estas cuestiones se centra en evaluar el impacto ambiental, en términos de producción equivalente de CO2, de las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la totalidad de los procesos (uso de terreno, energía empleada, agua, etc.) implicados en la producción de dietas más o menos representativas de las posibles opciones alimenticias de los consumidores. Y parece desprenderse que la dieta vegana es la más sostenible. Aunque a mí, y creo que a Néstor, nos coge un poco mayores para un cambio radical.

Actualización (23/04, 9:17). Flatólogo ha respondido enseguida a mi requerimiento. Está en el primer comentario, aquí debajo. Y la infografía que menciona en él está aquí.

9 comentarios:

  1. Hola, Búho, muchas gracias por la mención que me haces. Lo de Flatólogo es el típico "nickname" que se pone uno sin pensarlo mucho, aunque tiene su base en mi aprecio por las leguminosas y una ligera intolerancia a la lactosa. Igual te interesa adjuntar esta imagen: https://cutt.ly/OytnpJj (una vieja infografía que hice hace unos siete años sobre el gas intestinal).
    La verdad es que se puede utilizar este asunto maloliente como modelo para estudiar muchos aspectos de la ciencia: obviamente se puede usar en la explicación de los mecanismos digestivos, de la composición química de los alimentos, o para hablar de la fermentación bacteriana; tiene aplicación clínica como monitor de la recuperación del peristaltismo intestinal tras enfermedades o cirugías intestinales ("¿qué, ya se ha echao pedillos?" que se le pregunta al paciente); sirve para ejemplificar la función olfativa, sus complicadas redes neuronales y el efecto en la respuesta emocional a los aromas; sirve como prueba de amor indiscutible hacia tu pareja y signo máximo de la confianza; sirve para explicar las leyes de los gases, desde el riesgo de distensión abdominal al ascender en un avión, hasta las presiones parciales que gobiernan el intercambio gaseoso en la pared intestinal; incluso me da que el atavismo de prenderle fuego a los pedos, una mezcla de gases sencillos como los de la atmósfera primigenia, es un remedo del experimento de Stanley Miller intentando recrear el origen de la vida.

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  2. Me he reído a carcajadas con la infografía de Flatólogo... ese "PRRRRRR" es genial...suena como ronco...quizás el sonido tenga que ver con la composición de esos gases.... jajajaja, per el comentario sobre la prueba de amor hacia la pareja, me trajo a la memoria algo que le escuché a un amigo hace muco tiempo....Él hablaba del "sabaneo"para echar fuera esos olores apestosos....jajajaja

    Con todo esto del encierro, Búho, hacía falta un post como este, para aprender con humor...

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  3. Todo lo que se puede aprender de un gas "sonoro" y pestilente. Gracias Búho y Flatólogo.
    Entre líneas me han llamado la atención tres cosas:
    Primera, el verbo peer, que no lo había conjugado en mi vida. Es un bonito verbo de estudio.
    Segunda, la palabra escatología, que en español tiene 2 acepciones bien diferentes y copio de la RAE: "Conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida de ultratumba." y "Uso de expresiones, imágenes y temas soeces relacionados con los excrementos."
    Y tercera, que toca directamente con mis aceites esenciales, el indol, que no huele bien que digamos, pero forma parte de dos aceites esenciales que conozco y que sí huelen fantásticamente bien: el jazmín y el neroli o azahar, con hasta un 0.3% de esta sustancia.
    Nuevamente, gracias por entretenernos y formarnos, más en estos días.

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  4. En la infografía aparece HS. ¿Podría ser una errata referida a H2S?

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  5. Lo miro. Y si hay ese problema se lo digo al autor de la infografía, que es el Flatólogo que escribía en estos comentarios un poco más arriba que tú. Muchas gracias.

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  6. Pues sí, es cierto, es subíndice del hidrógeno se lo llevó un pedo... Qué rabia que a uno se le escapen estos gazapos, y más darse cuenta un montón de años después. Tampoco menciono en la infografía al escatol y otros compuestos intervinientes en el bouquet. A ver si encuentro el archivo original y lo arreglo. Gracias por la observación.

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  7. Hay quien de forma casera 'cultiva' y recoge gases similares de su popó. Hay incluso asociaciones y en asia es popular para cocinar
    Hace muchos años por inquietud y ecología probé de medir y a ver si funcionava i demás... Era como cualquier 'invento casero' una distracción, no secreta, pero discreto. Y vayamsi me hice famoso! Cuando otros lo vieron de pasada, buf, vaya lios y confusiones!Todo se fue a la m***** y dudo si me tomaron por un seguidor de los pseudociencias que se lo comen o beben, o que se yo

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  8. Muy gráfico e interesante lo que contáis acerca de las flatulencias y su recorrido, me ha asaltado una duda. Existen suplementos compuesto por extractos de brócoli, ¿también estas "inocentes" cápsulas pueden causar flatulencias? ¿O no es tan común?

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  9. Hola Brócoli,
    Tras tu comentario he entrado en contacto con mi experto en estas cosas, el amigo Flatólogo que ya ha contribuido en esta lista de comentarios. Un experto como puedes ver. Y ma ha contestado lo siguiente a tu pregunta:

    No tengo idea de esos extractos de brócoli, la información que veo es de herbolarios y sitios por el estilo, de nula fiabilidad. Indican que el extracto es rico en glucosinolatos, fuente de azufre, de modo que si no aumentan el volumen de flatulencias (pues no sé si el extracto es rico en fibra) al menos sí aportan el “ambientador”.

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