Hace poco más de un año, os avisaba en este mismo sitio que los químicos íbamos a dar mucho la tabarra con el asunto del aniversario de la primera propuesta de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos. Este año 2020, es muy posible que una parte de esos químicos, los que nos hemos dedicado y se dedican a los polímeros, acabemos por daros la lata (iniciativas hay, aunque quizás menos) con los cien años transcurridos desde la publicación del artículo escrito por Hermann Staudinger, un químico alemán, en la revista Berichte der Deutschen Chemischen Gesellschafts, artículo que se considera como inicio del interés de la Química por esos materiales. Podéis ver la cabecera original del artículo en la captura de su primera página que preside esta entrada, en la que puede comprobarse que el artículo se titulaba Sobre la Polimerización y que se recibió en la revista el 13 de marzo de 1920. Para ver mejor esa cabecera podéis clicar sobre la propia imagen.
Sobre la importancia de esa contribución de Hermann Staudinger publiqué, ya hace algún tiempo, un artículo en el Cuaderno de Cultura Científica (CCC) que podéis encontrar en este enlace. Desde entonces, han pasado casi seis años, el Búho se ha jubilado pero sigue siendo un fiel y curioso devoto de Staudinger, particularmente del cambio brusco que imprimió a su vida cuando se trasladó a la Universidad de Friburgo en 1926 y empezó a considerar seriamente el dedicarse solo a los polímeros. O de los diferentes detalles de su azarosa vida académica entre las dos grandes guerras y de las presiones que sufrió por parte del régimen nazi, ya en los años treinta. Y entre las cosas que he leído estos últimos tiempos, y que no conté en el artículo mencionado, hay tres detalles que voy a utilizar para vestir un poco el anuncio del Centenario que nos ocupa.
En el último párrafo del artículo en el CCC, cuento las presiones del filósofo Martin Heidegger, el decano de Staudinger, que culminaron en 1933 con un intento de destitución por considerarle muy frío con el régimen nazi (aunque parece que no del todo contrario). Al hilo de esto, hace poco leí una entrevista con uno de los estrechos colaboradores de Staudinger en los últimos años de su vida, Helmut Ringsdorf, en la que daba más detalles sobre esos duros meses bajo la vigilancia del decano filósofo. Parece que alguien más alto en la nomenclatura nazi que Heidegger, hizo desistir a éste de sus peores intenciones sobre Staudinger pero, aún y así, se tomaron medidas muy serias para restringir sus actividades y, sobre todo, sus viajes. Cuenta Ringsdorf que, para tratar de soslayar esto último, Staudinger argumentó que sus viajes eran una forma de representar a la ciencia alemana en el exterior y defender sus "Macromoléculas alemanas", una idea no muy lejana a la Medicina Germánica implantada por los nazis y de la que ya hemos hablado alguna vez por su relación con la homeopatía.
Heidegger fue también el causante de que Hans Adolf Krebs, un joven bioquímico que, ese 1932, acababa de obtener su Venia Docendi en el Clínico de la misma Universidad de Friburgo en la que Staudinger trabajaba, fuera destituido fulminantemente. Aquí no hubo dudas porque Krebs era judío. Así que al hombre no le quedó más remedio que, gracias a la brillantez de su carrera investigadora, dejar Alemania en 1933 y buscar refugio en Inglaterra, donde siguió con sus trabajos sobre el Ciclo de Krebs que todo estudiante de Bachillerato hoy conoce, trabajos que contribuyeron a que le dieran el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1953, compartiendo la ceremonia de entrega con su viejo colega Hermann Staudinger, a quien ese mismo año habían dado el Premio Nobel de Química por su decisiva contribución a la introducción del concepto macromolecular. Hay fotos en los que se les ve juntos, mirando los documentos que les acreditaban como laureados o mostrando divertidos sus respectivos relojes (que desconozco si eran un regalo incluido en el premio o no). Imágenes a las que no puedo enlazar porque son de pago, pero si ponéis en Google los nombres completos de los dos y la palabra photos, tarde o temprano las encontraréis.
Y, para terminar, expliquemos el extraño título de esta entrada. En el artículo del CCC que he enlazado al empezar, se mencionaba el consejo que un reputado químico orgánico, H. Wieland, hizo llegar a Staudinger para tratar de desviarle de su empecinamiento en la existencia de moléculas muy largas o macromoléculas: “Mi querido colega, abandone su idea de las largas moléculas. Las moléculas orgánicas con peso molecular superior a 5000 no existen. Purifique bien sus productos, como el caucho, y así cristalizarán debidamente y le harán ver su carácter de moléculas de bajo peso molecular”. Pero en sus Memorias, redactadas en 1961, Staudinger recuerda también que muchos colegas le preguntaban por qué había decidido dejar los productivos campos de investigación en Química Orgánica que había seguido hasta entonces, en beneficio de unos compuestos "asquerosos y mal definidos", como el caucho o algunos polímeros sintéticos (como el poliestireno ya conocido en ese tiempo). Una Química que, a la vista de las dificultades de manejo que presentaban esas sustancias en el laboratorio y de sus inusuales propiedades, era bautizada despectivamente por esos colegas, en la lengua materna de Staudinger, como Schmierenchemie. Que no se si corresponde al término que he empleado en el título porque no me ha quedado del todo claro tras discutirlo con dos nativos alemanes de mi entorno próximo. Pero visto el contexto, a mi me gusta.
Por cierto, hablando de cumpleaños, este Blog cumple hoy catorce años. Un adolescente, oiga. Con 560 entradas.
Sobre la importancia de esa contribución de Hermann Staudinger publiqué, ya hace algún tiempo, un artículo en el Cuaderno de Cultura Científica (CCC) que podéis encontrar en este enlace. Desde entonces, han pasado casi seis años, el Búho se ha jubilado pero sigue siendo un fiel y curioso devoto de Staudinger, particularmente del cambio brusco que imprimió a su vida cuando se trasladó a la Universidad de Friburgo en 1926 y empezó a considerar seriamente el dedicarse solo a los polímeros. O de los diferentes detalles de su azarosa vida académica entre las dos grandes guerras y de las presiones que sufrió por parte del régimen nazi, ya en los años treinta. Y entre las cosas que he leído estos últimos tiempos, y que no conté en el artículo mencionado, hay tres detalles que voy a utilizar para vestir un poco el anuncio del Centenario que nos ocupa.
En el último párrafo del artículo en el CCC, cuento las presiones del filósofo Martin Heidegger, el decano de Staudinger, que culminaron en 1933 con un intento de destitución por considerarle muy frío con el régimen nazi (aunque parece que no del todo contrario). Al hilo de esto, hace poco leí una entrevista con uno de los estrechos colaboradores de Staudinger en los últimos años de su vida, Helmut Ringsdorf, en la que daba más detalles sobre esos duros meses bajo la vigilancia del decano filósofo. Parece que alguien más alto en la nomenclatura nazi que Heidegger, hizo desistir a éste de sus peores intenciones sobre Staudinger pero, aún y así, se tomaron medidas muy serias para restringir sus actividades y, sobre todo, sus viajes. Cuenta Ringsdorf que, para tratar de soslayar esto último, Staudinger argumentó que sus viajes eran una forma de representar a la ciencia alemana en el exterior y defender sus "Macromoléculas alemanas", una idea no muy lejana a la Medicina Germánica implantada por los nazis y de la que ya hemos hablado alguna vez por su relación con la homeopatía.
Heidegger fue también el causante de que Hans Adolf Krebs, un joven bioquímico que, ese 1932, acababa de obtener su Venia Docendi en el Clínico de la misma Universidad de Friburgo en la que Staudinger trabajaba, fuera destituido fulminantemente. Aquí no hubo dudas porque Krebs era judío. Así que al hombre no le quedó más remedio que, gracias a la brillantez de su carrera investigadora, dejar Alemania en 1933 y buscar refugio en Inglaterra, donde siguió con sus trabajos sobre el Ciclo de Krebs que todo estudiante de Bachillerato hoy conoce, trabajos que contribuyeron a que le dieran el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1953, compartiendo la ceremonia de entrega con su viejo colega Hermann Staudinger, a quien ese mismo año habían dado el Premio Nobel de Química por su decisiva contribución a la introducción del concepto macromolecular. Hay fotos en los que se les ve juntos, mirando los documentos que les acreditaban como laureados o mostrando divertidos sus respectivos relojes (que desconozco si eran un regalo incluido en el premio o no). Imágenes a las que no puedo enlazar porque son de pago, pero si ponéis en Google los nombres completos de los dos y la palabra photos, tarde o temprano las encontraréis.
Y, para terminar, expliquemos el extraño título de esta entrada. En el artículo del CCC que he enlazado al empezar, se mencionaba el consejo que un reputado químico orgánico, H. Wieland, hizo llegar a Staudinger para tratar de desviarle de su empecinamiento en la existencia de moléculas muy largas o macromoléculas: “Mi querido colega, abandone su idea de las largas moléculas. Las moléculas orgánicas con peso molecular superior a 5000 no existen. Purifique bien sus productos, como el caucho, y así cristalizarán debidamente y le harán ver su carácter de moléculas de bajo peso molecular”. Pero en sus Memorias, redactadas en 1961, Staudinger recuerda también que muchos colegas le preguntaban por qué había decidido dejar los productivos campos de investigación en Química Orgánica que había seguido hasta entonces, en beneficio de unos compuestos "asquerosos y mal definidos", como el caucho o algunos polímeros sintéticos (como el poliestireno ya conocido en ese tiempo). Una Química que, a la vista de las dificultades de manejo que presentaban esas sustancias en el laboratorio y de sus inusuales propiedades, era bautizada despectivamente por esos colegas, en la lengua materna de Staudinger, como Schmierenchemie. Que no se si corresponde al término que he empleado en el título porque no me ha quedado del todo claro tras discutirlo con dos nativos alemanes de mi entorno próximo. Pero visto el contexto, a mi me gusta.
Por cierto, hablando de cumpleaños, este Blog cumple hoy catorce años. Un adolescente, oiga. Con 560 entradas.
Felicitarle por el aniversario del blog y por su contenido, fantástico. Enhorabuena y permítanos seguir disfrutando de sus conocimientos. Un saludo.
ResponderEliminarFelicidades, admirado Búho.
ResponderEliminarFeliz cumpleaños!
ResponderEliminarMuchísimas felicidades, Yanko. Nos hemos conocido por nuestros blogs, no se me ocurre mejor regalo entre nosotros.
ResponderEliminarun beso enorme.
Gracias a todos.
ResponderEliminarFelicidades por el artículo.
ResponderEliminarStaudinger, al que algunos tenemos en un altar. Un auténtico pionero, sobre todo por sus investigaciones en macromoléculas y polímeros; pero también con un importante papel en química orgánica, descubridor de reacciones muy importantes, como la cicloadición 2+2 de cetenas e iminas y, LA REACCIÓN DE WITTIG.
Sí, la reacción de Wittig no la descubrió Georg Wittig. LA DESCUBRIÓ HERMAN STAUDINGER.
Feliz cumpleaños para este estupendo blog. Catorce años...¡Estupenda decisión de comenzarlo! y gracias, Búho. Siempre nos cuentas algo interesante.
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