Si uno pone en el buscador de Google "Ballon fragments in the sea" o, lo que es lo mismo, fragmentos de globos en el mar, Google te devuelve la friolera de más de dos millones y medio de documentos, la mayoría de los cuales contienen textos y fotos, muchas de ellas impactantes, sobre el daño que la sencilla suelta de globos, en localidades más o menos próximas al mar, puede causar en el mundo marino. Algo normal por otro lado. Si estamos decididos a evitar que los plásticos acaben en el mar, de plástico a fin de cuentas son los infantiles globos que, al ir perdiendo el gas que los eleva hacia a la atmósfera, tarde o temprano acabarán cayéndose de ella. Y terminando, con mucha probabilidad, en los mares y océanos que, no en vano, ocupan la mayor parte del globo terráqueo. Aunque, todo hay que decirlo, el número de globos que pueden fabricarse en el mundo es una nimiedad con respecto al número de bolsas, botellas y envases de plástico que se producen.
La última noticia relativa al posible impacto de los globos en la vida marina se ha producido este mismo mes, después de que se publicara en los Scientific Reports (del grupo Nature Publishing) un artículo firmado por un grupo de investigadores, todos ellos radicados en Instituciones situadas en Hobart, la capital de Tasmania, en Australia. El artículo lleva por título (traduzco del inglés y un poco libremente) "Un análisis cuantitativo que liga la mortalidad de aves marinas con la ingestión de desechos existentes en el mar".
En el Abstract o Resumen del artículo se dice que los autores han analizado 1733 cadáveres de pájaros de 51 especies diferentes, demostrando que hay una relación entre los desechos marinos ingeridos y las causas de muerte debidas a esa ingestión. Que la causa principal de la muerte es la obstrucción del tracto gastrointestinal y que, en conjunto, los restos de globos son el desecho más peligroso, 32 veces más que ingerir un fragmento de un plástico duro (los ya famosos microplásticos). La publicación del artículo vino acompañada, como ya es habitual, por la correspondiente nota de prensa difundida por la Universidad de Tasmania el pasado 4 de marzo, que abundaba en los términos descritos en el Resumen. En poco menos de un par de semanas, las declaraciones a los medios del primer firmante del artículo se han sucedido a buen ritmo y es fácil constatar el impacto conseguido con otra simple búsqueda en internet, incluso a nivel de publicaciones escritas en castellano.
Pero yo ya no me fío un pelo de titulares tremendistas en general y de los que, en particular, versan sobre asuntos relacionados con los microplásticos en el mar. Hace casi dos años, la otra revista científica por excelencia, Science, retiraba de la circulación un extenso y muy difundido artículo de dos investigadores suecos, en el que venían a decir que la ingestión de microplásticos de poliestireno expandido (esa especie de corcho blanco de las bandejas de comida) producía males sin cuento en el desarrollo de las larvas de las percas de río. Esa retirada tuvo su origen en las denuncias que los propios compañeros del conocido Instituto en el que trabajaban los autores hicieron a la revista y a su Institución. En ellas les acusaban de haberse inventado datos y haber usado malas prácticas experimentales. Así que, leído el resumen del artículo de los tasmanos sobre los globos, mi escéptica y poderosa nariz de vasco intuyó que algo no cuadraba en el paper y decidí que había que emplear algo de tiempo en leerlo con cuidado.
Y no necesité concentrarme mucho para descubrir que los números que aparecen en el Abstract están más retorcidos que la masa de una pizza si se los compara con los datos que se aducen posteriormente en el trabajo. En la página 2, y en el primer párrafo del apartado Results, los autores declaran haber estudiado, como decía arriba, 1733 pájaros muertos y en sus autopsias encuentran que en el 32,1% de ellos (557 pájaros) había restos de diversos desechos marinos, el 92,4% de los cuales eran pequeños trozos de plástico duros, pero también había restos de plásticos más blandos como los usados en envases (2,1%), restos de globos (2%) así como de caucho, espumas de poliuretano o poliestireno, fibras de redes y cuerdas empleadas en los barcos y otros desechos no plásticos.
Pero, después de este recuento tan exhaustivo y en el siguiente párrafo, a uno le saltan inmediatamente las alarmas cuando lee que solo 13 de los 1733 pájaros habían muerto como consecuencia constatada de la ingestión de plásticos. En otros 9 casos esa parecía también ser la causa mas probable, aunque el lamentable estado en el que se encontraban los cadáveres dificultaba sacar conclusiones tan fiables como en los anteriores. La gran mayoría de los pájaros (1256) no habían muerto como consecuencia de la ingestión de residuos marinos (ni plásticos ni de otro tipo) y en los 446 restantes no pudo determinarse con claridad la causa de su muerte. Así que usando la hipótesis más favorable a los autores, solo 22 de los 1722 pájaros (un ínfimo 1,3%) habían muerto por ingestión de residuos marinos. De esos 22, casi todos (21) habían muerto por obstrucción o bloqueo total del tracto gastrointestinal. Y esa obstrucción o bloqueo había sido causado por plásticos duros en 11 pájaros, por globos en 5, por plásticos expandidos en 4 y solo 1 por restos de cuerda de las empleadas en amarres de barcos. A partir de ahí y con un análisis estadístico que tiene en cuenta los porcentajes de desechos encontrados en las autopsias (había muchos más plásticos duros que globos, por ejemplo), los autores llegan a la conclusión, difundida a todos los vientos, de que los globos son los plásticos más peligrosos que un ave marina puede ingerir.
Ni el Comité Editorial de la revista en cuestión, ni los revisores previos del artículo debieron leerse en su momento con detalle el artículo y apreciar las debilidades del análisis que os acabo de comentar. Tampoco lo hicieron la multitud de publicaciones que se han hecho eco, como loritos, de la nota de prensa pero que, en algunos casos, han exagerado los resultados hasta límites como el de este titular de la revista QUO: "Lo que más animales mata en los océanos son los globos". En cuanto a los autores, lo más suave que se me ocurre decir es que tendrían que volver a repasar sus conocimientos de estadística.
En cualquier caso, dado que estoy preparando un par de charlas sobre Plásticos y Microplásticos para las próximas semanas, me volveréis a leer en breve otra vez sobre el tema. Que en asuntos tan sensibles para la opinión pública hay mucho buscador de catástrofes con intereses espurios. Y que por cinco minutos de gloria mediática (y lo que ella puede acarrear posteriormente) son capaces de cualquier cosa.
La última noticia relativa al posible impacto de los globos en la vida marina se ha producido este mismo mes, después de que se publicara en los Scientific Reports (del grupo Nature Publishing) un artículo firmado por un grupo de investigadores, todos ellos radicados en Instituciones situadas en Hobart, la capital de Tasmania, en Australia. El artículo lleva por título (traduzco del inglés y un poco libremente) "Un análisis cuantitativo que liga la mortalidad de aves marinas con la ingestión de desechos existentes en el mar".
En el Abstract o Resumen del artículo se dice que los autores han analizado 1733 cadáveres de pájaros de 51 especies diferentes, demostrando que hay una relación entre los desechos marinos ingeridos y las causas de muerte debidas a esa ingestión. Que la causa principal de la muerte es la obstrucción del tracto gastrointestinal y que, en conjunto, los restos de globos son el desecho más peligroso, 32 veces más que ingerir un fragmento de un plástico duro (los ya famosos microplásticos). La publicación del artículo vino acompañada, como ya es habitual, por la correspondiente nota de prensa difundida por la Universidad de Tasmania el pasado 4 de marzo, que abundaba en los términos descritos en el Resumen. En poco menos de un par de semanas, las declaraciones a los medios del primer firmante del artículo se han sucedido a buen ritmo y es fácil constatar el impacto conseguido con otra simple búsqueda en internet, incluso a nivel de publicaciones escritas en castellano.
Pero yo ya no me fío un pelo de titulares tremendistas en general y de los que, en particular, versan sobre asuntos relacionados con los microplásticos en el mar. Hace casi dos años, la otra revista científica por excelencia, Science, retiraba de la circulación un extenso y muy difundido artículo de dos investigadores suecos, en el que venían a decir que la ingestión de microplásticos de poliestireno expandido (esa especie de corcho blanco de las bandejas de comida) producía males sin cuento en el desarrollo de las larvas de las percas de río. Esa retirada tuvo su origen en las denuncias que los propios compañeros del conocido Instituto en el que trabajaban los autores hicieron a la revista y a su Institución. En ellas les acusaban de haberse inventado datos y haber usado malas prácticas experimentales. Así que, leído el resumen del artículo de los tasmanos sobre los globos, mi escéptica y poderosa nariz de vasco intuyó que algo no cuadraba en el paper y decidí que había que emplear algo de tiempo en leerlo con cuidado.
Y no necesité concentrarme mucho para descubrir que los números que aparecen en el Abstract están más retorcidos que la masa de una pizza si se los compara con los datos que se aducen posteriormente en el trabajo. En la página 2, y en el primer párrafo del apartado Results, los autores declaran haber estudiado, como decía arriba, 1733 pájaros muertos y en sus autopsias encuentran que en el 32,1% de ellos (557 pájaros) había restos de diversos desechos marinos, el 92,4% de los cuales eran pequeños trozos de plástico duros, pero también había restos de plásticos más blandos como los usados en envases (2,1%), restos de globos (2%) así como de caucho, espumas de poliuretano o poliestireno, fibras de redes y cuerdas empleadas en los barcos y otros desechos no plásticos.
Pero, después de este recuento tan exhaustivo y en el siguiente párrafo, a uno le saltan inmediatamente las alarmas cuando lee que solo 13 de los 1733 pájaros habían muerto como consecuencia constatada de la ingestión de plásticos. En otros 9 casos esa parecía también ser la causa mas probable, aunque el lamentable estado en el que se encontraban los cadáveres dificultaba sacar conclusiones tan fiables como en los anteriores. La gran mayoría de los pájaros (1256) no habían muerto como consecuencia de la ingestión de residuos marinos (ni plásticos ni de otro tipo) y en los 446 restantes no pudo determinarse con claridad la causa de su muerte. Así que usando la hipótesis más favorable a los autores, solo 22 de los 1722 pájaros (un ínfimo 1,3%) habían muerto por ingestión de residuos marinos. De esos 22, casi todos (21) habían muerto por obstrucción o bloqueo total del tracto gastrointestinal. Y esa obstrucción o bloqueo había sido causado por plásticos duros en 11 pájaros, por globos en 5, por plásticos expandidos en 4 y solo 1 por restos de cuerda de las empleadas en amarres de barcos. A partir de ahí y con un análisis estadístico que tiene en cuenta los porcentajes de desechos encontrados en las autopsias (había muchos más plásticos duros que globos, por ejemplo), los autores llegan a la conclusión, difundida a todos los vientos, de que los globos son los plásticos más peligrosos que un ave marina puede ingerir.
Ni el Comité Editorial de la revista en cuestión, ni los revisores previos del artículo debieron leerse en su momento con detalle el artículo y apreciar las debilidades del análisis que os acabo de comentar. Tampoco lo hicieron la multitud de publicaciones que se han hecho eco, como loritos, de la nota de prensa pero que, en algunos casos, han exagerado los resultados hasta límites como el de este titular de la revista QUO: "Lo que más animales mata en los océanos son los globos". En cuanto a los autores, lo más suave que se me ocurre decir es que tendrían que volver a repasar sus conocimientos de estadística.
En cualquier caso, dado que estoy preparando un par de charlas sobre Plásticos y Microplásticos para las próximas semanas, me volveréis a leer en breve otra vez sobre el tema. Que en asuntos tan sensibles para la opinión pública hay mucho buscador de catástrofes con intereses espurios. Y que por cinco minutos de gloria mediática (y lo que ella puede acarrear posteriormente) son capaces de cualquier cosa.