A finales del siglo XVIII, el "padre de la homeopatía", Samuel Hahnemann, empezó a investigar nuevas formas de curar, basadas en la idea de que cualquier sustancia que causara a una persona sana síntomas parecidos a una enfermedad, podía curar a un enfermo de esa dolencia. Y, para ello, empleó preparados que contenían sustancias peligrosas, como los alcaloides de las bayas de belladona, la apitoxina de las abejas muertas o disoluciones de sales de mercurio. Estos y otros preparados tenían efectos indeseados en las personas sanas que le servían para experimentar e, incluso en muchos casos, agravaban los síntomas de las enfermas. Así que, como contaba en 2009 en la Revista Médica de Homeopatía [Rev Med Homeopat 2, 25-30 (2009] el médico homeópata Isidre Lara, Hahnemann empezó a diluir esos preparados con agua o mezclas alcohol/agua, "obteniendo, como era lógico esperar desde nuestra perspectiva actual, que esa reducción de dosis conllevaba, junto a la reducción de toxicidad, una reducción también de su poder medicinal".
Pero como cuenta el propio Lara: “Al genio creador de Hahnemann se le ocurrió utilizar otra técnica en la preparación de los medicamentos, la llamada dinamización por sacudimiento manual de cada dilución progresiva.[....] El sorprendente resultado que pudo observar fue que las sustancias medicinales así dinamizadas mantenían la reducción de su toxicidad (debido a la dilución), pero, en cambio, no sólo no se reducía su poder medicinal, sino que, al contrario, esta aumentaba ostensiblemente”.
Para explicar ese contrasentido, Hahnemann formuló la hipótesis (sigamos con Lara): “....de que el poder medicinal desarrollado en las sustancias mediante los procedimientos de dilución y dinamización (potenciación), estaba en relación con un factor inmaterial, la energía o fuerza vital de la sustancia, que no respondía a las leyes de la Química conocida hasta ese momento”. Aclaremos que la energía vital es un concepto ligado al vitalismo, una doctrina filosófica imperante en la época de Hahnemann. Hoy, una parte de la comunidad homeopática [véase, por ejemplo, G. Fernández Quiroga y J. M. Marín Olmos, Rev Med Homeop 4, 25-29 (2011)], parece querer abandonar ese concepto al considerarlo “una rémora en nuestro intento de comunicarnos con las demás disciplinas científicas y, sobre todo, para clarificar la nuestra”.
Pero diluir muchas (muchísimas) veces, como es habitual en los remedios homeopáticos que las farmacias siguen vendiendo, tiene el inconveniente de entrar en colisión frontal con conceptos tan implantados en la Química moderna (y que no existían en tiempos de Hahnemann) como el número de Avogadro o el mol. Algo que se reconoce incluso en medios próximos a la homeopatía. Paolo Bellavite, Profesor de Patología General de la italiana Universidad de Verona, con amplia bibliografía sobre la homeopatía, lo explica de forma paladina en un artículo de 2014 [Homeopathy 103, 1-24 (2014)]: “Los efectos de las altas diluciones nos llevan fuera del reino de la farmacología clásica para enfrentarnos a fenómenos que pueden parecer inexplicables. [….] Con ayuda del número de Avogadro, un cálculo sencillo nos muestra que después de una dilución C12, será cada vez más improbable que encontremos una sola molécula por litro de la sustancia original contenida en la tintura madre”. Y, como probablemente sepan mis lectores, muchos de los remedios mas vendidos en homeopatía van a diluciones C30 e incluso a C200.
El problema de la eficacia de las altas diluciones también preocupó al médico francés Jacques Benveniste, reputado científico en el ámbito de los mecanismos de las alergias y las inflamaciones. En su ya famoso artículo en Nature [Nature 333, 816-818 (1988)], cuya génesis expliqué con mucho detalle aquí, y debido a la influencia que la homeopatía tuvo en ese trabajo en forma de financiación y doctorandos, se usaron altas diluciones habituales en homeopatía, preparadas, además, por dilución sucesiva y agitación. En uno de los párrafos de las conclusiones finales de ese artículo, los investigadores reconocían que sus diluciones estaban más allá del número de Avogadro y que no podían existir en ellas ninguna de las moléculas originales (en su caso eran anticuerpos). Sin hacer mención expresa al posible papel de la agitación, los autores especulaban que alguna información tendría que transmitirse de esos anticuerpos a las sucesivas diluciones para provocar, posteriormente, los efectos observados. Y como trabajaban con disoluciones acuosas, el papel del agua se tornaba fundamental.
De ese artículo y esa especulación surge el famoso concepto mediático de la memoria del agua, para explicar que el líquido por excelencia pueda guardar y transmitir información derivada de las moléculas que, originalmente contenidas en la llamada tintura madre, se perdieron en el transcurso de las muchas diluciones. Han transcurrido treinta años desde el artículo de Nature y del concepto de la memoria del agua y el ámbito próximo a la homeopatía sigue utilizando métodos experimentales y proponiendo teorías para explicar ese fenómeno de almacenamiento y transmisión de información en las diluciones homeopáticas. Un artículo de 2015 de un referente de la homeopatía, el profesor australiano Jurgen Schulte [Homeopathy 104, 305-310 (2015)], repasaba los últimos veinte años de investigación en esos asuntos, concluyendo que durante ese período "los métodos experimentales empleados han sido más sofisticados, aunque lo mismo no se puede decir sobre el soporte subyacente de los modelos teóricos y simulaciones".
Si nos centramos en los argumentos de Benveniste para explicar los resultados de su artículo en Nature, en él se especulaba con que la información pudiera almacenarse en los agregados o clusters que sabemos que el agua líquida forma mediante enlaces de hidrógeno entre sus moléculas individuales. Esa hipótesis fue pronto desechada por el propio Benveniste y lo ha sido también por artículos más recientes [J. Teixeira, Homeopathy 96, 158-162 (2007)]. Y su posible papel resultaría aún más inexplicable cuando, como en el caso de la preparación de los gránulos homeopáticos, el agua se elimina [M.F. Chaplin, Homeopathy 96, 143-150 (2007)].
La segunda hipótesis de Benveniste fue que esa información pudiera almacenarse y propagarse mediante algún fenómeno electromagnético, en lo que llamó Biología digital. Tras la muerte de Benveniste esa idea ha vuelto a aparecer de la mano de otro ilustre científico francés, Luc Montagnier, Premio Nobel de Medicina en 2008 por su descubrimiento del virus del SIDA. A partir de 2005, usando un dispositivo diseñado por el propio Benveniste y colaborando con uno de los miembros del Grupo de éste (J. Aïssa), detectaron y registraron señales electromagnéticas que identificaron como derivadas de restos de ADN de algunas bacterias, señales que se seguían dando tras diluir y agitar las disoluciones hasta ciertos niveles que, en general, no llegan al C12 que Bellavite mencionaba. [Interdiscip. Sci. Comput. Life Sci. 1, 81-90 (2009)].
Para explicar esa capacidad del agua de almacenar y emitir las señales electromagnéticas producidas por el ADN, Montagnier echa mano [Electromag. Biology and Medicine 34, 106-112 (2015)] de un modelo teórico sobre el agua que data de 1988, propuesto por el grupo del Profesor italiano Giuliano Preparata [Phys. Rev. Lett. 61, 1085 (1988)], con el que ya Benveniste había entrado en contacto en los primeros años noventa. En ese artículo se introducen los llamados Dominios Cuánticos Coherentes, difíciles de explicar a este nivel aunque puede intentarse de la mano del Prof. Marc Henry, un prestigioso químico de la Universidad de Estrasburgo, habitual, como Montagnier, en Congresos de Homeopatía. En un artículo publicado en el verano de 2017 [Rev Med Homeop 10, 41-52 2017)] Henry decía: “Por tanto, un dominio de coherencia se compondría de una gran cantidad de moléculas de agua con un comportamiento colectivo coherente. De su tratamiento cuántico pleno se deduciría que el agua en fase líquida debería considerarse un medio nanoestructurado en esos dominios y no un líquido homogéneo”. Y para explicar lo del comportamiento colectivo coherente, proponía el ejemplo de las bandadas de pájaros, como la de la foto que ilustra esta entrada.
Sin embargo, el modelo de Preparata y colaboradores basado en esos dominios de coherencia es eso, un modelo teórico, uno más de los muchos existentes para explicar las inusuales propiedades del agua. Y, por ahora, no parece que ni las medidas experimentales ni las simulaciones por ordenador avalen la pretensión de que en el seno del agua puedan crearse estructuras como las mencionadas por Henry. Así lo parece reconocer él mismo en el artículo citado: “Lamentablemente, dicha predicción teórica parece estar en completo desacuerdo con medidas realizadas por Resonancia Magnética o Difusión de Neutrones que, en su lugar, apuntan a una estructura homogénea del agua……”.
Como alternativa al modelo de Preparata, Henry propone en su artículo un nuevo y "plausible" modelo, en el que los dominios cuánticos coherentes no existen en forma de colectivos de moléculas de agua en tres dimensiones (como ocurría en el de Preparata), sino que forman capas en dos dimensiones sobre la superficie de las minúsculas burbujas que se generan en el proceso de agitación violenta tras cada dilución. No voy a profundizar tampoco con estos tecnicismos pero baste decir que, a Henry, le sirven para construir ese nuevo modelo, con el que viene a concluir que, gracias a esa organización, el agua es un gigantesco almacén de información digital que puede, además, ser transmitida a los organismos vivos. Esa inusitada capacidad del agua vendría a ser, según Henry, la explicación cuántica al concepto de "la fuerza dinámica inmaterial, utilizando el vocabulario de Hahnemann".
Y merced a esa capacidad, reaparece en escena la sorprendente acción de la agitación violenta tras cada dilución, mencionada al principio de esta entrada como otra de las grandes aportaciones de Hahnemann. El 16 de noviembre de 2016, la Asociación Vasconavarra de Médicos Homeópatas celebró en Donosti una Jornada titulada “Evidencias científicas de la homeopatía” en la que se resumieron los resultados más relevantes del Congreso Nacional de Homeopatía celebrado en la misma ciudad en mayo de ese año y en el que habían participado como ponentes estrella tanto Montagnier como Henry. En una entrevista en el Diario Vasco, el portavoz de esa asociación, resumía las aportaciones de este último diciendo que: “Lo que se ha demostrado ahora gracias a la física cuántica es que se forman nanoburbujas, y entre ellas se crean capas, estructuras nuevas, llamadas dominios de coherencia, que es donde se acumula la información. Cuanto más diluyes mas estructuras hay, más nanoburbujas y más capacidad de almacenar información”.
La última frase que he resaltado en negrita parece solucionar, definitivamente, el problema de la eficacia de las altas diluciones, merced a la agitación. Pero todo lo que ahí se aduce no son, al menos por el momento, evidencias científicas. Son solo predicciones derivadas del modelo teórico de Henry que deben comprobarse experimentalmente. Y, por ahora, nadie ha comprobado experimentalmente que, en la superficie de las burbujas que se forman al agitar las disoluciones, se creen los Dominios Cuánticos Coherentes de dos dimensiones que propugna Henry como base de su modelo. Y si no puede demostrarse que esos Dominios existan, el resto (acumulación de información, interacción con organismos vivos) es pura especulación.
Personalmente, y para terminar, siempre me ha sorprendido esa insistencia con la estructura del agua líquida como recurso último para explicar la eficacia de la homeopatía porque, como dice Schulte en uno de los artículos ya mencionados, "aunque el agua pura es ideal para estudiar las estructuras inducidas por la dinamización, el agua pura rara vez se usa en la práctica de las preparaciones homeopáticas".
He aprovechado esta entrada para agrupar en la etiqueta Homeopatía, que aparece a la derecha, todas las entradas que he dedicado en este Blog al tema, desde hace la friolera de doce años. Creo que, por ahora, no volveré a escribir más sobre el asunto.
Pero como cuenta el propio Lara: “Al genio creador de Hahnemann se le ocurrió utilizar otra técnica en la preparación de los medicamentos, la llamada dinamización por sacudimiento manual de cada dilución progresiva.[....] El sorprendente resultado que pudo observar fue que las sustancias medicinales así dinamizadas mantenían la reducción de su toxicidad (debido a la dilución), pero, en cambio, no sólo no se reducía su poder medicinal, sino que, al contrario, esta aumentaba ostensiblemente”.
Para explicar ese contrasentido, Hahnemann formuló la hipótesis (sigamos con Lara): “....de que el poder medicinal desarrollado en las sustancias mediante los procedimientos de dilución y dinamización (potenciación), estaba en relación con un factor inmaterial, la energía o fuerza vital de la sustancia, que no respondía a las leyes de la Química conocida hasta ese momento”. Aclaremos que la energía vital es un concepto ligado al vitalismo, una doctrina filosófica imperante en la época de Hahnemann. Hoy, una parte de la comunidad homeopática [véase, por ejemplo, G. Fernández Quiroga y J. M. Marín Olmos, Rev Med Homeop 4, 25-29 (2011)], parece querer abandonar ese concepto al considerarlo “una rémora en nuestro intento de comunicarnos con las demás disciplinas científicas y, sobre todo, para clarificar la nuestra”.
Pero diluir muchas (muchísimas) veces, como es habitual en los remedios homeopáticos que las farmacias siguen vendiendo, tiene el inconveniente de entrar en colisión frontal con conceptos tan implantados en la Química moderna (y que no existían en tiempos de Hahnemann) como el número de Avogadro o el mol. Algo que se reconoce incluso en medios próximos a la homeopatía. Paolo Bellavite, Profesor de Patología General de la italiana Universidad de Verona, con amplia bibliografía sobre la homeopatía, lo explica de forma paladina en un artículo de 2014 [Homeopathy 103, 1-24 (2014)]: “Los efectos de las altas diluciones nos llevan fuera del reino de la farmacología clásica para enfrentarnos a fenómenos que pueden parecer inexplicables. [….] Con ayuda del número de Avogadro, un cálculo sencillo nos muestra que después de una dilución C12, será cada vez más improbable que encontremos una sola molécula por litro de la sustancia original contenida en la tintura madre”. Y, como probablemente sepan mis lectores, muchos de los remedios mas vendidos en homeopatía van a diluciones C30 e incluso a C200.
El problema de la eficacia de las altas diluciones también preocupó al médico francés Jacques Benveniste, reputado científico en el ámbito de los mecanismos de las alergias y las inflamaciones. En su ya famoso artículo en Nature [Nature 333, 816-818 (1988)], cuya génesis expliqué con mucho detalle aquí, y debido a la influencia que la homeopatía tuvo en ese trabajo en forma de financiación y doctorandos, se usaron altas diluciones habituales en homeopatía, preparadas, además, por dilución sucesiva y agitación. En uno de los párrafos de las conclusiones finales de ese artículo, los investigadores reconocían que sus diluciones estaban más allá del número de Avogadro y que no podían existir en ellas ninguna de las moléculas originales (en su caso eran anticuerpos). Sin hacer mención expresa al posible papel de la agitación, los autores especulaban que alguna información tendría que transmitirse de esos anticuerpos a las sucesivas diluciones para provocar, posteriormente, los efectos observados. Y como trabajaban con disoluciones acuosas, el papel del agua se tornaba fundamental.
De ese artículo y esa especulación surge el famoso concepto mediático de la memoria del agua, para explicar que el líquido por excelencia pueda guardar y transmitir información derivada de las moléculas que, originalmente contenidas en la llamada tintura madre, se perdieron en el transcurso de las muchas diluciones. Han transcurrido treinta años desde el artículo de Nature y del concepto de la memoria del agua y el ámbito próximo a la homeopatía sigue utilizando métodos experimentales y proponiendo teorías para explicar ese fenómeno de almacenamiento y transmisión de información en las diluciones homeopáticas. Un artículo de 2015 de un referente de la homeopatía, el profesor australiano Jurgen Schulte [Homeopathy 104, 305-310 (2015)], repasaba los últimos veinte años de investigación en esos asuntos, concluyendo que durante ese período "los métodos experimentales empleados han sido más sofisticados, aunque lo mismo no se puede decir sobre el soporte subyacente de los modelos teóricos y simulaciones".
Si nos centramos en los argumentos de Benveniste para explicar los resultados de su artículo en Nature, en él se especulaba con que la información pudiera almacenarse en los agregados o clusters que sabemos que el agua líquida forma mediante enlaces de hidrógeno entre sus moléculas individuales. Esa hipótesis fue pronto desechada por el propio Benveniste y lo ha sido también por artículos más recientes [J. Teixeira, Homeopathy 96, 158-162 (2007)]. Y su posible papel resultaría aún más inexplicable cuando, como en el caso de la preparación de los gránulos homeopáticos, el agua se elimina [M.F. Chaplin, Homeopathy 96, 143-150 (2007)].
La segunda hipótesis de Benveniste fue que esa información pudiera almacenarse y propagarse mediante algún fenómeno electromagnético, en lo que llamó Biología digital. Tras la muerte de Benveniste esa idea ha vuelto a aparecer de la mano de otro ilustre científico francés, Luc Montagnier, Premio Nobel de Medicina en 2008 por su descubrimiento del virus del SIDA. A partir de 2005, usando un dispositivo diseñado por el propio Benveniste y colaborando con uno de los miembros del Grupo de éste (J. Aïssa), detectaron y registraron señales electromagnéticas que identificaron como derivadas de restos de ADN de algunas bacterias, señales que se seguían dando tras diluir y agitar las disoluciones hasta ciertos niveles que, en general, no llegan al C12 que Bellavite mencionaba. [Interdiscip. Sci. Comput. Life Sci. 1, 81-90 (2009)].
Para explicar esa capacidad del agua de almacenar y emitir las señales electromagnéticas producidas por el ADN, Montagnier echa mano [Electromag. Biology and Medicine 34, 106-112 (2015)] de un modelo teórico sobre el agua que data de 1988, propuesto por el grupo del Profesor italiano Giuliano Preparata [Phys. Rev. Lett. 61, 1085 (1988)], con el que ya Benveniste había entrado en contacto en los primeros años noventa. En ese artículo se introducen los llamados Dominios Cuánticos Coherentes, difíciles de explicar a este nivel aunque puede intentarse de la mano del Prof. Marc Henry, un prestigioso químico de la Universidad de Estrasburgo, habitual, como Montagnier, en Congresos de Homeopatía. En un artículo publicado en el verano de 2017 [Rev Med Homeop 10, 41-52 2017)] Henry decía: “Por tanto, un dominio de coherencia se compondría de una gran cantidad de moléculas de agua con un comportamiento colectivo coherente. De su tratamiento cuántico pleno se deduciría que el agua en fase líquida debería considerarse un medio nanoestructurado en esos dominios y no un líquido homogéneo”. Y para explicar lo del comportamiento colectivo coherente, proponía el ejemplo de las bandadas de pájaros, como la de la foto que ilustra esta entrada.
Sin embargo, el modelo de Preparata y colaboradores basado en esos dominios de coherencia es eso, un modelo teórico, uno más de los muchos existentes para explicar las inusuales propiedades del agua. Y, por ahora, no parece que ni las medidas experimentales ni las simulaciones por ordenador avalen la pretensión de que en el seno del agua puedan crearse estructuras como las mencionadas por Henry. Así lo parece reconocer él mismo en el artículo citado: “Lamentablemente, dicha predicción teórica parece estar en completo desacuerdo con medidas realizadas por Resonancia Magnética o Difusión de Neutrones que, en su lugar, apuntan a una estructura homogénea del agua……”.
Como alternativa al modelo de Preparata, Henry propone en su artículo un nuevo y "plausible" modelo, en el que los dominios cuánticos coherentes no existen en forma de colectivos de moléculas de agua en tres dimensiones (como ocurría en el de Preparata), sino que forman capas en dos dimensiones sobre la superficie de las minúsculas burbujas que se generan en el proceso de agitación violenta tras cada dilución. No voy a profundizar tampoco con estos tecnicismos pero baste decir que, a Henry, le sirven para construir ese nuevo modelo, con el que viene a concluir que, gracias a esa organización, el agua es un gigantesco almacén de información digital que puede, además, ser transmitida a los organismos vivos. Esa inusitada capacidad del agua vendría a ser, según Henry, la explicación cuántica al concepto de "la fuerza dinámica inmaterial, utilizando el vocabulario de Hahnemann".
Y merced a esa capacidad, reaparece en escena la sorprendente acción de la agitación violenta tras cada dilución, mencionada al principio de esta entrada como otra de las grandes aportaciones de Hahnemann. El 16 de noviembre de 2016, la Asociación Vasconavarra de Médicos Homeópatas celebró en Donosti una Jornada titulada “Evidencias científicas de la homeopatía” en la que se resumieron los resultados más relevantes del Congreso Nacional de Homeopatía celebrado en la misma ciudad en mayo de ese año y en el que habían participado como ponentes estrella tanto Montagnier como Henry. En una entrevista en el Diario Vasco, el portavoz de esa asociación, resumía las aportaciones de este último diciendo que: “Lo que se ha demostrado ahora gracias a la física cuántica es que se forman nanoburbujas, y entre ellas se crean capas, estructuras nuevas, llamadas dominios de coherencia, que es donde se acumula la información. Cuanto más diluyes mas estructuras hay, más nanoburbujas y más capacidad de almacenar información”.
La última frase que he resaltado en negrita parece solucionar, definitivamente, el problema de la eficacia de las altas diluciones, merced a la agitación. Pero todo lo que ahí se aduce no son, al menos por el momento, evidencias científicas. Son solo predicciones derivadas del modelo teórico de Henry que deben comprobarse experimentalmente. Y, por ahora, nadie ha comprobado experimentalmente que, en la superficie de las burbujas que se forman al agitar las disoluciones, se creen los Dominios Cuánticos Coherentes de dos dimensiones que propugna Henry como base de su modelo. Y si no puede demostrarse que esos Dominios existan, el resto (acumulación de información, interacción con organismos vivos) es pura especulación.
Personalmente, y para terminar, siempre me ha sorprendido esa insistencia con la estructura del agua líquida como recurso último para explicar la eficacia de la homeopatía porque, como dice Schulte en uno de los artículos ya mencionados, "aunque el agua pura es ideal para estudiar las estructuras inducidas por la dinamización, el agua pura rara vez se usa en la práctica de las preparaciones homeopáticas".
He aprovechado esta entrada para agrupar en la etiqueta Homeopatía, que aparece a la derecha, todas las entradas que he dedicado en este Blog al tema, desde hace la friolera de doce años. Creo que, por ahora, no volveré a escribir más sobre el asunto.